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jueves, 13 de octubre de 2016

26. “ Life is Beautiful”



Inicié la semana de mi cumpleaños de una excelente manera, ¡Hhabía recibido el primero comentario en mi Blog la noche anterior, extrañamente eso me hacía muy feliz! Era un simple “Nice History, so far”  Lo firmaba una sencilla letra “A”, esta acción derritió mi  corazón e hizo olvidar casi por completo la visita al hospital necesaria para cerrar el tema con Laura.
Me miré en el espejo del baño y le dije a mi reflejo que tenía un corazón enorme que no me cabía en el pecho y que por supuesto no era coherente con mi tamaño, después de haber soportado aquello merecía un premio, o la canonización, recibiría gustosamente cualquiera de las dos. Recuerdo perfectamente el sabor de mi bilis subiendo por mi garganta cuando entramos al hospital y no habiendo marcha atrás me recordé hacer lo mejor de mí, Atlas contaba con migo y no era el momento de acobardarse,  romper promesas y dejarle solo.
 Atlas no me soltó de la mano ni una sola vez, al llegar  a su cuarto les di privacidad antes de la operación, esperando en la antesala del cuarto donde estaba ella, llena de frustración la escuché jugar su papel de damisela en peligro con una habilidad impresionante.
- Estoy muerta de miedo Atlas.
- Tranquila, recuerda que entre más tranquila te encuentres será más sencillo para tu cuerpo procesar todo esto, y sufrirá menos– él respondía como su caballero al rescate. No me extraña ni un poco que ella hubiese casis suplicado por su presencia ahí.
Voltee los ojos solo para mí ante aquel pensamiento.
- Te agradezco que estés aquí, no sé qué habría hecho sin ti – Moqueó un poco para darle más realismo a sus palabras, quiero pensar,
- Tú únicamente concéntrate en relajarte y salir bien de ésta – le dijo él.
- Abrázame.
Grrrrrrrr.
Hubo un silencio aterrador, tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no irrumpir en aquella habitación cual Hulk en plena transformación. Para mi fortuna (y la de ellos) el doctor que ejecutaría la operación entró en esos momentos y les explicó a ambos los detalles de la operación, enfatizando la expectativa de éxito así como  les  explico que el fracaso de la misma era una milésima parte necesaria de señalar, pero muy remota de esperar, hasta donde entendí era una operación considerada más que rutinaria. Le pidió hablar con Atlas unos momentos fuera donde  además pude  escuchar perfectamente todo lo que hablaron.
- Aunque durante la operación no se espera ningún riesgo, ella se encuentra muy nerviosa, ojala pueda tranquilizarla, entre más relajada entre, mejor será para ella.
Atlas asintió - haré lo que pueda – confirmó finalmente.
Las enfermeras estarán aquí por ella en 30 minutos, haga lo mejor que pueda,  le dijo el doctor.
Me miró
- Haz lo que tengas que hacer, dije encogiéndome de hombros intentando disimular el volcán de furia interna que estaba explotando dentro de mí.
Él Entró en aquella habitación y después de unos instantes en total silencio que me mataba,  me asomé un poco, él la tenía abrazada sentada en sus piernas, ella lloraba inconsolable.
¡Maldita oportunista! ¡Él es mío!
Regresé a mi asiento a rumiar mi coraje
Tú te lo buscaste  - calla  no es el momento- le dije enfáticamente y con los dientes apretados a loca de la casa.
¡Querías ser la Madre Teresa de Calcuta y eso te condujo hasta aquí!
Decidí  bajar a buscar un café a fin de acallar las voces de mi cabeza que resonaban sin cesa, siendo lo único que obtuve un horroroso café de la cafetería de aquel lugar ¿Acaso no tienen piedad de las personas que tienen enferma a su gente?  El café es horrorosísimo. Durante mi trayecto regreso pude observar muchas caras de preocupación, personas abrazadas y consolándose mutuamente, caras llorosas e hinchadas por el llanto,  algunas rostros mirando al vacío con las manos juntas en el regazo, algunas otras dando palabras de ánimo  es solo un bache vamos a salir, ánimo, estoy orgullosa de ti, tú puedes.
Una oleada de culpabilidad atravesó mi cuerpo como mil alfileres helados, en aquella habitación únicamente estaba Atlas con ella, sí, es cierto, pero él solo estaba ahí, porque ella se lo había solicitado, nadie más había ido a echarle porras, nadie estaba ahí para sostener su mano.
Ella estaba sola.
No sé qué haría yo sin las manos curativas de mi mamá o la fuerza de mi papá que me sostiene a cada paso.
De una manera brutal las palabras de Altas llegaron a mi como una ola y se estrellaron en mi rostro comprendiendo así un poco más toda aquella situación, detuve mi paso unos instantes para reflexionar aún más aquella revelación.
JA JA JA JA  
Escuche a la loca de la casa dentro de mi cabeza.
Después de todo las intenciones de Atlas son puras ¿Cierto?
Eres odiosa, tú conoces todas las respuestas, deberías anticiparme cosas así.
¿Qué caso tendría? Es más divertido verte descubrirlo por ti misma.
Odiosa, eres una odiosa.
En mi camino me crucé por la zona de cuneros, los bebés siempre me dan tranquilidad, ver como duermen  de manera tan apacibles, con el corazón y alma en completa tranquilidad, nada en la vida les preocupa pero al mismo tiempo son tan vulnerables, es una delicia, de haber podido hubiese pedido sostener uno en mis brazos para inhalar su aroma, fundirme en aquella escena de tranquilidad y felicidad, llenarlo de besos y acariciar su perfecta piel. Me pregunto cómo luciría un hijo con los genes de Atlas y míos, ¿cuáles serían los dominantes? ¿Sería hermoso o hermosa?
Fue Atlas quién me sacó de mi ensoñación con un beso en la mejilla.
- ¡Te encontré! ¿Quieres uno de esos? Puedo ayudarte dijo al tiempo que rodeaba mi cintura con sus brazos y se ubicaba a mis espaldas.
- ¿Lo robarías para mí? Eso es delito, en caso de que no lo sepas, le dije dando un par de palmaditas sobre sus manos cerradas en mi cintura.
- Lo sé tan bien como sé que yo podría ayudar con esa maravillosa obra de Dios.
- ¿Ahora eres creyente?
- A mi manera.
- En su momento decidiremos que hacer, dije, sorprendiéndome de pensar en tiempo futuro con él.
- Yo quiero un montón – dijo - entre más mejor.
Sonreí. - ¿Cuánto tiempo tomará la operación?
- Un par de horas.
- Vayamos a esperar dije, para eso estamos aquí.
Me tomó de la mano y nos condujo por aquel laberinto de pasillos hasta la sala de espera del quirófano. Nos sentamos en aquellos sillones, él se cruzó de brazos apoyándose sobre mi hombro que no estaba lastimado, cerró sus ojos.
- Eres una almohada cómoda.
- ¡Me alegra saberlo! Acaricié la cabeza y le di un pequeño beso en la coronilla.
-¿Te duele el hombro?
- Nada que no pueda soportar.
- Referente a tú y yo viajando éste fin de semana, me temo mucho que no podremos ir…
Le interrumpí de inmediato -No importa dije restándole importancia al asunto, realmente no esperaba que los muchachos me dieran permiso, después de todo tu y yo, solos…
- Patea traseros impaciente… Deseo que la edad traiga consigo felicidad y paciencia para ti – dijo- no podremos ir a la playa, en lugar de eso tengo una nueva propuesta para ti: Ese cantante al que llamas el amor de tu vida despreocupada y descaradamente frente a mí, viene a la capital a dar un concierto justo este fin de semana, no es que no lo supieras, solo me preguntaba si quisieras ira allá en lugar de ir a la playa – sacó de su bolsillo trasero un par de boletos y me los mostró - a ese concierto al cual ni siquiera contemple en asistir por los costos que implicarían.
- ¿Queeeeeee? ¿Me llevarás a ver al amor de mi vida?
El rio fuertemente.
- ¡Claro que acepto! Tomé los boletos y brinqué de felicidad.
-Los muchachos están de acuerdo en que viajemos desde un día antes para vagabundear por ahí si tu accedes, es como el regalo de cumpleaños que no se atreven a entregarte personalmente pero que se mueren por darte.
- Wow, supongo que soy muy cerrada  de mente, honestamente esperaba que tuviésemos que irnos a escondidas o algo similar, no esperaba que ellos accedieran de tan buena manera.
- ¿Quisieras hacer un escape a lo James Bond?
- Ja ja, creo que siempre es mejor que sea por las buenas, pero sería interesante vivir esa emoción.
- No nos salvaremos de que “hablen con nosotros”, pero creo que es la menor de nuestras preocupaciones.
- Me pregunto que querrán decirnos… - siendo mi tono  de  un sarcasmo total.
- Esperemos que llegue ese día. No nos apresuremos.
- Creo entonces que esto es como mi regalo – dije en voz alta y señalando los boletos. Me olvidaré de mi petición entonces.
            La cirugía terminó antes de lo planeado, el doctor se acercó a Atlas comentando que todo aquello había resultado un éxito, que corrigió algunas cosas que posiblemente estaban dañadas por herencia (¿Me pregunto si acaso aquello es posible?!), además confirmó que la trasladarían a la habitación apenas se hubiese recuperado, por lo que podríamos esperar ahí.
            Atlas requirió bajar a arreglar algunas cosas en recepción y el universo, karma o Dios me traicionaron siendo ese justo momento que la trasladaron a la habitación, siendo yo la única persona que estaba ahí para recibirla, si algo me ha enseñado mi madre es que debo estar pendiente de lo que hacen o dejan de hacer las enfermeras, ¡nunca está de más! Por lo que estuve en primera fila haciendo y deshaciendo por así decirlo ¡no iba a pasar algo durante mi guardia! tomé la batuta de aquello. Dijeron que regresarían a revisar signos y medicamentos más tarde.
            Evidentemente no era la persona que esperaba encontrarse en aquel lugar, en aquellas condiciones…
            - ¿Necesitas algo? – pregunté muy amablemente y sonriendo.
            Ella negó con la cabeza, volteó a ver la mesita de noche, se estiró  para alcanzar el agua la cual casi fue derramada pues ella aún se encontraba en recuperación de aquella intervención.
            - Permíteme – dije- sirviendo un poco y ayudándole a tomarla. Aquello no me quitaría o daría nada además de que no le quedaba mucha opción pero aun así mostró un poco de resistencia ante aquel acto.
            - ¿Mas?
            Ella asintió y repetimos la acción – siendo honestos aquello no me molestaba en lo absoluto
            - Tu eres BB ¿Cierto?, la novia de Atlas.
            Asentí con la cabeza.
            - ¿Sabes? dijo ella, quiero disculparme contigo por aquel mal rato que tuviste que pasar por mi causa, realmente de haber sabido que la razón por la  que Atlas rechazó todas mis llamadas eras tú, jamás hubiese llegado tan lejos, no soy ese tipo de mujer.
            Calla, dije mentalmente, sé de sobra que te encanta jugar a lo de damisela en peligro, no tengo por qué continuar escuchando. Miré el reloj preguntando cuánto tiempo más le demoraría a Atlas llegar, no es que estuviera disfrutando particularmente aquello.
            - Sin embargo quiero agradecerte – dijo tomándome por sorpresa, cuentas con mi agradecimiento eterno, dijo, sé que estas al tanto de mi situación y sabrás por propia experiencia que Atlas es alguien en quien puedes confiar completamente a ciegas, y dado que mi familia me abandonó al nacer, no podía recurrir a nadie más. Gracias infinitas por permitirle estar aquí, tomó mi mano y por primera vez vi una mirada sincera en ella dejándome desarmada completamente.
            - Recupérate – dije.
            - No los molestaré mas, dijo ella. Si algún dia puedo regresarte la cortesía, pídelo y te ayudaré.
- Espero que no sea necesario, dije, pero gracias.
Atlas irrumpió a la habitación en aquel momento, y nos miró un poco contrariado.
- ¿Sucede algo?
- Nada, dije caminando hacia la salida. Me ubiqué en la pequeña salita de aquella habitación saqué el libro que me encontraba leyendo en esos momentos y me perdí por unos momentos que se convirtieron en horas. Cuando regresé a la realidad Atlas me invitó a comer.
- ¿Puedes llevarme a casa? Quiero descansar un poco.
El asintió.
- Regresa después con ella dije, no me molestaré si estas ocupado, ella te necesita ahora.
- Mañana saldrá del hospital – señaló - cerca de medio día. La llevamos a su casa donde ya estará el equipo preparado para atenderle.
- Tampoco quiero que te deshagas de ella como si fuera la peste.
- Lo haré de esa manera por qué es lo mejor para ambos.
            Me sentía realmente cansada, aquella vida me conduciría a una muerte prematura.
            Recostada sobre mi  cómoda cama y  después de haber eliminado el olor a hospital con un buen baño, escuché que llegaron varios mensajes a mi celular, al revisarlos vi que eran del grupo que habían creado los trillizos para asuntos relacionados con el trabajo solo que estos mensajes eran preguntando ¿Qué podrían regalarme de cumpleaños? No estoy acostumbrada a pedir, por lo que resultó difícil para mí el pensar en algo, los dejé en visto dado mi incapacidad de brindarles una respuesta que no me hiciera sentir incómoda, después de discutir un poco y sin llegar a nada, acordamos que al día siguiente me acompañarían a elegir mi vestuario de cumpleaños, siendo ellos quienes cuentan con medios, recursos y contactos, aunque aclaré que yo pagaría y que tenía un presupuesto asignado.
            Atlas preguntó si quería salir a cenar o preferiría algo en casa y honestamente  dado ya tenía el pijama puesto y que no  quería cambiarme, le respondí que algo en casa estaría bien.
            Llegó con la cena un par de horas después cuando pensé que ya no llegaría, nos sentamos en la sala a comer con los dedos como me gusta y a ver ninguna película en especial.
            Se acomodó en el sofá quedando perdidamente dormido después de tan solo unos minutos, supongo que estaría más que agotado. Le coloqué una frazada y le dejé ahí, honestamente me hubiese gustado quedarme a su lado, pero de esa manera descansaría mejor.
            A la mañana siguiente pasaban las 10 AM y el continuaba en brazos de  morfea (ja)  me preguntaba con quién soñaría.
            Atendiendo al dicho de mi abuela “Primero los dientes que mis parientes” comencé a preparar unos deliciosos Hot Cakes siendo el olor de aquel desayuno lo que condujo a mi amado nuevamente a mis brazos. Se acomodó en la mesa del comedor con los ojos aun hinchados por la siesta y preguntando qué hora era.
            -¡Jamás había dormido tan tarde! Subiré a darme una ducha rápida y regresaré a devorarme 100 de estos, dijo al tiempo que tomaba uno y lo introducía por completo a su boca esa boca de tentación, me dije a mi misma, deseo que ahora mismo se encuentre devorando mis pechos como lo hace con esos alimentos…. Moví la cabeza para despejar esos pecaminosos pensamientos.
            10 minutos después estaba ahí el Atlas limpio y perfumado que yo conozco. Haré una pausa de aclaración… Ni yo misma sé en cual habitación tomó aquel baño y/o de quien era la ropa interior que usaba únicamente dejando el resto de su cuerpo desnudo, llevaba una toalla en el cuello cual boxeador en pleno calentamiento, cuando la única que estaba poniéndose caliente ahí era yo.
            Tomó un plato cualquiera y comenzó a servirse por el mismo. Apenas pude quitarle mis lascivos ojos de encima para poder ofrecerle un poco de café.
            - Muy Caliente – escuché que decía.
            - ¿Perdón?
            - Quiero mi café, muy caliente, sonrió maliciosamente.
            - Yo quiero saltarte encima, pero nadie obtiene todo lo que quiere ¿Cierto?
            - Me gusta andar desnudo después de tomar un baño –afirmó – le da oportunidad a mi cuerpo de ventilarse adecuadamente.
            - ¡Es la casa de los muchachos!
            - Me vestiré antes de que lleguen, o antes si te disgusta.
            - ¡¡¡Me encanta!!!- le grité – ese es el problema.
            Sonrió y puso de pie en dirección a la planta alta. Me dejó ahí con sofocos. De manera inesperada llegaron los muchachos. ¡Uf! justo a tiempo pensé y apuesto que Atlas pensó lo mismo cuando llegó nuevamente y los vio sentados a la mesa.
            - ¿Llegamos justo para el desayuno? – Preguntó Mario al tiempo que supervisaba mi brazo. Asumo que te sientes mucho mejor.
            Asentí poniendo manos a la obra preparando más Hot Cakes ya que ellos 5 parecieran que jamás hubiesen comido en la vida, calculo que entre todos ellos  se acabaron alrededor de 80 de aquellas, modestia aparte,  delicias dejándome exhausta, sentí un mayor aprecio por las cocineras en el mundo.
            Una vez que la sobremesa comenzó nos pidieron pasar al estudio.
            - BB, Atlas, solo diremos una cosa – afirmó Bruno. Son adultos, y aun cuando quisiéramos dejarte encerrada en una mazmorra con un cinturón de castidad, la literatura nos indica que el príncipe siempre logra reunirse con la princesa, entonces  solo diremos: sean  cuidadosos, disfruten de éstas vacaciones y regresen con bien.
            - Relacionado a tu onomástico, nos gustaría llevar a cabo una ceremonia de cumpleaños, te preguntarás a que me refiero – dijo Jason – La base de toda nuestra organización es la energía, por lo que en ésta ceremonia lo que hacemos es ayudar a tu energía a cerrar un ciclo que termina y abrir el siguiente. Estudiamos y te ayudamos a entender los números que te tocan vivir éste año y el ciclo que estas cerrando.
            - ¡Me anoto! – exclamé sin ninguna duda, a éstas alturas sabía lo que podían hacer, las maravillas que ellos obraban en tema de energía, por supuesto que no me negaría a tal experiencia.
            - La realizaremos el día de tu cumpleaños por la mañana, lo que te dará tiempo más que suficiente de festejar por la tarde.
 Afirmé con la cabeza.
- Como sabes no somos muy buenos en los festejos o regalos de los mismos, ¿Qué te gustaría recibir de regalo? – preguntó Mario.
            - Sería ingrato de mi parte solicitar un regalo adicional después de todo lo que me han dado hasta ahora, tanto económicamente como en enseñanzas.
            - Nos gustaría transmitirte, sin embargo, que fueron muchos años lejos de ti, y aun cuando consideres que te estamos mal criando, para nosotros es apenas como si nos estuviésemos  poniendo al corriente.
            -¿Puedo entonces, solicitar lo que sea?
            - Siempre y cuando éste en nuestras manos, lo tendrás.
            - ¿Pueden traer a Ramsés?
            Se miraron entre ellos, anticipo una negativa como respuesta pero después de hacer mi petición no tenía nada por perder.
            - No tienes idea de cuánto nos gustaría poder complacerte…
            Sonreí – no haré más preguntas como lo prometí,  no perdía nada con intentarlo.
            - Mi recámara es un poco… bueno no es mi estilo, me gustaría tener un escritorio, pintarla, re-decorarla, creo que eso puede ser un buen regalo de cumple.
            - Eso sería como parte de nuestras obligaciones – dijo César. Piensa en otra cosa.
            - Ustedes sí que me lo ponen difícil, nunca he anhelado nada en específico y ustedes me han dado más de lo que necesito ¿Puedo pensarlo  les confirmo en los siguientes días?
            Se miraron entre ellos afirmando ante mi petición.
            - Este día iremos a cenar juntos, asegúrense de estar a las 8 en punto en el restaurant XXXXXX.
            - Atlas asintió.
            Todos ellos se retiraron a sus habitaciones y Atlas  limpió todo el desastre que yo había dejado tras de mí en la cocina. Al terminar se reunió con migo en la sala mientras estaba yo recostada viendo nada en específico en la televisión.
            Ve solo con Laura –  dije- no tengo nada más que hacer ahí, los trillizos están por llegar, me llevarán a comprar un vestido para mi cumple así que antes de la hora de la cena dedícame una llamada para saber dónde reunirnos y llegar a tiempo con los muchachos.
- Yo podría acompañarte en tus compras.
- Tú tienes otras ocupaciones, permíteme distraerme de ésta manera.
Justo en ese momento los trillizos llegaron, todos ellos salidos de portada de revista y yo, tan normal como siempre, me sentí mal por ni siquiera pasarme el cepillo por el cabello, pero asumí que sería una salida regular. Ellos no hicieron ningún comentario al respecto y solo subí por mis cosas, no niego que intenté hacer algo por mi apariencia, pero no estaba muy de humor por lo que oculté cualquier imperfección tras unas gafas negras.
Cuando bajé las escaleras me encontré sumergida en un incómodo silencio. Atlas se puso de pie y me brindó un beso de los que quitan el aliento ¡además de los calzones!
Los cinco salimos de la casa siendo Atlas quién se encargó de cerrar la puerta del coche al que me subí, bajé la ventanilla para despedirme cómodamente, él dio un par de golpecitos al carro, indicando con esto que podíamos partir.
- A él no le gusta que salgas con nosotros – Señaló el Rubio.
- Sus razones tendrá – les dije. Ustedes son mis mejores proveedores de lo que necesito así que por el momento todos podemos hacer una excepción.
- Yo sé lo que quiero regalarte – dijo el Rubio.
-¿Qué será? – preguntando y anticipando que sería una barbaridad como todo lo que sable de aquella boca.
- Una noche de sexo salvaje sin descanso hasta que tengamos que hacer una pausa para hidratarnos.
Le di un golpe en el hombro ¿Te preguntas la razón que Atlas se molesta por que salgo con ustedes?
- Su fama de ser excelente en la cama es muy amplia, si algún día quisieras probar, te podrías llevar alguna sorpresa – me señaló el Moreno. Debes probar más menús antes de decidir que Atlas es lo que deseas para el resto de tu vida.
Quería moverme de aquel tema de inmediato, ellos son muy liberarles tocando éstos temas, pero a mi aún me resultaban incómodos.
- Guardaré tu propuesta para cuando realmente esté necesitada y falta de un macho que sacie mis necesidades.
Todos ellos rieron fuertemente.
- Yo me anoto de segundo en tu lista, puedo llevar un par de amigos para hacerte muy feliz.
 - ¡Por Dios! ¿Cómo es que siempre terminamos hablando de lo mismo? Sexo, Sexo, Sexo.
- ¡Tú eres una puritana!
- Quizás soy normal y ustedes son los anormales
-¿Qué es la normalidad?- Preguntó el pelirrojo.
Llegamos a una plaza comercial donde me ayudarían a comprar el vestido que quería, aun cuando no era la más económica de la ciudad, posiblemente podría arreglármelas y quedar dentro de mi presupuesto.
- Busque durante  quizás una media hora y elegí lo que metería al probador. Nada me convenció al final. Tocaron a mi puerta y abrí  para averiguar quién me interrumpía, siendo una de las ayudantes de la tienda quién se acercó a indicarme que los caballeros que esperaban afuera, le habían solicitado llevarme más prendas y  que esperaban les mostrara cada una de ellas, pasó al vestidor llevando un “porta prendas” con rueditas y toda la cosa con la ropa que me enviaron, me dejó ahí no sin antes preguntar si deseaba que se llevara algo, respiré profundo y le entregué algunas prendas que yo había elegido.
Estaba ahí yo en interiores, viendo la montaña de ropa que me habían llevado, comencé a pasar prenda por prenda, al fin elegí un vestido con falda amplia, floreado en tonos morados, blanco y verdes, algo que no hubiese elegido por mí misma, siendo una sorpresa para mí, lo bien que me quedaba aquello, inhalé profundo y salí.
Uno de ellos estaba sentado en el suelo recargado en la pared y con las piernas estiradas,  a un lado otro de ellos estaba de pie recargado en la pared y con las manos en el bolsillo, del otro lado el moreno estaba recargado sobre su brazo y checando su cel, siendo el Rubio quien primero notó mi presencia, le  comentó a sus hermanos.
- Me queda bien – dije – aun cuando no es mi estilo.
- No tiene que serlo, lo importante es que te haga ver di-vi-na – dijo el Moreno.
- Yo preferiría algo que me gustara, algo práctico y lindo, di una vuelta rápida y regresé al probador dando inicio de aquella manera un desfile donde les presenté los modelos que habían elegido para mí, adivino que armamos un espectáculo pues muchas miradas se posaban en la energía con la que aplaudían o alababan ciertos atuendos. Cuando por fin terminamos, reconocí que eso de ser modelo no era un trabajo sencillo, estaba cansada.
El trillizo moreno quitó algunas prendas solicitándole a la señora que nos atendía empacar el resto, con moños y toda la cosa, considéralos nuestro regalo de cumpleaños, sonrieron todos ellos.
-¡Son insufribles! No necesito tanta ropa.
- Ahora que trabajas para nosotros, la necesitarás, y que mejor oportunidad que ésta, acéptalo como tu regalo de cumpleaños.
Intenté sin éxito interceptar a aquella señora para decirle que cancelara aquella barbarie pero el trillizo Rubio me detuvo al paso, acercándome hacia él en un abrazo más que acogedor, rodeando mi cuerpo con solo uno de sus brazos.
- Estas rodeada de caballeros pequeña, caballeros que se hartarán de tus negativas y terminarán por dejar de tener cortesías contigo ¿Es eso lo que buscas? No te dolerá dar las gracias y quizá agregar un poco más de accesorios a todo esto.
- ¡Accesorios! – Gritó el Moreno, debemos añadir algunos – ahora vuelvo.
Voltee los ojos hacia arriba. El pelirrojo  se unió al abrazo envolviendo mi cuerpo desde mi espalda y abrazando a su hermano también.
- ¿Se imaginan? …
Me deshice de ambos.
Ellos rieron fuertemente, diciendo al tiempo – Ven - comamos algo.
            Revisé mi celular, no tenía mensajes importantes, por lo que accedí a ir con ellos. Llegamos a un restaurant Italiano de la misma plaza que honestamente me cautivó y espero que Atlas y yo pronto regresemos pronto ahí. De entrada colocan un pequeño plato con aceite de oliva y finas hierbas marinadas en él, así como un leve toque de vinagre balsámico, el cual nos acompañaron con una canasta de pan artesanal con toques de Parmesano y/o ajo, de esto último no estoy tan segura pues mi paladar no es tan educado.

            - Este es uno de mis lugares favoritos dijo el Pelirrojo, puedes invitarme a éste lugar las veces que quieras, jamás me cansaría.
            - Lo tendré en mente.
            La comida pasó más bien  sin ninguna novedad o contratiempo, ellos bromeaban mucho entre sí, es una suerte para ellos que no hubiesen sido separados al nacer, o en algún punto, como dijo Atlas, son los mejores amigos y sus peores enemigos. No me percaté de lo fijo que les miraba sino hasta que ellos se quedaron viéndome fijamente también.
            - ¿Acaso tenemos algo en la cara? – Preguntó el moreno
            - Ahora que lo mencionas…. De inmediato todos comenzaron a limpiarse y no pude hacer nada mejor que reírme.
            - ¿Postre?
            - No por esta ocasión, ya que aún me queda una cena con los muchachos y quiero tener espacio suficiente para no herir sus sentimientos.
            - Bien – Dijo el Rubio y le hizo una seña a la mesera que nos atendió para que nos llevara la cuenta.
            - Sé que será inútil solicitarlo, pero al menos ¿Puedo pagar la cuenta?
            El Rubio negó con la cabeza. – Lo que podemos hacer discutir referente al favor que aún nos debes.
            - Adelante, dije, soy toda oídos.
            - Yo aún no tengo nada en mente – Confirmó el moreno.
            El Rubio y el Pelirrojo se miraron entre ellos adelantándose al tiempo un poco en su asiento apoyando sus codos sobre la mesa.
            - Nosotros queremos una cita.
            - Eso quedó descartado – confirmé.
            - Negativo – dijo el Rubio, un favor es un favor, ¿Puedes salir en una cita con nosotros, por favor?
            - ¿Desean acaso perder todos los dientes? Atlas jamás lo aprobará.
            - ¿Qué es lo que no aprobaré? Dijo una voz a mis espaldas.
            Al girar mi vista de antemano sabía que Atlas era quién estaba ahí, se inclinó y me dio un beso como saludo. Sonreí como una tonta después de que hizo aquello.
            - Nada- dije- nada importante.
            - ¿Terminaron sus compras?
            - Toneladas de ropa y accesorios como me gusta – señaló el moreno.
            - Espero que hayas dejado un poco de espacio para la cena.
            Asentí con la cabeza.
            - ¿Se comportaron todos ellos como unos caballeros?
            - Claro – me apresuré a responder. Creo que te tienen miedo, le dije por lo bajo pero con el volumen suficiente para que ellos me escucharan también. Por supuesto comenzaron sus quejas pues su orgullo se sintió herido.
            - ¿Miedo? – Detectas miedo en nosotros – Preguntó dramáticamente el Moreno.
            - Sí –respondí entre risas.
            Atlas rio profundamente ante aquella situación, me tendió la mano para que me pusiera de pie.
- Ellos sabrían si deben temerme, pero no creo que hoy sea el caso. Si no les molesta desde aquí me encargaré de ella.
            Ellos asintieron
            - Fue un placer BB, repitamos esto alguna otra ocasión – Dijo el Pelirrojo levantando su vaso en mi dirección.
            - No sean tan avariciosos –Dijo Atlas quién me condujo hasta la puerta de salida tomándome por la cintura.
            - Caminemos, dije, habrá que hacer espacio para la siguiente comilona- reí un poco.
            Pasó su brazo sobre mis hombros, era una delicia disfrutar de aquellos abrazos, su aroma, todo él era una clara invitación al pecado y la lujuria sin límites debo reconocerlo, fui consciente además de todas las miradas que captaba a su paso, pero él, solo tenía ojos para mí.
            - He de reconocer que me siento un poco celoso.
            - ¿Eh?
            - Sí, los trillizos te han hecho un montón de regalos y tú me has limitado en ese aspecto.
            Aquí  vamos nuevamente, pensé.
            - Si eso es lo que piensas, estas muy equivocado, no es que me sentara en mis laureles y aceptara esos costosos regalos, pero ustedes, aghhhhh, además de que no aceptan un no por respuesta, fuerzan todo para que sea lo que ustedes dicen, eso también es frustrante. Además Atlas, ya gastarás un montón de dinero con el viaje, sin contar los boletos que son caros de por sí, puedo apostar que no aceptarás nada en pago por todo ello ¿o sí?
            - Si me lo permitieras, yo podría el mundo a tus pies.
            - No lo estoy permitiendo pero tampoco veo que te inmutes por ello.
            Continuamos nuestra caminata, viendo aparadores.
            - ¿Qué prefieres cuando de joyas se trata? Preguntó.
            - No, no, no caeré en tus juegos Atlas, no afirmaré ni negaré nada, pues ya veo tus negras intenciones.
            - Estoy siendo una víctima- dijo él. Tendré que elegir…
            - Nada, no elegirás nada, si acaso llego a recibir una joya por regalo, yo misma iré a la tienda y devolveré la pieza, me encargaré de hacer tal alboroto que nunca jamás querrán tenerte como cliente.
            - Existen muchas joyerías en el mundo.
            - Tienes que prometerlo, dije en una súplica.
            - Ok, ok, por ésta ocasión lo prometeré.
            Espera aquí dije. Corrí a comprar un libro que vi de re-ojo al pasar. Cuando  regresé con él me miró con cierta curiosidad y ojos profundos.
 Le mostré el libro. Es la continuación del libro que estoy leyendo, dije.
- Y ¿Cuál es la causa por la que tuve que esperar aquí?
- Si tú ibas lo ibas terminar pagando.
- ¿Y? me miró realmente intrigado.
- Quiero comprar cosas por mí misma – nuevamente sentí esa necesidad imperiosa de contarle toda la verdad, la cual sabía era influenciada por su manejo de energía- Si alguna vez me marcho, no llevaré con migo nada que me hayan regalado, dejaré atrás todo cargando con migo únicamente lo que yo hubiese comprado y lo que llevaba puesto el día que llegué con ustedes. Soy una persona muy apegada a mis pertenencias, por lo que no quiero tener que lamentarme de dejar atrás algo que no comprara yo.
- ¿Entonces dejarás a pánfilo atrás?
- No, contesté rápidamente. Es un regalo.
- Todo lo demás es un regalo también.
- Ese oso no es algo costoso – reconocí finalmente.
Me miró a los ojos y observé claramente que no entendía lo que le decía.
- Si alguna vez sucede eso, me refiero a que te vayas – lo meditó corrigiendo – Si permito que te vayas, iré yo mismo a dejarte todas tus cosas.
            - Si es que sabes dónde estoy, dije, porque siempre está la posibilidad de que escape de ti como aquel primer día, dije  riéndome burlonamente.
            - Estoy de acuerdo, posibilidades habrá muchas, como la posibilidad de que jamás te vayas de nuestro lado. Esperemos ver el desarrollo de ésta, tú vida la  cual somos muchos los interesados en ella.
            Esa batalla la tenía perdida incluso antes de comenzar, por lo que decidí terminarla por lo sano.
            - Vayamos con los muchachos, dije, no quiero llegar tarde.
 

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