El día del torneo llegó, el
día es soleado, pero el aire es frío, de
una forma u otra hoy mi vida cambiará para
siempre…
Mi abuelita tenía un dicho que
aplica perfecto para el día de hoy: “El que mucho se despide, pocas ganas tiene
de irse”.
Y yo… ¡Ya no sé ni cuantas
despedidas llevo!
Estuve mirando el techo un
largo rato cuando desperté mientras unas cuantas lágrimas rebeldes caían por
los costados de mis ojos, ardiendo terriblemente en su recorrido.
Malditas lágrimas – pensé.
¿Pero que era aquello? ¿Lágrimas de dolor? ¿Acaso de rabia? ¿Quizás de dolor?
Aunque la respuesta correcta era: Todas las anteriores.
Creí haber llorado lo
suficiente quizás lo que debía llorar toda ésta vida, pero traicioneras ellas,
se asomaron nuevamente en mis ojos.
Me obligué a salir de la cama,
forzando a cada uno de mis músculos para moverse, salir de ahí y ponernos en
marcha.
¿Por qué se resistían, si al
final de todo éste era un plan que llevaríamos a cabo de una u otra manera?
Bajé a tomar mi último
desayuno en esa mesa, con todos ellos como compañía.
Suena dramático si lo pongo de esa manera.
Parecíamos una familia feliz,
no existieron reclamos, regaños o gritos ese día, todo se redujo simplemente a
una muy bien ejecutada cordialidad. Y eso era justamente lo que deseaba
recordar: el sabor de las naranjas
recién exprimidas para nuestro jugo, las frutillas que acompañaron mis Hot
Cakes favoritos y el amargo sabor de un delicioso café, la mesa acomodada como
a ellos les gustaba.
Tomé la taza con ambas manos
para calentar un poco mi sangre.
Era irónico que mis nervios me
mantuvieran tan fría siendo un caluroso día de verano.
Les sonreí a todos terminado
el desayuno y me despedí de ellos con todo un ejército de mariposas en el
estómago y las cataratas del Niágara en mis ojos.
Subí a prepararme.
Decidí mi atuendo cuidadosamente, me apegué a
la filosofía de mi abuelita “Haré de éste
día una fiesta” mantuve presente en mi mente, el pensamiento que hoy, sería
el último día que pisara la arena y si así iba entonces lo haría con estilo,
dejaría algo que recordar en la mente de todos los ahí presentes aunque solo
fuera mi vestimenta.
No regrets creo que esa frase la saqué de
alguna peli y así es como me iba de ahí, sin arrepentirme de nada, esos cuatro
años viviendo en una sociedad llena de secretos me dieron la ventana perfecta
para vivir la vida loca que siempre desee pero que no tuve, y sin nadie que se
enterara o se avergonzara de aquello. Era una de las tantas cosas que más me
gustaba y ms había disfrutado. Con la frente en alto iba a salir de ahí.
Hare de este día memorable,
para mí, los muchachos, mi amado Atlas y todos los ahí presentes.
Recuerdo que cuando la noticia
de mi participación se hizo pública hace algunas semanas, un inusual interés se
despertó en muchos de nuestros
conocidos, preguntas como ¿Por qué en éste momento?, ¿Cuál es el repentino
interés de ella en participar? ¿Tiene que ver su participación con la llegada
de Ramsés? por éstas incómodas preguntas y algunas otras más, me mantuve tan
alejada como pude.
Elegí un glamoroso vestido
largo color blanco, es el único vestido de diseñador que yo he deseado y sin
importar el precio lo adquirí, lo guardé para una ocasión especial, quizás mi
boda con Atlas… pero la vida nos llevó a este punto y no tendría otra ocasión
para lucirlo.
En tan largo que me arrastra
un poco si no uso tacones como el día de hoy con un cuello halter bordado de
pedrería color turquesa en la parte del cuello y escote, dejé mi larga
cabellera suelta y puse especial dedicación en resaltar mi melena rizada siendo
éstos los que ocultaban el gran escote
de mi espalda que llegaba un poco más debajo de mi cintura, me esmeré en cada
uno de los detalles de mi aspecto, accesorios y perfume incluidos, solo para presentarme en la arena con todo el
estilo que pudiera.
Amaba aquel look, un tanto
bohemio.
Utilicé todos los trucos de
maquillaje que aprendí durante ese tiempo, quedé hermosísima, modestia aparte.
No iba a sudar ese día, nada
de mi atuendo se vería arruinado.
Evité dejar cosas al azar, llevaba
planeando esto el tiempo suficiente como para que el azar me ganara ésta vez.
Antes de eso tomé un largo
baño en mi tina preparada con aroma a lavanda para la ocasión, después de todo
era la última vez que la usaría.
Durante esa semana limpié hasta
el último rincón de mi espacio, lugares y paredes que me sirvieron de refugio
cuando necesité lamerme mis propias heridas, cuando necesité ocultar mis
lágrimas o simplemente para tomar un merecido descanso.
Pero más que refugio fueron
testigos de mi evolución, de mi crecimiento, de mi nueva YO.
Este hogar del que ahora seré
arrancada, fue mi hogar los últimos cuatro años, muchas memorias había ahí,
buenas, malas… de toda clase y tipo.
Pasé noches de desvelo,
descanso, felicidad, amargura, presión, tensión, angustia, miedo y de romance, una
gran variedad lo reconozco.
Si me fuera posible,
arrancaría esa habitación de la casa y la guardaría en la casa de Kevin.
Ordené todo de manera que, en
caso de que requirieran empacar (Y lo iban a necesitar) lo hicieran rápido,
deseché todo lo inservible y lo que deseaba guardar por valor sentimental lo
mudé a la casa de Kevin, como las joyas sin valor que compré de la mano de
Atlas cuando hice mi sesión de fotografía, éstas fotografías también las
almacené en ese lugar, no quería que ellos tuvieran más recuerdos de mí de los
que podían guardar en su mente.
Inevitablemente ellos
irrumpirían en esa casa, puedo apostar que es uno de los primeros lugares a los
que me irían a buscar, por ello no lo utilicé como refugio para mí.
Algún día regresaría por todo
aquello o simplemente regresaría a vivir en aquella propiedad, ahora mi futuro
era incierto y no quería tomar ahora esa decisión.
Mi futuro era ahora como el
mapa de Michel Thomas, en el libro “El viaje a casa” (ampliamente recomendado
estimado lector, si quisiera una copia puedo enviársela por correo electrónico,
únicamente solicítela).
Lujos y joyas preciosas fueron
dejadas atrás.
Sobre mi escritorio dejé mi
computadora y mi celular, dispuestos al sacrificio pues sabía que serían
descuartizados buscando algún dato que les indicara donde buscar tras mi
partida, rezaba por no haber omitido ningún dato, y únicamente haber dejado lo
suficiente para no despertar ninguna sospecha innecesaria.
Revisé los últimos detalles de
mi alcoba asegurándome que todo estuviera en orden y acto seguido tomé mi
pequeña maleta que no resultaba nada sospechosa y solo en caso de que desearan
revisarla, portaba lo básico para vestir saliendo de un combate, en teoría para
viajar después del mismo.
Llevaba sin embargo en mi
oreja izquierda los aretes que representaban
a cada uno de ellos, esos aretes aunque piedras preciosas, no los retiré
de mi oreja. Era todo lo que llevaría conmigo, no tuve tiempo de hacer la perforación que representaba a Ramsés pero
lo haría ahora que tuviera tiempo de sobra. Aunque su piedra quizás sería un
diamante negro, por su dureza.
Bajé por las escaleras para
encontrarme con mis tíos, Ramsés también estaba ahí, esperando por mí.
Lamenté tanto no poderle
llamar “Papá”, al final de todo era por lo único por lo que me había mudado a aquel lugar y
sus entrenamientos del demonio.
- ¡Pero que bella te ves este
día! – exclamó Ramsés al verme bajar por las escaleras y abrió sus brazos para
acunarme en ellos.
Como un abrazo de un orgulloso
padre, como si ese día me estuviera felicitando para mi graduación.
- Gracias – dije, mientras le
dedicaba una pequeña e incómoda sonrisa.
Sin decir nada e incluso sin
permitir que el resto se acercara a mí, les confirmé que los vería en la arena,
justo antes del combate.
Erguí la espalda y los
hombros, puse en alto mi frente, inhalé profundo, abrí la puerta y di pasos
firmes y seguros. Una lágrima se derramó por mi mejilla, pues estaba segura que
aquella sería la última vez que estaría en esta casa.
Un adiós se elevó en mis
pensamientos. Adiós y Gracias.
Desde mi punto de vista,
brindé lo mejor de mí, hubo mentiras, sí, pero ninguno de los dos lados estamos
libres de pecado.
Me dirigí a mi automóvil
observé como Atlas me esperaba sentado en el capó, como figurilla sacada de
cualquier novela rosa juvenil, tenía los brazos cruzados y una pierna sobre
otra, me hizo recordar involuntariamente el día que me esperaba fuera de mi
trabajo, cuando compró la muñeca que no pude conseguir para mi hermana en el
día de su cumpleaños, me hizo recordar cómo es que nuestra historia comenzó si
podemos llamarla de esa manera.
- Preciosa ¿Podemos hablar?
- Podemos - dije- solo que
será durante nuestro trayecto a la arena ya que tengo que estar ahí en unos
minutos más y no puedo llegar tarde a una cita tan importante - le hice la señal
de que subiera al coche y disfracé mi tono sarcástico al decir ésta última
frase.
Abordó al coche sin ningún
tipo de cuestionamiento, aunque él siempre se había negado a ser co-piloto.
- Hoy te ves particularmente
hermosa es un pena que esa lágrima no combine con el resto de tu atuendo – dijo
en una voz más bien queda, casi como un lamento.
- Si – afirmé - es una pena,
miré hacia el frente, hacia el infinito - hoy no es un día para que yo me encuentre
feliz, hoy es un día de luto para mí ¿Sabes?
Me despediré de toda ésta vida
muy a mi pesar, dije – irrisoriamente coincide con el mismo día en que llegué a
este lugar, a éste mundo, el día que los conocí a ellos y a tus puños.
Reímos ante el recuerdo. Reímos
para evitar llorar
¡Mundo Bizarro! – Exclamé para
mí, solo para mí.
- Preciosa es justo de esto
que quiero platicar contigo.
Se le notaba dubitativo en su
voz.
- Te escucho.
- Desde el inicio te has
empeñado, esforzado y logrado entablar,
digamos, toda una guerra en contra de ELLA,
desafiándola constantemente, encontrándole los lados ciegos a las reglas, SUS
reglas, y sobre todo nunca aceptaste arrodillarte ante ella, si el día de hoy,
consideraras dejar todo tu orgullo atrás y pidieras su consideración, arrodillándote ante ella, me parece probable que pudiera hacer alguna
excepción para que tú te quedaras aquí, aun rechazando el premio.
Era su segundo al mando
hablando.
Reí ante aquella escena.
- ¿Orgullo? – Reí - No piensas
claramente ¡Jamás! me arrodillaré ante ella. ¡Ella comenzó esta guerra! Solo me
he defendido ¿No es acaso un principio básico y primitivo? Instinto de auto –
preservación, ustedes, todos ustedes deben estar dementes si creen que aceptaré
aquello, ustedes no estuvieron presentes aquel día…
Mi voz se quebró del coraje
solo de recordarlo.
No digas “De esa agua no beberé porque te puede dar sed” me recordó mi parte loca,
bastante loca pero acertada, ella sabía que en el fondo ambas aceptábamos que
no era una idea descabellada, podría al menos brindarle el beneficio de la
duda, pero ¿Si ella accedía? Ramsés no podría hacer nada más, yo habría
renunciado al premio y entonces si ella aceptara hacer una excepción, podría
quedarme ahí, después de todo, yo era una clara excepción a sus reglas desde el
inicio.
- Preciosa, al menos piénsalo
por algunos minutos.
Permanecí, en silencio unos
momentos, para entonces ya habíamos llegado
al estacionamiento de la arena, miró la maleta en el asiento trasero y
por un segundo pensé que descubriría mis verdaderos planes, por el contrario
tomó la pequeña maleta para cargarla por mí.
- Atlas, lo meditaré mientras
la pelea se desarrolla, pero no te prometo que lo haré, esto va en contra de
mis creencias, además no creo que me dejara muy bien parada, siendo éste el
Torneo Anual, quedando yo como ganadora, haciendo esa solicitud, no creo que
sus rígidas y estúpidas reglas, además de su enoooorme Ego, lo permitan.
- Eso es suficiente para mí. –
dijo él – que lo pienses.
Descendió del coche para
abrirme la puerta con la intensión de
acompañarme a los vestidores.
Aquella escena no era extraña,
Atlas siempre se introdujo en aquel lugar antes de mis batallas, para aquel
mundo siempre seríamos Atlas y yo.
Dimos unos pasos y a mitad de
camino, recordé que había olvidado algo del coche.
- Adelántate, dije, tengo que
regresar por mi correa, sonreí, esta tarde la utilizaré, para marcharme con
ella puesta, la olvidé en el coche.
Simplemente sonrió y adivino
que recordó también su partida.
Apresuré mi paso y estuve de
regreso en menos de lo que ellos esperaron.
Todos ellos también estaban
ahí. Agradecí que no hubiesen querido que llegáramos todos juntos, no lo
hubiera podido tolerar emocionalmente hablando.
Permití que me abrazaran.
Un último abrazo, pensé.
Las
despedidas nunca han sido mi fuerte, evadí su mirada a toda costa, si
ellos habían pensado que los traicioné
en el pasado, lo que estaba por suceder
seguro que les partiría el corazón en mil pedazos.
-
Gracias – dije- y mi voz se quebró finalmente.
Hice
una pausa, para juntar mis pedazos y recobrar la compostura.
Aclaré mi garganta.
-
Gracias por ésta maravillosa experiencia, hoy siento que voy directo al
desolladero, les agradezco desde el fondo de mi corazón por todo, absolutamente
todo lo bueno, lo malo, lo inesperado a todos y cada uno de ustedes han hecho
de mi vida una mejor versión de vida.
Aunque ustedes saben que mi victoria será únicamente
el fruto de todo lo que hemos vivido. No obstante seré egoísta el día de hoy,
ésta victoria será solo mía.
Con mis palabras todo el plan
que había trazado ahora era una realidad.
¡Aquellas palabras fincaron el
plan trazado, aquello era una despedida anunciada!
Entonces se escuchó el anuncio
de ELLA solicitando que los contendientes nos presentáramos en la arena.
Así fue como les dejé atrás a
todos ellos de pie en una media luna, viendo como me alejaba de ellos.
-¡Hija! – Gritó Ramsés
colocando sus manos a la altura de la comisura de su boca.
Detuve mi paso sin voltear.
- ¡Nunca podrías ser igual a
mí! ¡No lo olvides! Mientras vivas y respires mientras das la vida ahí arriba,
demostrando tu poder sin tomar prisioneros. ¡Jamás serás igual a mí!
Los miles de pedazos en los
cuales mi corazón se partió al escuchar aquel discurso, se hubieran podido
escuchar en aquel silencio.
Contuve mi llanto y mis ganas
de actuar de cualquier manera impensable. Aquello era inau…
- ¡Eres mil veces mejor! –
gritó a continuación.
¡Dioses demonios! Esas simples y sencillas palabras
me hicieron el día y la vida completa.
¿Cómo se atrevía? ¿Con que
facilidad decía aquello, cuando el odio y el enfado habían llenado mi corazón?
¿Cómo podía odiarle ahora? ¿Cómo ejecutaría mi plan?
Derrumbó la base de mi plan,
mi principal motivación se había ido a la basura. ¿Por qué estaba haciendo todo
aquello? Estaba perdiendo el enfoque. Me derrumbó, me abofeteó y me escupió en
la cara.
Me impedí a mí misma voltear,
me impedí mostrar cualquier sentimiento, me impedí ser yo misma.
Ok, ahora el plan de Atlas no sonaba para nada
descabellado, incluso creo que le daría una oportunidad.
¿Sonreír después de aquello?
Aunque oportuno, no me fue
posible.
Le recordaba a cada uno de mis
pies dar un paso para mantenerme en movimiento, y con cada paso un recuerdo
llegaba a mi mente, en menos de cincuenta pasos mi vida dentro de aquel mundo fue
proyectada en mi cerebro detallada y nítidamente, por no decir, dolorosa y
tristemente.
Un recuerdo fue al que le
dediqué más de dos segundos y ese fue el día tan interesante que pasé con
Ramsés, acertaste, ese día que me
solicitó solo para él.
Ahora recordé una nueva razón más para huir de
aquel lugar, porque finalmente eso sería lo que haría: huir despavorida como si
el mismísimo demonio fuera el que me quisiera reclutar o mantener ahí.
Sin importar como disfrazara
aquellas palabras, estaba huyendo, por unos instantes fingí no comprenderlo, no
quise hacerlo, huir es una palabra digna de un cobarde y yo no lo era…
¿O sí?
El sonido de mi celular me despertó.
Era Ramsés por lo que no pasó por mi mente siquiera no
contestar, aun en los brazos de Atlas respondí su llamada.
- No pasaste la noche aquí.
- Te recuerdo que soy una mujer adulta.
- Espero que no hayas olvidado nuestra cita.
- No la he olvidado ¿A qué hora tengo que estar ahí?
- Dos horas.
Colgó inmediatamente.
Atlas despertó durante mi breve plática, le pedí que
me llevara a casa, tenía apenas el tiempo justo para ponerme presentable y
quitarme el olor a sexo.
Estuve lista a la hora indicada, en la sala de nuestra
casa.
Nos condujo hacia las afueras de la ciudad. Durante el
camino no cruzamos palabra.
¿A esto se redujo nuestra relación? Me pregunté
internamente Suspiré.
- Hoy no soy tu enemigo.
- Tampoco eres mi amigo claramente.
- Jamás intenté serlo, lo único que he querido es ser
tu Papá. A tu regreso…
- Si regreso…
- No hablemos de ello.
Silencio nuevamente
- Te solicité un día para mí, pero sería egoísta
hacerlo de esa manera. Mis hermanos nos esperan en nuestro destino y tus papás
se reunirán con nosotros por la tarde.
No hice ningún comentario. Sería muy incómodo todo
aquello.
Llegamos a una hacienda que me resultaba familiar. No
sé la razón.
- ¡Bienvenida a tu casa!
Le miré extrañada.
- Compré este lugar apenas supe de tu existencia, los
papeles están en orden.
- Yo…
- Pequeña, quizás no puedo poner el mundo a tus pies,
pero al menos permíteme hacer éstas cosas.
- Ramsés.
Me rodeó por los hombros con su brazo y de esa manera
me condujo hasta la sala.
Había una fotografía de mi mamá y él en una de las
mesitas. Que diferente hubiera sido nuestra vida de haber ellos permanecido
juntos. Pero las cosas son como son.
Me dejó ahí por unos instantes.
La hacienda era un lugar rústico, antiguo, tal como me
gustan, paredes de ladrillo, muebles de madera…
Regresó después de unos instantes, me llamó desde la puerta.
- Acompáñame.
Llegamos a la cocina, era una cocina antigua adaptada
a la modernidad, el suelo era de mosaicos de barro.
Me pidió sentarme en la barra.
- Prepararé el desayuno para ti. Seguramente has de
estar hambrienta.
- ¿Atlas se ha portado bien contigo?
Pude sentir que los colores se me subían.
- Es todo un caballero – me limité a decir -
- ¿Se reconciliaron?
- Nos despedimos.
Te contaré una historia durante el tiempo que preparo
el desayuno, te pido escuchar con la mente abierta, sin prejuicios y después
emitirás tu veredicto.
Tenía todo un desfile de ingredientes frente a él.
Huevos, jamón, mantequilla, etc… pero lo que más esperaba era una gran taza de
café.
Su cafetera era como la navaja suizas de las
cafeteras.
- ¿Puedo pedir antes un café?
“La vida comienza después del primer trago de café”
Sonrió afirmando.
Ahora si podemos comenzar a hablar, pensé cuando tenía
una gigantesca taza de café solo para mí.
- No detallaré la historia de lo sucedido entre tu
madre y yo, pues de los detalles importantes se encargaron mis hermanos y el resto de los detalles solo nos incumben a
tu mamá y a mí.
¡Qué sorpresa!
- Pensé
- Fui castigado por mantenerte oculta, sabía de tu
existencia, siempre respetando los
deseos de tu mamá referente a querer que llevaras una vida normal, se lo debía.
También existía la posibilidad de que llegarás a
nosotros, lo sabía dentro de mi corazón, pero también existía la posibilidad de
que no lo hicieras. Por ello te mantuve oculta. No tenía ningún caso hablar de
tu existencia si después de todo tu mamá lograba mantenerte atrapada dentro de
una vida normal.
¡Finalmente llegaste! Ese día… en fin…
Cuando llegó el momento de negociar y mientras
jugueteabas con Atlas, ese día que escapaste de él.
~ Me sorprendió
que supiera eso ~
No te sorprendas pequeña, después de todo es la causa
por la cual lo odias, por el trabajo que lo contraté para hacer.
Pero no nos desviemos del tema, tuve que negociar tu
estadía, ese día ella quería deshacerse de ti, al enterarse de que no podíamos
hacerte lo que le hacemos a todos para deshacernos de ti, ella fue informada de
tu presencia aquí.
Comprenderás que la sorpresa y enojo tenían el mismo
peso, además de que nadie sabía que hacer o cómo actuar.
La condición fue sencilla, si realmente eras mi hija,
y era cierto que llevabas mi sangre en tus venas, cosa que se sabe al analizar
tu energía, entonces tu poder debería ser al menos igual al mío.
¡Fue entonces que aposté por ti!
En caso de que no entraras al Torneo Anual y ser la
ganadora a más tardar 4 años desde tu ingreso, entonces yo sería desterrado.
Renunciaría a todo. Mi fe en ti es ciega.
Era su mejor oferta, así que acepté confiado, me lancé
teniendo la mejor red de seguridad de todas, TÚ.
- ¡Eso no es jugar limpio!
Si es momento de ser honestos, hubieses podido entrar
antes.
A este punto ya teníamos un
abundante desayuno ante nosotros.
Les prohibí a todos decirte esto tratando de evitar
presión extra sobre tus hombros.
Ellos lo cumplieron.
¿Culpable? ¡Pueden apostarlo! Tenía en mis manos,
literalmente el poder de traerlo a mi lado. Si tan solo hubiese conocido ésta
parte de la historia…
- ¡¿Cómo pudiste hacerme eso?¡ Lo único que esperaba
era tu llegada.
Claro que la rabia sustituyó cualquier sentimiento en
mi cuerpo.
- Él sonreía, no cuestiones el proceso hija, todo fue
como debió ser, simplemente PERFECTO.
- ¡No pues ahora sí que no entiendo un carajo!
- Cuida tu boca.
- ¡Todo este tiempo!
- Y no hubiera cambiado nada si me hubiesen dado a
elegir. Estuve contigo en todos los momentos importantes, un par de ocasiones
casi me descubres, eso sí que hubiera sido interesante, pero no tenté más a tu
destino, sabiendo que las cosas entre ella y tú no eran sencillas.
¡Desee tanto haber sanado tus heridas cuando
comenzaste a pelear! ¡Desee ser tu cuerda de seguridad cuando tu abuelita
desencarnó!
¡Sostenerte en mis brazos cuando Kevin nos
abandonó! Honestamente esa fue una
sorpresa, no pensé que él y tú se llevaran tan bien… por unos instantes pensé
que él sería tu futuro y no Atlas.
¡Tantas y tantas ocasiones que quise, pero no pude!...
~ Él iba a ser mi futuro ~
- Todos ustedes están muy confiados en que será Atlas
mi futuro.
- Lo será.
- Nada está escrito aún.
~ Y menos aún si no pueden saber dónde estoy ~
- Tienes razón, nada está escrito aún. Enfrenté toda
la furia de haber desobedecido el día que fuiste a inscribirte, regresé sin su
permiso, sin su autorización, me alegra que ahora tú tengas todo ese poder, ya
no me preocupará que ella pueda quebrantarte.
Me miraba sonriente y satisfecho.
- No te forcé
para poder regresar BB, mi futuro me importa poco, te forcé por que no estabas
dando lo mejor de ti.
~ Tenía razón ¡Dioses y Demonios! Claro que la tenía,
de no haberle encontrado en Suecia, no habría desarrollado todo mi potencial.
Ahora no tienes rival, bueno ese es mi segundo punto.
Irás a entrenar con nuestro maestro, mío y de mis hermanos.
- Pensé que ustedes…
- ¿Qué nosotros éramos los únicos?
- Existe alguien más poderoso que nosotros. Pero
existe un inconveniente. Esta persona no te aceptará si no ostentas la marca
que ahora nos identifica a todos nosotros.
Reí y moví la cabeza de un lado a otro.
Siempre me pregunté quién podría darles una paliza.
- Ella ganará después de todo.
- La marca es necesaria, dijo él, sin embargo y si te
resulta mejor, puedo hacerla yo.
No era momento de discutir, después de todo….
- Hagamos un trato- le dije - tú me tatúas, pero después de la batalla en la
arena, ya decidiste al lugar al que iré, estas seguro de que me tomaré el
transporte, entonces no hace diferencia ¿Qué dices?
Lo meditó por un segundo, mirando directo a mis ojos y
escudriñándolos a conciencia.
- De acuerdo, tu palabra es mi promesa.
¡Que alguien me asesine! acabo de mirarlo a los ojos y
le mentí descaradamente.
Terminamos el desayuno, los muchachos llegaron un par
de horas después. Pasamos un día digno de recordar, riendo y sintiéndonos
cómodos, reímos de muchos recuerdos, creamos nuevos y finalmente nos tomamos
una foto familiar.
Cuando llegó mi familia sanguínea algo similar
sucedió.
Las despedidas no son mi fuerte. Me limité a sonreír y
contener mis lágrimas.
¡Por todos mis Dioses y mis Demonios! Yo solita caí en
esta situación, yo solita me traje hasta aquí, yo sola….
Todo había cambiado sin embargo, le odié
injustificadamente, ahora sabía que no le permitían regresar, no era que no
quisiera hacerlo.
¡Y se preguntan por qué soy tan excelente mentirosa!
Eso no cambiará mi decisión ¿O sí? Él espera por mí…
Complicación tras complicación BB, se suponía que
harías un reset en tu vida y a como yo lo veo únicamente acumulas problemas ¿Es
acaso tu deporte favorito ahora?
- Mientras conducíamos de regreso, hice la única
pregunta que desee no haber hecho en toda la tarde.
- ¿Quién es la persona que me entrenará? ¿Le conozco?
Silencio.
Un profundo suspiro.
Su mano sobre la mía.
Diré su nombre y después necesitas saber que no
cambiará nada nuestra decisión, irás un año completo a tu entrenamiento, así
deba subir ese trasero tuyo, yo mismo al transporte.
- Ahora me has intrigado.
- Su nombre es. Eileen.
El mundo se detuvo, la tierra dejó de girar, un gran
impulso cayó sobré mí, era el último nombre que esperaba escuchar… Ella.
Con el último paso que di
hacia la arena, le vi, ahí estaba ella, viendo toda la escena que acaba de
vivir y como recordé la causa por la cual huiría.
- ¿No consideras que ostentas
demasiado glamour para el evento en el que participarás? – dijo ella.
Simplemente sonreí, tenía aun
demasiadas cosas en las cuales pensar.
Inició su discurso, que este año más bien fue breve.
- Señores y BB, la reglas son
sencillas “muerte súbita”, el último en permanecer en pie, será el ganador,
quien podrá reclamar el mejor premio de todos, entrenamiento superior y un puesto
a mi lado… si regresa.
Por supuesto, esto generó un
gran alboroto entre todos los presentes, la adrenalina corría a flor de piel,
todos y cada uno de ellos estaban ansiosos por comenzar la batalla, ellos no
imaginaron que no tendrían ninguna posibilidad… sabían que mi poder se había
incrementado y algo de eso habían visto en los entrenamientos pero desconocían
quizás el 90%.
Las estrategias comenzaban a
formarse en sus cabezas y pude ver claramente que el primer miembro a vencer, sería yo.
Todo afuera estaba listo, pude
escucharla a ella, decir a través del micrófono, que la pelea de esta noche,
tenía una “inusual” participación. Por supuesto, el toque inusual, era yo.
Nos dieron la instrucción de
avanzar hacia el centro de la arena, comenzaba el principio del fin… éste era
mi anuncio para comenzar a desplegar mi poderío.
Subí antes que todos, iba
descalza desde que les dejé atrás mi calzado se quedó con ellos, ya que estar
en contacto directo con el suelo, siempre me ha dado un mayor poder, esperé que
cada uno de los participantes de éste año entraran, muchos de ellos habían
participado años anteriores, y esperaban con eso tener una mayor ventaja, ¡que
ilusos! pensé para mi deleite, esperé que todos se ubicaran en la posición que
habían planeado para poder atacar con mayor facilidad,
Se ubicaron en un círculo rodeándome para que todos pudieran lanzar su ataque al
mismo tiempo, les permití pensar que llevaban la ventaja sobre mí y en ese
momento di el primer paso hacia la victoria, cerré mis ojos y permití que mis
sentidos me guiaran a través de aquel espectáculo, oía las voces de todos los
presentes, las apuestas, los comentarios, todo, e incluso pude escuchar con
toda su nitidez, los buenos de los deseos de mis muchachos.
Pude escuchar en un susurro
más fuerte que el resto, la voz de Ramsés, “Eres
mejor que yo, recuérdalo.”
Ahora quería regresar a
abrazarle, pero ya era demasiado tarde.
Entonces ella dio por iniciada
la batalla.
Cada año todos los grandes
apostadores, esperan esta batalla, el mayor
show de todos, y éste año esperaban un espectáculo mayor, pues la única mujer
de la asociación, por fin pelearía, ¡Pues espero que estén preparados para
perder!, sabía que las apuestas corrían en mi contra, y los más arriesgados
tendrían su recompensa.
Al mismo
tiempo leí los movimientos planeados por mis combatientes y comencé a
prepararme ni una gota de sudor caería sobre mi hermoso vestido.
También mi cuerpo estaba repleto de adrenalina.
Ansiaba terminar aquello, huir de ahí, huir de ella.
Mis ondas de energía
comenzaron a fluir, mientras mis brazos reposaban a mis costados, ésta energía
todos y cada uno la conocían aquí, para ellos nada era nuevo.
Justo cuando los ataques comenzaron,
intensifiqué mis emisiones deteniendo y aprisionando a los primeros atacantes
¡Aquello era pan comido!
Si lo que buscaban era un
espectáculo, entonces lo tendrían.
Cuando los segundos atacantes
se dieron cuenta hicieron gala de su mayor esfuerzo, lo cual provocó una gran
sonrisa en mi rostro, ya que ni todos juntos pudieron atravesar mis ondas. Entonces
intentaron cambiar de estrategia: “Ataquemos juntos” gritó uno de ellos.
¡Esto es lo que esperaba! me
dije a mi misma.
Justo ahí desplegué mis ondas
doradas multicolor, fundiéndose con mis ondas índigo, y ahí, sin más preámbulo
los envié a todos tan lejos como pude, sin el menor esfuerzo,
sin el menor movimiento, ninguno de ellos se volvió a levantar, todos pudieron
probar el amargo sabor de sus propias emisiones de energía, todos al mismo
tiempo, pues ese era mi verdadero poder, yo no desperdiciaba mi energía, hacía
que sus propias energías los atacaran, ese punto, es punto multicolor que emana
de ellos cuando atacan, puede ser revertido, imprimiendo la energía justa, en
el momento adecuado, el reto es identificar la de todos ellos, al mismo tiempo,
pero para mí, era pan comido.
Un silencio reinó por unos
momentos. Y ahí estaba yo glamorosa como cuando puse el primer pie sobre la
arena. Desde fuera la visión debía ser genial.
Cuando pasó el tiempo y nadie
se levantó, ella no tuvo más remedio que declarar al ganador de este año,
aunque lo correcto es decir ganadora.
Yo, había ganado. Cumplí con
lo prometido.
El espectáculo había
terminado.
Mi deuda estaba saldada.
Los muchachos estuvieron
más que orgullosos, se pusieron de pie a
un costado de ella.
Justo en ese momento, medité
las palabras de Atlas cuando me dijo: “muestra un poco de humildad, será un
precio justo si lo que deseas realmente es permanecer aquí”, dijo.
Y fue entonces que hice lo
impensable: Me arrodillé ante ella.
Con esto logré ocasionar un
asombro aún mayor, dentro de los asistentes, de los apostadores, de mis muchachos,
y sobre todo de ella.
Se escuchó un murmullo que
únicamente se adornaba con unas pocas exclamaciones y movimientos de algunos de
ellos.
Inclinada ante ella, me sentí
humillada y derrotada, aun y cuando el marcador indicaba que yo era la ganadora
indiscutible de éste torneo, aquí, tendida ante ella, yo era el rostro de la
derrota, sin embargo haciendo acopio de todo mi valor y tratando de que mi
discurso final fuera épico, y que tocara su corazón, si es que aún tenía
alguno, solo logré que de mis labios
brotaran las siguientes palabras:
Elieen, en este momento, como
ganadora indiscutible del día de hoy, y del torneo anual, renuncio formalmente
al premio del que soy merecedora, postrada ante ti, de rodillas, suplico que me
sea permitido continuar dentro de éste círculo y dentro de mi hogar, solicito
sea tomando en consideración mi
participación, mis aportes y sobre todo mi desempeño en esta gran familia.
Creo que es un honor que me he
ganado.
Un silencio total reinó en la
arena, pude ver a Atlas, detrás de ella con una total angustia en su rostro, el
asombro masivo provino sin duda debido a que, después de todos éstos años, yo
me había por fin, arrodillado ante ella, mostrando la sumisión que ella
añoraba, aunque solo fuera para alcanzar uno de mis intereses.
Ella comenzó a hablar.
- Beshakarenice, dijo ella,
sin duda has logrado que el día de hoy sea un día triunfal para todos,
pero las reglas son claras y absolutas,
si rechazas el premio y honor que te ofrecemos, entonces no tienes más remedio
que abandonar ésta familia que te ha acogido durante éste tiempo. Tienes una
semana para abandonar las instalaciones o para cambiar de opinión.
¡Esperaba una respuesta de ese
tipo!
Esto me llenó de furia y no pude hacer otra cosa sí que no fuera la de
lanzarme sobre ella, con mi poder desplegado.
Desplegué entonces la
totalidad de mi energía, algo que ellos jamás habían visto.
Repliqué tantas imágenes mías
como el número que ellos eran, para que se posicionaran detrás de cada uno de
ellos, de mis tutores, de mi papá y de todo aquel que podría acercarse.
Si mi peor enemigo soy yo
misma, entonces mi mejor aliado soy yo.
Sin duda la había superado y
ella no hizo nada para defenderse.
Enseguida puse una burbuja de vibraciones alrededor de
nosotros, incluidos los muchachos y coloqué mi rodilla en su garganta, de ésta
manera, ahora ella estaba debajo mío, la tenía en mi poder, esto ocasionó un gran alboroto y sorpresa en
cada uno de los ahí presentes, su guardia personal, la guardia dorada de
inmediato trató de correr en su rescate solo que ninguno fue capaz de acercarse
a nosotras para liberarla, mientras oprimía fuertemente su garganta acerqué mi
rostro a su cara, que ahora tenía un color rojo intenso.
- Lo pedí por favor, pero tu arrogancia no te permitió hacer ésta
pequeña excepción, ¿qué más puedes hacerme? ya me mataste por completo.
Después de esto perdí
cualquier posibilidad que hubiera tenido de permanecer ahí, eso no importaba ya
tenía todo listo, no tenía la intención de regresar, aquí y ahora daría por
terminado éste capítulo de mi vida.
Me despedí de todos ellos,
mientras trataban desesperadamente de liberarse de mi prisión, que los quemaba
de adentro hacia afuera y los congelaba al mismo tiempo.
¡Lo lamento!
- Mi deuda queda saldada como
lo dije, cumplí su propósito, no existe mujer más poderosa en sus dominios
fuera de mí.
Nadie podía atacarme desde que
mis manifestaciones de energía los tenían inmovilizados completamente.
- Mi intención nuca fue la de
continuar esta vida después del torneo Anual. Lo lamento. Así es como me
despido ¡Haciéndolos sentir orgullosos!
Sus ojos se posaron furiosos
sobre mí. No podían moverse, así lo diseñé, no podía darme ese lujo, no podía
bajar la guardia con mi plan una vez arrancado.
Ramsés sin embargo logró materializar
una de sus manifestaciones energéticas a un lado mío.
Aplaudió fuertemente.
- Ciertamente no vi venir
esto. ¿Quieres despedirte? ¡Adelante, huye! Corre pequeña, corre y huye,
escóndete, pues cuando te encuentre desearás jamás haberme hecho enojar ¿No
quieres esta vida? Lamento informarte pero no puedes salir de esto, tu energía
no te permitirá vivir una vida normal, ¡Perteneces aquí! Completarás tu
entrenamiento, lo harás, siempre querrás más poder.
Te cazaré hasta el último
rincón de esta tierra. ¡No lo olvides! ¡Tú misma hoy, has desatado al infierno
que irá por ti!
- ¿Exactamente cómo lo harás
sabiendo que no eres rival para mí? ¿Acaso no estás viendo lo que sucede?
- Solo espera y lo verás. Podría
yo atacarte en esta forma – dijo. Mis hermanos no tardaran en romper tu prisión,
tú elegirás el exilio y tu energía no se incrementará, en cambio la de nosotros…
Ahora me intriga cuánto tiempo
pasará antes de que pueda yo encontrarte. ¡Será divertido!
Aquello era inaudito,
continuaba subestimándome.
- ¿Te diste cuenta que no subí
a la arena? – le respondí.
Sus ojos voltearon a buscarme
o buscar la verdadera yo, que para ese entonces le saludaba desde lejos, me
sustituí a mí misma cuando regresé por mi correa al carro, le mostré el pie a
Atlas mostrándole que no usaba nada, ahí ataron cabos.
- ¡Todo este tiempo Ramsés,
estuve en la puerta de este sitio! Y nadie lo notó. ¡Buena suerte en tu
cacería!
Esas fueron mis últimas
palabras, manteniendo a todos aprisionados, me alejé de ahí.
Entonces subí al coche de
Laura y me dejé ese mundo atrás.
CONTINUARÁ...
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