Llegamos de noche a aquel
lugar y algo no estaba bien con las luces, le esperé a que fuera a revisar al
sótano que sucedía.
Ayudada con la lámpara de mi
celular vagué por ahí explorando. Encontré el comedor y el estudio.
También llegué al patio
trasero el cual estaba tras unas puertas de vidrio.
Vi una sala con una mesita de
vidrio al centro.
La oscuridad nunca ha sido mi
amiga, aquello no era buena idea, una estampida de mariposas comenzaron a volar
en mi estómago. En las películas de terror esta es la situación perfecta para
que el asesino en serie que está esperando en un rincón, salga y ataque.
Ese pensamiento atacó mi vena
miedosa y puse mi modo aterrado en mi organismo, apreté fuertemente lo que
llevaba en mi mano esperando lo peor pero rogando por que pronto pasara todo
tan rápidamente como fuera posible.
De repente escucho en un
susurro de voz, mi nombre dicho a mi oído, claro que con el nivel de miedo y
stress que sostenía en ese momento, mi primera reacción fue gritar y girarme
para golpear a lo que fuese que hubiera provocado aquello. Entre una maniobra y
otra, me desequilibré, tropecé fui sostenida pero resbalé del brazo de mi
acompañante que intentó sostenerme, todo esto ocasionó que me fuera a estampar
directamente a la mesita de centro, la cual no pudo sostener el peso de mi
cuerpo a la velocidad a la cual yo aterricé.
¡Excelente idea la tuya de
jugarme una broma tan pesada! Pensé cuando todo estaba sucediendo a una
velocidad extraordinaria.
Se escucharon miles de vidrios
romperse bajo mi peso así como un grito de dolor proveniente de mi garganta.
Como por arte de magia la luz
regresó en ese instante.
Grandes cantidades de sangre
brotaban de mi muslo, mis ojos encontraron un gran trozo de vidrio atravesado
en mi muslo de lado a lado.
Un gran caos se hizo en ese
momento.
Él se dirigió a la cocina y
rápidamente tomó el teléfono fijo para llamar a emergencias.
En un tiempo récord llegaron
por mí y me trasladaron a un hospital.
Por fortuna aun llevaba
colgada junto a mí, mi bolsa con mis documentos.
Fui atendida rápidamente, me
trasladaron de un lugar a otro para hacerme placas, para suturarme, para
registrarme, etc.
Alex se quedó atendiendo unas
preguntas en lo que era la zona de registro y pasé la mayoría del proceso sola.
Estando en la habitación,
esperé y esperé a que él apareciera…
Finalmente le pregunté a una
de las enfermeras, estaba desesperada por que no sabía de él y ya había pasado
tiempo suficiente.
Ella me daba respuestas vagas.
Mi desesperación y angustia
solo fue en aumento, siempre pensando lo peor…
Entró un doctor, una enfermera
y… ¿Una trabajadora social?
El doctor me explicó lo
sucedido, lo cual entendí poco y quise comprenderlo aún menos.
La enfermera revisaba mis
signos vitales, los fluidos que entraban a mi cuerpo y los vendajes.
Y finalmente la trabajadora
social me cuestionó referente a haber sido maltratada… Los paramédicos reportaron
el desorden encontrado en casa y unas maletas,
¡Dioses y Demonios! Nada de
aquello tenía sentido
Respondí todas sus preguntas
en franco fastidio… ¡Aquello no tenía pies o cabeza! ¡Le expliqué que no estaba
huyendo de él! Que acabábamos de llegar de un viaje.
- Necesito ver a mi
acompañante – Solicité de manera educada.
- Primero necesitamos hacer
papeleo. Miró el reloj y continuó escribiendo.
Los minutos pasaron y se
hicieron eternos, juro que las preguntas se repetían y solo las hacía de manera
diferente.
Me rendí y simplemente
respondí.
No sé cuánto tiempo pasó. Las
cortinas estaban corridas, eso no me permitía calcular la hora.
Cerré los ojos y me rendí con
un fuerte suspiro.
Quizás todo es diferente en
este lugar, quizás las reglas son diferentes. Me maldije por no haber
conservado mi celular a mi lado.
El sueño o los medicamentos me
vencieron y dormí algunas horas.
Sabía que era de noche cuando
desperté, pero nuevamente la habitación estaba vacía.
Entonces escuché un alboroto
afuera, varias voces hablando fuerte y de manera furiosa.
La puerta se abrió y mi
corazón brincó.
Mario entró vestido con su
bata de doctor.
No tardé mucho en atar todos
los cabos que quedaron sueltos.
Recosté mi cabeza hacia atrás
esperando lo que sucedería a continuación.
No dijo palabra.
El resto entró detrás de él.
Alex no apareció.
Guardé un amargo silencio
esperando que ellos fueran los primeros en decir palabra.
Mario retiró la sábana y el
vendaje, era cuidadoso pero no como antes.
- ¿Que sucedió? – Preguntó
Ramsés.
- ¿Dónde está Alex? – Pregunté
yo en respuesta.
- ¿Que sucedió? Preguntó
nuevamente en un tono más seco y duro, sus ojos arrojaban algo que te producía
terror.
Me negué a responder. Se
acercó a mí tomando mi rostro con su mano y forzándome a mirarle.
Hice fuerza con mi rostro pero
no me liberé de su prisión.
- ¿Él te hizo esto? Preguntó
Atlas conteniendo la furia de su cuerpo en un par de puños que mantenía a su
costado.
- ¿Qué? Pregunté un poco
desorientada y atando más cabos en mi cabeza.
-¿Cómo supieron que estaba
aquí?
- Tu nombre salió en el
sistema – Respondió Mario, quien ahora examinaba más de cerca la herida.
- Nosotros tenemos los medios
para rastrearte - Respondieron los
trillizos.
- Soy tu médico y utilicé los
recursos que tenía a mi alcance para localizarte. No me disculparé si es lo que
esperas.
- Han sido ustedes los que han
mantenido a Alex al margen…
Ninguno de ellos se apenó o
disculpó, sabían que eran culpables, sabían que habían obrado mal pero nada de
eso les preocupaba.
Me incorporé e intenté ponerme
en pie.
- Si ustedes no le permiten
pasar, entonces yo iré a buscarle.
Jason cerró la puerta de un
solo golpe.
Eran ellos contra mí.
- ¡Ya Basta! – Gritó Bruno.
Cuando él hablaba lo mejor era
quedarse callado y escuchar.
Se acercó me tomó de la mano y
me miró a los ojos.
- ¿Él te hizo esto? – Preguntó
- ¡No! – Todo fue un terrible
accidente y un malentendido, por parte de ustedes.
Les conté la historia, repetí
todo lo que le había dicho a la chica que me entrevistó…
Hacían preguntas repetitivas.
- ¡Basta! No responderé
ninguna pregunta más.
Todos ellos comenzaron a
hablar sin ton ni son.
- César, le llamé pausadamente
pero con una voz firme, tú puedes ver la historia en mi mente, adelante dije,
tienes mi autorización.
Me miró con ojos grandes y expectantes. Se acercó.
Mi cuerpo estaba quebrantado.
Mi mente estaba agotada, entró sin problemas y corroboró la historia.
El ambiente se relajó.
- Atlas me abrazó.
Su cercanía y el olor de su
perfume me recordó los buenos tiempos. Le devolví el abrazo sin reparos.
Después de eso salió por unos
momentos y regresó con Alex a su lado.
Rápidamente corrió a
abrazarme.
- Lo lamento tanto – dijo
no me permitían entrar y ahora…
Le sonreí. En respuesta me
besó como si no hubiera más personas en aquella habitación.
- ¿Qué pasará ahora? – Le
pregunté a Ramsés.
Lo cierto es que conmigo en
aquella situación, ellos tenían el sartén por el mango.
- Ésta es una terrible herida
– Dijo Mario. Necesitamos supervisarte de cerca. Tendríamos que hacerte visitas
durante el día y mantenerte vigilada 24x7, lo que nos lleva a tener que tomar
una decisión. Te mudas con nosotros, nos mudamos contigo o te quedas en el hospital.
Cualquiera que sea tu decisión
sin embargo, es necesario que te suministremos esto. Me mostró su mano con la
inyección que necesitaba, el líquido que mi cuerpo necesitaba para hacer frente
a aquella situación y salir lo más pronto posible.
El rostro de Alex se endureció
sin embargo no soltó mi mano.
Giró su cabeza hacia mí.
- ¿BB?
- Necesito unos momentos a
solas con él, les pedí.
Todos negaron con la cabeza.
¡Vamos! ¡Me lo deben!
Lo dudaron pero salieron
lentamente del cuarto dejando la puerta abierta
Le comenté a grandes rasgos lo
que había sucedido y la causa por la que no le habían permitido entrar.
- Te dije que no sería fácil.
- Y yo te dije que
permanecería a tu lado.
Sonreí apenas.
- El líquido…
- Es necesario – le
interrumpí. Pensé que podría prescindir de él – le dije y le conté los efectos.
- Entonces lo aceptarás.
- Creo que con eso me
recuperaré más rápidamente y entonces podremos regresar a nuestra rutina
- Pero tendrás que continuar…
- Sí, pero será gradual hasta
que no lo necesite.
- Diablos Princess, esas son
cosas que me tienes que compartir.
- Pensé que lo tenía
controlado – reconocí y le abracé.
Él me abrazó en respuesta.
Toda mi gente entró unos
momentos después.
- No querrás ver el proceso,
te sugiero salir – le dije resignada.
Me tomó de la mano y se
acomodó a un lado mío.
- No planeo moverme – dijo de
manera firme.
Todos dudaron por unos
momentos, él había logrado hacerlos temblar.
Mario preparó todo.
- ¿Tendré que sujetarte como
el primer día? – preguntó Atlas en un intento evidente de molestar, pues el
idioma que utilizaba no era el que hablábamos entre Alex y yo.
Respondí con una negativa
moviendo mi cabeza de lado a lado
- Mario, necesito un poco de
privacidad, entiendo que tú debas estar presente pero ¿El resto?
- Yo permaneceré aquí – dijo
Ramsés, el resto deben salir, tu prometido deberá salir también, tampoco es
necesario para el proceso.
Todos le miraron atónitos por
unos momentos y salieron.
Aunque por unos instantes Alex
se negó, lo hizo detrás de ellos. Atlas sostenía la puerta.
Aproveché ese momento.
- Atlas – le llamé y el giró
el rostro hacía mí.
- No le permitas ver mi
sufrimiento.
Me miró dudando por unos
segundos, sin embargo asintió.
Mario inició las curaciones de
mi pierna.
- Sería mejor si introdujeras
primero el líquido en mi cuerpo - dije
refiriéndome a la inyección que no deseaba pero que era necesaria.
Mario la tomó entre sus manos
pero Ramsés lo detuvo.
- No, dijo él.
Había hecho cálculos mentales
como yo los había hecho, al momento de tener aquel líquido en mi cuerpo, podría
ser capaz de realizar una sanación por mi cuenta, era lógico que no lo aceptara
Ramsés.
- El líquido se te brindará solo después de que nos aseguremos
que tu pierna esta sanando correctamente.
- ¡Dioses y Demonios!, azoté
mis manos a mis lados. Excelentemente bien jugado Ramsés – le grite con ojos de
furia.
No se movió ni un centímetro
de donde estaba.
- ¡Me obligarás a tenerlos
cerca de mí cuando lo único que quiero es exactamente lo opuesto!
Él permaneció calmado y Mario
solo era espectador.
- Querías una cacería, una
cacería estás teniendo.
- ¡Esto no es una cacería!
- Tomaré cualquier ventaja
disponible, me conoces.
- Interrumpiré su interesante
charla – dijo Mario.
Me mostró todo el instrumental
listo, algunos frascos con líquidos que no me eran familiares, en fin… Quise
preguntar que eran y si me causarían adicción, pero me reservé las preguntas al
ver el tamaño de la herida de mi muslo, aquello dejaría sin duda una horrible
cicatriz.
La cicatriz debería ser lo que
menos me preocupara en aquel momento, pero la vanidad es una perra.
La necesidad de ser minucioso
de Mario me llevó a límites del dolor que antes no había conocido, intenté
morder la almohada, pero no era suficiente, él no estaba siendo cuidadoso como
en otras ocasiones.
Aún entre mis gritos ahogado
pude distinguir a Alex, Atlas y probablemente los trillizos discutiendo afuera.
Lo lamento cariño, no puedo permitir que me veas
padecer de ésta manera- pensé.
El trabajo de Mario terminó
después de un periodo de tiempo que para mí fue eterno, estaba ahora empapada
en sudor y lo único que deseaba hacer era dormir.
¡Pero nada era tan sencillo
con Ramsés!
Mario salió de ahí con la
charola que contenía los desechos y material utilizado y Ramsés se aseguró de
cerrar la puerta tras él.
Pacientemente esperó a que yo
iniciara la conversación, no muy típico de él.
- ¿Qué quieres de mí?
- Las cosas han cambiado
pequeña… se detuvo en ese momento y me dio la impresión de que como siempre,
algo ocultaba.
- ¿Qué quieres decir?
- Queremos simplemente que
regreses con nosotros. Tu lugar no es a un lado de él, tu lugar no es jugar a
la casita en un lugar alejado de todos nosotros.
Suspiré.
- Mi lugar es y será siempre
donde yo quiera estar, no donde tú quieras que yo esté – pronuncié aquellas
palabras con los dientes apretados.
- ¿Tanto daño te hicimos?
-¿Qué?
- No entiendo tu cambio de
planes tan repentino, yo hubiera pensado que la vida que llevabas con nosotros
estaba bien, quizás no la vida de tus sueños, pero bien o mal no estabas tan
mal, eso siempre lo creí.
Por primera vez estaba viendo
a un Ramsés más honesto.
¡Dioses y Demonios! Odiaba que
con simples palabras lograra derribar mis bien construidas defensas. Cambiar el
tema era lo que tenía que hacer ¡Pero ya!
- Quiero saber cuáles son tus
planes para los siguientes días, evidentemente se pegarán a mi como sanguijuelas.
Detectó de inmediato el cambio
de rumbo en la conversación y de mala gana lo aceptó.
No podía creer que hubiera
ganado ésta partida, pero claro, con ellos nada es gratuito.
- Vigilancia 24X7, en tu casa
o aquí, las condiciones continúan siendo las mismas. No las cambiaré y si por
alguna razón te niegas…
Le interrumpí, no tenía caso
discutir, no conmigo en aquellas condiciones, no cuando tenían algo que
necesitaba.
- Estoy dispuesta a negociar
condiciones equitativas para que todo se lleve a cabo en mi casa – dije.
- No estás en posición…
- ¡Sí que lo estoy! Es una
oferta por tiempo limitado, mi paciencia también está llegando a mis límites,
sé que puedo encontrar la manera de sobrevivir, tardaré pero lo conseguiré,
ahora o comenzamos a negociar o todos ustedes sacan sus malditos traseros por
donde los trajeron.
- ¡En tus condiciones podría
llevarte sin problemas ahora mismo!
- ¡Si quisieras ya lo hubieras
hecho! Existe algo que no me estás diciendo y hasta que no tengas el valor de
hacerlo no voy a ceder tan fácilmente.
En ese momento la puerta se
abrió de golpe.
Sonreí ampliamente cuando
observé a mi apuesto acompañante ser el primero en la línea cuando la puerta se
abrió.
Se acercó a grandes pasos
hasta a mí y les obligó a salir.
- Ella es mi prometida,
necesita estar en paz y descansada y lo que están haciendo es justo lo opuesto,
así que saldrán hasta que decidan mantener un ambiente tranquilo.
“Ellos no pueden tocarte”.
Recordó esa frase y la utilizó a su favor, a empujones los sacó aprovechando la
situación.
Quedamos solos.
- ¿Qué ha sucedido?
Le detallé todo y suspiró.
- Lo cierto es que yo estaré
ocupado gran parte del día y ellos te
pueden brindar el cuidado que yo no
puedo.
- ¿Me estás diciendo que estás
de acuerdo?
No daba crédito a aquello.
- Uno por día y no te quiero
cerca de Atlas o alguno de los Trillizos.
Ese era su lado celoso pero no
lo culpaba.
- Lo más importante es tu
salud.
Respiré un tanto aliviada pues
no quería otra discusión más y menos con él.
- Iré afuera a decirles mis
condiciones, ya no estás sola.
Besó mi frente.
Tras de él quedé con una
sonrisa en el rosto. Diablos lo que fuera que Mario hubiese aplicado estaba
haciendo efecto pues me perdí en un profundo sueño.
CONTINUARÁ....
No hay comentarios.:
Publicar un comentario