Wattpad

jueves, 13 de octubre de 2016

28. “Blame It on the Love of Rock & Roll”



- Atlas, realmente no alcanzo a comprender la fuente de tu energía infinita, dije bostezando y desperezándome después de haber dormido casi todo el camino.
 Él sonreía luciendo endemoniadamente atractivo con los últimos rayos del sol acariciando su rostro, sonaba su música favorita: Héroes del Silencio / Enrique Bunbury, sonaban a un volumen moderado para permitirme dormir. Recuerdo el día que hablamos de nuestros gustos musicales, siendo él fan de éste grupo y desaprobando al amor de mi vida:  Bon Jovi, sin embargo ahora nos dirigimos a un concierto de él siendo Atlas quien arregló todos los detalles, ¿Habrá notado que él,  es el amor de mi vida real?
- ¿Dormiste rico?
- Supongo que estaba muy cansada,  no suelo dormir en los viajes, es algo que disfruto me dan claridad para pensar y eso, pero hoy...
- Utilizaste tu energía y aun no eres capaz de regresarla a su origen, eso deja agotado a cualquiera.
- Si, lo sé es algo que tengo que mejorar rápidamente si no quiero ser nuevamente la última.
- Cada uno nos desarrollamos a nuestro ritmo, no seas tan exigente o te sientas mal por no estar a nuestra altura de acuerdo a tus criterios, hoy sin duda nos dejaste a todos impresionados con lo que realizaste. Aaron no dejaba de lamentarse por no haber anticipado aquello.
- ¿Anticipado? ¿A qué te refieres?
- Es un hecho que algunos de nosotros descubrimos o revelamos nuevas habilidades posteriores a nuestra ceremonia de cumpleaños, es como avanzar un escalón sin que realmente lo sepamos. Y a todo esto ¿Por qué le atacaste a él?
- Variadas razones, entre ellas que él te atacaría a ti y segundo si  he de ser sincera quiero desquitarme en todas las maneras posibles aquella bofetada que me dio hace unos meses, mi orgullo me duele aun.
- Interesante, solo tienes que pedirlo y…
Le interrumpí.
- Lo sé, dije, pero es algo que quiero arreglar por mí misma, no tendría ninguna satisfacción personal  si alguien más lo hiciera. Quiero destrozarlo y ver su cara de sorpresa.  Lo que si fue una sorpresa por demás agradable que los trillizos formaran una barrea a tu lado para protegerme o custodiarme.
- Preciosa, nosotros cuidamos de los nuestros y tú ahora formas parte de nosotros, no como propiedad, si no como su futura cuñada.
- Calla, no me entusiasmes, hasta que mi dedo ya no se encuentre desnudo, podré considerarme su cuñada. Le dije estirando la mano y señalando mi dedo anular en el cual se supone debes usar el anillo de compromiso.
- Eso es fácil de resolver, la cuestión es que sé que si te entrego un anillo en estos momentos, huirás despavorida ¿Me equivoco? No pienses por un segundo que no lo he contemplado.
Odiaba que me conociera tan bien. Después de eso los dos quedamos en silencio.
- Estamos por llegar-
Recordé los minuciosos y detallados planes que tenía guardados en mi mente, complementados a la perfección con algunas compras en la sección de repostería.
- ¿Estas muy cansado?
- Eso depende, ¿Tienes alguna petición en especial?
- Si, es un  hecho que la tengo. ¿Recuerdas que aún me debes un pastel?
- Claro que lo recuerdo ¿Lo quieres ahora? conozco una tienda de pasteles que seguramente te agradará.
- No es lo que tengo en mente - le dije recorriendo  desde su rodilla hacia su entrepierna mi mano de una manera sugestiva. Giró el rostro por unos momentos para mirarme directo a los ojos con una sonrisa que me decía estar de acuerdo con mis planes.

Llegamos a la habitación, las puertas se cerraron tras nosotros, le arrastré a tomarnos un baño entre tibio y  caliente que nos relajara a ambos, la descripción y resumen adecuado sería que, tomando las riendas de todo esto nos bañé a ambos y además ¡lo disfruté!  Ser yo quien tomara la iniciativa y orquestara aquello me causó una extraña sensación de felicidad y poder que no me resultó desagradable.
-¿Qué es lo que tienes en mente? - Preguntaba constantemente, por mi parte simplemente sonreía.
- Paciencia, paciencia, ya lo descubrirás…
Cuando le retiré la suficiente agua del cuerpo con la toalla, le pedí se recostara sobre la cama, colocándome encima de él.
- Usted señor me debe un pastel, y lo que yo quiero es comerte completo a ti. Ahora te recostarás y me permitirás  degustar el pastel que he imaginado durante este tiempo...
- Espera…
- No, no esperaré nada, tú te quedarás quieto aquí, o tendré que inmovilizarte, coloqué las palmas de mis manos sobre su pecho, empujándole un poco hacia abajo, tú no tienes permitido tocar, hoy simplemente disfrutaré de tu cuerpo a mi completo antojo y  para mi  total placer, después de todo aún estamos festejando mi cumpleaños ¿Cierto?. ¿O es acaso que tienes alguna objeción?
 Movió la cabeza en señal de negativa.
- Bien – dije, ahora dame unos momentos y regreso, corrí a buscar entre mis cosas la crema batida y el chocolate que había comprado para aquellos fines, presentándome ante él cada uno de los aditamentos en mis manos, sonreí y le puse un poco de crema batida sobre el pecho y me abalancé degustarla, acción que repetí en varias ocasione deleitando mis oídos por los gemidos de placer que él emitía. También le dediqué unos momentos a dejar un par de marcas en su cuello, el gruñó con desagrado y desaprobación  pero no lo impidió o dijo una sola palabra.
Sus traviesas manos amenazaron con casi tocarme algunas veces, pero no lo hicieron, apenas lograron contenerse, disfruté de aquel control.
Su miembro ahora estaba erecto completamente, listo para mi e indicándome que aquello no le resultaba del todo desagradable. Antes de prestarle mi atención y brindarle mis caricias, subí hasta su boca y le dediqué un par de besos largos y como a él le gustan, de esos que invaden cada espacio es su boca sin darle tiempo a reaccionar e indicándole el ritmo de los mismos, mis pechos desnudos  estaban sobre su piel,  esa sensación  del roce de nuestras pieles desnudas y tibias me fascina, él quería más besos por lo que me impidió moverme de ahí donde me encontraba, le concedí aquello  después de todo no llevábamos prisa, me entregué a esa labor, porque aunque yo comencé a guiar y a controlar el me sustituyó en ello hábilmente  sin siquiera darme cuenta pues en algún momento ya me tenía abrazada por la espalda y sosteniendo mi cabeza la cual empujaba hacia él controlando mis movimientos.
Recorría mi espalda con sus dedos hasta mis glúteos deteniéndose en ellos, tomándolos con sus manos abiertas dándoles unos leves masajes y apretones, deslizando hábilmente sus dedos por mis zonas húmedas, ocasionando que respondiera con unos pequeños brincos ante aquellas provocaciones.
- ¡Ey! Un momento señor – usted tiene prohibido tocar.
Él sonrió llevándose los dedos de la mano hasta su boca, lamiéndolos de una forma obscena,  gesto que me dejó sin aliento, este sencillo gesto de alguna manera me encendió aún más.  
Acto seguido cruzó sus manos detrás de la cabeza en señal de obediencia.
Descendí hasta su miembro y comencé a proporcionarle placer oral, no se negó o resistió. Me di mi tiempo comprobando si realmente su paciencia era infinita. Tuve oportunidad de probar también que la práctica hace al maestro y yo me estaba convirtiendo en toda una experta. Deslicé mis labios lento – rápido – lento sobre aquella parte de su cuerpo firme, grueso, caliente y erecto… por mí y para mí.
Jugueteé con mi lengua, le hice respingar por el contacto con mis dientes y sobre todo succioné y succioné, descendí también un poco más para introducir por completo aquel gran pedazo de carne en mi boca, enfocándome devotamente a mis actividades, como dije, probando de su paciencia así como mi resistencia y límites.
En cierto momento tomé el par de “las joyas de la familia” entre mis manos, para darles unas leves caricias y en un solo movimiento las introduje completamente en mi boca,  acto que lo tomó por sorpresa  recibiendo con gusto todas las sensaciones que esto le provocaba, sus gemidos se intensificaron y cambiaron de tono, ninguno de los dos nos limitábamos con nuestras expresiones o el volumen de las mismas, eso era claro.
Disfruté enormemente de ser la directora de aquella orquesta de gemidos y de movimientos que denotaban el placer que le estaba proporcionando, le resultaba más y más difícil mantenerse quieto sin colocar sus manos sobre mí, mi Diosa interna se regodeó.
Lo llevé o al menos así sentí, al límite de su placer deteniéndome unos instantes antes para así retrasar el momento lo más que pude hasta que en algún momento donde mi boca succionaba con fuerza e intención de detenerme en cualquier momento, él me tomó por el cabello  tomando  un grueso mechón que alcanzó a agarrar con toda su mano, empujando suave pero firmemente a fin de que continuara con lo que estaba realizando, una clara petición de no detenerme, le provoqué un par de veces haciendo el amago de retirarme, a lo cual el empujó con un poco más de fuerza a fin de mantenerme en mi lugar, realicé esto  solo para mi placer, lo reconozco, resultando en que sorprendentemente mi excitación se elevó.
- No – dijo únicamente con una voz ronca y determinante. Entendí entonces que él quería llegar al final y lo complací para complacerme a mí también.
Cuando alcanza el punto máximo de su placer al menos en aquella posición se arquea un poco hacia atrás soltando una larga exhalación. Mi boca se inundó de nuevo de aquel liquido caliente y pegajoso, nuevamente tragué lo que tenía por ofrecer.
- ¡Dios! ¿Cuánto más ibas a torturarme de esta manera?
- Hasta que suplicaras, pero hoy, hoy me sentí magnánima, sonreí pícaramente.
Me acomodé en su pecho dándole tiempo a recuperarse un poco de aquella sesión.
Comenzaba a adormilarme acurrucada en sus brazos.
- ¿Preciosa?
- Mmmmmm.
- Antes hablaste de inmovilizarme ¿Con que exactamente lo ibas a lograr?
- Traigo conmigo unas esposas, no de juguete, si no unas reales para poder limitar tu desmedida fuerza, afortunadamente no fue necesario utilizarlas, de hecho no estoy segura de cuál hubiese sido tu reacción si llegaba a colocarlas.
Se levantó por unos momentos regresando con dicho juguete en las manos, ocasionando que me desperezara de inmediato al adivinar sus intenciones, su sonrisa lo evidenció todo.
- Espera.
- ¿Esperar? ¡Yo fui atacado por sorpresa  sin oponer resistencia! – (Señaló su cuello) ¿Acaso rechazarás el regalo de cumpleaños que tengo para ti?
- ¿Qué harás exactamente? Pregunte al tiempo que me alejé al extremo más alejado de la cama. El detectó este gesto.
- ¿Deseas que corra tras de ti? ¿Te  resulta excitante?
- Tú me excitas de cualquier manera.
- Me complace escucharlo.
- Ahora, por la buenas vienes y te entregas a mi o bien te persigo, te someto y terminas por entregarte a mí.
- Elegiré la segunda dije al tiempo que me ponía de pie y corría tras la pequeña salita  que había en la habitación.
- Solo lo haces más sencillo para mí. Él sonrió.
Tomó su tiempo como el cazador experto que es. Probó las luces, dejando únicamente encendidas algunas de ellas estratégicamente a fin de quedar en semi - penumbra, y después lentamente caminó hacia mí.
-Tu sola te encerraste en un campo sin salida.
Tenía razón.
- Atenderé tu petición y correré tras de ti.
Antes de que terminara la frase, ya se encontraba en plena carrera siendo dos segundos más tarde que yo  reaccione a lo cual alcanzó mi brazo y me derribó en uno de los sillones. Me levantó al vuelo y me colocó a horcajadas sobre él sosteniendo mis brazos detrás de mí aprisionándolas con las esposas, se puso de pie conmigo al vuelo sosteniéndome por mis glúteos y entonces me colocó suavemente sobre el sillón.
- Ahora, yo disfrutaré de ti y de tu cuerpo a mi completo antojo.
- Espera – dije - … pero él ya me estaba separando las piernas que ahora formaban una perfecta “V” al viento.
Comenzó a besarme los muslos en dirección hasta la zona más húmeda de mí.
- Atlas…
Su lengua ahora se abría paso en aquella zona, cualquier esfuerzo de mi parte para cerrar mis piernas se vio  impedido por él, quien colocó mis pies sobre sus hombros y sus manos sobre mis zonas y muslos impidiendo que juntara éstas, una deliciosa tortura.
- Veamos, comprobemos  que tan bueno soy en estas actividades, si no te provoco el suficiente placer para que me pidas más… entonces me detendré, te liberaré y cesaré mis intentos de hacer esto nuevamente.
Aquello no fue una pregunta y mi mente agradecía haber ido a hacerme mantenimiento exhaustivo antes de venir aquí, así me sentía un poco menos avergonzada.
Su lengua con ayuda de sus dedos, se introdujo, suavemente en mi sexo deslizándose de arriba abajo deteniéndose un poco más en ese lugar, que te lleva al cielo. Dirigió su mano derecha hacia mis senos los cuales quedaron a su merced teniendo yo mis manos aprisionadas a mi espalda, presionaba entre sus dedos índice y pulgar mi pezón al tiempo que dibujaba pequeños círculos con su lengua en mi clítoris. Eso disparó mi excitación y deseo… dando como resultado que, efectivamente, yo solicitara más, quizás no con mi boca pero si con mi cuerpo.
Si hacemos un recuento, al inicio me encontraba muy tensa e incómoda para disfrutar de aquello e incluso mi mente se resistía,  pero él era un maestro quien poco a poco logró relajarme y el placer sustituyó a la resistencia y se abrió paso en mi cuerpo sorprendiéndome de mis propios gemidos y de cómo movía acompasadamente mis caderas intentando buscar aún más placer.
Él no jugó con migo como lo hice yo con él, se enfocó en lograr mi placer y solo mi placer llevándome a mi completo y ruidoso orgasmo. Sí, no tardé mucho en alcanzarlo él sabe perfectamente donde presionar, donde friccionar, donde detenerse y donde intensificar, todo lo anterior aplicado en conjunto con otra zona de placer de mi cuerpo: mis pezones.
Levantó su rostro y encontró su mirada con la mía. Deslizó sus manos para liberarme de aquella prisión. Se incorporó y se sentó a un lado mío abrazándome con cierto aire de suficiencia.
- ¿Complacida?
- Más que complacida pero me encentro en desventaja, tú cuentas con más experiencia, yo recién  inicio en estas actividades.
- Utiliza mi experiencia en tu favor. Utilízame, será un placer, pídeme que te complazca, no te limites, ese es mi mayor afrodisiaco.
- Puedes crearme un vicio.
- Entonces probaremos mi propio límite, ¿Quieres probar nuevamente?
- No, no, por ahora me encuentro tan relajada que solo quiero dormir, incluso podría dormir aquí mismo.
El me transportó en brazos hasta la cama, nos acomodó dentro de las sábanas y nos dispusimos a dormir.
Di gracias a Dios que Atlas fuera una persona madrugadora, pues con uno de nosotros que disfrutara de dormir hasta tarde era más que suficiente, es decir: yo.
Desperté con una agradable vista de su sonrisa por parte de él, quien ya se encontraba bañado y perfumado, esperando a que yo despertara, estaba sentado en su lado de la cama leyendo un libro.
- ¿Cuánto tiempo llevas despierto?
Él Simplemente sonrió.
- ¿Hambrienta?
- Si – respondí estirando mis extremidades.
- Me daré un baño rápido y salgo para desayunar.
Antes de ponerme de pie modestamente me envolví en la sábana, él la jaló discretamente.
 - Me fascinas desnuda, no me despojes de esos privilegios.
Accedí sonriendo, sintiéndome afortunada de tener a mi lado a quien alabara mi belleza en cada una de sus formas, ayudando a mi autoestima.
- Es una pena que ya estés bañado, de lo contrario te invitaría a tomar un baño junto a mí…
Se puso de pie y comenzó a desnudarse.
- Sería poco caballeroso de mi parte rechazar tal oferta, señorita.
Le observé detenidamente, era una delicia verle desnudo tampoco me privaría de aquellos privilegios. Me tomó por la cintura y me condujo directo bajo la regadera, disfrutamos de un baño tibio y ahora él se encargó de todo.
Excitante, simplemente excitante, no dejó de mirarme a los ojos ni un solo momento mientras tocaba cada centímetro de mi piel.
- Necesitas comer algo, por lo que no demoraré más - dijo él -  con la promesa de que a mi regreso, no te daré ni cinco minutos de descanso.
- A tu regreso…. No hablemos de cosas tristes por favor.
- ¿A qué hora comienza el concierto del amor de mi vida? – Claro, lo dije  aquello con toda la intención.
- ¿Y yo que soy, si él es el amor de tu vida?
- Eres… Eres…
- Piensa bien tu respuesta. Me dio la vuelta quedando mi espalda recargada sobre su pecho y abdomen, su mano deslizó hábilmente entre mis piernas y con su otra mano me giró el rostro para hacer coincidir nuestros labios, aprisionando mi labio inferior entre sus dientes  de manera suave pero firme y después descendió esa mano sobre mis senos para iniciar una deliciosa tortura, presionando y jalando mis pezones.
- ¿Dime, que soy para ti?  -dijo con mi labio entre sus dientes y los ojos abiertos completamente.
Ambas manos se movieron hábilmente, dando la velocidad necesaria para llevarme al punto preciso.
Aunque demandaba mi respuesta, mi cuerpo fue incapaz de articular palabra para brindarle una respuesta sin mencionar que desconocía cómo responder su pregunta, sus manos no me estaban dando tregua para pensar ¡Demonios y Dioses! intenté sin éxito liberarme, pero sus abrazos son como de oso, no me ayudó el agua o lo resbaloso del ambiente.
- Anda preciosa, dime – dijo sonriendo, lo podía sentir aunque mis ojos estaban fuertemente cerrados  y mi mente no lograba coordinar una respuesta.
Inevitablemente llegué a tener un gran, gran orgasmo. Me mantuvo entre sus brazos hasta que pude sostenerme por mi misma, buscó nuevamente mi boca y se perdió en ella.
- Haré de éste tu castigo - dijo él - cuando digas que alguien más es el amor de tu vida, sin importar el lugar o la compañía te arrastraré hasta el lugar más privado que nos encontremos y  repetiré esto o lo de anoche hasta que alcances un gran, gran orgasmo, si alguien te escucha o descubre, bueno, será tu problema, no el mío.
- ¿Es en serio?
- Soy celoso y posesivo. Ahora dime, ¿Qué soy para ti?
- ¿Existe una respuesta correcta?
- Si.
Lo medité por unos momentos, tratando de recuperar la conciencia, la cordura y el equilibrio.
- Eres mi todo Atlas, eres una parte de mí que me faltará y por la cual moriré un poco cuando te vayas.
Sonrió satisfecho.
Me acercó una toalla para que me secara e hizo lo propio.
- Eres injusto.
- Siempre puedo detenerme cuando lo pidas – recordó con una sonrisa pícara – pero no lo hiciste. Me gusta torturarte de esta manera, y ahora que sé que no te disgusta que te inmovilice,  me has proporcionado un mundo de posibilidades.
- Atlas ¿Honestamente crees que te negaría algo?
- Todo es posible.
- En caso de que te lo negara, seguro buscarías la manera de obtenerlo, ¿Cuál es el caso entonces?
- No en este aspecto, dijo él. Te lo he dejado claro, no, es no, me he detenido cuando esa palabra ha logrado salir de tus labios. Lo haré tantas veces lo indiques. Vayamos a comer porque debemos estar en el concierto en un par de horas.
- ¡Dioses y Demonios! Dormí mucho. Le aventé la toalla cuando me di cuenta de la hora.
Me miré al espejo para supervisar mi vestuario, intenté lucir un tanto rockera sin exagerar, playera negra y chamarra de cuero, jeans y botas de motociclista con estoperoles y toda la cosa. Él lucía similar, lucíamos una pareja coordinada sin usar un vestuario idéntico, eso me dejó feliz.
Atlas pensó en todo y nos hospedó en un hotel cercano a donde se realizaría el concierto por lo que caminamos hasta llegar, no estaba cerca pero con el caótico tránsito de esta contaminada ciudad, era una excelente opción, lo que me dio la  oportunidad de caminar tomada de su mano como una pareja normal de novios.
Mi felicidad iba en aumento gradual y mis nervios estaban a mil. Era mi primera vez en un evento de tal magnitud.
- Quizá en alguna otra ocasión podamos asistir al extranjero a ver un concierto allá.
- No inventes  sería genial. ¡Me anoto completamente! Será un gran placer ver al amor de mi vida en un espectáculo de esa magnitud.
Al darme cuenta de mis palabras, corrí para huir de la furia de él y del inevitable cumplimiento de su promesa.
Me alcanzó.
- ¿El amor de tu vida?  Dime ¿Aceptarás tu castigo?
- Si pero en privado, haz lo que desees en privado.
Me arrastró cargándome con su brazo por mi cintura y me llevó hasta recargarme en una pared cercana.
- Quiero hacerlo aquí.
- Atlas…
- ¿Estás loca? No dejaría que nadie más te viera en esas situaciones, ese placer es para mis ojos. Solo disfruto de ponerte en aprietos. Me tomó la mano y nos condujo hasta la entrada de aquel lugar.
Disfruté, grité canté, brinqué y le grité “Quiero un hijo tuyo” al objeto de mi deseo, que para ser honesta, no sabría qué hacer si me dijera que sí.  Atlas se rindió a este punto y simplemente sonreía al verme. 
Salí de ahí cantando con los brazos abiertos y cantando a todo pulmón, aunque mi voz no fuese de campeonato. Mi cuerpo estaba cargado de adrenalina. Quizás fue aquella la causa por la cual accedí a subirme en la espalda de Atlas para que él nos condujese hasta nuestro destino, de vez en vez él brincaba o daba vueltas con migo encima.
Aquello me encantaba, esa relación donde únicamente Altas y yo existíamos.
Llegando a la habitación le pedí que me condujera a la cama, así como estaba con aquella adrenalina lo que quería era acción completa y desenfrenada, por lo que lo arrastré hasta que quedó encima de mí.
- Bésame.
Lo hizo sin ninguna, duda o queja. Besos ardientes con sabor a deseo. Devórame mi mente gritaba. Él lo sabía, lo intuía.
Lentamente las prendas fueron decorando el suelo aquella habitación de hotel. Nuestros cuerpos comenzaban a reconocerse y querían más y más.
-¿Qué tan traviesa te sientes esta noche? – Preguntó repentinamente.
Le miré un poco extrañada e insegura. Se puso de pie frente a la cama jalando una de las sillas de la habitación, la colocó en una aposición donde tenía completa y total visibilidad de la cama.
- Tócate sin dejar de mirar mis ojos.
Reí un poco nerviosa.
- Preferiría que tú lo hicieras – dije.
- Te ayudaré un poco.
Se acercó e introdujo sus dedos en mi boca, de una manera casi obscena que hizo humedecerme en automático, descendió sus manos hasta llegar entre mis piernas y comenzó a trazar pequeños círculos, mi cabeza se cayó naturalmente hacia atrás.
Se detuvo cuando estaba disfrutando enormemente.
- Ahora, muéstrame como te das placer a ti misma, tomó mi mano y la introdujo en mi boca de la misma manera en como lo había hecho él anteriormente y dirigió mi mano hacia mi propio sexo.
Para todos aquellos que dicen que seguir el instinto es lo mejor… Les confirmo que… ¡tienen razón!, me dejé llevar por las sensaciones del momento, mi propio cuerpo me pedía más o menos, aquí o allá, mis manos se convirtieron en mi amante, fui la autora de mi propio placer.
Atlas se relamía los labios. Disfrutaba de la vista.
Apenas pude detenerme.
- Ahora muéstrame tú como te tocas – le pedí.
Mi petición lo sacó de su placer visual.
Se puso de pie y le dio trabajo a su mano, me extendió la mano para atraerme hacia él colocándome de rodillas frente a él.

Nos recostamos abrazados.
-¿Te gustaría ir a Teotihuacán?
- ¡Claro!
-Entonces dispongámonos a dormir, pues nos marcharemos en – miró su reloj- 4 horas.

- Te sugiero vestir cómodamente, caminaremos todo el día – dijo cuándo me despertó para comenzar a prepararnos y salir con rumbo a  Teotihuacán.
- ¿Has estado ahí antes?
- Si, un par de veces por entrenamiento y otras más por placer.
- Tengo un par de regalos para ti.
- ¡¿Aún más?! Atlas has hecho demasiado. No sé si pueda aceptarlos.
- Lo harás ya lo verás ¿Lista?
Asentí y nos dirigimos al automóvil.
De camino a nuestro destino, el día aun no comenzaba, la oscuridad aún estaba presente.
- Me solicitaste un regalo que no hubiese comprado, algo que hiciera con mis propias manos.
- Atlas, después de todo esto, no creo que pueda igualar todo para tu cumpleaños.
- Y yo no lo estoy solicitando, pero bueno, a lo que voy es que a cambio de eso, te contaré mi historia.
- ¡Wow!
- Ahora calla y no me interrumpas o me arrepentiré de ello.
Simplemente asentí.
Respiró profundo y fijó su vista en el camino.
Ambos usábamos Jeans y playera deportiva así como un cómodo par de tenis. Compramos café en una cadena internacional y emprendimos el camino.
- Yo conocí a mis papás, yo, - hizo una pausa – yo tenía una familia, el destino, la vida, Dios,  o el mismísimo demonio si es que lo existe… me quitaron todo a temprana edad. Mis recuerdos son borrosos, pues hace ya bastante tiempo de aquello, algunas cosas incluso dudo que sean ciertas.
Aquél día mi papá me colocó en el asiento trasero para salir a pasear, yo estaba feliz y eufórico, jugaríamos a la pelota en el parque como todos los fines de semana, Dios, amaba aquello, mi mamá llevaba hot - cakes para el desayuno  en una canasta de pic - nic, el auto se inundaba de aquel aroma y una serie  variada de mermeladas, disfrutaba de aquellos días, mi mamá estaba embarazada, lo recuerdo perfectamente, iba a ser niña ¡Yo iba a tener una hermana!
Recuerdo haber escuchado un ruido estruendoso, y después caos.
El peritaje arrojó que al salir una la curva una vaca estaba atravesada y mi papá en un intento de esquivarla perdió el control del automóvil lo que ocasionó que diéramos vueltas, nadie de nosotros usaba el cinturón, en aquellos días no existía la cultura del cinturón como lo existe ahora y mucho menos asientos especiales para niños,  en algún punto salí disparado del automóvil pues me encontraron a varios metros de donde éste se detuvo, quedé en shock hospitalizado con costillas lastimadas y clavícula rota, perdí la piel en alguna zonas de mi cuerpo  a causa de los raspones ocasionados por el aterrizaje, supongo.
Ahora entiendo su insistencia de colocarme el cinturón de seguridad cuando nos conocimos, no lo culpo ahora por tener cero tolerancia ante ese tema.
Ese día recibí la visita de una  señorita en el hospital, Eileen, y después de eso ella fue a visitarme todos los días posteriores  al accidente, pacientemente  me acompañaba por horas en silencio, ella estuvo ahí cuando alguien me notificó la muerte de mis padres, me acunó en sus brazos y me consoló por las horas que lo necesité hasta quedarme dormido en sus brazos,  yo no quería hablar, nadie podía entender mi furia, tristeza  y sentimiento al saber que nunca más podría ver o abrazar a mi familia, que nunca conocería a mi hermana. Ella me cantaba y acariciaba mi cabeza o simplemente se sentaba a hacerme compañía en los días difíciles.
Cierto día, uno de los días malos, donde lo único que quería era golpear y destrozar, ella llegó con unos muchachos, altos e imponentes, quienes al ver los destrozos que hice en aquella habitación, comenzaron a levantar y ordenar todo, yo les gritaba que lo dejaran ahí, corría y volvía arrojar todo al suelo, yo aún tenía algunos vendajes y estaba en recuperación por  mi cirugía, pero no importaba, no me importaba lastimarme, sin embargo  ellos permanecieron en silencio ordenando todo.
Uno de ellos, César, me  dijo que si quería golpear que lo golpeara a él, yo solo le miré a los ojos sin entender por qué me ofrecía aquello, me di la  vuelta y comencé a patear la pared y el me abrazó, así sencillamente me abrazó por la espalda, intenté liberarme por supuesto, aquello me hizo rabiar aún más, obviamente no pude liberarme y él simplemente permaneció así hasta que me cansé o resigné, no lo tengo claro.
- XXXX Golpéame a mí, descarga tu furia sobre mí, no te lastimes con la pared de esta manera, dijo señalando mis sangrantes nudillos.
Nada podrá devolverte a tus seres queridos, nada, ahora nosotros estamos aquí para estar a tu lado.
Si me preguntas, BB, ahora entiendo que Eileen vio en mi la energía que tenía por desarrollar y era un hecho que me quería en sus filas, su labor fue simplemente de reclutamiento, pero ellos, todos ellos incluida ella estuvieron  a mi lado sin abandonarme, limpiaron mis lágrimas y manos sangrantes, pagaron mi cuenta de hospital, me rogaron alimentarme cuando yo lo único que quería era morir para volver a ver a mi mamá. No tenía más familia al menos que yo conociera, mis tíos paternos murieron jóvenes. Mi mamá no tenía hermanos. Y todos mis abuelos habían fallecido ya.
Después de que salí del hospital, me llevaron con ellos, el primer día conocí a los trillizos, si te sirve de consuelo al inicio ellos tampoco me recibieron con los brazos abiertos, fue hasta que nos agarramos a golpes que nos convertimos en grandes amigos, ahora hermanos.
Comencé mi entrenamiento unos meses después de haber  llegado.
Tiempos difíciles llegaron entré a la adolescencia que quería destruir al mundo que me quitó a mi familia y entré en una espiral de autodestrucción, me culpaba a mí mismo por haber sobrevivido ¿En qué clase de persona me  convertía aquello? Constantemente me encontraba en buscaba pleito con todos los integrantes de éste grupo, con mis propios hermanos, recibí muchas palizas pero al mismo tiempo me hice más habilidosos y llegó el punto en que fui más fuerte que todos y más hábil,  el costo fue muy elevado, no me di cuenta que golpeaba con furia y ánimo asesino. Fue en ese punto que Eileen quería eliminarme, desterrarme, hice de la violencia mi bandera, me convertí en un riesgo para mí y para otros, utilizaba mi energía a la mínima provocación. Cualquiera de los muchachos me sometía sin problemas, pero no así mis compañeros.
- O le buscan un niñero 24x7 o le borramos su memoria y lo enviamos de vuelta al mundo normal – le gritó a los muchachos un día en que fueron a controlarme, después de haber derribado a algunos de mis compañeros sin razón aparente más que la mala fortuna de haberse cruzado en mi camino.
Entonces Ramsés aceptó la responsabilidad y me acogió en su casa, con tus tíos, siendo ésta mi última oportunidad y alternativa, lo que yo no sabía es que ellos no se darían pro vencidos con migo y no me abandonarían.
Fue a base de golpes, castigos y estricta disciplina que  encontré mi punto de equilibro, logré superar la depresión en la cual me sumergí, cierto día el día en que llegué a tocar fondo, hui en medio de la noche, esa noche Ramsés estaba de guardia, porque, sí, dormían encadenados a mí, ese día me sentí eufórico y todopoderoso pues había logrado escabullirme del gran Ramsés, quien al final de todo permitió aquello pues ese día estaba resuelto a terminar esa fase con migo.
Me siguió hasta que llegamos a los límites de nuestros dominios como tú los llamas.
Ese día nos golpeamos con todo sin reservas, a cada golpe me preguntaba ¿Por qué estaba yo tan enfadado? Y eso lograba enfurecerme aún más.
Su superioridad fue evidente y tirado en el piso recibiendo el impacto de sus puños en mi rostro le grité que estaba yo enojado por haber sobrevivido a aquel accidente. No podía perdonarme  y  finalmente lo entendí: Nunca vería nuevamente a mi familia viva otra vez, sin importar cuantos huesos me rompiera, cuantos golpes recibiera, aún no sabía el objeto por Dios o el Diablo me dejaron vivir, quizás nunca lo entendería finalmente, pero el hecho es que estoy vivo y estoy obligado a dar lo mejor de mí, no por alguien más si no por mí.
En ese momento él detuvo sus puños y me abrazó. De ahí comenzó mi sanación ellos hicieron de mi vida un infierno, si yo me mostraba violento ellos se mostraron aún más violentos con migo, atrás quedaron los muchachos comprensivos y amorosos que me trajeron del hospital. Atacaron violencia con más violencia, mostrándome que siempre  existiría alguien  mejor que yo. ¿Hubiese entendido de otra manera? Probablemente no y ellos lo sabían. Ese día lo festejo como el día de mi cumpleaños, el día de mi re-nacimiento.
¿Los golpes no son la solución? No hubiese entendido de otra manera, no me compadezcas, no es que me hubiesen lavado el cerebro, si ellos no hubiesen tomado estas medidas, yo estaría ahora en las calles y muerto. Ellos pasaban día y noche a mi lado. Con ellos conocí lo que es el amor incondicional a ese nivel y lo que significa no rendirse o darse por vencido.
Todas las terapias que tu viviste hace algunos meses yo las probé incluso más rudas, recuerdo un día en específico en el que nos metimos a un temazcal Ramsés y yo y no salimos de ahí  hasta que el calor me derribó completamente encontrando en ello una de tantas respuestas, es hasta que tocas fondo y lo comprendes que puedes agarrar impulso para salir nuevamente a flote y victorioso.
Río un poco.
Si lo ves en retrospectiva, ellos se prepararon con migo para tu llegada, yo los llevé al límite escapando constantemente, desafiando sus reglas, sus leyes, su disciplina, incluso nuestra vida, por ello es que están preparados para ti y tu rebeldía.
Por ello les debo mi total y completa fidelidad, esa es una la razón más  fuerte por la que cuando ellos me dan una orden la obedezco sin cuestionar nada, a ellos les debo mi vida, sin ellos no te hubiese conocido, si Ramsés no hubiese, bueno… Sin él no hubiese contribuido a que tú vivieras, pues yo no hubiese tenido ahora una razón para regresar después de mi año de entrenamiento.
- ¿Existe la opción de no regresar?
- Contemplé la idea de solicitar algún puesto en el extranjero, lejos de mis recuerdos. Pero tú, tú lo llegaste a cambiarlo todo.
- ¿Desde el día uno en que me conociste?, quiero decir, ¿Desde ese día cambió todo?
- Te compartiré un secreto pequeña patea traseros.
-¡Oye! Había escalado peldaños hasta convertirme en Preciosa  en lugar de  Patea traseros.
- El día que nos conocimos, tú lo recuerdas perfectamente, no tengo que detallarlo, mis intenciones eran las de invitarte a la fiesta de esa noche, razón por la cual quería ir a tu casa a presentarme con tus papás para que supieran donde y con quién estarías, pero todo, todo cambió con tu huida. Entonces me descubrí pensando en ti, sin hacer otra cosa más que ver tu rostro en mi mente al tiempo que decías que Patearías mi trasero, me largué de ahí temprano para recluirme en mi habitación y ¡¿sorpresa?! , continuar pensando en ti, sin entender completamente el ¿por qué?  Te interesará saber que esa noche fuiste la protagonista de mis más locas fantasías.
- Quieres decirme que esa noche, no te llevaste a alguna de tus fans…
- A ninguna de ellas, por supuesto fue un comportamiento inusual que llamó la atención cómo pudiste comprobarlo por ti misma días después.
- Si las cosas hubiesen resultado distintas, ¿Hubieses intentado intimar con migo?
- No - río un poco sumergiéndose en sus propios pensamientos e hizo una breve pausa -  Mis intenciones eran las de llevare a aquel lugar, deslumbrarte con mis atenciones, en cierto punto arrastrarte a la pista, bailar de manera sugestiva, besarte y provocarte para que te derritieras y cayeras a mis pies, dado que te iba a ver muy seguido, no te hubiese llevado a la cama inmediata pero sí eventualmente.
Pero todo eso cambió cuando ellos, bueno me nombraron tu guardián. El resto es historia.
Vaya revelaciones, pensé.
- Cuéntame alguna de tus fantasías.
- Quisiera mejor llevarlas a cabo en lugar de relatar, todas solo y únicamente contigo – dijo él. Pero ya llegamos, recuérdame tu pregunta durante el camino de regreso, así nos mantendremos ocupados y tendremos tema de conversación – guiñó un ojo.
- Lo haré.
- ¿Estas interesada en hacer una pequeña apuesta? – Dijo antes de bajar a explorar aquel lugar.
- Interesante, aunque llevas ventaja, debido a que conoces más éste lugar que yo.
- No tiene que ver con conocerlo o no, si no de voluntad, como sabes existen la pirámide de la Luna y el Sol. Siendo mí propuesta la siguiente: Subir y bajar aquellas pirámides, y el último en llegar  será el esclavo del otro por digamos… un par de días.
- ¿Esclava, seré tu esclava?
- Con grilletes y todo – bromeó – Piénsalo, si tú ganas, podrás solicitar todo lo que desees…
- ¡Hecho!, le di un beso e inmediatamente entré en razón – No medité bien esto ¿Cierto?
Él se limitó a sonreír, tomó mi mano y nos guio al inicio de la calzada de los muertos para iniciar aquella batalla… 


Intagram: @beshakarenice

No hay comentarios.:

Publicar un comentario