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viernes, 21 de octubre de 2016

30. “Judgement Day”

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El avión estaba despegando, mi cara estaba marcada por lineas salados en mis mejillas que pertenecían a mis lágrimas secas, sentía mi cara caliente de tanto llorar y de tantas y tantas emociones contenidas, me preguntaba ¿Cuál era mi apariencia en esos momentos? Supongo que la gente se asustaría al verme simplemente.

Sumergida en aquel estado fue que en una especie  de película de terror mi mente reprodujo las últimas horas en mi vida…

- Disculpe – Le dije tocándole el hombro al chico con todo el encanto que me fue posible, convenciéndome a mí misma que me encontraba agitando mis pestañas por un bien mayor.
¡Malditas prisas! diría la tortuga de aquel cuento de niños que leí en mi libro de texto cuando cursé la primaria.
Entre entrenamientos, castigos, explicaciones, gritos, peleas y  mi afán de evitar que mi malestar físico fuera evidente, se me fue el último mes quedándome sin tiempo para poder despedir a Atlas como yo deseaba en una noche dedicada totalmente para él y para mí, pero esta vez, por las circunstancias, me apegaré a la frase: Los tiempos de Dios son Perfectos, confiando en que de ésta manera es lo mejor.
Aquel chico, se giró hacia mí respondiendo a mi interrupción.
Sus rasgos son claramente orientales  y aunque no son mi máximo, él cautivó mi mirada, definitivamente le concedería una cita algún día de la semana de lunes a jueves, no estaría dispuesta a concederle otro de mis días, alto casi como los trillizos, delgado, atlético y adoptando esa postura tan clásica de un oriental: espalda recta y brazos a la espalda tomada la una con la otra.  Su cabello llegaba casi a los hombros, aunque traía una banda en la frente, podía decir que cuidaba de su cabello como todo un metrosexual ó Gay bien definido como podría decir el moreno, aun no lo sé.
Le seguí después de que abandonó la tienda y la chica que atendía me confirmó que la pieza que yo deseaba era la única pieza con la que contaban, confirmando que justamente la había entregado al cliente que iba cruzando la puerta, señalando mi próximo objetivo y siendo ésta la razón por la cual estoy molestando aun completo extraño.
Sus ojos denotaban curiosidad ante mi interrupción.
Con mi mejor sonrisa es que comencé a hablar.
- Quisiera comprar la prenda que llevas en esa bolsa, con gusto pagaré un porcentaje mayor en compensación. Dije sin mucho preámbulo o paciencia siendo directa en mi petición.
Demasiado tarde me pregunté si entendería mi idioma.
Su rostro se convirtió en una incógnita total. – No creo que sea de tu talla,  respondió finalmente, respondiendo mi pregunta mental,  riendo y mirándome de arriba hacia abajo.
Reí con un poco de exasperación, no tenía la intención de detallarle el destino de aquella prenda.
- La quiero para un regalo – respondí finalmente.
- Olvídalo – se giró y se marchó.
Era una suerte que durante el último año hubiese estado tratando con tanta testosterona egocéntrica, como él.
No me daría por vencida tan fácilmente. Le alcancé y me coloqué nuevamente frente a él impidiendo así que continuara su camino.
- Te ofrezco el doble – le dije finalmente apelando a la codicia propia de un ser humano, porque debía ser humano ¿Cierto?
Ya era mucho decir el doble del precio, pero realmente Atlas adoraba esa prenda y me costó horrores convencerle con un argumento convincente que no la comprase a fin de sorprenderlo en nuestra  celebración, ahora fallida.
Si va a un lugar frío le ayudará, si no pues siempre puede guardarla. Además de que esa prenda se me metió entre ceja y oreja.
- ¿Realmente tiene interés en esta prenda cierto? – Respondió finalmente. Ven discutamos por ella mientras disfrutamos de una nieve, sin tocarme hizo un ademán de que pasara delante de el para dirigirnos  al lugar donde me invitaba.
Miré el reloj, realmente tenía poco tiempo.
- Entenderé si no cuentas con el tiempo para discutirlo – complementó– Quizás después de todo no sea tanto tu interés. Caminó perfectamente erguido, dando grandes pasos y las manos cruzadas a su espalda, colgando de ellas la bolsa que yo necesitaba.
¡Maldito engreído!
Me costó alcanzarle con aquellos rápidos pasos sin pausa que dio,  dejándome atrás.
Esta vez no hubo pelea por quién pagaría el helado de quién, el simplemente se limitó a comprar el suyo y yo el mío. Nos guio hasta la zona de comida donde nos sentamos frente a frente colocando la bolsa que contenía la prenda de la discordia a mitad de mesa pero permitiendo la vista entre nosotros.
- ¿Por qué tanto interés en esta prenda? Existen más modelos en la tienda – comentó.
- La persona para quien la quiero, hará un viaje, y me gustaría dársela como regalo de despedida, se la probó y midió hace algunos días, sencillamente le encantó, le viene como guante, le convencí de no realizar la compra pues quiero sorprenderlo -  dije encogiéndome de hombros en un intento de ocultar mi tristeza y la amargura que me producía el detallarle aquella historia.
El helado no me pasaba por la garganta, quizás debido al sentimiento con el que ya contaba, o sería el disgusto que me estaba haciendo pasar aquella persona, no lo sé decir con exactitud.
- Esa persona es….
- Mi amigo- respondí apresuradamente, (mi pecho dolió al decir aquellas palabras)
Me observaba fijamente, al tiempo que disfrutaba de su helado, sus ojos son negros y profundos, tiene ese encanto oriental que no me termina de agradar pero tampoco de molestar, fui consciente además de los fino de sus rasgos, sin embargo unos círculos negros colgaban debajo de sus ojos.
- Hagamos un trato, dijo finalmente.
¿Dónde había yo escuchado eso?
- La chamarra es tuya. El costo extra compénsalo proporcionándome tu número telefónico y aceptando una invitación a cenar, solo pido que mantengas la mente abierta para lo que pase después...
Vi la oportunidad perfecta. Le proporcionaría un nombre falso, y el número bueno simplemente lo bloquearía llegado el momento, solo en caso de que quisiera comprobar que le hubiese dado mi nuero real. Ese pensamiento ocultó totalmente en mi mente que realmente él estaba coqueteando conmigo.
- Hecho - dije – le di mi número, tal como lo anticipé lo corroboró en ese mismo instante, marcando desde su celular  y comprobando que mi celular sonara.
- ¿Cuál es tu nombre?
- Claudia – respondí sin ningún tono dubitativo en mi voz. No me molesté en preguntar su nombre, esperando que captara la indirecta.
- Bien Claudia, no te entretengo más, probablemente quieras ir a reunirte con tu amigo para darle el regalo, espero que él  valga todo el esfuerzo que estás haciendo por él.
Su comentario fue malicioso, innecesario y mal intencionado.
- LO VALE, respondí asegurándome de poner suficiente énfasis  en el par de palabras para que no le quedara duda.
Sonriendo triunfal, saqué de mi bolso el monto que cubriría el costo de la prenda se lo entregué y me despedí. En mi mente únicamente dibuje una sonrisa de victoria ante aquella poca planeada y bien ejecutada acción.
Me sentí un poco mal pero después de todo ¿Cuáles eran las probabilidades de que lo volviese a ver? Tomé el bolso y él colocó su mano encima de la mía.
- Nos veremos pronto – guiñó un ojo y sonrió.
Tomé el bolso y me marche de ahí. Me sentía exhausta, no quería más helado por lo que lo deseché, detestaba tirar alimentos pero simplemente no me pasaba por la garganta.
Corrí para llegar a tiempo a mi cita con Atlas, me sentía un poco triste y decepcionada pero no había nada más por hacer, él había dejado las cosas en claro respecto al tema del Sexo  entre nosotros, lo acepté para no discutir más, no pasaría así las últimas horas con él. Hicimos una reservación para pasar juntos las últimas horas y de ahí nos iríamos directo a la fiesta de bienvenida para el tal Kevin que llegaba el día de hoy, después el torneo.
Nada me impedía besarle hasta el cansancio.
No dije nada en el trayecto.
Llegando a la habitación me lancé sobre él y comencé a besarle, olvidé todo mi cansancio y lo agotada que me sentía, quería fusionarme con su cuerpo, le abracé fuertemente, me guio a pequeños pasos hacia la cama para recostarnos más cómodamente, le acerqué más hacía mí.
Sus besos eran igual pero diferentes: Los besos de una separación anunciada.
De nuevo sentí ese malestar en el costado derecho de mi cuerpo, ahora un poco más intenso lo cual me obligó a colocarme encima de él para estar más cómodos.
Le pedí que nos desnudáramos, quería estar piel con piel con él, sentirlo,  absorber su aroma, guardar en mi memoria los detalles que aún no había memorizado.
- Solo es un año, dijo, se pasará en un abrir y cerrar de ojos. Concéntrate en tus entrenamientos, en superar a todos aquí y a dominar tu energía completamente, yo regresaré siendo un mejor yo, para ti.
- ¿Realmente no podremos tener nada de contacto?
- Preciosa, sabes que de haber una manera ya lo hubiese compartido contigo.
Acariciaba mi hombro y me daba pequeños besos, yo me había colocado frente a él y recorría con mis manos sus muslos.
- Debes prometerme sin embargo, que no te pondrás en riesgo en ninguna manera, que realmente velaras por tu bienestar de manera integral en mi ausencia.
- Reí echando mi cabeza hacia atrás – Por unos momentos pensé que dirías que te prometiera esperar por ti.
- Suspiró y apoyó su cabeza en la cabecera de la cama. Preciosa, muchas cosas pueden pasar en un año, al respecto únicamente diré qué, no te ataré a mi preciosa, no podría ser injusto pidiéndote que esperes por mí, diviértete y vive la vida, si en el inter encuentras a alguien con quien pasar mi ausencia, disfrútalo.
- No me gustan esas declaraciones, pero entiendo tu punto, si tú también encuentras a alguien, únicamente te pido me lo hagas saber, aunque sea doloroso, lo superaré, nadie se ha muerto de amor, ¿cierto?
- Mi preciosa tan ansiosa como siempre… disfrútalo, y disfrútalo mucho, porque a mi regreso, me encargaré de separarlos y mostrarte que yo soy el indicado, tú eres con quién yo pasaré el resto de mi vida. Eso ya lo he decidido.
Mi corazón se alegró por esta declaración y aunque no era algo nuevo, simplemente me encantaba escucharle decirlo.
Me puse de pie y le llevé el regalo que le tenía para ese día. Se alegró enormemente.
- Sabía que existía una razón por la cual te mostraste tan persuasiva y no me permitiste comprarla. ¡Gracias preciosa!
Aunque había planeado una gran despedida, apenas me acuné en sus brazos quedé perdidamente dormida.
Él me despertó horas después cuando era hora de regresar, debíamos atender la fiesta de bienvenida del ganador del torneo del año anterior, la cual estaba organizada por los trillizos.
Me disculpe mucho con él.
- No era lo que tenía en mente, dije.
- Para mí es más que suficiente estar a tu lado.

- ¿Cómo es él? Pregunté directamente mientras nos dirigíamos hacia aquel evento. No es que tenga un interés en particular – me anticipé a decir- pero sin duda me gustaría que me dijeras más acerca de él.
Pasó sus dedos sobre su boca.
- Supongo que él es como cualquiera de nosotros, dijo. Lo reconocerás de inmediato, de alguna manera sobresale.
No puedo decirte cómo es que luce físicamente pues desconozco si ha cambiado en el último año.
Guardó silencio, pude  observar en su actitud que se encontraba recordando algo.
- Los trillizos comentaron que él y tú no se llevaban muy bien.
No es algo que quiera recordar – dijo él.
Dejé el tema de lado.
Llegamos a la fiesta que más bien era como una reunión con snack y muy formal, dado que era el evento previo al Torneo Anual, los participantes tienen que guardar compostura y si bien andan rondando libremente, también se pueden observar a personas con traje, los apostadores.
Entramos de la mano, nada especial, pero si que atrajimos miradas curiosas.
Saludamos a la distancia a los trillizos y algunos de nuestros compañeros, se acercaron a Atlas para desearle suerte, bromeaban entre ellos, parecía ser lo mas natural y normal.
En mi estómago sin embargo una jauría de mariposas mutantes se dedicaban a revolotear hasta causarme náuseas y dolor.
Al cabo de unos minutos encontramos a los muchachos, quienes se acercaron a nosotros de manera casual, sin tocar el tema de la partida de  Atlas.
- Llegaron tarde, dijo Bruno. Kevin ya hizo su entrada.
Atlas simplemente permaneció impasible y me disculpé por ambos.
Ellos parecieron no darle demasiada importancia al hecho.
Miré a mi alrededor tratando de identificarlo, Atlas me había dicho que lo reconocería fácilmente, sin embargo ese día había mucha gente de fuera, podría ser cualquiera.
A estas alturas no deberían de sorprenderme estas coincidencias, aunque estoy convencida de que el Karma me alcanzó.
- Ahí está Kevin – dijo César señalándolo a la distancia. Vamos a presentarte BB.
Atlas se disculpó y se retiró de ahí, no era broma que esos dos no se toleraban.
Le vi de espaldas, nada a lo que no estuviera acostumbrada ya, un chico alto, lucía delgado para el resto del estándar que circulaba por ahí, se encontraba saludando a unos cuantos de nuestros compañeros, estaba perfectamente erguido con la espalda recta.
Se dio la vuelta a la llamada de César luciendo una gran sonrisa.
Mi cara de sorpresa fue evidente al grado que Mario preguntó si nos conocíamos antes.
- Kevin, queremos presentarte formalmente a nuestra sobrina- Le dijo César rodeándolo con un brazo por los hombros de una manera muy fraternal.
Afortunadamente él respondió por los dos.
- Es un gusto por fin conocerte, he escuchado cosas interesantes de ti.
Si me recordaba no lo demostró.
- Mucho gusto – Le extendí la mano- Beshakarenice – Me presenté.
- Beshakarenice – un placer.
- BB, todos me llaman BB – confirmé rápidamente.
- Hubiese jurado, sinembargo que tu nombre es Claudia, tienes cara de Claudia – dijo él tratando de ocultar una sonrisa en sus labios.
Sonreí amablemente aun sin soltarle la mano y presionando un poco más en un claro aviso de que guardara silencio – Quizás en otra vida ese fue mi nombre.
- El tomará el lugar de Atlas en su ausencia – Anunció Jason.
¡Diablos! Y yo mintiéndole a un instructor, esto no auguraba nada bueno, sentí nuevamente ese dolor en mi costado y la jauría de mariposas haciendo de las suyas.
- Estoy ansiosa por ver que tienes para enseñar, sinceramente espero que sea algo muy bueno, estarás sustituyendo a una persona excelente – Lo dije fuerte y claro, era lo que pensaba y no planeaba limitar mi boca.
- ¡BB! – me reprendió Bruno
- Rebelde – dijo él - me habían anticipado esto, déjala expresarse Bruno, me gustan los retos y será todo un reto ver que cuento con tu aprobación como suplente de Atlas. Te sorprenderás. Guiñó nuevamente el ojo.
Sonreí. Afortunadamente los trillizos andaban por ahí, por lo que me disculpé y me retiré refugiándome en ellos.
Me acerqué a ellos, molesta y sintiéndome mal en general. Ellos simplemente me abrazaron.
            - Solo son 365 días, pasarán rápido – me dijo el Rubio dándome un beso en la cabeza.
            - Veo que conociste a Kevin –Afirmó el Moreno. Recuerda nuestra advertencia.
            Gruñí.
            - Paciencia no es mi fuerte y lo saben.
            - Nosotros nos encargaremos de mantenerte entretenida durante  éste tiempo, no te preocupes, tenemos muchos proyectos y planes, el tiempo se te pasará en un abrir y cerrar de ojos.
            - ¿Les importa si me la llevo un momento? – Preguntó Kevin, abrazándome por los hombros y colocándose a mi costado.
            Adelante –dijeron ellos, al ser él un ganador del torneo, pocas cosas podían negarle, solo que ellos desconocían  la mentira en la que solita me metí.
Salimos unos momentos de ahí, el aire fresco me sentó de maravilla.
            -  ¿Y bien? – Esperaba un espectáculo la verdad, me había preparado para ello – le dije sin esperar que el fuera el primero que hablase.
            - ¿Un nombre falso?
            - Seré honesta, aunque a éstas alturas debes haberlo concluido por ti mismo,  no esperaba realmente salir a cenar contigo o volverte a ver, como sabes en unas horas viajaremos a Suiza, bloquearía tu número en cierto momento y fin de la historia, ofrecí pagarte el doble, hubieses aceptado eso.
            - Ahora soy tu superior.
            - Si, si, lo sé, el universo tiene formas retorcidas de jugarme bromas últimamente. Lo que quieras como compensación lo tendrás, dije en tono de fastidio, un castigo  ó lo que tengas en mente, solo indícalo, la persona que te dijo que soy una rebelde debió haberte anticipado también que no rehoyo de mis obligaciones.
            - ¿Un castigo?  No sé qué tipo de relación llevas con las personas de aquí pero claramente no me estás dando la mínima oportunidad.
            - La chamarra, era para Atlas, ¿Cierto?
            - No vayas por ahí dije, por qué superior o no, no detendré mis puños y  hoy especialmente busco quien me la pague….
            Bien dijo, me disculpo y se retiró de ahí.
            Crucé los brazos y miré al cielo, unas lágrimas amenazaban en asomarse, respiré tratando de contenerlas.
            Entonces escuché una irritante voz que me tenía al borde del fastidio: la de ELLA.
            - Atlas partirá en unas horas ¿Estas preparada para enfrentar la soledad?
            Sonreí abiertamente ocultando las heridas que ocasionaron sus declaraciones.
            - No estaré sola – respondí lo más calmadamente que pude, hay al menos unos 20 seres humanos más en esta asociación, seguro que encontraré a alguien que me haga compañía.
            Sí, lo reconozco, hice fuertes declaraciones, pero no la dejaría ganar ésta batalla.
            Me miró fijamente y sin pedir permiso puso su mano en mi frente.
            - ¿Estas enferma? Tu energía esta descontrolada. Revísate.
            Se marchó de ahí.
            Asumí que se refería a mi respuesta, su pregunta y la ignoré por unos momentos hasta que mi costado derecho me recordó que probablemente ella llevaba la razón, tenía que revisarme.
            Respiré un par de veces antes de decidirme a regresar dentro.
            - Finalmente conociste a Kevin – dijo Atlas apareciéndose finalmente a mis espaldas.
            - Si, lo hice.
            - Ven – dije - no quiero estar aquí, le tomé del brazo a fin de que caminara a mi lado.
No quería dejarle, mi corazón estaba apachurrado, aun cuando me lo avisó  con mucho tiempo de anticipación el tiempo no me fue suficiente para prepararme o quizá simplemente me estaba negando a los hechos, a la aceptación plena de lo inevitable.
En contra de todas las reglas lo arrastré hasta los vestidores de damas, donde podríamos tener privacidad suficiente para permanecer juntos hasta el último momento. Le ayudé con sus vendajes, le retiré la palayera dejando su torso desnudo que es como a él le gusta pelear.
Me sentí como toda una esposa de los tiempos antiguos donde preparaban a sus esposos para la guerra, los atuendaban y los entregaban al sacrificio.
Para mi fortuna no era que Atlas iba a morir, pero yo sí, una parte de mí  moriría en el momento en que lo anunciasen ganador, en una tarde un día cualquiera le escuche como planeaba con sus hermanos.
Usualmente máximo 5 miembros eran enviados a entrenamiento cada año. Éste año lo harían memorable, pues los trillizos ayudarían a Atlas eliminando toda competencia, después él los dejaría fuera de combate, así sería él, el único ganador.
Me aseguré de tener a mano su chamarra para aventársela cuando anunciaran al ganador y de ahí los escoltaran directo al avión que lo llevaría a su misterioso destino.
Mundo cruel que me quita a mi amado justo cuando comenzaba a amarle o quizás lo indicado es reconocer que ya le amaba pero me negaba a aceptarlo.
- No quiero que te vayas, le dije enterrando mi rostro en su pecho.
- No puedo evitarlo – guardó silencio y me abrazó fuertemente, en ese momento sería que había algo que me estaba ocultando, pero no me lo diría. Lo lamento de verdad, tomó mi rostro entre sus manos y me dio un beso, el último beso, el más amargo, sabor a lágrimas y dulzura, dejando tras de sí la esperanza y el anhelo de un pronto regreso.
- No me odies por favor – dijo y se colocó de rodillas al puro estilo japonés.
- ¿Qué haces?
Sabía que no augiraría nada bueno esa posición...
- No te pediré que me esperes, aunque será mi principal motivante para regresar. En este momento  doy por terminada nuestra relación amorosa, vive tu vida este año de la manera en la que mejor sea para ti, pero vive, no dependas de mi regreso, lamento haber sido tan egoísta  para mantenerte a mi lado éstos meses, solo para mí.
- Te amo.
Se incorporó y quedó de rodillas frente a mí, levantó la mirada para hacer coincidir nuestras miradas.
Fui consciente de que ahora en su cuello colgaba la correa que me había colocado la primera vez.
- ¿Cómo puedes ser tan cruel y decir esas palabras? – Lloré lágrimas amargas, y le di una bofetada sin pensar y quizás fue un acto reflejo al no saber cómo  reaccionar a aquello.
, lo reconozco, hasta el último día nuestra relación fue complicada.
Se puso de pie y me abrazó fuertemente hasta que los muchachos fueron a arrancarlo de mis brazos literalmente para subirlo a la arena.
Bruno me mantuvo en mi logarcon una facilidad impresionante, no es que yo hubiese puesto mucha resistencia tampoco.
Me forcé a mí misma a presentarme  como espectadora en la arena para ser testigo de aquella brutal batalla que ahora me presentaba un motivo más para odiarle y no querer ser partícipe de ella, me quitaba a mi amado, a mi vida, a mi todo.
Ignoré muchas cosas, entre ellas el terrible dolor punzante en mi costado derecho, tendría tiempo de atenderme después o quizás solo era el reflejo involuntario de mi cuerpo ante el dolor interno de su partida.
Tenía asiento de primera y los muchachos me rodeaban.
En mi mente todo sucedió tan rápido…
Los trillizos y Atlas formaron un círculo interno como aquella vez que me defendieron, pero ahora ellos eliminaron cualquier competencia para Altas, trabajaron en equipo para enviarle lejos ¡Dentro de aquellas acciones no encontraba la lógica!
Se reunieron entre ellos para despedirle y en lo que se suponía que sería el ataque final de Atlas que los dejaría derrotados, una voz sonó por las bocinas.
La voz de Eileen.
-¡Alto!- Eso atrajo la atención del público de aquel lugar, señores de traje, con puros y alcohol en sus manos, apostando al que creían el mejor peleador.
Solicitó un gran aplauso a los peleadores que quedaban en la arena, causando una gran conmoción por que nadie entendía nada, incluidos los muchachos y yo.
- Este año y gracias a su nivel de habilidad en combate enviaré a los cuatro hermanos a entrenar  con nuestros Maestros Supremos.
- ¡No!, gritaron los trillizos ante la sorpresa de aquella noticia y como signo de su insatisfacción ante la misma.
Recordé el día en que platicamos al respecto, ellos no querían ser separados aun, prepararían todo este año y el siguiente alguno de ellos se iría y así sucesivamente. Aun no estaban listos.
Eileen me miró y sonrió.
Todo cobró sentido
No puedo decir que me asombrara su decisión, pero si me tomó de imprevisto.
El universo tiene una manera extraña de  enviarme mensajes sutiles de sus planes.
- Ellos significan mucho para ti, cierto ¿No querrás que lo lastime o sí?, dijo aquella vez. ¿Estas lista para enfrentar la soledad? – dijo el día de hoy.  Ahora me los quitó, a todos ellos.
Me puse de pie con los puños cerrados fuertemente. Ellos comenzaron a cuestionar aquella decisión, enérgica y violentamente, no se irían tan fácilmente.
Ella convocó a los muchachos para poner orden.
Una idea tonta vino a mi mente, en ese momento donde mi mente no funciona como quiero, donde estúpidamente y para ocultar mi dolor, piensa estupideces. Ella tiene su guardia, pero incluso esa guardia hace reverencia a los muchachos, ellos son los más. poderosos de entre nosotros.
-Condúzcanlos a su destino – les ordenó.
Voltee a verles.
- Ve de inmediato a casa, - dijo Bruno quién de un solo brinco subió a la arena, ayudando a someter a uno de los trillizos.
Terrible escena, sin pensarlo me encontraba subiendo a la arena.
- No - gritó Atlas corriendo hacia mí, y justo en ese momento vi como César lo derribó.
-¡Llévatela! - Le gritó a Kevin quién ya estaba a mi lado sin saber yo exactamente el por qué se encontraba ahí.
¿QUE? quise creer que no había escuchado aquello, mi etapa de negación se activó  a su máxima capacidad.
Kevin me sujetó del brazo, no bruscamente, no de manera agresiva. - Vayamos a tu casa - dijo él con una suavidad que no había detectado antes en él.
Respetó mi estado de conmoción durante el breve camino.
Bajando del  automóvil devolví el contenido de mi estómago a sus pies, no me sentí apenada, más bien estaba luchando contra mi organismo pues me sentía realmente enferma ¿Es por lo sucedido? Quise pensar que así era, pero me estaba auto engañando, llevaba ya semanas sintiéndome mal gradualmente  pero guardé silencio pues no quería poner en estado de alerta a mi amado Atlas. Ese bastardo egoísta que ahora había terminado conmigo.
- Suéltame - le grité agresivamente cuando intentó ayudarme.
Él se retiró de inmediato, quizá algún día me disculparía con él  ya que mi humor actual me incitaba a buscar quien me la pagara y no desquitarme con quién me la hizo.
Entramos a casa y enjuagué mi boca, unos momentos después entraron los muchachos, los trillizos y Atlas armando un gran revuelo.
¡Esa era mi familia! De la cual el universo, Dios, Buda, todos ellos o  ninguno, quizás el mismísimo Lucifer, ahora me la estaban quitando.
-BB te concederemos 15 minutos para despedirte por la sorpresa de la noticia – me dijo Mario.
La practicidad de los trillizos, los llevó a entregarme lo necesario para encargarme del negocio por los próximos meses.
- Únicamente tenemos dos eventos de los cuales deberás encargarte en los próximos meses,  dentro de nuestros móviles encontrarás la información necesaria y requerida para dichos fines. No aceptes nada más en nuestra ausencia, a nuestro regreso nos encargaremos de todo - Indicó el Moreno
- Lo lamento chicos, les dije a los trillizos - Realmente lo lamento, todo esto no hubiese sucedido si yo  no hubiese llegado a su vida, tal como lo señalaron ustedes.
- Ey, Ey, Ey - dijo El Rubio. Si tú no hubieses llegado a nuestras vidas, todo hubiese continuado monótono, tú le has agregado variedad  y emoción.
- Tarde o temprano esto iba a suceder, esto simplemente nos adelanta nuestros planes. Ellos me abrazaron y me confortaron.
- Haznos un favor, ¿Quieres?
- ¿Si? - pregunté algo extrañada.
- Aguanta en nuestra ausencia, baja un poco los cuernos, y permanece aquí a nuestro regreso.
- ¿Me prometen que regresarán?
- ¡Claro! - no iremos a ningún otro lado. Es una promesa. No llores por nosotros, realmente no merecemos tus lágrimas.
- Ahora son parte de mi familia, puedo llorarles un puto mar si quiero.
- ¡Esa boca! - Exclamó el moreno.
- Asegúrate entonces de regresar para que puedas corregirme apropiadamente.
- ¡Hasta luego! - Exclamaron los tres saliendo de ahí tan glamorosamente como solo ellos sabían hacerlo.
Mis lágrimas se desbordaron a raudales nuevamente cuando vi a Atlas ahí quién permanecía en una esquina.
- ¿Cómo puedes hacerme esto Atlas?
Te Amo. Es todo lo que diré - No lo olvides. Me abrazó y me sostuvo en brazos hasta que César literalmente lo separó de mí.
Nuestro itinerario cambió pequeña - me indicó César- no te olvides que en 5 horas sale tu vuelo. Te veremos en  un par de días en tu destino. Confiamos en que podrás con ésta situación tú sola.
Asentí, forzando a mi mente a tomar las riendas de todo sustituyendo a mis emociones en el liderazgo.
Caí de rodillas sosteniendo el peso de mi cuerpo con mis brazos y lloré amargamente.
Grité y maldije a Elieen, golpeé el suelo con mis puños hasta que unas manos cálidas detuvieron mis golpes.
- No querrás lastimarte - dijo Kevin.
Hasta ese momento fui consciente de que él se encontraba ahí, en el mismo rincón en el cual se encontraba Atlas.
- ¿Tú? ¿Quieres sacar alguna ventaja de todo esto? ¡No te he solicitado ayuda! ¡Vete!
Salí de ahí y me encerré en mi cuarto, poniendo manos a la obra para poder estar en tiempo en el aeropuerto, si perdía aquel avión los muchachos jamás me lo perdonarían.
Me miré al espejo y me odié por unos segundos, me había enfocado en Atlas en los últimos meses y al separarme de él perdí una parte  de mí. ¡Eso era lo que más odiaba! la dependencia.
Kevin abrió mi puerta de una manera muy familiar y se introdujo en aquel lugar.
- Diablos ¿No entendiste? No te quiero a mi lado.
- No es cuestión de lo que quieres si no de lo que necesitas, y éste no es el mejor momento para que te encuentres sola.
Intenté moverle para arrojarlo fuera de ahí, y me topé con que parecía una muralla, duro como piedra sin embargo cuando miré su rostro éste era de amabilidad y comprensión.
- ¿Éste es tu equipaje? - Señaló mis maletas.
- Las tomé - Yo puedo con ellas.
- Yo las llevaré - dijo y las arrebató de mis manos.
- Me tomó del brazo y me condujo al carro. Tienes solo un par de opciones BB, obedecer o enfadarte cada ocasión que te haga obedecer. Atlas me confió tu cuidado y no planeo decepcionarlo.
- ¡El jamás haría eso! - le grité.
- El gritar cambiará los hechos.
- No soy un bien que puedan pasar de una mano a otra ¡Sabes?
Nuevamente sentí una punzada de dolor que me hizo palidecer, sin importar el esfuerzo que hice por ocultarlo él lo notó.
- ¿Que sucede?
- Nada.
- Luces pálida.
- Es por los recientes sucesos - Le confirmé.

Nunca antes había viajado al extranjero, nunca antes había estado en un aeropuerto internacional y nunca antes mi pecho se había sentido tan vacío. Mi estado anímico y físico era deplorable. No quería reconocerlo pero sin Kevin ahí esto hubiese sido imposible y quizás me hubiese perdido en el trayecto. Desistí de echarle pleito cuando me di cuenta que se ubicó en el asiento tras de mí.
Odiaba sus métodos.
Me molestó que Atlas me dejara al cuidado de alguien más
Y me  molestaba más aún que realmente lo necesitase.
Observó en silencio cuando rechacé las comidas que me llevaron las aeromozas.
- Si no vas a comer, al menos hidrátate adecuadamente. Tengo que reconocerle que  respetó mi decisión y no armó un alboroto por que dejé de comer.
No sabía porque miraba mi móvil para revisar los mensajes, sabía que no recibiría ningún mensaje más de ellos...
Volví a llorar. No quería dormir porque no quería tener pesadillas, solo que fue inevitable el hacerlo y agradecí a todos los Dioses el no haber soñado nada, quizás el cansancio, no lo sé.
Me movió suavemente para que despertara.
Entre cambio de aeropuertos llegamos de noche. Al ponerme de pie casi caigo pues una nueva punzada de dolor me hizo doblarme. Esto ya no era normal, cuando llegara Mario le pediría me revisara.
Me instalé en mi habitación.
- Dentro de 4 horas  regreso por ti para comenzar nuestras actividades aquí - dijo y se retiró de ahí. Quizás anticipó que lo que más deseaba era cerrarle  la puerta en esas narices suyas. 
- Me dormí, sin desearlo o pensarlo, me  sentía agotada en todos los aspectos, por lo que simplemente me dormí y desee no despertar más.
Cuando abrí los ojos, me sentía desorientada. No recordaba que había sucedido.
Estaba en recostada en la cama de algún cuarto blanco, quizás algún hospital, eso lo había concluido al verme conectada a una máquina que media mi ritmo cardiaco, la cama de hospital es inconfundible, también tenía suero.
¿Qué he hecho? ¿Qué ha sucedido? 

CONTINÚA???

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