- Atlas,
realmente no alcanzo a comprender la fuente de tu energía infinita, dije bostezando
y desperezándome después de haber dormido casi todo el camino.
Él
sonreía luciendo endemoniadamente atractivo con los últimos rayos del sol
acariciando su rostro, sonaba su música favorita: Héroes del Silencio / Enrique
Bunbury, sonaban a un volumen moderado para permitirme dormir. Recuerdo el día
que hablamos de nuestros gustos musicales, siendo él fan de éste grupo y
desaprobando al amor de mi vida: Bon
Jovi, sin embargo ahora nos dirigimos a un concierto de él siendo Atlas quien
arregló todos los detalles, ¿Habrá notado que él, es el amor de mi vida real?
- ¿Dormiste
rico?
- Supongo
que estaba muy cansada, no suelo dormir en los viajes, es algo que
disfruto me dan claridad para pensar y eso, pero hoy...
-
Utilizaste tu energía y aun no eres capaz de regresarla a su origen, eso deja
agotado a cualquiera.
- Si, lo sé
es algo que tengo que mejorar rápidamente si no quiero ser nuevamente la
última.
- Cada uno
nos desarrollamos a nuestro ritmo, no seas tan exigente o te sientas mal por no
estar a nuestra altura de acuerdo a tus criterios, hoy sin duda nos dejaste a
todos impresionados con lo que realizaste. Aaron no dejaba de lamentarse por no
haber anticipado aquello.
-
¿Anticipado? ¿A qué te refieres?
- Es un
hecho que algunos de nosotros descubrimos o revelamos nuevas habilidades
posteriores a nuestra ceremonia de cumpleaños, es como avanzar un escalón sin
que realmente lo sepamos. Y a todo esto ¿Por qué le atacaste a él?
- Variadas
razones, entre ellas que él te atacaría a ti y segundo si he de ser sincera quiero desquitarme en todas
las maneras posibles aquella bofetada que me dio hace unos meses, mi orgullo me
duele aun.
-
Interesante, solo tienes que pedirlo y…
Le
interrumpí.
- Lo sé,
dije, pero es algo que quiero arreglar por mí misma, no tendría ninguna satisfacción
personal si alguien más lo hiciera.
Quiero destrozarlo y ver su cara de sorpresa. Lo que si fue una sorpresa por demás agradable
que los trillizos formaran una barrea a tu lado para protegerme o custodiarme.
- Preciosa,
nosotros cuidamos de los nuestros y tú ahora formas parte de nosotros, no como
propiedad, si no como su futura cuñada.
- Calla, no
me entusiasmes, hasta que mi dedo ya no se encuentre desnudo, podré
considerarme su cuñada. Le dije estirando la mano y señalando mi dedo anular en
el cual se supone debes usar el anillo de compromiso.
- Eso es
fácil de resolver, la cuestión es que sé que si te entrego un anillo en estos
momentos, huirás despavorida ¿Me equivoco? No pienses por un segundo que no lo
he contemplado.
Odiaba que
me conociera tan bien. Después de eso los dos quedamos en silencio.
- Estamos
por llegar-
Recordé los
minuciosos y detallados planes que tenía guardados en mi mente, complementados
a la perfección con algunas compras en la sección de repostería.
- ¿Estas
muy cansado?
- Eso
depende, ¿Tienes alguna petición en especial?
- Si, es
un hecho que la tengo. ¿Recuerdas que aún
me debes un pastel?
- Claro que
lo recuerdo ¿Lo quieres ahora? conozco una tienda de pasteles que seguramente
te agradará.
- No es lo
que tengo en mente - le dije recorriendo desde su rodilla hacia su entrepierna mi mano
de una manera sugestiva. Giró el rostro por unos momentos para mirarme directo
a los ojos con una sonrisa que me decía estar de acuerdo con mis planes.
Llegamos a
la habitación, las puertas se cerraron tras nosotros, le arrastré a tomarnos un
baño entre tibio y caliente que nos
relajara a ambos, la descripción y resumen adecuado sería que, tomando las
riendas de todo esto nos bañé a ambos y además ¡lo disfruté! Ser yo quien tomara la iniciativa y orquestara
aquello me causó una extraña sensación de felicidad y poder que no me resultó
desagradable.
-¿Qué es lo
que tienes en mente? - Preguntaba constantemente, por mi parte simplemente
sonreía.
-
Paciencia, paciencia, ya lo descubrirás…
Cuando le
retiré la suficiente agua del cuerpo con la toalla, le pedí se recostara sobre
la cama, colocándome encima de él.
- Usted
señor me debe un pastel, y lo que yo quiero es comerte completo a ti. Ahora te
recostarás y me permitirás degustar el pastel que he imaginado durante
este tiempo...
- Espera…
- No, no
esperaré nada, tú te quedarás quieto aquí, o tendré que inmovilizarte, coloqué
las palmas de mis manos sobre su pecho, empujándole un poco hacia abajo, tú no
tienes permitido tocar, hoy simplemente disfrutaré de tu cuerpo a mi completo
antojo y para mi total placer, después de todo aún estamos
festejando mi cumpleaños ¿Cierto?. ¿O es acaso que tienes alguna objeción?
Movió la cabeza en señal de negativa.
- Bien –
dije, ahora dame unos momentos y regreso, corrí a buscar entre mis cosas la
crema batida y el chocolate que había comprado para aquellos fines,
presentándome ante él cada uno de los aditamentos en mis manos, sonreí y le
puse un poco de crema batida sobre el pecho y me abalancé degustarla, acción
que repetí en varias ocasione deleitando mis oídos por los gemidos de placer
que él emitía. También le dediqué unos momentos a dejar un par de marcas en su
cuello, el gruñó con desagrado y desaprobación pero no lo impidió o dijo una sola palabra.
Sus
traviesas manos amenazaron con casi tocarme algunas veces, pero no lo hicieron,
apenas lograron contenerse, disfruté de aquel control.
Su miembro
ahora estaba erecto completamente, listo para mi e indicándome que aquello no
le resultaba del todo desagradable. Antes de prestarle mi atención y brindarle
mis caricias, subí hasta su boca y le dediqué un par de besos largos y como a él
le gustan, de esos que invaden cada espacio es su boca sin darle tiempo a
reaccionar e indicándole el ritmo de los mismos, mis pechos desnudos
estaban sobre su piel, esa
sensación del roce de nuestras pieles desnudas y tibias me fascina, él
quería más besos por lo que me impidió moverme de ahí donde me encontraba, le
concedí aquello después de todo no llevábamos prisa, me entregué a esa
labor, porque aunque yo comencé a guiar y a controlar el me sustituyó en ello
hábilmente sin siquiera darme cuenta
pues en algún momento ya me tenía abrazada por la espalda y sosteniendo mi
cabeza la cual empujaba hacia él controlando mis movimientos.
Recorría mi
espalda con sus dedos hasta mis glúteos deteniéndose en ellos, tomándolos con
sus manos abiertas dándoles unos leves masajes y apretones, deslizando
hábilmente sus dedos por mis zonas húmedas, ocasionando que respondiera con
unos pequeños brincos ante aquellas provocaciones.
- ¡Ey! Un
momento señor – usted tiene prohibido tocar.
Él sonrió
llevándose los dedos de la mano hasta su boca, lamiéndolos de una forma
obscena, gesto que me dejó sin aliento,
este sencillo gesto de alguna manera me encendió aún más.
Acto
seguido cruzó sus manos detrás de la cabeza en señal de obediencia.
Descendí
hasta su miembro y comencé a proporcionarle placer oral, no se negó o resistió.
Me di mi tiempo comprobando si realmente su paciencia era infinita. Tuve
oportunidad de probar también que la práctica hace al maestro y yo me estaba
convirtiendo en toda una experta. Deslicé mis labios lento – rápido – lento
sobre aquella parte de su cuerpo firme, grueso, caliente y erecto… por mí y
para mí.
Jugueteé
con mi lengua, le hice respingar por el contacto con mis dientes y sobre todo
succioné y succioné, descendí también un poco más para introducir por completo
aquel gran pedazo de carne en mi boca, enfocándome devotamente a mis
actividades, como dije, probando de su paciencia así como mi resistencia y
límites.
En cierto
momento tomé el par de “las joyas de la familia” entre mis manos, para darles
unas leves caricias y en un solo movimiento las introduje completamente en mi
boca, acto que lo tomó por sorpresa recibiendo con gusto todas las sensaciones que
esto le provocaba, sus gemidos se intensificaron y cambiaron de tono, ninguno
de los dos nos limitábamos con nuestras expresiones o el volumen de las mismas,
eso era claro.
Disfruté
enormemente de ser la directora de aquella orquesta de gemidos y de movimientos
que denotaban el placer que le estaba proporcionando, le resultaba más y más
difícil mantenerse quieto sin colocar sus manos sobre mí, mi Diosa interna se
regodeó.
Lo llevé o
al menos así sentí, al límite de su placer deteniéndome unos instantes antes
para así retrasar el momento lo más que pude hasta que en algún momento donde
mi boca succionaba con fuerza e intención de detenerme en cualquier momento, él
me tomó por el cabello tomando un grueso mechón que alcanzó a agarrar con
toda su mano, empujando suave pero firmemente a fin de que continuara con lo
que estaba realizando, una clara petición de no detenerme, le provoqué un par
de veces haciendo el amago de retirarme, a lo cual el empujó con un poco más de
fuerza a fin de mantenerme en mi lugar, realicé esto solo para mi placer, lo reconozco, resultando
en que sorprendentemente mi excitación se elevó.
- No – dijo
únicamente con una voz ronca y determinante. Entendí entonces que él quería
llegar al final y lo complací para complacerme a mí también.
Cuando
alcanza el punto máximo de su placer al menos en aquella posición se arquea un
poco hacia atrás soltando una larga exhalación. Mi boca se inundó de nuevo de
aquel liquido caliente y pegajoso, nuevamente tragué lo que tenía por ofrecer.
- ¡Dios!
¿Cuánto más ibas a torturarme de esta manera?
- Hasta que
suplicaras, pero hoy, hoy me sentí magnánima, sonreí pícaramente.
Me acomodé
en su pecho dándole tiempo a recuperarse un poco de aquella sesión.
Comenzaba a
adormilarme acurrucada en sus brazos.
- ¿Preciosa?
- Mmmmmm.
- Antes
hablaste de inmovilizarme ¿Con que exactamente lo ibas a lograr?
- Traigo
conmigo unas esposas, no de juguete, si no unas reales para poder limitar tu
desmedida fuerza, afortunadamente no fue necesario utilizarlas, de hecho no
estoy segura de cuál hubiese sido tu reacción si llegaba a colocarlas.
Se levantó
por unos momentos regresando con dicho juguete en las manos, ocasionando que me
desperezara de inmediato al adivinar sus intenciones, su sonrisa lo evidenció
todo.
- Espera.
- ¿Esperar?
¡Yo fui atacado por sorpresa sin oponer
resistencia! – (Señaló su cuello) ¿Acaso rechazarás el regalo de cumpleaños que
tengo para ti?
- ¿Qué
harás exactamente? Pregunte al tiempo que me alejé al extremo más alejado de la
cama. El detectó este gesto.
- ¿Deseas
que corra tras de ti? ¿Te resulta
excitante?
- Tú me
excitas de cualquier manera.
- Me
complace escucharlo.
- Ahora,
por la buenas vienes y te entregas a mi o bien te persigo, te someto y terminas
por entregarte a mí.
- Elegiré
la segunda dije al tiempo que me ponía de pie y corría tras la pequeña
salita que había en la habitación.
- Solo lo
haces más sencillo para mí. Él sonrió.
Tomó su
tiempo como el cazador experto que es. Probó las luces, dejando únicamente
encendidas algunas de ellas estratégicamente a fin de quedar en semi - penumbra,
y después lentamente caminó hacia mí.
-Tu sola te
encerraste en un campo sin salida.
Tenía
razón.
- Atenderé
tu petición y correré tras de ti.
Antes de
que terminara la frase, ya se encontraba en plena carrera siendo dos segundos más
tarde que yo reaccione a lo cual alcanzó
mi brazo y me derribó en uno de los sillones. Me levantó al vuelo y me colocó a
horcajadas sobre él sosteniendo mis brazos detrás de mí aprisionándolas con las
esposas, se puso de pie conmigo al vuelo sosteniéndome por mis glúteos y entonces
me colocó suavemente sobre el sillón.
- Ahora, yo
disfrutaré de ti y de tu cuerpo a mi completo antojo.
- Espera – dije
- … pero él ya me estaba separando las piernas que ahora formaban una perfecta
“V” al viento.
Comenzó a
besarme los muslos en dirección hasta la zona más húmeda de mí.
- Atlas…
Su lengua
ahora se abría paso en aquella zona, cualquier esfuerzo de mi parte para cerrar
mis piernas se vio impedido por él,
quien colocó mis pies sobre sus hombros y sus manos sobre mis zonas y muslos
impidiendo que juntara éstas, una deliciosa tortura.
- Veamos,
comprobemos que tan bueno soy en estas
actividades, si no te provoco el suficiente placer para que me pidas más…
entonces me detendré, te liberaré y cesaré mis intentos de hacer esto
nuevamente.
Aquello no
fue una pregunta y mi mente agradecía haber ido a hacerme mantenimiento
exhaustivo antes de venir aquí, así me sentía un poco menos avergonzada.
Su lengua
con ayuda de sus dedos, se introdujo, suavemente en mi sexo deslizándose de
arriba abajo deteniéndose un poco más en ese lugar, que te lleva al cielo.
Dirigió su mano derecha hacia mis senos los cuales quedaron a su merced teniendo
yo mis manos aprisionadas a mi espalda, presionaba entre sus dedos índice y
pulgar mi pezón al tiempo que dibujaba pequeños círculos con su lengua en mi clítoris.
Eso disparó mi excitación y deseo… dando como resultado que, efectivamente, yo
solicitara más, quizás no con mi boca pero si con mi cuerpo.
Si hacemos
un recuento, al inicio me encontraba muy tensa e incómoda para disfrutar de
aquello e incluso mi mente se resistía, pero él era un maestro quien poco a poco logró
relajarme y el placer sustituyó a la resistencia y se abrió paso en mi cuerpo
sorprendiéndome de mis propios gemidos y de cómo movía acompasadamente mis
caderas intentando buscar aún más placer.
Él no jugó
con migo como lo hice yo con él, se enfocó en lograr mi placer y solo mi placer
llevándome a mi completo y ruidoso orgasmo. Sí, no tardé mucho en alcanzarlo él
sabe perfectamente donde presionar, donde friccionar, donde detenerse y donde
intensificar, todo lo anterior aplicado en conjunto con otra zona de placer de
mi cuerpo: mis pezones.
Levantó su
rostro y encontró su mirada con la mía. Deslizó sus manos para liberarme de
aquella prisión. Se incorporó y se sentó a un lado mío abrazándome con cierto
aire de suficiencia.
-
¿Complacida?
- Más que
complacida pero me encentro en desventaja, tú cuentas con más experiencia, yo
recién inicio en estas actividades.
- Utiliza
mi experiencia en tu favor. Utilízame, será un placer, pídeme que te complazca,
no te limites, ese es mi mayor afrodisiaco.
- Puedes
crearme un vicio.
- Entonces
probaremos mi propio límite, ¿Quieres probar nuevamente?
- No, no,
por ahora me encuentro tan relajada que solo quiero dormir, incluso podría
dormir aquí mismo.
El me
transportó en brazos hasta la cama, nos acomodó dentro de las sábanas y nos
dispusimos a dormir.
Di gracias
a Dios que Atlas fuera una persona madrugadora, pues con uno de nosotros que
disfrutara de dormir hasta tarde era más que suficiente, es decir: yo.
Desperté
con una agradable vista de su sonrisa por parte de él, quien ya se encontraba
bañado y perfumado, esperando a que yo despertara, estaba sentado en su lado de
la cama leyendo un libro.
- ¿Cuánto
tiempo llevas despierto?
Él
Simplemente sonrió.
-
¿Hambrienta?
- Si –
respondí estirando mis extremidades.
- Me daré
un baño rápido y salgo para desayunar.
Antes de
ponerme de pie modestamente me envolví en la sábana, él la jaló discretamente.
- Me fascinas desnuda, no me despojes de esos
privilegios.
Accedí
sonriendo, sintiéndome afortunada de tener a mi lado a quien alabara mi belleza
en cada una de sus formas, ayudando a mi autoestima.
- Es una pena
que ya estés bañado, de lo contrario te invitaría a tomar un baño junto a mí…
Se puso de
pie y comenzó a desnudarse.
- Sería
poco caballeroso de mi parte rechazar tal oferta, señorita.
Le observé
detenidamente, era una delicia verle desnudo tampoco me privaría de aquellos
privilegios. Me tomó por la cintura y me condujo directo bajo la regadera,
disfrutamos de un baño tibio y ahora él se encargó de todo.
Excitante,
simplemente excitante, no dejó de mirarme a los ojos ni un solo momento
mientras tocaba cada centímetro de mi piel.
- Necesitas
comer algo, por lo que no demoraré más - dijo él - con la promesa de que a mi regreso, no te daré
ni cinco minutos de descanso.
- A tu
regreso…. No hablemos de cosas tristes por favor.
- ¿A qué
hora comienza el concierto del amor de mi vida? – Claro, lo dije aquello con toda la intención.
- ¿Y yo que
soy, si él es el amor de tu vida?
- Eres…
Eres…
- Piensa
bien tu respuesta. Me dio la vuelta quedando mi espalda recargada sobre su pecho
y abdomen, su mano deslizó hábilmente entre mis piernas y con su otra mano me
giró el rostro para hacer coincidir nuestros labios, aprisionando mi labio
inferior entre sus dientes de manera
suave pero firme y después descendió esa mano sobre mis senos para iniciar una
deliciosa tortura, presionando y jalando mis pezones.
- ¿Dime,
que soy para ti? -dijo con mi labio
entre sus dientes y los ojos abiertos completamente.
Ambas manos
se movieron hábilmente, dando la velocidad necesaria para llevarme al punto
preciso.
Aunque
demandaba mi respuesta, mi cuerpo fue incapaz de articular palabra para brindarle
una respuesta sin mencionar que desconocía cómo responder su pregunta, sus
manos no me estaban dando tregua para pensar ¡Demonios y Dioses! intenté sin
éxito liberarme, pero sus abrazos son como de oso, no me ayudó el agua o lo
resbaloso del ambiente.
- Anda
preciosa, dime – dijo sonriendo, lo podía sentir aunque mis ojos estaban
fuertemente cerrados y mi mente no
lograba coordinar una respuesta.
Inevitablemente
llegué a tener un gran, gran orgasmo. Me mantuvo entre sus brazos hasta que
pude sostenerme por mi misma, buscó nuevamente mi boca y se perdió en ella.
- Haré de
éste tu castigo - dijo él - cuando digas que alguien más es el amor de tu vida,
sin importar el lugar o la compañía te arrastraré hasta el lugar más privado
que nos encontremos y repetiré esto o lo
de anoche hasta que alcances un gran, gran orgasmo, si alguien te escucha o
descubre, bueno, será tu problema, no el mío.
- ¿Es en
serio?
- Soy
celoso y posesivo. Ahora dime, ¿Qué soy para ti?
- ¿Existe
una respuesta correcta?
- Si.
Lo medité
por unos momentos, tratando de recuperar la conciencia, la cordura y el
equilibrio.
- Eres mi
todo Atlas, eres una parte de mí que me faltará y por la cual moriré un poco
cuando te vayas.
Sonrió
satisfecho.
Me acercó
una toalla para que me secara e hizo lo propio.
- Eres
injusto.
- Siempre
puedo detenerme cuando lo pidas – recordó con una sonrisa pícara – pero no lo
hiciste. Me gusta torturarte de esta manera, y ahora que sé que no te disgusta
que te inmovilice, me has proporcionado un
mundo de posibilidades.
- Atlas
¿Honestamente crees que te negaría algo?
- Todo es
posible.
- En caso
de que te lo negara, seguro buscarías la manera de obtenerlo, ¿Cuál es el caso
entonces?
- No en
este aspecto, dijo él. Te lo he dejado claro, no, es no, me he detenido cuando
esa palabra ha logrado salir de tus labios. Lo haré tantas veces lo indiques. Vayamos
a comer porque debemos estar en el concierto en un par de horas.
- ¡Dioses y
Demonios! Dormí mucho. Le aventé la toalla cuando me di cuenta de la hora.
Me miré al
espejo para supervisar mi vestuario, intenté lucir un tanto rockera sin
exagerar, playera negra y chamarra de cuero, jeans y botas de motociclista con
estoperoles y toda la cosa. Él lucía similar, lucíamos una pareja coordinada
sin usar un vestuario idéntico, eso me dejó feliz.
Atlas pensó
en todo y nos hospedó en un hotel cercano a donde se realizaría el concierto
por lo que caminamos hasta llegar, no estaba cerca pero con el caótico tránsito
de esta contaminada ciudad, era una excelente opción, lo que me dio la oportunidad de caminar tomada de su mano como
una pareja normal de novios.
Mi
felicidad iba en aumento gradual y mis nervios estaban a mil. Era mi primera
vez en un evento de tal magnitud.
- Quizá en
alguna otra ocasión podamos asistir al extranjero a ver un concierto allá.
- No
inventes sería genial. ¡Me anoto
completamente! Será un gran placer ver al amor de mi vida en un espectáculo de
esa magnitud.
Al darme cuenta
de mis palabras, corrí para huir de la furia de él y del inevitable
cumplimiento de su promesa.
Me alcanzó.
- ¿El amor
de tu vida? Dime ¿Aceptarás tu castigo?
- Si pero
en privado, haz lo que desees en privado.
Me arrastró
cargándome con su brazo por mi cintura y me llevó hasta recargarme en una pared
cercana.
- Quiero
hacerlo aquí.
- Atlas…
- ¿Estás
loca? No dejaría que nadie más te viera en esas situaciones, ese placer es para
mis ojos. Solo disfruto de ponerte en aprietos. Me tomó la mano y nos condujo
hasta la entrada de aquel lugar.
Disfruté,
grité canté, brinqué y le grité “Quiero un hijo tuyo” al objeto de mi deseo,
que para ser honesta, no sabría qué hacer si me dijera que sí. Atlas se rindió a este punto y simplemente
sonreía al verme.
Salí de ahí
cantando con los brazos abiertos y cantando a todo pulmón, aunque mi voz no
fuese de campeonato. Mi cuerpo estaba cargado de adrenalina. Quizás fue aquella
la causa por la cual accedí a subirme en la espalda de Atlas para que él nos
condujese hasta nuestro destino, de vez en vez él brincaba o daba vueltas con
migo encima.
Aquello me
encantaba, esa relación donde únicamente Altas y yo existíamos.
Llegando a
la habitación le pedí que me condujera a la cama, así como estaba con aquella
adrenalina lo que quería era acción completa y desenfrenada, por lo que lo
arrastré hasta que quedó encima de mí.
- Bésame.
Lo hizo sin
ninguna, duda o queja. Besos ardientes con sabor a deseo. Devórame mi mente
gritaba. Él lo sabía, lo intuía.
Lentamente
las prendas fueron decorando el suelo aquella habitación de hotel. Nuestros
cuerpos comenzaban a reconocerse y querían más y más.
-¿Qué tan
traviesa te sientes esta noche? – Preguntó repentinamente.
Le miré un
poco extrañada e insegura. Se puso de pie frente a la cama jalando una de las
sillas de la habitación, la colocó en una aposición donde tenía completa y
total visibilidad de la cama.
- Tócate
sin dejar de mirar mis ojos.
Reí un poco
nerviosa.
-
Preferiría que tú lo hicieras – dije.
- Te
ayudaré un poco.
Se acercó e
introdujo sus dedos en mi boca, de una manera casi obscena que hizo humedecerme
en automático, descendió sus manos hasta llegar entre mis piernas y comenzó a
trazar pequeños círculos, mi cabeza se cayó naturalmente hacia atrás.
Se detuvo
cuando estaba disfrutando enormemente.
- Ahora,
muéstrame como te das placer a ti misma, tomó mi mano y la introdujo en mi boca
de la misma manera en como lo había hecho él anteriormente y dirigió mi mano
hacia mi propio sexo.
Para todos
aquellos que dicen que seguir el instinto es lo mejor… Les confirmo que…
¡tienen razón!, me dejé llevar por las sensaciones del momento, mi propio
cuerpo me pedía más o menos, aquí o allá, mis manos se convirtieron en mi
amante, fui la autora de mi propio placer.
Atlas se
relamía los labios. Disfrutaba de la vista.
Apenas pude
detenerme.
- Ahora
muéstrame tú como te tocas – le pedí.
Mi petición
lo sacó de su placer visual.
Se puso de
pie y le dio trabajo a su mano, me extendió la mano para atraerme hacia él
colocándome de rodillas frente a él.
Nos
recostamos abrazados.
-¿Te
gustaría ir a Teotihuacán?
- ¡Claro!
-Entonces dispongámonos
a dormir, pues nos marcharemos en – miró su reloj- 4 horas.
- Te
sugiero vestir cómodamente, caminaremos todo el día – dijo cuándo me despertó
para comenzar a prepararnos y salir con rumbo a
Teotihuacán.
- ¿Has
estado ahí antes?
- Si, un
par de veces por entrenamiento y otras más por placer.
- Tengo un
par de regalos para ti.
- ¡¿Aún
más?! Atlas has hecho demasiado. No sé si pueda aceptarlos.
- Lo harás
ya lo verás ¿Lista?
Asentí y
nos dirigimos al automóvil.
De camino a
nuestro destino, el día aun no comenzaba, la oscuridad aún estaba presente.
- Me
solicitaste un regalo que no hubiese comprado, algo que hiciera con mis propias
manos.
- Atlas,
después de todo esto, no creo que pueda igualar todo para tu cumpleaños.
- Y yo no
lo estoy solicitando, pero bueno, a lo que voy es que a cambio de eso, te
contaré mi historia.
- ¡Wow!
- Ahora
calla y no me interrumpas o me arrepentiré de ello.
Simplemente
asentí.
Respiró
profundo y fijó su vista en el camino.
Ambos
usábamos Jeans y playera deportiva así como un cómodo par de tenis. Compramos
café en una cadena internacional y emprendimos el camino.
- Yo conocí
a mis papás, yo, - hizo una pausa – yo tenía una familia, el destino, la vida,
Dios, o el mismísimo demonio si es que
lo existe… me quitaron todo a temprana edad. Mis recuerdos son borrosos, pues
hace ya bastante tiempo de aquello, algunas cosas incluso dudo que sean ciertas.
Aquél día mi
papá me colocó en el asiento trasero para salir a pasear, yo estaba feliz y
eufórico, jugaríamos a la pelota en el parque como todos los fines de semana,
Dios, amaba aquello, mi mamá llevaba hot - cakes para el desayuno en una canasta de pic - nic, el auto se
inundaba de aquel aroma y una serie
variada de mermeladas, disfrutaba de aquellos días, mi mamá estaba
embarazada, lo recuerdo perfectamente, iba a ser niña ¡Yo iba a tener una
hermana!
Recuerdo
haber escuchado un ruido estruendoso, y después caos.
El peritaje
arrojó que al salir una la curva una vaca estaba atravesada y mi papá en un
intento de esquivarla perdió el control del automóvil lo que ocasionó que
diéramos vueltas, nadie de nosotros usaba el cinturón, en aquellos días no
existía la cultura del cinturón como lo existe ahora y mucho menos asientos
especiales para niños, en algún punto
salí disparado del automóvil pues me encontraron a varios metros de donde éste
se detuvo, quedé en shock hospitalizado con costillas lastimadas y clavícula
rota, perdí la piel en alguna zonas de mi cuerpo a causa de los raspones ocasionados por el
aterrizaje, supongo.
Ahora entiendo su insistencia de colocarme el cinturón
de seguridad cuando nos conocimos, no lo culpo ahora por tener cero tolerancia
ante ese tema.
Ese día
recibí la visita de una señorita en el
hospital, Eileen, y después de eso ella fue a visitarme todos los días
posteriores al accidente,
pacientemente me acompañaba por horas en
silencio, ella estuvo ahí cuando alguien me notificó la muerte de mis padres,
me acunó en sus brazos y me consoló por las horas que lo necesité hasta
quedarme dormido en sus brazos, yo no
quería hablar, nadie podía entender mi furia, tristeza y sentimiento al saber que nunca más podría
ver o abrazar a mi familia, que nunca conocería a mi hermana. Ella me cantaba y
acariciaba mi cabeza o simplemente se sentaba a hacerme compañía en los días
difíciles.
Cierto día,
uno de los días malos, donde lo único que quería era golpear y destrozar, ella
llegó con unos muchachos, altos e imponentes, quienes al ver los destrozos que
hice en aquella habitación, comenzaron a levantar y ordenar todo, yo les
gritaba que lo dejaran ahí, corría y volvía arrojar todo al suelo, yo aún tenía
algunos vendajes y estaba en recuperación por
mi cirugía, pero no importaba, no me importaba lastimarme, sin embargo ellos permanecieron en silencio ordenando
todo.
Uno de
ellos, César, me dijo que si quería
golpear que lo golpeara a él, yo solo le miré a los ojos sin entender por qué
me ofrecía aquello, me di la vuelta y comencé
a patear la pared y el me abrazó, así sencillamente me abrazó por la espalda,
intenté liberarme por supuesto, aquello me hizo rabiar aún más, obviamente no
pude liberarme y él simplemente permaneció así hasta que me cansé o resigné, no
lo tengo claro.
- XXXX
Golpéame a mí, descarga tu furia sobre mí, no te lastimes con la pared de esta
manera, dijo señalando mis sangrantes nudillos.
Nada podrá
devolverte a tus seres queridos, nada, ahora nosotros estamos aquí para estar a
tu lado.
Si me
preguntas, BB, ahora entiendo que Eileen vio en mi la energía que tenía por
desarrollar y era un hecho que me quería en sus filas, su labor fue simplemente
de reclutamiento, pero ellos, todos ellos incluida ella estuvieron a mi lado sin abandonarme, limpiaron mis lágrimas
y manos sangrantes, pagaron mi cuenta de hospital, me rogaron alimentarme
cuando yo lo único que quería era morir para volver a ver a mi mamá. No tenía
más familia al menos que yo conociera, mis tíos paternos murieron jóvenes. Mi
mamá no tenía hermanos. Y todos mis abuelos habían fallecido ya.
Después de
que salí del hospital, me llevaron con ellos, el primer día conocí a los
trillizos, si te sirve de consuelo al inicio ellos tampoco me recibieron con
los brazos abiertos, fue hasta que nos agarramos a golpes que nos convertimos
en grandes amigos, ahora hermanos.
Comencé mi
entrenamiento unos meses después de haber
llegado.
Tiempos
difíciles llegaron entré a la adolescencia que quería destruir al mundo que me
quitó a mi familia y entré en una espiral de autodestrucción, me culpaba a mí
mismo por haber sobrevivido ¿En qué clase de persona me convertía aquello? Constantemente me
encontraba en buscaba pleito con todos los integrantes de éste grupo, con mis
propios hermanos, recibí muchas palizas pero al mismo tiempo me hice más
habilidosos y llegó el punto en que fui más fuerte que todos y más hábil, el costo fue muy elevado, no me di cuenta que
golpeaba con furia y ánimo asesino. Fue en ese punto que Eileen quería eliminarme,
desterrarme, hice de la violencia mi bandera, me convertí en un riesgo para mí
y para otros, utilizaba mi energía a la mínima provocación. Cualquiera de los
muchachos me sometía sin problemas, pero no así mis compañeros.
- O le
buscan un niñero 24x7 o le borramos su memoria y lo enviamos de vuelta al mundo
normal – le gritó a los muchachos un día en que fueron a controlarme, después
de haber derribado a algunos de mis compañeros sin razón aparente más que la
mala fortuna de haberse cruzado en mi camino.
Entonces
Ramsés aceptó la responsabilidad y me acogió en su casa, con tus tíos, siendo
ésta mi última oportunidad y alternativa, lo que yo no sabía es que ellos no se
darían pro vencidos con migo y no me abandonarían.
Fue a base
de golpes, castigos y estricta disciplina que
encontré mi punto de equilibro, logré superar la depresión en la cual me
sumergí, cierto día el día en que llegué a tocar fondo, hui en medio de la
noche, esa noche Ramsés estaba de guardia, porque, sí, dormían encadenados a
mí, ese día me sentí eufórico y todopoderoso pues había logrado escabullirme
del gran Ramsés, quien al final de todo permitió aquello pues ese día estaba
resuelto a terminar esa fase con migo.
Me siguió hasta
que llegamos a los límites de nuestros dominios como tú los llamas.
Ese día nos
golpeamos con todo sin reservas, a cada golpe me preguntaba ¿Por qué estaba yo
tan enfadado? Y eso lograba enfurecerme aún más.
Su
superioridad fue evidente y tirado en el piso recibiendo el impacto de sus
puños en mi rostro le grité que estaba yo enojado por haber sobrevivido a aquel
accidente. No podía perdonarme y finalmente lo entendí: Nunca vería nuevamente
a mi familia viva otra vez, sin importar cuantos huesos me rompiera, cuantos
golpes recibiera, aún no sabía el objeto por Dios o el Diablo me dejaron vivir,
quizás nunca lo entendería finalmente, pero el hecho es que estoy vivo y estoy
obligado a dar lo mejor de mí, no por alguien más si no por mí.
En ese
momento él detuvo sus puños y me abrazó. De ahí comenzó mi sanación ellos
hicieron de mi vida un infierno, si yo me mostraba violento ellos se mostraron aún
más violentos con migo, atrás quedaron los muchachos comprensivos y amorosos
que me trajeron del hospital. Atacaron violencia con más violencia, mostrándome
que siempre existiría alguien mejor que yo. ¿Hubiese entendido de otra
manera? Probablemente no y ellos lo sabían. Ese día lo festejo como el día de
mi cumpleaños, el día de mi re-nacimiento.
¿Los golpes
no son la solución? No hubiese entendido de otra manera, no me compadezcas, no
es que me hubiesen lavado el cerebro, si ellos no hubiesen tomado estas
medidas, yo estaría ahora en las calles y muerto. Ellos pasaban día y noche a
mi lado. Con ellos conocí lo que es el amor incondicional a ese nivel y lo que
significa no rendirse o darse por vencido.
Todas las
terapias que tu viviste hace algunos meses yo las probé incluso más rudas,
recuerdo un día en específico en el que nos metimos a un temazcal Ramsés y yo y
no salimos de ahí hasta que el calor me
derribó completamente encontrando en ello una de tantas respuestas, es hasta
que tocas fondo y lo comprendes que puedes agarrar impulso para salir
nuevamente a flote y victorioso.
Río un
poco.
Si lo ves
en retrospectiva, ellos se prepararon con migo para tu llegada, yo los llevé al
límite escapando constantemente, desafiando sus reglas, sus leyes, su disciplina,
incluso nuestra vida, por ello es que están preparados para ti y tu rebeldía.
Por ello
les debo mi total y completa fidelidad, esa es una la razón más fuerte por la que cuando ellos me dan una orden
la obedezco sin cuestionar nada, a ellos les debo mi vida, sin ellos no te
hubiese conocido, si Ramsés no hubiese, bueno… Sin él no hubiese contribuido a
que tú vivieras, pues yo no hubiese tenido ahora una razón para regresar
después de mi año de entrenamiento.
- ¿Existe
la opción de no regresar?
- Contemplé
la idea de solicitar algún puesto en el extranjero, lejos de mis recuerdos.
Pero tú, tú lo llegaste a cambiarlo todo.
- ¿Desde el
día uno en que me conociste?, quiero decir, ¿Desde ese día cambió todo?
- Te
compartiré un secreto pequeña patea traseros.
-¡Oye!
Había escalado peldaños hasta convertirme en Preciosa en lugar de Patea
traseros.
- El día
que nos conocimos, tú lo recuerdas perfectamente, no tengo que detallarlo, mis
intenciones eran las de invitarte a la fiesta de esa noche, razón por la cual
quería ir a tu casa a presentarme con tus papás para que supieran donde y con
quién estarías, pero todo, todo cambió con tu huida. Entonces me descubrí
pensando en ti, sin hacer otra cosa más que ver tu rostro en mi mente al tiempo
que decías que Patearías mi trasero, me largué de ahí temprano para recluirme
en mi habitación y ¡¿sorpresa?! , continuar pensando en ti, sin entender
completamente el ¿por qué? Te interesará
saber que esa noche fuiste la protagonista de mis más locas fantasías.
- Quieres
decirme que esa noche, no te llevaste a alguna de tus fans…
- A ninguna
de ellas, por supuesto fue un comportamiento inusual que llamó la atención cómo
pudiste comprobarlo por ti misma días después.
- Si las
cosas hubiesen resultado distintas, ¿Hubieses intentado intimar con migo?
- No - río
un poco sumergiéndose en sus propios pensamientos e hizo una breve pausa - Mis intenciones eran las de llevare a aquel
lugar, deslumbrarte con mis atenciones, en cierto punto arrastrarte a la pista,
bailar de manera sugestiva, besarte y provocarte para que te derritieras y
cayeras a mis pies, dado que te iba a ver muy seguido, no te hubiese llevado a
la cama inmediata pero sí eventualmente.
Pero todo
eso cambió cuando ellos, bueno me nombraron tu guardián. El resto es historia.
Vaya revelaciones, pensé.
- Cuéntame
alguna de tus fantasías.
- Quisiera mejor
llevarlas a cabo en lugar de relatar, todas solo y únicamente contigo – dijo
él. Pero ya llegamos, recuérdame tu pregunta durante el camino de regreso, así
nos mantendremos ocupados y tendremos tema de conversación – guiñó un ojo.
- Lo haré.
- ¿Estas
interesada en hacer una pequeña apuesta? – Dijo antes de bajar a explorar aquel
lugar.
-
Interesante, aunque llevas ventaja, debido a que conoces más éste lugar que yo.
- No tiene
que ver con conocerlo o no, si no de voluntad, como sabes existen la pirámide
de la Luna y el Sol. Siendo mí propuesta la siguiente: Subir y bajar aquellas
pirámides, y el último en llegar será el
esclavo del otro por digamos… un par de días.
- ¿Esclava,
seré tu esclava?
- Con
grilletes y todo – bromeó – Piénsalo, si tú ganas, podrás solicitar todo lo que
desees…
- ¡Hecho!,
le di un beso e inmediatamente entré en razón – No medité bien esto ¿Cierto?
Él se
limitó a sonreír, tomó mi mano y nos guio al inicio de la calzada de los
muertos para iniciar aquella batalla…
Intagram: @beshakarenice
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