Habían pasado los suficientes
días después de las fuertes declaraciones que llegaron acompañadas de Ramsés.
Esta semana era mi última
semana ahí, sin importar el resultado del día del torneo, la siguiente semana
yo ya no estaría ahí, al menos ese era el plan.
El tiempo había hecho lo suyo
proporcionándome los suficientes días para que mi corazón y carácter se
tranquilizaran con Atlas. Sobre todo mi carácter.
No quise verle antes, rechacé
todas sus llamadas, esquivé sus encuentros, tiré todas sus flores y regresé sus
regalos, muchas veces salí de mi hogar porque él estaba ahí.
Ninguna de esas acciones fue
la mejor, lo reconozco.
Jamás retiró el dedo del
renglón, eso debo reconocerlo.
Sí. Lo abofeteé más veces de
las que quise, pero el instinto me invitaba a ello cada vez que no podía
eludirlo.
Era el momento de arreglar
todo.
Era el momento de ordenar el
caos.
Me presenté a su oficina un
día antes de mi día con Ramsés, tal como lo pidieron, tal como lo solicitaron
estaba por arreglar las cosas con él.
Se puso de inmediato de pie,
al verme entrar, no supo exactamente cómo reaccionar.
Yo sabía exactamente lo que yo
quería.
Cerré la puerta tras de mí,
cree expectación a cada movimiento, di pasos firmes sin dejar de mirarle hasta
que me senté frente a él.
Usé la ropa que a él le
gustaba: Zapatillas de infarto, suela roja y únicamente una gabardina, debajo
estaba su platillo favorito: YO completamente desnuda.
Para él soy algo deseable, me
costó mucho aceptarlo y entenderlo, él reparó mi autoestima, yo pensé que era
mi corazón el que había quedado destrozado, pero fue mi cochina autoestima, con
paciencia, dedicación y sobre todo amor, él se había encargado de repararla
todos estos años.
Le miré a los ojos por unos
minutos, él hizo lo propio esperando que yo iniciara la plática.
- Seré breve y directa, no
estoy aquí para buscar una explicación o aclaración de los hechos Altas.
Ambos estamos heridos, ambos
tuvimos nuestras razones, ambos tomamos las decisiones que creímos mejor de
acuerdo al momento y circunstancia vivida, no creo que alguno de los dos hayamos
tomado la decisión esperando lastimar al otro.
Al menos no por mi parte.
Estoy aquí para despedirme de
ti, debes saber que sin importar como resulten las cosas no estaré aquí al
menos por el siguiente año.
- Preciosa…
Le detuve haciendo un ademán
con mi mano.
Olvidemos nuestra situación
actual, sumerjámonos en una burbuja como nos funciona muy bien a ti y a mí,
olvidémonos del mundo, disfrutémonos mutuamente una vez más como en nuestra
mejor época, olvidemos quien hizo que y la razones de esas acciones.
Dejemos detrás el mundo y
construyamos un instante para nosotros, solo nosotros.
Ambos hemos probado nuestra
valía para el otro. Ambos sabemos cuánto es que lo ama la otra persona, esto
será un bache o un abismo, el tiempo lo decidirá y justo es lo que la vida nos
proporciona: Tiempo.
Esa es mi propuesta ¿Qué
dices?
Me miró dubitativo, solo que
ahora su mirada era tranquila, mis palabras borraron ese deje de dolor que
tenía en los pasados días.
Su mirada recobró la vitalidad
con la cual solía mirarme.
¿A cuántas personas más miraré
a los ojos y les mentiré?
- No te propongo nada que no
hayamos hecho ya.
Me puse de pie y deslicé mi
gabardina por mis brazos dejándola caer y exponiendo mi cuerpo ante él.
Se puso de pie, sonriente.
Tomó sus cosas, para salir de
ahí.
Reí al tiempo que colocaba la
gabardina de nueva cuenta en su lugar.
Abrió la puerta de su oficina,
y nos condujo al Nirvana, a nuestro Nirvana particular.
Su sonrisa evidenció lo
acertado de mi manera de arreglar las
cosas.
- Pongámonos en marcha.
Sonreí. Ese era MI Atlas, el
Atlas de nuestros mejores momentos, de nuestros mejores tiempos.
- ¿Qué es lo que exactamente
tienes en mente? – preguntó deslizando su mano por mi muslo, en dirección hacia mi zona más íntima.
¡Si! Completamente depilada como
te gusta ¡Bingo! Sus ojos se abrieron en clara sorpresa, lamento que ésta vez
no hubieras podido disfrutar del espectáculo mientras lo hacían, algunos lo
encuentran retorcido, nosotros disfrutamos en complicidad de la excitación que
eso nos produce a ambos, porque a eso se reduce todo ¿Cierto? El pequeño
universo de complicidades que puede haber entre dos personas.
Conozco todos tus gustos, has
sido mi mejor maestro, estoy bien entrenada y tengo excelente memoria.
Mi cuerpo estaba electrizado
con solo sentir sus dedos deslizarse, sumergirse y comprobar mi humedad, la
humedad que él garantizaba en mí.
- Vayamos a XXXXXXXX, nuestro
hotel y nuestra habitación favorita están disponibles.
Había hecho la reservación,
también guardaba eso en mi memoria.
Era el lugar donde me habían
tomado aquellas fotos que derivaron en una gran pelea entre nosotros, nuestra
primer gran pelea, yo autoricé que las exhibieran y él no lo quería, por
supuesto se hizo mi voluntad.
Jamás lo vi tan enojado como
aquella vez, y el recuerdo, el simple recuerdo del sexo de reconciliación,
hacía que mi humedad se proyectara hasta el infinito.
Apenas se cerró la puerta me
despojó completamente de mi ropa. Aunque lo acertado sería decir, la poca ropa
que llevaba.
Sin tregua ni prisioneros, nuevamente
como a él le gusta. Apreciarme desnuda, completamente desnuda solo para él.
Tortúrame a voluntad, hasta que mi cuerpo no pudiera más y pidiera a gritos que
me penetrara.
¡Sí! tantas veces habíamos ya
estado juntos, como amantes, como amigos, como pareja, como amo y sumisa,
conocía casi todos sus pasos.
A él fue a quién le entregué
mi virginidad, pero no solo mi cuerpo, él conocía profundamente mi alma, mis
secretos, todo, absolutamente lo conocía todo de mí.
Frente a él y mirándome
directamente a los ojos, me tomó por el cabello cerrando su puño y tirando de
él hacia atrás hasta que mi rostro quedó mirando el techo. Mis manos
aprisionaron sus bíceps tanto para disfrutarlo, como para mantener el
equilibrio.
Comenzó a besarme y a
descender lentamente por mi cuello.
¿Una marca de salvajes? ¡Por
que no! Este día soy tuya, mi último día junto a ti, puedes hacer de mí lo que
gustes, le gritaba mi sucia mente.
Con su otra mano aprisionó mis
manos a mi espalda, éstas ya le buscaban, comenzaban a desnudarlo.
Él lo impidió.
Jugaríamos bajo sus reglas.
Ok, estaba marcando la pauta
¡Eso me encanta! Ser una obediente marioneta que se resiste siendo parte del
juego, que se resiste solo para ser tiernamente forzada… uffff, el me lo había
mostrado, él me había entrenado, yo aprendí el truco y simplemente nos
dejábamos llevar.
Sus dientes aprisionaron uno
de mis pezones, lo mordió hasta hacerme gritar.
Aquello era música para sus
oídos.
De inmediato lo succionó para
brindarme alivio, pasó al otro pezón e hizo lo mismo.
Mi cuerpo estaba inundando de
placer y entre mis piernas descendía la evidencia de mi excitación.
Con él descubrí el excitante placer
del dolor.
Me giró hasta quedar con mis
nalgas pegadas a su cadera, pude sentir que ya se le había despertado, deseaba
tanto poder tomarlo entre mis manos, pero él se encargó de inmovilizarlas por
encima de la cabeza.
Me guio hasta la cama para que
pudiera posicionarme de rodillas sobre ella, con mi espalda recargada en su pecho.
Su mano liberó mis brazos para
tomarme por el cuello.
Con tres toques de su mano
abierta en mi vientre me indicó separar
mis piernas, hasta que quedaran a los costados de sus piernas.
Introdujo sus traviesos dedos
hasta que encontraron el botón que les gusta y comenzó la deliciosa tortura.
Hacía girar sus dedos, lento,
rápido, lento y apretaba su mano sobre mi cuello ¡Excitante! Cada vez mi
humedad se hacía mayor. ¡Mis gemidos nunca han podido ser contenidos! Viajaban
rebotando por las paredes de aquel lugar hasta llegar a complacer a los oídos de
mi amante.
Introducía sus dedos en mi
interior y después los introducía en mi boca.
- Hazlo por mí, susurró en mi
oído, nunca me ha gustado esa práctica, pero cuando él lo ordenaba de aquella
manera, me resultaba tremendamente excitante y no podía más que obedecerle.
Mis manos se sostenían de su fuerte brazo con el que tenía
aprisionado mí cuello.
Cuando ya no pude más acallar
mis gritos, cuando casi llegaba al orgasmo, me tendió e inclinó sobre la cama
hasta quedar apoyada en cuatro puntos y me penetró rápida y violentamente. Mis
nalgas terminaron rojas: Su color favorito sobre mi piel.
Mi orgasmo fue estruendoso.
Su orgasmo fue gigante.
Nos recostamos sobre nuestra
espalda hasta el momento en que nuestras respiraciones volvieron a ser
normales.
Me acurruque contra él.
Deslizó sus dedos en mi
espalda. Ni una sola vez me había dejado insatisfecha, era mi semental
particular.
Sonreí de mis oscuros
pensamientos, eso atrajo su atención.
- Espero ser el motivo de esta
risa.
Fui directa nuestro tiempo era
limitado.
- Atlas, quiero salir de aquí
sin poder caminar, dame todo el sexo que una mujer puede tener en las próximas
horas, sabes que no te negaré nada, disfruta de mis entradas, de todas ellas.
Deseo estar tan adolorida de
todo mi cuerpo que cada movimiento que haga mañana me acuerde de ti.
Abrió los ojos ampliamente.
Tus palabras…
- Es lo que deseo.
Puse mi mano en su pecho, le
miré directo a los ojos dejándole saber la honestidad de mis palabras.
Era la última vez que lo
vería, lo justo es que lo dejara hacer lo que deseaba, al menos así tendría un
magnífico recuerdo de mí (y yo de él).
Se colocó encima de mí
inmediatamente y me sostuvo las rodillas para hacer una penetración profunda.
Mis palabras fueron su mejor
afrodisiaco.
Me miró a los ojos al tiempo
que se movía dentro y fuera de mí.
Sus manos jugueteaban con mis
senos, mi zona más sensible, no tardamos mucho en tener un nuevo orgasmo, eso me encantaba de estar con él, la sin
cronicidad de los orgasmos, sentir como se vaciaba dentro de mí me hacía tener
las sensaciones más intensas y parecidas a un orgasmo que puedo tener en esta
vida, lo quería dentro pero al mismo tiempo le quería fuera.
Mi petición fue cumplida y mi
placer infinito.
Con él todo siempre fue tan
sencillo como respirar o tan sencillo como alcanzar un orgasmo dirigido por sus
habilidad. Ser feliz era mi estado natural cuando me encuentro a su lado.
No sé por qué pero cuando
estoy con él y sin importar lo mal que me ha ido en el día o en la vida, un
solo toque, solo uno basta para que mi cuerpo se relaje, se tranquilice, se
suelte…, esa fue mi mejor y más grande pista de que mi vida sería siempre mucho
mejor con él que con nadie más.
Malditos fantasmas del pasado
que me impidieron amarle con él me amó a mí.
Hicimos una pausa para alimentarnos
como es debido.
Me puse de pie y tomé una bata
para cubrirme.
- Si no te molesta me gustaría
que continuaras desnuda.
Le sonreí y saqué a mi Diosa
interna para que se vistiera con mi piel, así lo hice, no existía nada en el
mundo a lo que no hubiera accedido, ese día.
- ¿Preciosa? ¿Qué sucederá en
el Torneo Anual?
- Desearía no tocar ese
tema. Este es nuestro momento únicamente
no lo arruinemos.
- Un año no es tanto tiempo.
Sonreí, no quería arruinar
nuestra tarde perfecta.
- ¿Estarás en el torneo?
- ¡No me lo perdería!
- ¡Entonces prepárate para una
sorpresa! Sucederá lo inesperado, te aseguro que será una noche para no
olvidar.
Sonreí.
Contuve mi llanto.
Detuve ahí mismo la plática
utilizando mis encantos femeninos ante los cuales no puede resistirse por
mucho.
Terminamos utilizando una
mesita de la comida como soporte para mi cuerpo.
No hubo parte de mí que no
recorriera con su lengua, ninguna entrada que no fuera saciada, varias mordidas
decoraban ahora mi piel.
No pude pensar en una mejor
manera de despedirme.
Lo lamento Atlas, nuevamente
te traiciono, nuevamente te apuñalo.
Este es mi adiós, me llevo tu
aroma en mi mente y esta noche graba en el alma, no será en esta vida,
esperemos que en la siguiente nuestros caminos se encuentren y sea para siempre.
Agradezco haberte conocido en
esta vida, puedo llorarte un mar entero porque lo nuestro no será, pero hoy
elegí simplemente brindarte esta noche como un bello recuerdo, espero que
tengas una gran vida.
Yo espero poder encontrar el
amor después de ti.
Quedamos dormidos, exhaustos y
satisfechos en los brazos del otro. Y así la inmensidad de la noche nos
absorbió, nuevamente la noche fue nuestra cómplice, nuestra alidada, guardaría
ese secreto para siempre.
Cerré mis ojos y me entregué a
Morfeo.
CONTINUARÁ
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