Estimado lector:
Usted que me ha seguido a travez de esta aventura: ¡Gracias!
Gracias, por haber dedicado tiempo a leer mi historia.
Gracias, por hacerme sentir que lejos de ser ignorada, existe alguien que se interesa por seguir mis locos escritos.
Gracias por ser mi motivante para cumplir mis propositos semanales de publicación.
Gracias infinitas.
Hasta este punto y digamos en el capítulo 30, doy por terminada la primera parte de la historia, ya que en mi mente hasta éste punto se publicará mi primer libro (je, je. Soñar no cuesta nada,¿cierto?)
Durante este trayecto he confesado mi pequeña pasión a un par de amigas que amo y aprecio, siendo una de ellas que me motivó a publicar la historia en Wattpad la cual pueden encontrar aqui: "Beshakarenice".
Durante este trayecto también cree una página en Facebook con el mismo nombre : " Beshakarenice".
Si alguna vez se siente con ánimos de déjar un mensaje o realizar alguna crítica constructiva, lo invito a hacerlo: beshakarenice@gmail.com, recordando que soy una débil pecesita que se tira al drama!!!.
Nuevamente: ¡Gracias! Nos leemos en el siguiente capítulo!!!!!
Wattpad
viernes, 21 de octubre de 2016
30. “Judgement Day”
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El avión
estaba despegando, mi cara estaba marcada por lineas salados en mis mejillas
que pertenecían a mis lágrimas secas, sentía mi cara caliente de tanto llorar y
de tantas y tantas emociones contenidas, me preguntaba ¿Cuál era mi apariencia
en esos momentos? Supongo que la gente se asustaría al verme simplemente.
Sumergida
en aquel estado fue que en una especie
de película de terror mi mente reprodujo las últimas horas en mi vida…
- Disculpe
– Le dije tocándole el hombro al chico con todo el encanto que me fue posible, convenciéndome
a mí misma que me encontraba agitando mis pestañas por un bien mayor.
¡Malditas
prisas! diría la tortuga de aquel cuento de niños que leí en mi libro de texto
cuando cursé la primaria.
Entre
entrenamientos, castigos, explicaciones, gritos, peleas y mi afán de evitar que mi malestar físico fuera
evidente, se me fue el último mes quedándome sin tiempo para poder despedir a
Atlas como yo deseaba en una noche dedicada totalmente para él y para mí, pero
esta vez, por las circunstancias, me apegaré a la frase: Los tiempos de Dios son Perfectos, confiando en que de ésta manera
es lo mejor.
Aquel
chico, se giró hacia mí respondiendo a mi interrupción.
Sus rasgos
son claramente orientales y aunque no
son mi máximo, él cautivó mi mirada, definitivamente le concedería una cita algún
día de la semana de lunes a jueves, no estaría dispuesta a concederle otro de
mis días, alto casi como los trillizos, delgado, atlético y adoptando esa postura
tan clásica de un oriental: espalda recta y brazos a la espalda tomada la una
con la otra. Su cabello llegaba casi a
los hombros, aunque traía una banda en la frente, podía decir que cuidaba de su
cabello como todo un metrosexual ó Gay bien definido como podría decir el
moreno, aun no lo sé.
Le seguí
después de que abandonó la tienda y la chica que atendía me confirmó que la
pieza que yo deseaba era la única pieza con la que contaban, confirmando que
justamente la había entregado al cliente que iba cruzando la puerta, señalando
mi próximo objetivo y siendo ésta la razón por la cual estoy molestando aun
completo extraño.
Sus ojos
denotaban curiosidad ante mi interrupción.
Con mi
mejor sonrisa es que comencé a hablar.
- Quisiera
comprar la prenda que llevas en esa bolsa, con gusto pagaré un porcentaje mayor
en compensación. Dije sin mucho preámbulo o paciencia siendo directa en mi
petición.
Demasiado
tarde me pregunté si entendería mi idioma.
Su rostro
se convirtió en una incógnita total. – No creo que sea de tu talla, respondió finalmente, respondiendo mi pregunta
mental, riendo y mirándome de arriba
hacia abajo.
Reí con un
poco de exasperación, no tenía la intención de detallarle el destino de aquella
prenda.
- La quiero
para un regalo – respondí finalmente.
- Olvídalo
– se giró y se marchó.
Era una
suerte que durante el último año hubiese estado tratando con tanta testosterona
egocéntrica, como él.
No me daría
por vencida tan fácilmente. Le alcancé y me coloqué nuevamente frente a él
impidiendo así que continuara su camino.
- Te
ofrezco el doble – le dije finalmente apelando a la codicia propia de un ser
humano, porque debía ser humano ¿Cierto?
Ya era
mucho decir el doble del precio, pero realmente Atlas adoraba esa prenda y me
costó horrores convencerle con un argumento convincente que no la comprase a
fin de sorprenderlo en nuestra celebración, ahora fallida.
Si va a un
lugar frío le ayudará, si no pues siempre puede guardarla. Además de que esa
prenda se me metió entre ceja y oreja.
- ¿Realmente
tiene interés en esta prenda cierto? – Respondió finalmente. Ven discutamos por
ella mientras disfrutamos de una nieve, sin tocarme hizo un ademán de que
pasara delante de el para dirigirnos al
lugar donde me invitaba.
Miré el
reloj, realmente tenía poco tiempo.
- Entenderé
si no cuentas con el tiempo para discutirlo – complementó– Quizás después de
todo no sea tanto tu interés. Caminó perfectamente erguido, dando grandes pasos
y las manos cruzadas a su espalda, colgando de ellas la bolsa que yo
necesitaba.
¡Maldito
engreído!
Me costó
alcanzarle con aquellos rápidos pasos sin pausa que dio, dejándome atrás.
Esta vez no
hubo pelea por quién pagaría el helado de quién, el simplemente se limitó a
comprar el suyo y yo el mío. Nos guio hasta la zona de comida donde nos
sentamos frente a frente colocando la bolsa que contenía la prenda de la discordia
a mitad de mesa pero permitiendo la vista entre nosotros.
- ¿Por qué
tanto interés en esta prenda? Existen más modelos en la tienda – comentó.
- La
persona para quien la quiero, hará un viaje, y me gustaría dársela como regalo
de despedida, se la probó y midió hace algunos días, sencillamente le encantó,
le viene como guante, le convencí de no realizar la compra pues quiero
sorprenderlo - dije encogiéndome de
hombros en un intento de ocultar mi tristeza y la amargura que me producía el
detallarle aquella historia.
El helado
no me pasaba por la garganta, quizás debido al sentimiento con el que ya
contaba, o sería el disgusto que me estaba haciendo pasar aquella persona, no
lo sé decir con exactitud.
- Esa
persona es….
- Mi amigo-
respondí apresuradamente, (mi pecho dolió
al decir aquellas palabras)
Me
observaba fijamente, al tiempo que disfrutaba de su helado, sus ojos son negros
y profundos, tiene ese encanto oriental que no me termina de agradar pero
tampoco de molestar, fui consciente además de los fino de sus rasgos, sin
embargo unos círculos negros colgaban debajo de sus ojos.
- Hagamos
un trato, dijo finalmente.
¿Dónde había yo escuchado eso?
- La
chamarra es tuya. El costo extra compénsalo proporcionándome tu número
telefónico y aceptando una invitación a cenar, solo pido que mantengas la mente
abierta para lo que pase después...
Vi la
oportunidad perfecta. Le proporcionaría un nombre falso, y el número bueno
simplemente lo bloquearía llegado el momento, solo en caso de que quisiera
comprobar que le hubiese dado mi nuero real.
Ese pensamiento ocultó totalmente en mi mente que realmente él estaba
coqueteando conmigo.
- Hecho -
dije – le di mi número, tal como lo anticipé lo corroboró en ese mismo
instante, marcando desde su celular y comprobando
que mi celular sonara.
- ¿Cuál es
tu nombre?
- Claudia – respondí sin ningún tono
dubitativo en mi voz. No me molesté en preguntar su nombre, esperando que
captara la indirecta.
- Bien Claudia, no te entretengo más,
probablemente quieras ir a reunirte con tu amigo para darle el regalo, espero
que él valga todo el esfuerzo que estás
haciendo por él.
Su
comentario fue malicioso, innecesario y mal intencionado.
- LO VALE,
respondí asegurándome de poner suficiente énfasis en el par de palabras para que no le quedara
duda.
Sonriendo
triunfal, saqué de mi bolso el monto que cubriría el costo de la prenda se lo
entregué y me despedí. En mi mente únicamente dibuje una sonrisa de victoria
ante aquella poca planeada y bien ejecutada acción.
Me sentí un
poco mal pero después de todo ¿Cuáles eran las probabilidades de que lo
volviese a ver? Tomé el bolso y él colocó su mano encima de la mía.
- Nos
veremos pronto – guiñó un ojo y sonrió.
Tomé el
bolso y me marche de ahí. Me sentía exhausta, no quería más helado por lo que
lo deseché, detestaba tirar alimentos pero simplemente no me pasaba por la
garganta.
Corrí para
llegar a tiempo a mi cita con Atlas, me sentía un poco triste y decepcionada
pero no había nada más por hacer, él había dejado las cosas en claro respecto al
tema del Sexo entre nosotros, lo acepté para no discutir
más, no pasaría así las últimas horas con él. Hicimos una reservación para
pasar juntos las últimas horas y de ahí nos iríamos directo a la fiesta de
bienvenida para el tal Kevin que llegaba el día de hoy, después el torneo.
Nada me
impedía besarle hasta el cansancio.
No dije
nada en el trayecto.
Llegando a
la habitación me lancé sobre él y comencé a besarle, olvidé todo mi cansancio y
lo agotada que me sentía, quería fusionarme con su cuerpo, le abracé
fuertemente, me guio a pequeños pasos hacia la cama para recostarnos más
cómodamente, le acerqué más hacía mí.
Sus besos
eran igual pero diferentes: Los besos de
una separación anunciada.
De nuevo
sentí ese malestar en el costado derecho de mi cuerpo, ahora un poco más
intenso lo cual me obligó a colocarme encima de él para estar más cómodos.
Le pedí que
nos desnudáramos, quería estar piel con piel con él, sentirlo, absorber su aroma, guardar en mi memoria los
detalles que aún no había memorizado.
- Solo es
un año, dijo, se pasará en un abrir y cerrar de ojos. Concéntrate en tus
entrenamientos, en superar a todos aquí y a dominar tu energía completamente,
yo regresaré siendo un mejor yo, para ti.
-
¿Realmente no podremos tener nada de contacto?
- Preciosa,
sabes que de haber una manera ya lo hubiese compartido contigo.
Acariciaba
mi hombro y me daba pequeños besos, yo me había colocado frente a él y recorría
con mis manos sus muslos.
- Debes
prometerme sin embargo, que no te pondrás en riesgo en ninguna manera, que
realmente velaras por tu bienestar de manera integral en mi ausencia.
- Reí
echando mi cabeza hacia atrás – Por unos momentos pensé que dirías que te
prometiera esperar por ti.
- Suspiró y
apoyó su cabeza en la cabecera de la cama. Preciosa, muchas cosas pueden pasar
en un año, al respecto únicamente diré qué, no te ataré a mi preciosa, no
podría ser injusto pidiéndote que esperes por mí, diviértete y vive la vida, si
en el inter encuentras a alguien con quien pasar mi ausencia, disfrútalo.
- No me
gustan esas declaraciones, pero entiendo tu punto, si tú también encuentras a
alguien, únicamente te pido me lo hagas saber, aunque sea doloroso, lo
superaré, nadie se ha muerto de amor, ¿cierto?
- Mi
preciosa tan ansiosa como siempre… disfrútalo, y disfrútalo mucho, porque a mi
regreso, me encargaré de separarlos y mostrarte que yo soy el indicado, tú eres
con quién yo pasaré el resto de mi vida. Eso ya lo he decidido.
Mi corazón
se alegró por esta declaración y aunque no era algo nuevo, simplemente me
encantaba escucharle decirlo.
Me puse de
pie y le llevé el regalo que le tenía para ese día. Se alegró enormemente.
- Sabía que
existía una razón por la cual te mostraste tan persuasiva y no me permitiste
comprarla. ¡Gracias preciosa!
Aunque
había planeado una gran despedida, apenas me acuné en sus brazos quedé
perdidamente dormida.
Él me
despertó horas después cuando era hora de regresar, debíamos atender la fiesta
de bienvenida del ganador del torneo del año anterior, la cual estaba
organizada por los trillizos.
Me disculpe
mucho con él.
- No era lo
que tenía en mente, dije.
- Para mí
es más que suficiente estar a tu lado.
- ¿Cómo es
él? Pregunté directamente mientras nos dirigíamos hacia aquel evento. No es que
tenga un interés en particular – me anticipé a decir- pero sin duda me gustaría
que me dijeras más acerca de él.
Pasó sus
dedos sobre su boca.
- Supongo
que él es como cualquiera de nosotros, dijo. Lo reconocerás de inmediato, de
alguna manera sobresale.
No puedo
decirte cómo es que luce físicamente pues desconozco si ha cambiado en el
último año.
Guardó
silencio, pude observar en su actitud
que se encontraba recordando algo.
- Los
trillizos comentaron que él y tú no se llevaban muy bien.
No es algo
que quiera recordar – dijo él.
Dejé el
tema de lado.
Llegamos a
la fiesta que más bien era como una reunión con snack y muy formal, dado que
era el evento previo al Torneo Anual, los participantes tienen que guardar
compostura y si bien andan rondando libremente, también se pueden observar a
personas con traje, los apostadores.
Entramos de
la mano, nada especial, pero si que atrajimos miradas curiosas.
Saludamos a
la distancia a los trillizos y algunos de nuestros compañeros, se acercaron a
Atlas para desearle suerte, bromeaban entre ellos, parecía ser lo mas natural y
normal.
En mi
estómago sin embargo una jauría de mariposas mutantes se dedicaban a revolotear
hasta causarme náuseas y dolor.
Al cabo de
unos minutos encontramos a los muchachos, quienes se acercaron a nosotros de
manera casual, sin tocar el tema de la partida de Atlas.
- Llegaron
tarde, dijo Bruno. Kevin ya hizo su entrada.
Atlas
simplemente permaneció impasible y me disculpé por ambos.
Ellos
parecieron no darle demasiada importancia al hecho.
Miré a mi
alrededor tratando de identificarlo, Atlas me había dicho que lo reconocería
fácilmente, sin embargo ese día había mucha gente de fuera, podría ser
cualquiera.
A estas
alturas no deberían de sorprenderme estas coincidencias, aunque estoy
convencida de que el Karma me alcanzó.
- Ahí está Kevin
– dijo César señalándolo a la distancia. Vamos a presentarte BB.
Atlas se
disculpó y se retiró de ahí, no era broma que esos dos no se toleraban.
Le vi de
espaldas, nada a lo que no estuviera acostumbrada ya, un chico alto, lucía
delgado para el resto del estándar que circulaba por ahí, se encontraba
saludando a unos cuantos de nuestros compañeros, estaba perfectamente erguido
con la espalda recta.
Se dio la
vuelta a la llamada de César luciendo una gran sonrisa.
Mi cara de
sorpresa fue evidente al grado que Mario preguntó si nos conocíamos antes.
- Kevin,
queremos presentarte formalmente a nuestra sobrina- Le dijo César rodeándolo
con un brazo por los hombros de una manera muy fraternal.
Afortunadamente
él respondió por los dos.
- Es un
gusto por fin conocerte, he escuchado cosas interesantes de ti.
Si me
recordaba no lo demostró.
- Mucho
gusto – Le extendí la mano- Beshakarenice – Me presenté.
-
Beshakarenice – un placer.
- BB, todos
me llaman BB – confirmé rápidamente.
- Hubiese
jurado, sinembargo que tu nombre es Claudia,
tienes cara de Claudia – dijo él
tratando de ocultar una sonrisa en sus labios.
Sonreí
amablemente aun sin soltarle la mano y presionando un poco más en un claro
aviso de que guardara silencio – Quizás en otra vida ese fue mi nombre.
- El tomará
el lugar de Atlas en su ausencia – Anunció Jason.
¡Diablos! Y
yo mintiéndole a un instructor, esto no auguraba nada bueno, sentí nuevamente
ese dolor en mi costado y la jauría de mariposas haciendo de las suyas.
- Estoy
ansiosa por ver que tienes para enseñar, sinceramente espero que sea algo muy
bueno, estarás sustituyendo a una persona excelente – Lo dije fuerte y claro,
era lo que pensaba y no planeaba limitar mi boca.
- ¡BB! – me
reprendió Bruno
- Rebelde –
dijo él - me habían anticipado esto, déjala expresarse Bruno, me gustan los
retos y será todo un reto ver que cuento con tu aprobación como suplente de
Atlas. Te sorprenderás. Guiñó nuevamente el ojo.
Sonreí.
Afortunadamente los trillizos andaban por ahí, por lo que me disculpé y me retiré
refugiándome en ellos.
Me acerqué
a ellos, molesta y sintiéndome mal en general. Ellos simplemente me abrazaron.
- Solo son 365 días, pasarán rápido
– me dijo el Rubio dándome un beso en la cabeza.
- Veo que conociste a Kevin –Afirmó
el Moreno. Recuerda nuestra advertencia.
Gruñí.
- Paciencia no es mi fuerte y lo
saben.
- Nosotros nos encargaremos de
mantenerte entretenida durante éste
tiempo, no te preocupes, tenemos muchos proyectos y planes, el tiempo se te
pasará en un abrir y cerrar de ojos.
- ¿Les importa si me la llevo un
momento? – Preguntó Kevin, abrazándome por los hombros y colocándose a mi
costado.
Adelante –dijeron ellos, al ser él
un ganador del torneo, pocas cosas podían negarle, solo que ellos
desconocían la mentira en la que solita
me metí.
Salimos
unos momentos de ahí, el aire fresco me sentó de maravilla.
-
¿Y bien? – Esperaba un espectáculo la verdad, me había preparado para
ello – le dije sin esperar que el fuera el primero que hablase.
- ¿Un nombre falso?
-
Seré honesta, aunque a éstas alturas debes haberlo concluido por ti mismo, no esperaba realmente salir a cenar contigo o
volverte a ver, como sabes en unas horas viajaremos a Suiza, bloquearía tu
número en cierto momento y fin de la historia, ofrecí pagarte el doble,
hubieses aceptado eso.
- Ahora soy tu superior.
- Si, si, lo sé, el universo tiene
formas retorcidas de jugarme bromas últimamente. Lo que quieras como
compensación lo tendrás, dije en tono de fastidio, un castigo ó lo que tengas en mente, solo indícalo, la
persona que te dijo que soy una rebelde debió haberte anticipado también que no
rehoyo de mis obligaciones.
- ¿Un castigo? No sé qué tipo de relación llevas con las
personas de aquí pero claramente no me estás dando la mínima oportunidad.
- La chamarra, era para Atlas, ¿Cierto?
- No vayas por ahí dije, por qué
superior o no, no detendré mis puños y
hoy especialmente busco quien me la pague….
Bien dijo, me disculpo y se retiró
de ahí.
Crucé los brazos y miré al cielo,
unas lágrimas amenazaban en asomarse, respiré tratando de contenerlas.
Entonces escuché una irritante voz
que me tenía al borde del fastidio: la de ELLA.
- Atlas partirá en unas
horas ¿Estas preparada para enfrentar la soledad?
Sonreí abiertamente
ocultando las heridas que ocasionaron sus declaraciones.
- No estaré sola –
respondí lo más calmadamente que pude, hay al menos unos 20 seres humanos más
en esta asociación, seguro que encontraré a alguien que me haga compañía.
Sí, lo reconozco, hice
fuertes declaraciones, pero no la dejaría ganar ésta batalla.
Me miró fijamente y sin
pedir permiso puso su mano en mi frente.
- ¿Estas enferma? Tu
energía esta descontrolada. Revísate.
Se marchó de ahí.
Asumí que se refería a
mi respuesta, su pregunta y la ignoré por unos momentos hasta que mi costado
derecho me recordó que probablemente ella llevaba la razón, tenía que revisarme.
Respiré un par de veces
antes de decidirme a regresar dentro.
- Finalmente conociste a Kevin –
dijo Atlas apareciéndose finalmente a mis espaldas.
- Si, lo hice.
- Ven – dije - no quiero estar aquí,
le tomé del brazo a fin de que caminara a mi lado.
No quería
dejarle, mi corazón estaba apachurrado, aun cuando me lo avisó con mucho tiempo de anticipación el tiempo no
me fue suficiente para prepararme o quizá simplemente me estaba negando a los
hechos, a la aceptación plena de lo inevitable.
En contra
de todas las reglas lo arrastré hasta los vestidores de damas, donde podríamos
tener privacidad suficiente para permanecer juntos hasta el último momento. Le
ayudé con sus vendajes, le retiré la palayera dejando su torso desnudo que es
como a él le gusta pelear.
Me
sentí como toda una esposa de los tiempos antiguos donde preparaban a sus
esposos para la guerra, los atuendaban y los entregaban al sacrificio.
Para mi fortuna no era que Atlas iba a morir, pero yo sí, una parte de mí moriría en el momento en que lo anunciasen ganador, en una tarde un día cualquiera le
escuche como planeaba con sus hermanos.
Usualmente
máximo 5 miembros eran enviados a entrenamiento cada año. Éste año lo harían
memorable, pues los trillizos ayudarían a Atlas eliminando toda competencia,
después él los dejaría fuera de combate, así sería él, el único ganador.
Me aseguré
de tener a mano su chamarra para aventársela cuando anunciaran al ganador y de
ahí los escoltaran directo al avión que lo llevaría a su misterioso destino.
Mundo cruel
que me quita a mi amado justo cuando comenzaba a amarle o quizás lo indicado es reconocer que ya le amaba pero me negaba a aceptarlo.
- No quiero
que te vayas, le dije enterrando mi rostro en su pecho.
- No puedo
evitarlo – guardó silencio y me abrazó fuertemente, en ese momento sería que
había algo que me estaba ocultando, pero no me lo diría. Lo lamento de verdad,
tomó mi rostro entre sus manos y me dio un beso, el último beso, el más amargo,
sabor a lágrimas y dulzura, dejando tras de sí la esperanza y el anhelo de un pronto regreso.
- No me
odies por favor – dijo y se colocó de rodillas al puro estilo japonés.
- ¿Qué
haces?
Sabía que no augiraría nada bueno esa posición...
Sabía que no augiraría nada bueno esa posición...
- No te
pediré que me esperes, aunque será mi principal motivante para regresar. En
este momento doy por terminada nuestra relación amorosa,
vive tu vida este año de la manera en la que mejor sea para ti, pero vive, no
dependas de mi regreso, lamento haber sido tan egoísta para mantenerte a mi lado éstos meses, solo
para mí.
- Te amo.
Se
incorporó y quedó de rodillas frente a mí, levantó la mirada para hacer
coincidir nuestras miradas.
Fui
consciente de que ahora en su cuello colgaba la correa que me había colocado la
primera vez.
- ¿Cómo
puedes ser tan cruel y decir esas palabras? – Lloré lágrimas amargas, y le di
una bofetada sin pensar y quizás fue un acto reflejo al no saber cómo reaccionar a aquello.
Sí, lo reconozco, hasta el último día nuestra relación fue complicada.
Se puso de
pie y me abrazó fuertemente hasta que los muchachos fueron a arrancarlo de mis
brazos literalmente para subirlo a la arena.
Bruno me mantuvo en mi logarcon una facilidad impresionante, no es que yo hubiese puesto mucha resistencia
tampoco.
Me forcé a
mí misma a presentarme como espectadora en la arena para ser testigo de aquella brutal batalla que ahora me presentaba un motivo más para odiarle y no querer ser partícipe de ella, me quitaba a mi amado, a mi vida, a mi todo.
Ignoré
muchas cosas, entre ellas el terrible dolor punzante en mi costado derecho,
tendría tiempo de atenderme después o quizás solo era el reflejo involuntario
de mi cuerpo ante el dolor interno de su partida.
Tenía asiento
de primera y los muchachos me rodeaban.
En mi mente
todo sucedió tan rápido…
Los
trillizos y Atlas formaron un círculo interno como aquella vez que me
defendieron, pero ahora ellos eliminaron cualquier competencia para Altas,
trabajaron en equipo para enviarle lejos ¡Dentro de aquellas acciones no
encontraba la lógica!
Se
reunieron entre ellos para despedirle y en lo que se suponía que sería el
ataque final de Atlas que los dejaría derrotados, una voz sonó por las bocinas.
La voz de
Eileen.
-¡Alto!-
Eso atrajo la atención del público de aquel lugar, señores de traje, con puros
y alcohol en sus manos, apostando al que creían el mejor peleador.
Solicitó un
gran aplauso a los peleadores que quedaban en la arena, causando una gran
conmoción por que nadie entendía nada, incluidos los muchachos y yo.
- Este año
y gracias a su nivel de habilidad en combate enviaré a los cuatro hermanos a entrenar con nuestros Maestros Supremos.
- ¡No!,
gritaron los trillizos ante la sorpresa de aquella noticia y como signo de su
insatisfacción ante la misma.
Recordé el
día en que platicamos al respecto, ellos no querían ser separados aun,
prepararían todo este año y el siguiente alguno de ellos se iría y así
sucesivamente. Aun no estaban listos.
Eileen me
miró y sonrió.
Todo cobró
sentido
No puedo
decir que me asombrara su decisión, pero si me tomó de imprevisto.
El universo
tiene una manera extraña de enviarme
mensajes sutiles de sus planes.
- Ellos significan mucho para ti, cierto ¿No
querrás que lo lastime o sí?, dijo aquella vez. ¿Estas lista para enfrentar la soledad? – dijo el día de hoy. Ahora me los quitó, a todos ellos.
Me puse de
pie con los puños cerrados fuertemente. Ellos comenzaron a cuestionar aquella
decisión, enérgica y violentamente, no se irían tan fácilmente.
Ella
convocó a los muchachos para poner orden.
Una idea
tonta vino a mi mente, en ese momento donde mi mente no funciona como quiero,
donde estúpidamente y para ocultar mi dolor, piensa estupideces. Ella tiene su
guardia, pero incluso esa guardia hace reverencia a los muchachos, ellos son
los más. poderosos de entre nosotros.
-Condúzcanlos
a su destino – les ordenó.
Voltee a
verles.
- Ve de
inmediato a casa, - dijo Bruno quién de un solo brinco subió a la arena,
ayudando a someter a uno de los trillizos.
Terrible
escena, sin pensarlo me encontraba subiendo a la arena.
- No - gritó
Atlas corriendo hacia mí, y justo en ese momento vi como César lo derribó.
-¡Llévatela!
- Le gritó a Kevin quién ya estaba a mi lado sin saber yo exactamente el por
qué se encontraba ahí.
¿QUE? quise
creer que no había escuchado aquello, mi etapa de negación se activó a su
máxima capacidad.
Kevin me
sujetó del brazo, no bruscamente, no de manera agresiva. - Vayamos a tu casa -
dijo él con una suavidad que no había detectado antes en él.
Respetó mi
estado de conmoción durante el breve camino.
Bajando
del automóvil devolví el contenido de mi estómago a sus pies, no me sentí
apenada, más bien estaba luchando contra mi organismo pues me sentía realmente
enferma ¿Es por lo sucedido? Quise pensar que así era, pero me estaba auto
engañando, llevaba ya semanas sintiéndome mal gradualmente pero guardé
silencio pues no quería poner en estado de alerta a mi amado Atlas. Ese
bastardo egoísta que ahora había terminado conmigo.
- Suéltame -
le grité agresivamente cuando intentó ayudarme.
Él se
retiró de inmediato, quizá algún día me disculparía con él ya que mi
humor actual me incitaba a buscar quien me la pagara y no desquitarme con quién
me la hizo.
Entramos a
casa y enjuagué mi boca, unos momentos después entraron los muchachos, los
trillizos y Atlas armando un gran revuelo.
¡Esa era mi
familia! De la cual el universo, Dios, Buda, todos ellos o ninguno, quizás el mismísimo Lucifer, ahora
me la estaban quitando.
-BB te concederemos 15 minutos para despedirte por la
sorpresa de la noticia – me dijo Mario.
La
practicidad de los trillizos, los llevó a entregarme lo necesario para
encargarme del negocio por los próximos meses.
- Únicamente
tenemos dos eventos de los cuales deberás encargarte en los próximos
meses, dentro de nuestros móviles encontrarás la información necesaria y
requerida para dichos fines. No aceptes nada más en nuestra ausencia, a nuestro
regreso nos encargaremos de todo - Indicó el Moreno
- Lo
lamento chicos, les dije a los trillizos - Realmente lo lamento, todo esto no
hubiese sucedido si yo no hubiese llegado a su vida, tal como lo
señalaron ustedes.
- Ey, Ey,
Ey - dijo El Rubio. Si tú no hubieses llegado a nuestras vidas, todo hubiese
continuado monótono, tú le has agregado variedad y emoción.
- Tarde o
temprano esto iba a suceder, esto simplemente nos adelanta nuestros planes.
Ellos me abrazaron y me confortaron.
- Haznos un
favor, ¿Quieres?
- ¿Si? -
pregunté algo extrañada.
- Aguanta
en nuestra ausencia, baja un poco los cuernos, y permanece aquí a nuestro
regreso.
- ¿Me prometen
que regresarán?
- ¡Claro! -
no iremos a ningún otro lado. Es una promesa. No llores por nosotros, realmente
no merecemos tus lágrimas.
- Ahora son
parte de mi familia, puedo llorarles un puto mar si quiero.
- ¡Esa
boca! - Exclamó el moreno.
- Asegúrate
entonces de regresar para que puedas corregirme apropiadamente.
- ¡Hasta
luego! - Exclamaron los tres saliendo de ahí tan glamorosamente como solo ellos
sabían hacerlo.
Mis
lágrimas se desbordaron a raudales nuevamente cuando vi a Atlas ahí quién
permanecía en una esquina.
- ¿Cómo
puedes hacerme esto Atlas?
Te Amo. Es
todo lo que diré - No lo olvides. Me abrazó y me sostuvo en brazos hasta que
César literalmente lo separó de mí.
Nuestro itinerario
cambió pequeña - me indicó César- no te olvides que en 5 horas sale tu vuelo. Te
veremos en un par de días en tu destino. Confiamos en que podrás con ésta
situación tú sola.
Asentí,
forzando a mi mente a tomar las riendas de todo sustituyendo a mis emociones en
el liderazgo.
Caí de
rodillas sosteniendo el peso de mi cuerpo con mis brazos y lloré amargamente.
Grité y
maldije a Elieen, golpeé el suelo con mis puños hasta que unas manos cálidas
detuvieron mis golpes.
- No querrás
lastimarte - dijo Kevin.
Hasta ese
momento fui consciente de que él se encontraba ahí, en el mismo rincón en el
cual se encontraba Atlas.
- ¿Tú?
¿Quieres sacar alguna ventaja de todo esto? ¡No te he solicitado ayuda! ¡Vete!
Salí de ahí
y me encerré en mi cuarto, poniendo manos a la obra para poder estar en tiempo
en el aeropuerto, si perdía aquel avión los muchachos jamás me lo perdonarían.
Me miré al
espejo y me odié por unos segundos, me había enfocado en Atlas en los últimos
meses y al separarme de él perdí una parte de mí. ¡Eso era lo que más
odiaba! la dependencia.
Kevin abrió
mi puerta de una manera muy familiar y se introdujo en aquel lugar.
- Diablos
¿No entendiste? No te quiero a mi lado.
- No es cuestión
de lo que quieres si no de lo que necesitas, y éste no es el mejor momento para
que te encuentres sola.
Intenté
moverle para arrojarlo fuera de ahí, y me topé con que parecía una muralla,
duro como piedra sin embargo cuando miré su rostro éste era de amabilidad y
comprensión.
- ¿Éste es
tu equipaje? - Señaló mis maletas.
- Las tomé
- Yo puedo con ellas.
- Yo las
llevaré - dijo y las arrebató de mis manos.
- Me tomó
del brazo y me condujo al carro. Tienes solo un par de opciones BB, obedecer o
enfadarte cada ocasión que te haga obedecer. Atlas me confió tu cuidado y no
planeo decepcionarlo.
- ¡El jamás
haría eso! - le grité.
- El gritar
cambiará los hechos.
- No soy un
bien que puedan pasar de una mano a otra ¡Sabes?
Nuevamente
sentí una punzada de dolor que me hizo palidecer, sin importar el esfuerzo que
hice por ocultarlo él lo notó.
- ¿Que
sucede?
- Nada.
- Luces
pálida.
- Es por
los recientes sucesos - Le confirmé.
Nunca antes
había viajado al extranjero, nunca antes había estado en un aeropuerto
internacional y nunca antes mi pecho se había sentido tan vacío. Mi estado anímico
y físico era deplorable. No quería reconocerlo pero sin Kevin ahí esto hubiese
sido imposible y quizás me hubiese perdido en el trayecto. Desistí de echarle
pleito cuando me di cuenta que se ubicó en el asiento tras de mí.
Odiaba sus
métodos.
Me molestó
que Atlas me dejara al cuidado de alguien más
Y me
molestaba más aún que realmente lo necesitase.
Observó en
silencio cuando rechacé las comidas que me llevaron las aeromozas.
- Si no vas
a comer, al menos hidrátate adecuadamente. Tengo que reconocerle que
respetó mi decisión y no armó un alboroto por que dejé de comer.
No sabía porque
miraba mi móvil para revisar los mensajes, sabía que no recibiría ningún
mensaje más de ellos...
Volví a
llorar. No quería dormir porque no quería tener pesadillas, solo que fue inevitable
el hacerlo y agradecí a todos los Dioses el no haber soñado nada, quizás el
cansancio, no lo sé.
Me movió
suavemente para que despertara.
Entre
cambio de aeropuertos llegamos de noche. Al ponerme de pie casi caigo pues una
nueva punzada de dolor me hizo doblarme. Esto ya no era normal, cuando llegara
Mario le pediría me revisara.
Me instalé
en mi habitación.
- Dentro de
4 horas regreso por ti para comenzar nuestras actividades aquí - dijo y
se retiró de ahí. Quizás anticipó que lo que más deseaba era cerrarle la
puerta en esas narices suyas.
- Me dormí,
sin desearlo o pensarlo, me sentía
agotada en todos los aspectos, por lo que simplemente me dormí y desee no
despertar más.
Cuando abrí
los ojos, me sentía desorientada. No recordaba que había sucedido.
Estaba
en recostada en la cama de algún cuarto blanco, quizás algún hospital, eso
lo había concluido al verme conectada a una máquina que media mi ritmo
cardiaco, la cama de hospital es inconfundible, también tenía suero.
¿Qué he
hecho? ¿Qué ha sucedido?
CONTINÚA???
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