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jueves, 10 de agosto de 2017

E. Wanted Dead or Alive




El día del torneo llegó, el día es soleado,  pero el aire es frío, de una forma u otra  hoy mi vida cambiará para siempre…
Mi abuelita tenía un dicho que aplica perfecto para el día de hoy: “El que mucho se despide, pocas ganas tiene de irse”.
Y yo… ¡Ya no sé ni cuantas despedidas llevo!
Estuve mirando el techo un largo rato cuando desperté mientras unas cuantas lágrimas rebeldes caían por los costados de mis ojos, ardiendo terriblemente en su recorrido.
Malditas lágrimas – pensé. ¿Pero que era aquello? ¿Lágrimas de dolor? ¿Acaso de rabia? ¿Quizás de dolor? Aunque la respuesta correcta era: Todas las anteriores.
Creí haber llorado lo suficiente quizás lo que debía llorar toda ésta vida, pero traicioneras ellas, se asomaron nuevamente en mis ojos.
Me obligué a salir de la cama, forzando a cada uno de mis músculos para moverse, salir de ahí y ponernos en marcha.
¿Por qué se resistían, si al final de todo éste era un plan que llevaríamos a cabo de una u otra manera?
Bajé a tomar mi último desayuno en esa mesa, con todos ellos como compañía.
Suena dramático si lo pongo de esa manera.
Parecíamos una familia feliz, no existieron reclamos, regaños o gritos ese día, todo se redujo simplemente a una muy bien ejecutada cordialidad. Y eso era justamente lo que deseaba recordar: el sabor de  las naranjas recién exprimidas para nuestro jugo, las frutillas que acompañaron mis Hot Cakes favoritos y el amargo sabor de un delicioso café, la mesa acomodada como a ellos les gustaba.
Tomé la taza con ambas manos para calentar un poco mi sangre.
Era irónico que mis nervios me mantuvieran tan fría siendo un caluroso día de verano.
Les sonreí a todos terminado el desayuno y me despedí de ellos con todo un ejército de mariposas en el estómago y las cataratas del Niágara en mis ojos.
Subí a prepararme.
 Decidí mi atuendo cuidadosamente, me apegué a la filosofía de mi abuelita “Haré de éste día una fiesta” mantuve presente en mi mente, el pensamiento que hoy, sería el último día que pisara la arena y si así iba entonces lo haría con estilo, dejaría algo que recordar en la mente de todos los ahí presentes aunque solo fuera mi vestimenta.
No regrets  creo que esa frase la saqué de alguna peli y así es como me iba de ahí, sin arrepentirme de nada, esos cuatro años viviendo en una sociedad llena de secretos me dieron la ventana perfecta para vivir la vida loca que siempre desee pero que no tuve, y sin nadie que se enterara o se avergonzara de aquello. Era una de las tantas cosas que más me gustaba y ms había disfrutado. Con la frente en alto iba a salir de ahí.
Hare de este día memorable, para mí, los muchachos, mi amado Atlas y todos los ahí presentes.
Recuerdo que cuando la noticia de mi participación se hizo pública hace algunas semanas, un inusual interés se despertó en muchos de  nuestros conocidos, preguntas como ¿Por qué en éste momento?, ¿Cuál es el repentino interés de ella en participar? ¿Tiene que ver su participación con la llegada de Ramsés? por éstas incómodas preguntas y algunas otras más, me mantuve tan alejada como pude.
Elegí un glamoroso vestido largo color blanco, es el único vestido de diseñador que yo he deseado y sin importar el precio lo adquirí, lo guardé para una ocasión especial, quizás mi boda con Atlas… pero la vida nos llevó a este punto y no tendría otra ocasión para lucirlo.
En tan largo que me arrastra un poco si no uso tacones como el día de hoy con un cuello halter  bordado de  pedrería color turquesa en la parte del cuello y escote, dejé mi larga cabellera suelta y puse especial dedicación en resaltar mi melena rizada siendo  éstos los que ocultaban el gran escote de mi espalda que llegaba un poco más debajo de mi cintura, me esmeré en cada uno de los detalles de mi aspecto, accesorios y perfume incluidos, solo  para presentarme en la arena con todo el estilo que pudiera.
Amaba aquel look, un tanto bohemio.
Utilicé todos los trucos de maquillaje que aprendí durante ese tiempo, quedé hermosísima, modestia aparte.
No iba a sudar ese día, nada de mi atuendo se vería arruinado.
Evité dejar cosas al azar, llevaba planeando esto el tiempo suficiente como para que el azar me ganara ésta vez.
Antes de eso tomé un largo baño en mi tina preparada con aroma a lavanda para la ocasión, después de todo era la última vez que la usaría.
Durante esa semana limpié hasta el último rincón de mi espacio, lugares y paredes que me sirvieron de refugio cuando necesité lamerme mis propias heridas, cuando necesité ocultar mis lágrimas o simplemente para tomar un merecido descanso.
Pero más que refugio fueron testigos de mi evolución, de mi crecimiento, de mi nueva YO.
Este hogar del que ahora seré arrancada, fue mi hogar los últimos cuatro años, muchas memorias había ahí, buenas, malas… de toda clase y tipo.
Pasé noches de desvelo, descanso, felicidad, amargura, presión, tensión, angustia, miedo y de romance, una gran variedad lo reconozco.
Si me fuera posible, arrancaría esa habitación de la casa y la guardaría en la casa de Kevin.
Ordené todo de manera que, en caso de que requirieran empacar (Y lo iban a necesitar) lo hicieran rápido, deseché todo lo inservible y lo que deseaba guardar por valor sentimental lo mudé a la casa de Kevin, como las joyas sin valor que compré de la mano de Atlas cuando hice mi sesión de fotografía, éstas fotografías también las almacené en ese lugar, no quería que ellos tuvieran más recuerdos de mí de los que podían guardar en su mente.
Inevitablemente ellos irrumpirían en esa casa, puedo apostar que es uno de los primeros lugares a los que me irían a buscar, por ello no lo utilicé como refugio para mí.
Algún día regresaría por todo aquello o simplemente regresaría a vivir en aquella propiedad, ahora mi futuro era incierto y no quería tomar ahora esa decisión.
Mi futuro era ahora como el mapa de Michel Thomas, en el libro “El viaje a casa” (ampliamente recomendado estimado lector, si quisiera una copia puedo enviársela por correo electrónico, únicamente solicítela).
Lujos y joyas preciosas fueron dejadas atrás.
Sobre mi escritorio dejé mi computadora y mi celular, dispuestos al sacrificio pues sabía que serían descuartizados buscando algún dato que les indicara donde buscar tras mi partida, rezaba por no haber omitido ningún dato, y únicamente haber dejado lo suficiente para no despertar ninguna sospecha innecesaria.
Revisé los últimos detalles de mi alcoba asegurándome que todo estuviera en orden y acto seguido tomé mi pequeña maleta que no resultaba nada sospechosa y solo en caso de que desearan revisarla, portaba lo básico para vestir saliendo de un combate, en teoría para viajar después del mismo.
Llevaba sin embargo en mi oreja izquierda los aretes que representaban  a cada uno de ellos, esos aretes aunque piedras preciosas, no los retiré de mi oreja. Era todo lo que llevaría conmigo, no tuve tiempo de hacer  la perforación que representaba a Ramsés pero lo haría ahora que tuviera tiempo de sobra. Aunque su piedra quizás sería un diamante negro, por su dureza.
Bajé por las escaleras para encontrarme con mis tíos, Ramsés también estaba ahí, esperando por mí.
Lamenté tanto no poderle llamar “Papá”, al final de todo era por lo único  por lo que me había mudado a aquel lugar y sus entrenamientos del demonio.
- ¡Pero que bella te ves este día! – exclamó Ramsés al verme bajar por las escaleras y abrió sus brazos para acunarme en ellos.
Como un abrazo de un orgulloso padre, como si ese día me estuviera felicitando  para mi graduación.
- Gracias – dije, mientras le dedicaba una pequeña e incómoda sonrisa.
Sin decir nada e incluso sin permitir que el resto se acercara a mí, les confirmé que los vería en la arena, justo antes del combate.
Erguí la espalda y los hombros, puse en alto mi frente, inhalé profundo, abrí la puerta y di pasos firmes y seguros. Una lágrima se derramó por mi mejilla, pues estaba segura que aquella sería la última vez que estaría en  esta casa.
Un adiós se elevó en mis pensamientos. Adiós y Gracias.
Desde mi punto de vista, brindé lo mejor de mí, hubo mentiras, sí, pero ninguno de los dos lados estamos libres de pecado.
Me dirigí a mi automóvil observé como Atlas me esperaba sentado en el capó, como figurilla sacada de cualquier novela rosa juvenil, tenía los brazos cruzados y una pierna sobre otra, me hizo recordar involuntariamente el día que me esperaba fuera de mi trabajo, cuando compró la muñeca que no pude conseguir para mi hermana en el día de su cumpleaños, me hizo recordar cómo es que nuestra historia comenzó si podemos llamarla de esa manera.
- Preciosa ¿Podemos hablar?
- Podemos - dije- solo que será durante nuestro trayecto a la arena ya que tengo que estar ahí en unos minutos más y no puedo llegar tarde a una cita tan importante - le hice la señal de que subiera al coche y disfracé mi tono sarcástico al decir ésta última frase.
Abordó al coche sin ningún tipo de cuestionamiento, aunque él siempre se había negado a ser co-piloto.
- Hoy te ves particularmente hermosa es un pena que esa lágrima no combine con el resto de tu atuendo – dijo en una voz más bien queda, casi como un lamento.
- Si – afirmé - es una pena, miré hacia el frente, hacia el infinito -  hoy no es un día para que yo me encuentre feliz, hoy es un día de luto para mí ¿Sabes?
Me despediré de toda ésta vida muy a mi pesar, dije – irrisoriamente coincide con el mismo día en que llegué a este lugar, a éste mundo, el día que los conocí a ellos y a tus puños.
Reímos ante el recuerdo. Reímos para evitar llorar
¡Mundo Bizarro! – Exclamé para mí, solo para mí.
- Preciosa es justo de esto que quiero platicar contigo.
Se le notaba dubitativo en su voz.
- Te escucho.
- Desde el inicio te has empeñado, esforzado y  logrado entablar, digamos, toda una guerra en contra de ELLA, desafiándola constantemente, encontrándole los lados ciegos a las reglas, SUS reglas, y sobre todo nunca aceptaste arrodillarte ante ella, si el día de hoy, consideraras dejar todo tu orgullo atrás y pidieras su consideración,  arrodillándote ante ella,  me parece probable que pudiera hacer alguna excepción para que tú te quedaras aquí, aun rechazando el premio.
Era su segundo al mando hablando.
Reí ante aquella escena.
- ¿Orgullo? – Reí - No piensas claramente ¡Jamás! me arrodillaré ante ella. ¡Ella comenzó esta guerra! Solo me he defendido ¿No es acaso un principio básico y primitivo? Instinto de auto – preservación, ustedes, todos ustedes deben estar dementes si creen que aceptaré aquello, ustedes no estuvieron presentes aquel día…
Mi voz se quebró del coraje solo de recordarlo.
No digas “De esa agua no beberé porque te  puede dar sed” me recordó mi parte loca, bastante loca pero acertada, ella sabía que en el fondo ambas aceptábamos que no era una idea descabellada, podría al menos brindarle el beneficio de la duda, pero ¿Si ella accedía? Ramsés no podría hacer nada más, yo habría renunciado al premio y entonces si ella aceptara hacer una excepción, podría quedarme ahí, después de todo, yo era una clara excepción a sus reglas desde el inicio.
- Preciosa, al menos piénsalo por algunos minutos.
Permanecí, en silencio unos momentos, para entonces ya habíamos llegado  al estacionamiento de la arena, miró la maleta en el asiento trasero y por un segundo pensé que descubriría mis verdaderos planes, por el contrario tomó la pequeña maleta para cargarla por mí.
- Atlas, lo meditaré mientras la pelea se desarrolla, pero no te prometo que lo haré, esto va en contra de mis creencias, además no creo que me dejara muy bien parada, siendo éste el Torneo Anual, quedando yo como ganadora, haciendo esa solicitud, no creo que sus rígidas y estúpidas reglas, además de su enoooorme Ego, lo permitan.
- Eso es suficiente para mí. – dijo él – que lo pienses.
Descendió del coche para abrirme  la puerta con la intensión de acompañarme a los vestidores.
Aquella escena no era extraña, Atlas siempre se introdujo en aquel lugar antes de mis batallas, para aquel mundo siempre seríamos Atlas y yo.
Dimos unos pasos y a mitad de camino, recordé que había olvidado algo del coche.
- Adelántate, dije, tengo que regresar por mi correa, sonreí, esta tarde la utilizaré, para marcharme con ella puesta, la olvidé en el coche.
Simplemente sonrió y adivino que recordó también su partida.
Apresuré mi paso y estuve de regreso en menos de lo que ellos esperaron.
Todos ellos también estaban ahí. Agradecí que no hubiesen querido que llegáramos todos juntos, no lo hubiera podido tolerar emocionalmente hablando.
Permití que me abrazaran.
Un último abrazo, pensé.
            Las despedidas nunca han sido mi fuerte, evadí su mirada a toda costa, si ellos  habían pensado que los traicioné en el pasado, lo que estaba  por suceder seguro que les partiría el corazón en mil pedazos.
            - Gracias – dije- y mi voz se quebró finalmente.
            Hice una pausa, para juntar mis pedazos y recobrar la compostura.
Aclaré mi garganta.
            - Gracias por ésta maravillosa experiencia, hoy siento que voy directo al desolladero, les agradezco desde el fondo de mi corazón por todo, absolutamente todo lo bueno, lo malo, lo inesperado a todos y cada uno de ustedes han hecho de mi vida una mejor versión de vida.
Aunque  ustedes saben que mi victoria será únicamente el fruto de todo lo que hemos vivido. No obstante seré egoísta el día de hoy, ésta victoria será solo mía.
Con mis palabras todo el plan que había trazado ahora era una realidad.
¡Aquellas palabras fincaron el plan trazado, aquello era una despedida anunciada!
Entonces se escuchó el anuncio de ELLA solicitando que los contendientes nos presentáramos en la arena.
Así fue como les dejé atrás a todos ellos de pie en una media luna, viendo como me alejaba de ellos.
-¡Hija! – Gritó Ramsés colocando sus manos a la altura de la comisura de su boca.
Detuve mi paso sin voltear.
- ¡Nunca podrías ser igual a mí! ¡No lo olvides! Mientras vivas y respires mientras das la vida ahí arriba, demostrando tu poder sin tomar prisioneros. ¡Jamás serás igual a mí!
Los miles de pedazos en los cuales mi corazón se partió al escuchar aquel discurso, se hubieran podido escuchar en aquel silencio.
Contuve mi llanto y mis ganas de actuar de cualquier manera impensable. Aquello era inau…
- ¡Eres mil veces mejor! – gritó a continuación.
¡Dioses  demonios! Esas simples y sencillas palabras me hicieron el día y la vida completa.
¿Cómo se atrevía? ¿Con que facilidad decía aquello, cuando el odio y el enfado habían llenado mi corazón? ¿Cómo podía odiarle ahora? ¿Cómo ejecutaría mi plan?
Derrumbó la base de mi plan, mi principal motivación se había ido a la basura. ¿Por qué estaba haciendo todo aquello? Estaba perdiendo el enfoque. Me derrumbó, me abofeteó y me escupió en la cara.
Me impedí a mí misma voltear, me impedí mostrar cualquier sentimiento, me impedí ser yo misma.
Ok, ahora el plan de Atlas no sonaba para nada descabellado, incluso creo que le daría una oportunidad.
¿Sonreír después de aquello?
Aunque oportuno, no me fue posible.
Le recordaba a cada uno de mis pies dar un paso para mantenerme en movimiento, y con cada paso un recuerdo llegaba a mi mente, en menos de cincuenta pasos mi vida dentro de aquel mundo fue proyectada en mi cerebro detallada y nítidamente, por no decir, dolorosa y tristemente.
Un recuerdo fue al que le dediqué más de dos segundos y ese fue el día tan interesante que pasé con Ramsés, acertaste, ese día que  me solicitó solo para él.
 Ahora recordé una nueva razón más para huir de aquel lugar, porque finalmente eso sería lo que haría: huir despavorida como si el mismísimo demonio fuera el que me quisiera reclutar o mantener ahí.
Sin importar como disfrazara aquellas palabras, estaba huyendo, por unos instantes fingí no comprenderlo, no quise hacerlo, huir es una palabra digna de un cobarde y yo no lo era…
¿O sí?
El sonido de mi celular me despertó.
Era Ramsés por lo que no pasó por mi mente siquiera no contestar, aun en los brazos de Atlas respondí su llamada.
- No pasaste la noche aquí.
- Te recuerdo que soy una mujer adulta.
- Espero que no hayas olvidado nuestra cita.
- No la he olvidado ¿A qué hora tengo que estar ahí?
- Dos horas.
Colgó inmediatamente.
Atlas despertó durante mi breve plática, le pedí que me llevara a casa, tenía apenas el tiempo justo para ponerme presentable y quitarme el olor a sexo.
Estuve lista a la hora indicada, en la sala de nuestra casa.
Nos condujo hacia las afueras de la ciudad. Durante el camino no cruzamos palabra.
¿A esto se redujo nuestra relación? Me pregunté internamente Suspiré.
- Hoy no soy tu enemigo.
- Tampoco eres mi amigo claramente.
- Jamás intenté serlo, lo único que he querido es ser tu Papá. A tu regreso…
- Si regreso…
- No hablemos de ello.
Silencio nuevamente
- Te solicité un día para mí, pero sería egoísta hacerlo de esa manera. Mis hermanos nos esperan en nuestro destino y tus papás se reunirán con nosotros por la tarde.
No hice ningún comentario. Sería muy incómodo todo aquello.
Llegamos a una hacienda que me resultaba familiar. No sé la razón.
- ¡Bienvenida a tu casa!
Le miré extrañada.
- Compré este lugar apenas supe de tu existencia, los papeles están en orden.
- Yo…
- Pequeña, quizás no puedo poner el mundo a tus pies, pero al menos permíteme hacer éstas cosas.
- Ramsés.
Me rodeó por los hombros con su brazo y de esa manera me condujo hasta la sala.
Había una fotografía de mi mamá y él en una de las mesitas. Que diferente hubiera sido nuestra vida de haber ellos permanecido juntos. Pero las cosas son como son.
Me dejó ahí por unos instantes.
La hacienda era un lugar rústico, antiguo, tal como me gustan, paredes de ladrillo, muebles de madera…
Regresó después de unos instantes, me llamó desde la puerta.
- Acompáñame.
Llegamos a la cocina, era una cocina antigua adaptada a la modernidad, el suelo era de mosaicos de barro.
Me pidió sentarme en la barra.
- Prepararé el desayuno para ti. Seguramente has de estar hambrienta.
- ¿Atlas se ha portado bien contigo?
Pude sentir que los colores se me subían.
- Es todo un caballero – me limité a decir -
- ¿Se reconciliaron?
- Nos despedimos.
Te contaré una historia durante el tiempo que preparo el desayuno, te pido escuchar con la mente abierta, sin prejuicios y después emitirás tu veredicto.
Tenía todo un desfile de ingredientes frente a él. Huevos, jamón, mantequilla, etc… pero lo que más esperaba era una gran taza de café.
Su cafetera era como la navaja suizas de las cafeteras.
- ¿Puedo pedir antes un café?
“La vida comienza después del primer trago de café”
Sonrió afirmando.
Ahora si podemos comenzar a hablar, pensé cuando tenía una gigantesca taza de café solo para mí.
- No detallaré la historia de lo sucedido entre tu madre y yo, pues de los detalles importantes se encargaron mis hermanos y  el resto de los detalles solo nos incumben a tu mamá y a mí.
¡Qué sorpresa!  - Pensé
- Fui castigado por mantenerte oculta, sabía de tu existencia, siempre  respetando los deseos de tu mamá referente a querer que llevaras una vida normal, se lo debía.
También existía la posibilidad de que llegarás a nosotros, lo sabía dentro de mi corazón, pero también existía la posibilidad de que no lo hicieras. Por ello te mantuve oculta. No tenía ningún caso hablar de tu existencia si después de todo tu mamá lograba mantenerte atrapada dentro de una vida normal.
¡Finalmente llegaste! Ese día… en fin…
Cuando llegó el momento de negociar y mientras jugueteabas con Atlas, ese día que escapaste de él.
 ~ Me sorprendió que supiera eso ~
No te sorprendas pequeña, después de todo es la causa por la cual lo odias, por el trabajo que lo contraté para hacer.
Pero no nos desviemos del tema, tuve que negociar tu estadía, ese día ella quería deshacerse de ti, al enterarse de que no podíamos hacerte lo que le hacemos a todos para deshacernos de ti, ella fue informada de tu presencia aquí.
Comprenderás que la sorpresa y enojo tenían el mismo peso, además de que nadie sabía que hacer o cómo actuar.
La condición fue sencilla, si realmente eras mi hija, y era cierto que llevabas mi sangre en tus venas, cosa que se sabe al analizar tu energía, entonces tu poder debería ser al menos igual al mío.
¡Fue entonces que aposté por ti!
En caso de que no entraras al Torneo Anual y ser la ganadora a más tardar 4 años desde tu ingreso, entonces yo sería desterrado. Renunciaría a todo. Mi fe en ti es ciega.
Era su mejor oferta, así que acepté confiado, me lancé teniendo la mejor red de seguridad de todas, TÚ.
- ¡Eso no es jugar limpio!
Si es momento de ser honestos, hubieses podido entrar antes.
A este punto ya teníamos un abundante desayuno ante nosotros.
Les prohibí a todos decirte esto tratando de evitar presión extra sobre tus hombros.
Ellos lo cumplieron.
¿Culpable? ¡Pueden apostarlo! Tenía en mis manos, literalmente el poder de traerlo a mi lado. Si tan solo hubiese conocido ésta parte de la historia…
- ¡¿Cómo pudiste hacerme eso?¡ Lo único que esperaba era tu llegada.
Claro que la rabia sustituyó cualquier sentimiento en mi cuerpo.
- Él sonreía, no cuestiones el proceso hija, todo fue como debió ser, simplemente PERFECTO.
- ¡No pues ahora sí que no entiendo un carajo!
- Cuida tu boca.
- ¡Todo este tiempo!
- Y no hubiera cambiado nada si me hubiesen dado a elegir. Estuve contigo en todos los momentos importantes, un par de ocasiones casi me descubres, eso sí que hubiera sido interesante, pero no tenté más a tu destino, sabiendo que las cosas entre ella y tú no eran sencillas.
¡Desee tanto haber sanado tus heridas cuando comenzaste a pelear! ¡Desee ser tu cuerda de seguridad cuando tu abuelita desencarnó!
¡Sostenerte en mis brazos cuando Kevin nos abandonó!  Honestamente esa fue una sorpresa, no pensé que él y tú se llevaran tan bien… por unos instantes pensé que él sería tu futuro y no Atlas.
¡Tantas y tantas ocasiones que quise, pero no pude!...
~ Él iba a ser mi futuro ~
- Todos ustedes están muy confiados en que será Atlas mi futuro.
- Lo será.
- Nada está escrito aún.
~ Y menos aún si no pueden saber dónde estoy ~
- Tienes razón, nada está escrito aún. Enfrenté toda la furia de haber desobedecido el día que fuiste a inscribirte, regresé sin su permiso, sin su autorización, me alegra que ahora tú tengas todo ese poder, ya no me preocupará que ella pueda quebrantarte.
Me miraba sonriente y satisfecho.
- No  te forcé para poder regresar BB, mi futuro me importa poco, te forcé por que no estabas dando lo mejor de ti.
~ Tenía razón ¡Dioses y Demonios! Claro que la tenía, de no haberle encontrado en Suecia, no habría desarrollado todo mi potencial.
Ahora no tienes rival, bueno ese es mi segundo punto. Irás a entrenar con nuestro maestro, mío y de mis hermanos.
- Pensé que ustedes…
- ¿Qué nosotros éramos los únicos?
- Existe alguien más poderoso que nosotros. Pero existe un inconveniente. Esta persona no te aceptará si no ostentas la marca que ahora nos identifica a todos nosotros.
Reí y moví la cabeza de un lado a otro.
Siempre me pregunté quién podría darles una paliza.
- Ella ganará después de todo.
- La marca es necesaria, dijo él, sin embargo y si te resulta mejor, puedo hacerla yo.
No era momento de discutir, después de todo….
- Hagamos un trato- le dije -  tú me tatúas, pero después de la batalla en la arena, ya decidiste al lugar al que iré, estas seguro de que me tomaré el transporte, entonces no hace diferencia ¿Qué dices?
Lo meditó por un segundo, mirando directo a mis ojos y escudriñándolos a  conciencia.
- De acuerdo, tu palabra es mi promesa.
¡Que alguien me asesine! acabo de mirarlo a los ojos y le mentí descaradamente.
Terminamos el desayuno, los muchachos llegaron un par de horas después. Pasamos un día digno de recordar, riendo y sintiéndonos cómodos, reímos de muchos recuerdos, creamos nuevos y finalmente nos tomamos una foto familiar. 
Cuando llegó mi familia sanguínea algo similar sucedió.
Las despedidas no son mi fuerte. Me limité a sonreír y contener mis lágrimas.
¡Por todos mis Dioses y mis Demonios! Yo solita caí en esta situación, yo solita me traje hasta aquí, yo sola….

Todo había cambiado sin embargo, le odié injustificadamente, ahora sabía que no le permitían regresar, no era que no quisiera hacerlo.
¡Y se preguntan por qué soy tan excelente mentirosa!
Eso no cambiará mi decisión ¿O sí? Él espera por mí…
Complicación tras complicación BB, se suponía que harías un reset en tu vida y a como yo lo veo únicamente acumulas problemas ¿Es acaso tu deporte favorito ahora?
- Mientras conducíamos de regreso, hice la única pregunta que desee no haber hecho en toda la tarde.
- ¿Quién es la persona que me entrenará? ¿Le conozco?
Silencio.
Un profundo suspiro.
Su mano sobre la mía.
Diré su nombre y después necesitas saber que no cambiará nada nuestra decisión, irás un año completo a tu entrenamiento, así deba subir ese trasero tuyo, yo mismo al transporte.
- Ahora me has intrigado.
- Su nombre es. Eileen.
El mundo se detuvo, la tierra dejó de girar, un gran impulso cayó sobré mí, era el último nombre que esperaba escuchar… Ella.

Con el último paso que di hacia la arena, le vi, ahí estaba ella, viendo toda la escena que acaba de vivir y como recordé la causa por la cual huiría.
- ¿No consideras que ostentas demasiado glamour para el evento en el que participarás? – dijo ella.
Simplemente sonreí, tenía aun demasiadas cosas en las cuales pensar.
Inició su discurso, que  este año más bien fue breve.
- Señores y BB, la reglas son sencillas “muerte súbita”, el último en permanecer en pie, será el ganador, quien podrá reclamar el mejor premio de todos, entrenamiento superior y un puesto a mi lado… si regresa.
Por supuesto, esto generó un gran alboroto entre todos los presentes, la adrenalina corría a flor de piel, todos y cada uno de ellos estaban ansiosos por comenzar la batalla, ellos no imaginaron que no tendrían ninguna posibilidad… sabían que mi poder se había incrementado y algo de eso habían visto en los entrenamientos pero desconocían quizás el 90%.
Las estrategias comenzaban a formarse en sus cabezas y pude ver claramente que el primer  miembro a vencer, sería yo.
Todo afuera estaba listo, pude escucharla a ella, decir a través del micrófono, que la pelea de esta noche, tenía una “inusual” participación. Por supuesto, el toque inusual, era yo.
Nos dieron la instrucción de avanzar hacia el centro de la arena, comenzaba el principio del fin… éste era mi anuncio para comenzar a desplegar mi poderío.
Subí antes que todos, iba descalza desde que les dejé atrás mi calzado se quedó con ellos, ya que estar en contacto directo con el suelo, siempre me ha dado un mayor poder, esperé que cada uno de los participantes de éste año entraran, muchos de ellos habían participado años anteriores, y esperaban con eso tener una mayor ventaja, ¡que ilusos! pensé para mi deleite, esperé que todos se ubicaran en la posición que habían planeado para poder atacar con mayor facilidad,
Se ubicaron en  un círculo rodeándome  para que todos pudieran lanzar su ataque al mismo tiempo, les permití pensar que llevaban la ventaja sobre mí y en ese momento di el primer paso hacia la victoria, cerré mis ojos y permití que mis sentidos me guiaran a través de aquel espectáculo, oía las voces de todos los presentes, las apuestas, los comentarios, todo, e incluso pude escuchar con toda su nitidez, los buenos de los deseos de mis muchachos.
Pude escuchar en un susurro más fuerte que el resto, la voz de Ramsés, “Eres mejor que yo, recuérdalo.”
Ahora quería regresar a abrazarle, pero ya era demasiado tarde.
Entonces ella dio por iniciada la batalla.
Cada año todos los grandes apostadores, esperan esta  batalla, el mayor show de todos, y éste año esperaban un espectáculo mayor, pues la única mujer de la asociación, por fin pelearía, ¡Pues espero que estén preparados para perder!, sabía que las apuestas corrían en mi contra, y los más arriesgados tendrían su recompensa.
 Al mismo  tiempo leí los movimientos planeados por mis combatientes y comencé a prepararme ni una gota de sudor caería sobre mi hermoso vestido.
También  mi cuerpo estaba repleto de adrenalina. Ansiaba terminar aquello, huir de ahí, huir de ella.
Mis ondas de energía comenzaron a fluir, mientras mis brazos reposaban a mis costados, ésta energía todos y cada uno la conocían aquí, para ellos nada era nuevo.
Justo cuando los ataques comenzaron, intensifiqué mis emisiones deteniendo y aprisionando a los primeros atacantes ¡Aquello era pan comido!
Si lo que buscaban era un espectáculo, entonces lo tendrían.
Cuando los segundos atacantes se dieron cuenta hicieron gala de su mayor esfuerzo, lo cual provocó una gran sonrisa en mi rostro, ya que ni todos juntos pudieron atravesar mis ondas. Entonces intentaron cambiar de estrategia: “Ataquemos juntos” gritó uno de ellos.
¡Esto es lo que esperaba! me dije a mi misma.
Justo ahí desplegué mis ondas doradas multicolor, fundiéndose con mis ondas índigo, y ahí, sin más preámbulo los  envié a todos  tan lejos como pude, sin el menor esfuerzo, sin el menor movimiento, ninguno de ellos se volvió a levantar, todos pudieron probar el amargo sabor de sus propias emisiones de energía, todos al mismo tiempo, pues ese era mi verdadero poder, yo no desperdiciaba mi energía, hacía que sus propias energías los atacaran, ese punto, es punto multicolor que emana de ellos cuando atacan, puede ser revertido, imprimiendo la energía justa, en el momento adecuado, el reto es identificar la de todos ellos, al mismo tiempo, pero para mí, era pan comido.
Un silencio reinó por unos momentos. Y ahí estaba yo glamorosa como cuando puse el primer pie sobre la arena. Desde fuera la visión debía ser genial.
Cuando pasó el tiempo y nadie se levantó, ella no tuvo más remedio que declarar al ganador de este año, aunque lo correcto es decir ganadora.
Yo, había ganado. Cumplí con lo prometido.
El espectáculo había terminado.
Mi deuda estaba saldada.
Los muchachos estuvieron más  que orgullosos, se pusieron de pie a un costado de ella.
Justo en ese momento, medité las palabras de Atlas cuando me dijo: “muestra un poco de humildad, será un precio justo si lo que deseas realmente es permanecer aquí”, dijo.
Y fue entonces que hice lo impensable: Me arrodillé ante ella.
Con esto logré ocasionar un asombro aún mayor, dentro de los asistentes, de los apostadores, de mis muchachos, y sobre todo de ella.
Se escuchó un murmullo que únicamente se adornaba con unas pocas exclamaciones y movimientos de algunos de ellos.
Inclinada ante ella, me sentí humillada y derrotada, aun y cuando el marcador indicaba que yo era la ganadora indiscutible de éste torneo, aquí, tendida ante ella, yo era el rostro de la derrota, sin embargo haciendo acopio de todo mi valor y tratando de que mi discurso final fuera épico, y que tocara su corazón, si es que aún tenía alguno, solo logré que  de mis labios brotaran las siguientes palabras:
Elieen, en este momento, como ganadora indiscutible del día de hoy, y del torneo anual, renuncio formalmente al premio del que soy merecedora, postrada ante ti, de rodillas, suplico que me sea permitido continuar dentro de éste círculo y dentro de mi hogar, solicito sea tomando en consideración  mi participación, mis aportes y sobre todo mi desempeño en esta gran familia.
Creo que es un honor que me he ganado.
Un silencio total reinó en la arena, pude ver a Atlas, detrás de ella con una total angustia en su rostro, el asombro masivo provino sin duda debido a que, después de todos éstos años, yo me había por fin, arrodillado ante ella, mostrando la sumisión que ella añoraba, aunque solo fuera para alcanzar uno de mis intereses.
Ella comenzó a hablar.
- Beshakarenice, dijo ella, sin duda has logrado que el día de hoy sea un día triunfal para todos, pero  las reglas son claras y absolutas, si rechazas el premio y honor que te ofrecemos, entonces no tienes más remedio que abandonar ésta familia que te ha acogido durante éste tiempo. Tienes una semana para abandonar las instalaciones o para cambiar de opinión.
¡Esperaba una respuesta de ese tipo!
Esto me llenó de furia y  no pude hacer otra cosa sí que no fuera la de lanzarme sobre ella, con mi poder desplegado.
Desplegué entonces la totalidad de mi energía, algo que ellos jamás habían visto.
Repliqué tantas imágenes mías como el número que ellos eran, para que se posicionaran detrás de cada uno de ellos, de mis tutores, de mi papá y de todo aquel que podría acercarse.
Si mi peor enemigo soy yo misma, entonces mi mejor aliado soy yo.
Sin duda la había superado y ella no hizo nada para defenderse.
Enseguida puse  una burbuja de vibraciones alrededor de nosotros, incluidos los muchachos y coloqué mi rodilla en su garganta, de ésta manera, ahora ella estaba debajo mío, la tenía en mi poder,  esto ocasionó un gran alboroto y sorpresa en cada uno de los ahí presentes, su guardia personal, la guardia dorada de inmediato trató de correr en su rescate solo que ninguno fue capaz de acercarse a nosotras para liberarla, mientras oprimía fuertemente su garganta acerqué mi rostro a su cara, que ahora tenía un color rojo intenso.
- Lo pedí por favor,  pero tu arrogancia no te permitió hacer ésta pequeña excepción, ¿qué más puedes hacerme? ya me mataste por completo.
Después de esto perdí cualquier posibilidad que hubiera tenido de permanecer ahí, eso no importaba ya tenía todo listo, no tenía la intención de regresar, aquí y ahora daría por terminado éste capítulo de mi vida.
Me despedí de todos ellos, mientras trataban desesperadamente de liberarse de mi prisión, que los quemaba de adentro hacia afuera y los congelaba al mismo tiempo.
¡Lo lamento!
- Mi deuda queda saldada como lo dije, cumplí su propósito, no existe mujer más poderosa en sus dominios fuera de mí.
Nadie podía atacarme desde que mis manifestaciones de energía los tenían inmovilizados completamente.
- Mi intención nuca fue la de continuar esta vida después del torneo Anual. Lo lamento. Así es como me despido ¡Haciéndolos sentir orgullosos!
Sus ojos se posaron furiosos sobre mí. No podían moverse, así lo diseñé, no podía darme ese lujo, no podía bajar la guardia con mi plan una vez arrancado.
Ramsés sin embargo logró materializar una de sus manifestaciones energéticas a un lado mío.
Aplaudió fuertemente.
- Ciertamente no vi venir esto. ¿Quieres despedirte? ¡Adelante, huye! Corre pequeña, corre y huye, escóndete, pues cuando te encuentre desearás jamás haberme hecho enojar ¿No quieres esta vida? Lamento informarte pero no puedes salir de esto, tu energía no te permitirá vivir una vida normal, ¡Perteneces aquí! Completarás tu entrenamiento, lo harás, siempre querrás más poder.
Te cazaré hasta el último rincón de esta tierra. ¡No lo olvides! ¡Tú misma hoy, has desatado al infierno que irá por ti!
- ¿Exactamente cómo lo harás sabiendo que no eres rival para mí? ¿Acaso no estás viendo lo que sucede?
- Solo espera y lo verás. Podría yo atacarte en esta forma – dijo. Mis hermanos no tardaran en romper tu prisión, tú elegirás el exilio y tu energía no se incrementará, en cambio la de nosotros…
Ahora me intriga cuánto tiempo pasará antes de que pueda yo encontrarte. ¡Será divertido!
Aquello era inaudito, continuaba subestimándome.
- ¿Te diste cuenta que no subí a la arena? – le respondí.
Sus ojos voltearon a buscarme o buscar la verdadera yo, que para ese entonces le saludaba desde lejos, me sustituí a mí misma cuando regresé por mi correa al carro, le mostré el pie a Atlas mostrándole que no usaba nada, ahí ataron cabos.
- ¡Todo este tiempo Ramsés, estuve en la puerta de este sitio! Y nadie lo notó. ¡Buena suerte en tu cacería!
Esas fueron mis últimas palabras, manteniendo a todos aprisionados, me alejé de ahí.
Entonces subí al coche de Laura y me dejé ese mundo atrás.

CONTINUARÁ...

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