Inicié la semana de mi cumpleaños de una excelente manera, ¡H
Me miré en
el espejo del baño y le dije a mi reflejo que tenía un corazón enorme que no me
cabía en el pecho y que por supuesto no era coherente con mi tamaño, después de
haber soportado aquello merecía un premio, o la canonización, recibiría
gustosamente cualquiera de las dos. Recuerdo perfectamente el sabor de mi bilis
subiendo por mi garganta cuando entramos al hospital y no habiendo marcha atrás
me recordé hacer lo mejor de mí, Atlas contaba con migo y no era el momento de
acobardarse, romper promesas y dejarle
solo.
Atlas no me soltó de la mano ni una sola vez,
al llegar a su cuarto les di privacidad
antes de la operación, esperando en la antesala del cuarto donde estaba ella,
llena de frustración la escuché jugar su papel de damisela en peligro con una
habilidad impresionante.
- Estoy
muerta de miedo Atlas.
- Tranquila,
recuerda que entre más tranquila te encuentres será más sencillo para tu cuerpo
procesar todo esto, y sufrirá menos– él respondía como su caballero al rescate.
No me extraña ni un poco que ella hubiese casis suplicado por su presencia ahí.
Voltee los
ojos solo para mí ante aquel pensamiento.
- Te
agradezco que estés aquí, no sé qué habría hecho sin ti – Moqueó un poco para
darle más realismo a sus palabras, quiero pensar,
- Tú
únicamente concéntrate en relajarte y salir bien de ésta – le dijo él.
- Abrázame.
Grrrrrrrr.
Hubo un
silencio aterrador, tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no irrumpir
en aquella habitación cual Hulk en plena transformación. Para mi fortuna (y la
de ellos) el doctor que ejecutaría la operación entró en esos momentos y les
explicó a ambos los detalles de la operación, enfatizando la expectativa de
éxito así como les explico que el fracaso de la misma era una
milésima parte necesaria de señalar, pero muy remota de esperar, hasta donde
entendí era una operación considerada más que rutinaria. Le pidió hablar con
Atlas unos momentos fuera donde además pude escuchar perfectamente todo lo que hablaron.
- Aunque
durante la operación no se espera ningún riesgo, ella se encuentra muy
nerviosa, ojala pueda tranquilizarla, entre más relajada entre, mejor será para
ella.
Atlas
asintió - haré lo que pueda – confirmó finalmente.
Las
enfermeras estarán aquí por ella en 30 minutos, haga lo mejor que pueda, le dijo el doctor.
Me miró
- Haz lo
que tengas que hacer, dije encogiéndome de hombros intentando disimular el
volcán de furia interna que estaba explotando dentro de mí.
Él Entró en
aquella habitación y después de unos instantes en total silencio que me mataba,
me asomé un poco, él la tenía abrazada
sentada en sus piernas, ella lloraba inconsolable.
¡Maldita
oportunista! ¡Él es mío!
Regresé a
mi asiento a rumiar mi coraje
Tú te lo buscaste - calla no es el momento- le dije enfáticamente y con
los dientes apretados a loca de la casa.
¡Querías ser la Madre Teresa de Calcuta y eso te condujo
hasta aquí!
Decidí bajar a buscar un café a fin de acallar las
voces de mi cabeza que resonaban sin cesa, siendo lo único que obtuve un
horroroso café de la cafetería de aquel lugar ¿Acaso no tienen piedad de las
personas que tienen enferma a su gente?
El café es horrorosísimo. Durante mi trayecto regreso pude observar muchas
caras de preocupación, personas abrazadas y consolándose mutuamente, caras
llorosas e hinchadas por el llanto,
algunas rostros mirando al vacío con las manos juntas en el regazo,
algunas otras dando palabras de ánimo es solo un bache vamos a salir, ánimo, estoy
orgullosa de ti, tú puedes.
Una oleada
de culpabilidad atravesó mi cuerpo como mil alfileres helados, en aquella
habitación únicamente estaba Atlas con ella, sí, es cierto, pero él solo
estaba ahí, porque ella se lo había solicitado, nadie más había ido a echarle porras, nadie estaba ahí para
sostener su mano.
Ella estaba
sola.
No sé qué
haría yo sin las manos curativas de mi mamá o la fuerza de mi papá que me
sostiene a cada paso.
De una
manera brutal las palabras de Altas llegaron a mi como una ola y se estrellaron
en mi rostro comprendiendo así un poco más toda aquella situación, detuve mi
paso unos instantes para reflexionar aún más aquella revelación.
JA JA JA JA
Escuche a
la loca de la casa dentro de mi cabeza.
Después de todo las intenciones de Atlas son puras
¿Cierto?
Eres
odiosa, tú conoces todas las respuestas, deberías anticiparme cosas así.
¿Qué caso tendría? Es más divertido verte descubrirlo
por ti misma.
Odiosa,
eres una odiosa.
En mi
camino me crucé por la zona de cuneros, los bebés siempre me dan tranquilidad,
ver como duermen de manera tan
apacibles, con el corazón y alma en completa tranquilidad, nada en la vida les
preocupa pero al mismo tiempo son tan vulnerables, es una delicia, de haber
podido hubiese pedido sostener uno en mis brazos para inhalar su aroma,
fundirme en aquella escena de tranquilidad y felicidad, llenarlo de besos y
acariciar su perfecta piel. Me pregunto cómo luciría un hijo con los genes de
Atlas y míos, ¿cuáles serían los dominantes? ¿Sería hermoso o hermosa?
Fue Atlas
quién me sacó de mi ensoñación con un beso en la mejilla.
- ¡Te
encontré! ¿Quieres uno de esos? Puedo ayudarte dijo al tiempo que rodeaba mi
cintura con sus brazos y se ubicaba a mis espaldas.
- ¿Lo
robarías para mí? Eso es delito, en caso de que no lo sepas, le dije dando un
par de palmaditas sobre sus manos cerradas en mi cintura.
- Lo sé tan
bien como sé que yo podría ayudar con esa maravillosa obra de Dios.
- ¿Ahora
eres creyente?
- A mi
manera.
- En su
momento decidiremos que hacer, dije, sorprendiéndome de pensar en tiempo futuro
con él.
- Yo quiero
un montón – dijo - entre más mejor.
Sonreí. -
¿Cuánto tiempo tomará la operación?
- Un par de
horas.
- Vayamos a
esperar dije, para eso estamos aquí.
Me tomó de
la mano y nos condujo por aquel laberinto de pasillos hasta la sala de espera
del quirófano. Nos sentamos en aquellos sillones, él se cruzó de brazos
apoyándose sobre mi hombro que no estaba lastimado, cerró sus ojos.
- Eres una
almohada cómoda.
- ¡Me
alegra saberlo! Acaricié la cabeza y le di un pequeño beso en la coronilla.
-¿Te duele
el hombro?
- Nada que
no pueda soportar.
- Referente
a tú y yo viajando éste fin de semana, me temo mucho que no podremos ir…
Le
interrumpí de inmediato -No importa dije restándole importancia al asunto,
realmente no esperaba que los muchachos me dieran permiso, después de todo tu y
yo, solos…
- Patea
traseros impaciente… Deseo que la edad traiga consigo felicidad y paciencia
para ti – dijo- no podremos ir a la playa, en lugar de eso tengo una nueva
propuesta para ti: Ese cantante al que llamas el amor de tu vida despreocupada
y descaradamente frente a mí, viene a la capital a dar un concierto justo este
fin de semana, no es que no lo supieras, solo me preguntaba si quisieras ira
allá en lugar de ir a la playa – sacó de su bolsillo trasero un par de boletos
y me los mostró - a ese concierto al cual ni siquiera contemple en asistir por
los costos que implicarían.
-
¿Queeeeeee? ¿Me llevarás a ver al amor de mi vida?
El rio
fuertemente.
- ¡Claro
que acepto! Tomé los boletos y brinqué de felicidad.
-Los
muchachos están de acuerdo en que viajemos desde un día antes para vagabundear
por ahí si tu accedes, es como el regalo de cumpleaños que no se atreven a
entregarte personalmente pero que se mueren por darte.
- Wow, supongo
que soy muy cerrada de mente,
honestamente esperaba que tuviésemos que irnos a escondidas o algo similar, no
esperaba que ellos accedieran de tan buena manera.
-
¿Quisieras hacer un escape a lo James Bond?
- Ja ja,
creo que siempre es mejor que sea por las buenas, pero sería interesante vivir
esa emoción.
- No nos
salvaremos de que “hablen con nosotros”, pero creo que es la menor de nuestras
preocupaciones.
- Me
pregunto que querrán decirnos… - siendo mi tono de un sarcasmo
total.
- Esperemos
que llegue ese día. No nos apresuremos.
- Creo
entonces que esto es como mi regalo – dije en voz alta y señalando los boletos.
Me olvidaré de mi petición entonces.
La cirugía terminó antes de lo
planeado, el doctor se acercó a Atlas comentando que todo aquello había
resultado un éxito, que corrigió algunas cosas que posiblemente estaban dañadas
por herencia (¿Me pregunto si acaso aquello es posible?!), además confirmó que
la trasladarían a la habitación apenas se hubiese recuperado, por lo que
podríamos esperar ahí.
Atlas requirió bajar a arreglar
algunas cosas en recepción y el universo, karma o Dios me traicionaron siendo
ese justo momento que la trasladaron a la habitación, siendo yo la única
persona que estaba ahí para recibirla, si algo me ha enseñado mi madre es que
debo estar pendiente de lo que hacen o dejan de hacer las enfermeras, ¡nunca
está de más! Por lo que estuve en primera fila haciendo y deshaciendo por así
decirlo ¡no iba a pasar algo durante mi guardia! tomé la batuta de aquello.
Dijeron que regresarían a revisar signos y medicamentos más tarde.
Evidentemente no era la persona que
esperaba encontrarse en aquel lugar, en aquellas condiciones…
- ¿Necesitas algo? – pregunté muy
amablemente y sonriendo.
Ella negó con la cabeza, volteó a
ver la mesita de noche, se estiró para
alcanzar el agua la cual casi fue derramada pues ella aún se encontraba en
recuperación de aquella intervención.
- Permíteme – dije- sirviendo un
poco y ayudándole a tomarla. Aquello no me quitaría o daría nada además de que
no le quedaba mucha opción pero aun así mostró un poco de resistencia ante
aquel acto.
- ¿Mas?
Ella asintió y repetimos la acción –
siendo honestos aquello no me molestaba en lo absoluto
- Tu eres BB ¿Cierto?, la novia de
Atlas.
Asentí con la cabeza.
- ¿Sabes? dijo ella, quiero
disculparme contigo por aquel mal rato que tuviste que pasar por mi causa,
realmente de haber sabido que la razón por la
que Atlas rechazó todas mis llamadas eras tú, jamás hubiese llegado tan
lejos, no soy ese tipo de mujer.
Calla, dije mentalmente, sé de sobra
que te encanta jugar a lo de damisela en peligro, no tengo por qué continuar
escuchando. Miré el reloj preguntando cuánto tiempo más le demoraría a Atlas
llegar, no es que estuviera disfrutando particularmente aquello.
- Sin embargo quiero agradecerte –
dijo tomándome por sorpresa, cuentas con mi agradecimiento eterno, dijo, sé que
estas al tanto de mi situación y sabrás por propia experiencia que Atlas es
alguien en quien puedes confiar completamente a ciegas, y dado que mi familia
me abandonó al nacer, no podía recurrir a nadie más. Gracias infinitas por
permitirle estar aquí, tomó mi mano y por primera vez vi una mirada sincera en
ella dejándome desarmada completamente.
- Recupérate – dije.
- No los molestaré mas, dijo ella.
Si algún dia puedo regresarte la cortesía, pídelo y te ayudaré.
- Espero
que no sea necesario, dije, pero gracias.
Atlas
irrumpió a la habitación en aquel momento, y nos miró un poco contrariado.
- ¿Sucede
algo?
- Nada,
dije caminando hacia la salida. Me ubiqué en la pequeña salita de aquella
habitación saqué el libro que me encontraba leyendo en esos momentos y me perdí
por unos momentos que se convirtieron en horas. Cuando regresé a la realidad
Atlas me invitó a comer.
- ¿Puedes
llevarme a casa? Quiero descansar un poco.
El asintió.
- Regresa
después con ella dije, no me molestaré si estas ocupado, ella te necesita
ahora.
- Mañana
saldrá del hospital – señaló - cerca de medio día. La llevamos a su casa donde
ya estará el equipo preparado para atenderle.
- Tampoco
quiero que te deshagas de ella como si fuera la peste.
- Lo haré
de esa manera por qué es lo mejor para ambos.
Me sentía realmente cansada, aquella
vida me conduciría a una muerte prematura.
Recostada sobre mi cómoda cama y
después de haber eliminado el olor a hospital con un buen baño, escuché
que llegaron varios mensajes a mi celular, al revisarlos vi que eran del grupo
que habían creado los trillizos para asuntos relacionados con el trabajo solo
que estos mensajes eran preguntando ¿Qué podrían regalarme de cumpleaños? No
estoy acostumbrada a pedir, por lo que resultó difícil para mí el pensar en
algo, los dejé en visto dado mi incapacidad de brindarles una respuesta que no
me hiciera sentir incómoda, después de discutir un poco y sin llegar a nada,
acordamos que al día siguiente me acompañarían a elegir mi vestuario de
cumpleaños, siendo ellos quienes cuentan con medios, recursos y contactos,
aunque aclaré que yo pagaría y que tenía un presupuesto asignado.
Atlas preguntó si quería salir a
cenar o preferiría algo en casa y honestamente dado ya tenía el pijama puesto y que no quería cambiarme, le respondí que algo en
casa estaría bien.
Llegó con la cena un par de horas
después cuando pensé que ya no llegaría, nos sentamos en la sala a comer con
los dedos como me gusta y a ver ninguna película en especial.
Se acomodó en el sofá quedando
perdidamente dormido después de tan solo unos minutos, supongo que estaría más
que agotado. Le coloqué una frazada y le dejé ahí, honestamente me hubiese
gustado quedarme a su lado, pero de esa manera descansaría mejor.
A la mañana siguiente pasaban las 10
AM y el continuaba en brazos de morfea
(ja) me preguntaba con quién soñaría.
Atendiendo al dicho de mi abuela “Primero los dientes que mis parientes”
comencé a preparar unos deliciosos Hot Cakes siendo el olor de aquel desayuno
lo que condujo a mi amado nuevamente a mis brazos. Se acomodó en la mesa del
comedor con los ojos aun hinchados por la siesta y preguntando qué hora era.
-¡Jamás había dormido tan tarde!
Subiré a darme una ducha rápida y regresaré a devorarme 100 de estos, dijo al
tiempo que tomaba uno y lo introducía por completo a su boca esa boca de
tentación, me dije a mi misma, deseo que ahora mismo se encuentre devorando mis
pechos como lo hace con esos alimentos…. Moví la cabeza para despejar esos
pecaminosos pensamientos.
10 minutos después estaba ahí el
Atlas limpio y perfumado que yo conozco. Haré una pausa de aclaración… Ni yo
misma sé en cual habitación tomó aquel baño y/o de quien era la ropa interior
que usaba únicamente dejando el resto de su cuerpo desnudo, llevaba una toalla
en el cuello cual boxeador en pleno calentamiento, cuando la única que estaba
poniéndose caliente ahí era yo.
Tomó un plato cualquiera y comenzó a
servirse por el mismo. Apenas pude quitarle mis lascivos ojos de encima para
poder ofrecerle un poco de café.
- Muy Caliente – escuché que decía.
- ¿Perdón?
- Quiero mi café, muy caliente,
sonrió maliciosamente.
- Yo quiero saltarte encima, pero
nadie obtiene todo lo que quiere ¿Cierto?
- Me gusta andar desnudo después de
tomar un baño –afirmó – le da oportunidad a mi cuerpo de ventilarse
adecuadamente.
- ¡Es la casa de los muchachos!
- Me vestiré antes de que lleguen, o
antes si te disgusta.
- ¡¡¡Me encanta!!!- le grité – ese
es el problema.
Sonrió y puso de pie en dirección a
la planta alta. Me dejó ahí con sofocos. De manera inesperada llegaron los
muchachos. ¡Uf! justo a tiempo pensé y apuesto que Atlas pensó lo mismo cuando
llegó nuevamente y los vio sentados a la mesa.
- ¿Llegamos justo para el desayuno?
– Preguntó Mario al tiempo que supervisaba mi brazo. Asumo que te sientes mucho
mejor.
Asentí poniendo manos a la obra
preparando más Hot Cakes ya que ellos 5 parecieran que jamás hubiesen comido en
la vida, calculo que entre todos ellos
se acabaron alrededor de 80 de aquellas, modestia aparte, delicias dejándome exhausta, sentí un mayor
aprecio por las cocineras en el mundo.
Una vez que la sobremesa comenzó nos
pidieron pasar al estudio.
- BB, Atlas, solo diremos una cosa –
afirmó Bruno. Son adultos, y aun cuando quisiéramos dejarte encerrada en una
mazmorra con un cinturón de castidad, la literatura nos indica que el príncipe
siempre logra reunirse con la princesa, entonces solo diremos: sean cuidadosos, disfruten de éstas vacaciones y
regresen con bien.
- Relacionado a tu onomástico, nos
gustaría llevar a cabo una ceremonia de cumpleaños, te preguntarás a que me
refiero – dijo Jason – La base de toda nuestra organización es la energía, por
lo que en ésta ceremonia lo que hacemos es ayudar a tu energía a cerrar un ciclo
que termina y abrir el siguiente. Estudiamos y te ayudamos a entender los
números que te tocan vivir éste año y el ciclo que estas cerrando.
- ¡Me anoto! – exclamé sin ninguna
duda, a éstas alturas sabía lo que podían hacer, las maravillas que ellos obraban
en tema de energía, por supuesto que no me negaría a tal experiencia.
- La realizaremos el día de tu
cumpleaños por la mañana, lo que te dará tiempo más que suficiente de festejar
por la tarde.
Afirmé con la cabeza.
- Como
sabes no somos muy buenos en los festejos o regalos de los mismos, ¿Qué te
gustaría recibir de regalo? – preguntó Mario.
- Sería ingrato de mi parte
solicitar un regalo adicional después de todo lo que me han dado hasta ahora,
tanto económicamente como en enseñanzas.
- Nos gustaría transmitirte, sin
embargo, que fueron muchos años lejos de ti, y aun cuando consideres que te
estamos mal criando, para nosotros es apenas como si nos estuviésemos poniendo al corriente.
-¿Puedo entonces, solicitar lo que
sea?
- Siempre y cuando éste en nuestras
manos, lo tendrás.
- ¿Pueden traer a Ramsés?
Se miraron entre ellos, anticipo una
negativa como respuesta pero después de hacer mi petición no tenía nada por
perder.
- No tienes idea de cuánto nos
gustaría poder complacerte…
Sonreí – no haré más preguntas como
lo prometí, no perdía nada con
intentarlo.
- Mi recámara es un poco… bueno no
es mi estilo, me gustaría tener un escritorio, pintarla, re-decorarla, creo que
eso puede ser un buen regalo de cumple.
- Eso sería como parte de nuestras
obligaciones – dijo César. Piensa en otra cosa.
-
Ustedes sí que me lo ponen difícil, nunca he anhelado nada en específico y
ustedes me han dado más de lo que necesito ¿Puedo pensarlo les confirmo en los siguientes días?
Se miraron entre ellos afirmando
ante mi petición.
- Este día iremos a cenar juntos,
asegúrense de estar a las 8 en punto en el restaurant XXXXXX.
- Atlas asintió.
Todos ellos se retiraron a sus
habitaciones y Atlas limpió todo el
desastre que yo había dejado tras de mí en la cocina. Al terminar se reunió con
migo en la sala mientras estaba yo recostada viendo nada en específico en la
televisión.
Ve solo con Laura – dije- no tengo nada más que hacer ahí, los
trillizos están por llegar, me llevarán a comprar un vestido para mi cumple así
que antes de la hora de la cena dedícame una llamada para saber dónde reunirnos
y llegar a tiempo con los muchachos.
- Yo podría
acompañarte en tus compras.
- Tú tienes
otras ocupaciones, permíteme distraerme de ésta manera.
Justo en
ese momento los trillizos llegaron, todos ellos salidos de portada de revista y
yo, tan normal como siempre, me sentí mal por ni siquiera pasarme el cepillo
por el cabello, pero asumí que sería una salida regular. Ellos no hicieron
ningún comentario al respecto y solo subí por mis cosas, no niego que intenté
hacer algo por mi apariencia, pero no estaba muy de humor por lo que oculté
cualquier imperfección tras unas gafas negras.
Cuando bajé
las escaleras me encontré sumergida en un incómodo silencio. Atlas se puso de
pie y me brindó un beso de los que quitan el aliento ¡además de los calzones!
Los cinco
salimos de la casa siendo Atlas quién se encargó de cerrar la puerta del coche
al que me subí, bajé la ventanilla para despedirme cómodamente, él dio un par
de golpecitos al carro, indicando con esto que podíamos partir.
- A él no
le gusta que salgas con nosotros – Señaló el Rubio.
- Sus
razones tendrá – les dije. Ustedes son mis mejores proveedores de lo que
necesito así que por el momento todos podemos hacer una excepción.
- Yo sé lo
que quiero regalarte – dijo el Rubio.
-¿Qué será?
– preguntando y anticipando que sería una barbaridad como todo lo que sable de
aquella boca.
- Una noche
de sexo salvaje sin descanso hasta que tengamos que hacer una pausa para
hidratarnos.
Le di un
golpe en el hombro ¿Te preguntas la razón que Atlas se molesta por que salgo
con ustedes?
- Su fama
de ser excelente en la cama es muy amplia, si algún día quisieras probar, te
podrías llevar alguna sorpresa – me señaló el Moreno. Debes probar más menús
antes de decidir que Atlas es lo que deseas para el resto de tu vida.
Quería
moverme de aquel tema de inmediato, ellos son muy liberarles tocando éstos
temas, pero a mi aún me resultaban incómodos.
- Guardaré
tu propuesta para cuando realmente esté necesitada y falta de un macho que
sacie mis necesidades.
Todos ellos
rieron fuertemente.
- Yo me
anoto de segundo en tu lista, puedo llevar un par de amigos para hacerte muy
feliz.
- ¡Por Dios! ¿Cómo es que siempre terminamos
hablando de lo mismo? Sexo, Sexo, Sexo.
- ¡Tú eres
una puritana!
- Quizás
soy normal y ustedes son los anormales
-¿Qué es la
normalidad?- Preguntó el pelirrojo.
Llegamos a
una plaza comercial donde me ayudarían a comprar el vestido que quería, aun
cuando no era la más económica de la ciudad, posiblemente podría arreglármelas
y quedar dentro de mi presupuesto.
- Busque
durante quizás una media hora y elegí lo
que metería al probador. Nada me convenció al final. Tocaron a mi puerta y
abrí para averiguar quién me interrumpía,
siendo una de las ayudantes de la tienda quién se acercó a indicarme que los
caballeros que esperaban afuera, le habían solicitado llevarme más prendas y que esperaban les mostrara cada una de ellas,
pasó al vestidor llevando un “porta prendas” con rueditas y toda la cosa con la
ropa que me enviaron, me dejó ahí no sin antes preguntar si deseaba que se
llevara algo, respiré profundo y le entregué algunas prendas que yo había
elegido.
Estaba ahí
yo en interiores, viendo la montaña de ropa que me habían llevado, comencé a
pasar prenda por prenda, al fin elegí un vestido con falda amplia, floreado en
tonos morados, blanco y verdes, algo que no hubiese elegido por mí misma,
siendo una sorpresa para mí, lo bien que me quedaba aquello, inhalé profundo y
salí.
Uno de
ellos estaba sentado en el suelo recargado en la pared y con las piernas
estiradas, a un lado otro de ellos
estaba de pie recargado en la pared y con las manos en el bolsillo, del otro
lado el moreno estaba recargado sobre su brazo y checando su cel, siendo el Rubio
quien primero notó mi presencia, le
comentó a sus hermanos.
- Me queda
bien – dije – aun cuando no es mi estilo.
- No tiene
que serlo, lo importante es que te haga ver di-vi-na – dijo el Moreno.
- Yo
preferiría algo que me gustara, algo práctico y lindo, di una vuelta rápida y
regresé al probador dando inicio de aquella manera un desfile donde les
presenté los modelos que habían elegido para mí, adivino que armamos un
espectáculo pues muchas miradas se posaban en la energía con la que aplaudían o
alababan ciertos atuendos. Cuando por fin terminamos, reconocí que eso de ser
modelo no era un trabajo sencillo, estaba cansada.
El trillizo
moreno quitó algunas prendas solicitándole a la señora que nos atendía empacar el
resto, con moños y toda la cosa, considéralos nuestro regalo de cumpleaños,
sonrieron todos ellos.
-¡Son
insufribles! No necesito tanta ropa.
- Ahora que
trabajas para nosotros, la necesitarás, y que mejor oportunidad que ésta,
acéptalo como tu regalo de cumpleaños.
Intenté sin
éxito interceptar a aquella señora para decirle que cancelara aquella barbarie
pero el trillizo Rubio me detuvo al paso, acercándome hacia él en un abrazo más
que acogedor, rodeando mi cuerpo con solo uno de sus brazos.
- Estas
rodeada de caballeros pequeña, caballeros que se hartarán de tus negativas y
terminarán por dejar de tener cortesías contigo ¿Es eso lo que buscas? No te
dolerá dar las gracias y quizá agregar un poco más de accesorios a todo esto.
- ¡Accesorios!
– Gritó el Moreno, debemos añadir algunos – ahora vuelvo.
Voltee los
ojos hacia arriba. El pelirrojo se unió
al abrazo envolviendo mi cuerpo desde mi espalda y abrazando a su hermano
también.
- ¿Se
imaginan? …
Me deshice
de ambos.
Ellos
rieron fuertemente, diciendo al tiempo – Ven - comamos algo.
Revisé mi celular, no tenía mensajes
importantes, por lo que accedí a ir con ellos. Llegamos a un restaurant Italiano
de la misma plaza que honestamente me cautivó y espero que Atlas y yo pronto
regresemos pronto ahí. De entrada colocan un pequeño plato con aceite de oliva
y finas hierbas marinadas en él, así como un leve toque de vinagre balsámico,
el cual nos acompañaron con una canasta de pan artesanal con toques de Parmesano
y/o ajo, de esto último no estoy tan segura pues mi paladar no es tan educado.

- Este es uno de mis lugares
favoritos dijo el Pelirrojo, puedes invitarme a éste lugar las veces que
quieras, jamás me cansaría.
- Lo tendré en mente.
La comida pasó más bien sin ninguna novedad o contratiempo, ellos
bromeaban mucho entre sí, es una suerte para ellos que no hubiesen sido separados
al nacer, o en algún punto, como dijo Atlas, son los mejores amigos y sus
peores enemigos. No me percaté de lo fijo que les miraba sino hasta que ellos
se quedaron viéndome fijamente también.
- ¿Acaso tenemos algo en la cara? – Preguntó
el moreno
- Ahora que lo mencionas…. De
inmediato todos comenzaron a limpiarse y no pude hacer nada mejor que reírme.
- ¿Postre?
- No por esta ocasión, ya que aún me
queda una cena con los muchachos y quiero tener espacio suficiente para no herir
sus sentimientos.
- Bien – Dijo el Rubio y le hizo una
seña a la mesera que nos atendió para que nos llevara la cuenta.
- Sé que será inútil solicitarlo,
pero al menos ¿Puedo pagar la cuenta?
El Rubio negó con la cabeza. – Lo que
podemos hacer discutir referente al favor que aún nos debes.
- Adelante, dije, soy toda oídos.
- Yo aún no tengo nada en mente –
Confirmó el moreno.
El Rubio y el Pelirrojo se miraron
entre ellos adelantándose al tiempo un poco en su asiento apoyando sus codos
sobre la mesa.
- Nosotros queremos una cita.
- Eso quedó descartado – confirmé.
- Negativo – dijo el Rubio, un favor
es un favor, ¿Puedes salir en una cita con nosotros, por favor?
- ¿Desean acaso perder todos los
dientes? Atlas jamás lo aprobará.
- ¿Qué es lo que no aprobaré? Dijo
una voz a mis espaldas.
Al girar mi vista de antemano sabía
que Atlas era quién estaba ahí, se inclinó y me dio un beso como saludo. Sonreí
como una tonta después de que hizo aquello.
- Nada- dije- nada importante.
- ¿Terminaron sus compras?
- Toneladas de ropa y accesorios
como me gusta – señaló el moreno.
- Espero que hayas dejado un poco de
espacio para la cena.
Asentí con la cabeza.
- ¿Se comportaron todos ellos como
unos caballeros?
- Claro – me apresuré a responder. Creo
que te tienen miedo, le dije por lo bajo pero con el volumen suficiente para
que ellos me escucharan también. Por supuesto comenzaron sus quejas pues su
orgullo se sintió herido.
- ¿Miedo? – Detectas miedo en nosotros
– Preguntó dramáticamente el Moreno.
- Sí –respondí entre risas.
Atlas rio profundamente ante aquella
situación, me tendió la mano para que me pusiera de pie.
- Ellos
sabrían si deben temerme, pero no creo que hoy sea el caso. Si no les molesta
desde aquí me encargaré de ella.
Ellos asintieron
- Fue un placer BB, repitamos esto alguna
otra ocasión – Dijo el Pelirrojo levantando su vaso en mi dirección.
- No sean tan avariciosos –Dijo Atlas
quién me condujo hasta la puerta de salida tomándome por la cintura.
- Caminemos, dije, habrá que hacer
espacio para la siguiente comilona- reí un poco.
Pasó su brazo sobre mis hombros, era
una delicia disfrutar de aquellos abrazos, su aroma, todo él era una clara
invitación al pecado y la lujuria sin límites debo reconocerlo, fui consciente además
de todas las miradas que captaba a su paso, pero él, solo tenía ojos para mí.
- He de reconocer que me siento un
poco celoso.
- ¿Eh?
- Sí, los trillizos te han hecho un
montón de regalos y tú me has limitado en ese aspecto.
Aquí
vamos nuevamente, pensé.
- Si eso es lo que piensas, estas
muy equivocado, no es que me sentara en mis laureles y aceptara esos costosos
regalos, pero ustedes, aghhhhh, además de que no aceptan un no por respuesta, fuerzan
todo para que sea lo que ustedes dicen, eso también es frustrante. Además
Atlas, ya gastarás un montón de dinero con el viaje, sin contar los boletos que
son caros de por sí, puedo apostar que no aceptarás nada en pago por todo ello
¿o sí?
- Si me lo permitieras, yo podría el
mundo a tus pies.
- No lo estoy permitiendo pero
tampoco veo que te inmutes por ello.
Continuamos nuestra caminata, viendo
aparadores.
- ¿Qué prefieres cuando de joyas se
trata? Preguntó.
- No, no, no caeré en tus juegos
Atlas, no afirmaré ni negaré nada, pues ya veo tus negras intenciones.
- Estoy siendo una víctima- dijo él.
Tendré que elegir…
- Nada, no elegirás nada, si acaso
llego a recibir una joya por regalo, yo misma iré a la tienda y devolveré la
pieza, me encargaré de hacer tal alboroto que nunca jamás querrán tenerte como
cliente.
- Existen muchas joyerías en el
mundo.
- Tienes que prometerlo, dije en una
súplica.
- Ok, ok, por ésta ocasión lo
prometeré.
Espera aquí dije. Corrí a comprar un
libro que vi de re-ojo al pasar. Cuando
regresé con él me miró con cierta curiosidad y ojos profundos.
Le mostré el libro. Es la continuación del
libro que estoy leyendo, dije.
- Y ¿Cuál es
la causa por la que tuve que esperar aquí?
- Si tú
ibas lo ibas terminar pagando.
- ¿Y? me
miró realmente intrigado.
- Quiero
comprar cosas por mí misma – nuevamente sentí esa necesidad imperiosa de
contarle toda la verdad, la cual sabía era influenciada por su manejo de energía-
Si alguna vez me marcho, no llevaré con migo nada que me hayan regalado, dejaré
atrás todo cargando con migo únicamente lo que yo hubiese comprado y lo que
llevaba puesto el día que llegué con ustedes. Soy una persona muy apegada a mis
pertenencias, por lo que no quiero tener que lamentarme de dejar atrás algo que
no comprara yo.
- ¿Entonces
dejarás a pánfilo atrás?
- No,
contesté rápidamente. Es un regalo.
- Todo lo
demás es un regalo también.
- Ese oso
no es algo costoso – reconocí finalmente.
Me miró a
los ojos y observé claramente que no entendía lo que le decía.
- Si alguna
vez sucede eso, me refiero a que te vayas – lo meditó corrigiendo – Si permito
que te vayas, iré yo mismo a dejarte todas tus cosas.
- Si es que sabes dónde estoy, dije,
porque siempre está la posibilidad de que escape de ti como aquel primer día,
dije riéndome burlonamente.
- Estoy de acuerdo, posibilidades
habrá muchas, como la posibilidad de que jamás te vayas de nuestro lado. Esperemos
ver el desarrollo de ésta, tú vida la cual somos muchos los interesados en ella.
Esa batalla la tenía perdida incluso
antes de comenzar, por lo que decidí terminarla por lo sano.
- Vayamos con los muchachos, dije,
no quiero llegar tarde.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario