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lunes, 4 de diciembre de 2017

P. Into the Echo

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Después de estar escuchando algunas historias interesantes referentes a como pensaban ellos que conocí a Alex, comenzaban a desistir.
- No quiero recordarte que tú hiciste una promesa – Dijo el Rubio.
- Hasta donde sé yo fui expulsada de su mundo – respondí algo molesta y dejando en claro que no estaba  obligada de ninguna manera.
- Cumplir con tu palabra es una cuestión de honor, nada tiene que ver con que seas o no parte de nuestro mundo como ahora tú lo llamas – dijo el moreno en total seriedad.
- Es discutible desde y como yo lo veo – debatí.
- Entonces, fue en alguno de nuestros eventos – Continuó preguntando el Pelirrojo.
Intenté concentrarme en mi lectura sin éxito, pues sus comentarios continuaron sin detenerse.
- Quizás en algún viaje.
- ¿Por internet?
- Apuesto por un evento de Beneficencia.
Rogué a todos mis Dioses y un poco más a mis demonios por que no hubiera hecho yo ningún gesto que me delatara.
Mi intento por continuar mi lectura había resultado un completo fracaso aunque mantenía mis ojos enterrados en el libro.
Intenté cambiar el rumbo de aquello solicitando, más bien exigiendo mi derecho por manejar, sin embargo ellos se negaron.
No tenía mucho caso discutir.
Entonces uno de ellos llamó para confirmar nuestras habitaciones.
- Es correcto, le dijo a la persona del otro lado de  la línea llamándola por su nombre y de una manera muy familiar.
Finalmente llegamos a nuestro destino.
Me alegré pues aquel espacio se estaba convirtiendo en algo muy pequeño para todos nosotros y honestamente me estaban crispando los nervios.
Llegamos al lobby de aquel lugar y sin importarme sus instrucciones les seguí hasta la recepción de aquel lugar.
- Bienvenidos señores XXXXXXX.
Habían ocupado un nombre falso, como era su costumbre.
- Es una suerte que hicieran reservaciones pues todo el hotel se encuentra lleno. Mencionó la señorita que se deshizo en sonrisas.
Eso lo continuaba odiando de todos ellos… lucían perfectos sin esfuerzo.
- Sus habitaciones están listas y continuamos en espera del resto de ustedes.
Hizo las preguntas necesarias para completar el registro y nos entregó un par de tarjetas para acceder a los cuartos.
Uno de los trillizos tomó las tarjetas antes de que yo pudiera tomar alguna.
- Ésta es de ustedes –dijo al momento en que le extendió una mano a Atlas para entregarle la tarjeta.
- ¿Ustedes? – Le miré sin entender nada.
- ¡Vamos BB! no es que antes no hubiesen compartido habitación.
- ¡Antes! Ese es precisamente el punto. ¡Antes! – gruñí exasperada con las manos al aire. ¡Exijo una habitación para mi sola! Puedo pagarla yo.
- El hotel está lleno – dijo Atlas.
- Ese no es mi problema, le dije sin dudar.
Regresé a la recepción, solicitando una de las habitaciones que tenían reservadas para los muchachos.
- No podemos entregarle una habitación sin que la persona que reservó se presente o bien haga una cancelación.
Miré  a los trillizos.
- Ustedes hicieron la reservación, ustedes arreglen esto.
Ellos caminaron hacia el lado contrario dándome la espalda haciendo un pequeño movimiento con la mano indicando que se despedían.
- Aghhhhh. ¡Esto no puede ser!
- Dame otra habitación, la que sea.
- Lo lamento, el hotel se encuentra lleno.
La señorita-recepcionista-sonrisas comenzaba a perder su compostura ante mi falta de colaboración.
- Está bien - dije plantando mi pie en el suelo. Esperaré por ellos aquí.
- Vamos BB, estamos cansados y necesitamos recuperarnos – dijo Atlas.
Le miré directamente a los ojos y hablé apretando los dientes.
- Me quedaré aquí y esperaré por ellos.
Se frotó la frente con los dedos en clara declaración de estar perdiendo la paciencia.
- ¿Quieres dar un espectáculo o hacemos una apuesta?
            Mi tonta y traicionera mente únicamente registró las palabras “apuesta” y de inmediato soltó la respuesta antes de que mi mente pensara coherentemente.
            - ¡Apostemos!
            Me odié a mí misma por eso.
            - Bésame en los labios tan apasionadamente como la primera noche que pasamos juntos o…
            Tomé mi maleta y me dirigí entonces a la recámara con él.
No dijo nada en el camino, era evidente que él aún era más hábil en estos juegos que yo…
Abrió la puerta para mí.
Intenté restarle importancia a todo aquello y rebusqué un cambio de ropa entre mis cosas.
- Tomaré primero un baño -  avisé y me encerré en aquel diminuto cuarto.
El asintió.
Me relajé apenas cerré la puerta. No teníamos tina de baño en esta ocasión.
Abrí el agua caliente y dejé que el vapor llenara la habitación. Me tomé mi tiempo y lavé detalladamente cada parte de mi cuerpo. Dibujé un par de garabatos en el espejo mientras me secaba, puse crema humectante sobre mi cuerpo y esperaba que hubiera pasado suficiente tiempo para que el estuviera dormido.
Cuando abrí la puerta el esperaba con una sonrisa característica en él, aunque en su rostro se marcaban el cansancio y la evidencia de que quizás se hubiera dormido un poco ya.
- Pediré algo de comer ¿Quieres algo? – dije trazando un plan en mi mente.
Como he dicho en el pasado un buen baño caliente ayuda a dejar fluir mis ideas, y solo una idea cruzaba por mi mente en aquellos momentos… hacerle pagar por aquello.
Respondió que sí. Tomé el menú y se lo acerqué para que decidiera.
Lo tomó y me lo entregó de regreso.
- Sabes exactamente lo que me gusta.
Me dedicó una de sus tremendas sonrisas y se introdujo en el baño.
¡Odie aquello! Odié la situación en general, lo odié a él  pero más aún me odié a mí misma pues esa sonrisa aún me hacía derretir y aún me hacía estar loca por él. ¡Dioses y Demonios! Esto no era para  nada justo.
Tomé entonces el teléfono del cuarto para comenzar a ordenar, y varias cosas pasaron al mismo tiempo…
Primera: Continuaba molesta por el hecho de que estaba yo en aquella habitación con Atlas, yo, una mujer que ahora estaba comprometida en matrimonio con otra persona.
Segunda: Estaba escuchando en la línea el repicar del teléfono cuando veo en la misma mesa la pantalla de su celular encenderse… ¡Vamos que estas cosas juegan a tu favor y en tu contra… más aun cuando conoces sus claves a la perfección!
No lo leas me dijo la loca de la casa, puede ser de una de sus conquistas y solo te romperá el corazón…
Y que si lo es, eso facilitaría todo, él ya no sería mío y no tendría que continuar sintiendo que deseo ser suya…. solo que mi curiosidad ganó…
Afortunadamente los mensajes podían leerse desde la pantalla principal.
Era Ramsés confirmando su llegada e indicando la habitación en la cual estaban, así como la hora en la que partiríamos mañana.
No hagas algo de lo que puedas arrepentirte.
Se lo merece, si yo la paso mal, él también lo deberá pasar mal
¿Mal? Lo estas utilizando de chivo expiatorio, no negarás que su sonrisa de hace unos momentos humedeció algunas partes en ti, cosa que es total responsabilidad tuya…
Lo es -  respondí en tono molesto a mi propia mente, pero no tengo porque reprimirme, todo este tiempo me ha ganado el derecho de venganza.
¿Vengarte por algo de lo que solo tú eres responsable? ¡Excelente calidad moral!
¡No me hables ahora de esto! Tengo el tiempo medido y un plan ya se está llevado a cabo.
Ramsés preguntaba por mí…
Hice el pedido lo más rápido que pude, solicitando algo sencillo en espera de que no demoraran tanto tiempo.
Atlas solía tomar baños rápidos y no me daría tiempo de ejecutar mi plan. Solicité que me subieran solo agua antes del resto del menú.
El objetivo era salir de ahí aprovechando la confusión.
¿Has pensado en lo preocupado que estará cuando salga y no te vea?
¡Me interesa un comino! No hará su voluntad
¿Pero si harás la tuya? Diablos, sí que eres…
Calla.
Cuando tocaron la puerta para entregar mi primera petición, como lo pensé Atlas se asomó para ver que sucedía a lo cual le comenté que estaban dejando una parte de nuestra cena.
- Tenía sed, le confesé.
Asintió y volvió a introducirse en el baño.
Entonces comencé con mi primer parte del plan.
Cuando cerré la puerta, salí yo y toqué directamente en la puerta de Ramsés.
Estaba nerviosa de que Atlas saliera al sospechar que algo sucedía pues la habitación a la cual estaba tocando, estaba solo a tres puertas de la habitación de Atlas.
Al abrir me miró extrañada, estaba descalzo y con el dorso desnudo.
- ¿Puedo pasar?
Se asomó al pasillo, asintió y me dejó pasar sin ninguna duda.
- Necesito hablar contigo, a solas, pero no quiero interrumpir, si quieres bañarte, esperaré y si no te molesta ordenaré algo de cenar.
El asintió.
Repetí toda la escena que ejecuté hábilmente con Atlas.
Me acomodé en la cama con la intención de dormir, dejé instrucciones para que llevaran los alimentos una hora después de que yo colocara el pedido.
Me daría tiempo más que suficiente para caer dormida y estaba segura de que él no me despertaría…
Escuché que abrieron y cerraron varias veces algunas puertas, mi mejor apuesta era que pertenecían a las puertas de los trillizos y Atlas…
Entonces me surgió una nueva inquietud.
¿Avisarían de mi ausencia o esperarían a que yo regresara?
Prendí la televisión sin sonido e hice mi mejor esfuerzo por dormirme, estaba nerviosa y pensaba muchas cosas, mi cabeza parecía una licuadora con muchos ingredientes y encendida.
Continué escuchando murmullos en el pasillo y después nada…

Abrí los ojos, me sobresalté al ser lo primero que vi fue la figura de Atlas sentado a mi lado, cansado, enojado y a punto de decir algo…
- ¿Dormiste bien?
Lentamente mis recuerdos llegaron a mi mente y recordé completamente mi travesura…
- De hecho, dormí muy bien. Me senté y me estiré de manera desenfadada.
Ramsés rió fuertemente en un extremo de la habitación.
- ¡Bien jugado! BB – decía al tiempo que aplaudía.
Me tallé los ojos y sentí las manos de Atlas tomar mis hombros.
- Pasé la noche entera buscándote.
- ¡Te lo mereces!
- ¿Me lo merezco?
Asentí con furia y retiré sus manos de mis hombros.
            - Si así quieres jugar….
            - No comencemos todo nuevamente…
            Estaba recordándome aquellos primeros días que pasé dentro de su automóvil, con discusiones innecesarias pero interesantes…
            - Regresemos ahora a nuestra habitación.
            - ¿Supongo que realmente no querías hablar conmigo? – Preguntó Ramsés.
            - De hecho ahora que lo mencionas…
            Me detuvo antes de que pudiera decir nada.
            - Hablaremos llegando a nuestro destino – dijo interrumpiéndome, por la hora apenas llegaremos a abordar el avión.
            - Pensé que haríamos el viaje por tierra…
            - Nuestro itinerario ha cambiado.
            - ¿Sin mi consentimiento? ¿A dónde iremos?
            - Egipto – respondió a la primera, sin esfuerzos y sin hacer ningún cambio en su expresión.
            - ¿Egipto? – Pregunté aturdida y confundida.
            - Las respuestas que buscas están allá.
            - ¡No!, ya es suficiente, me he prestado a sus juegos lo suficiente. No iré con ustedes.
            - Estas en tu derecho – dijo Ramsés pero debo recordarte…
            - ¡Nada! No discutiré más.
            Entonces sucedió algo que no había contemplado.
            Ramsés se arrodilló ante mí.
            - Ve con nosotros, tienes mi promesa de que después de que digamos lo que debemos decirte y tomes la decisión que sea la respetaremos.
            Aquello me tomó por sorpresa totalmente.
            - ¿Qué haces? Levántate…
            - Existen muchas cosas que te ocultamos pensando que te protegíamos, es momento de que te enteres de la verdad completamente. No lo haremos aquí donde resultas vulnerable, no lo haremos aquí pues la razón de todo esto se encuentra allá, no puedo decirte más pues necesito que lo veas con tus ojos, con tus propios ojos…
            Ahora sí me tenía intrigada.
            Asentí y caminé hacia mi habitación.
            Apenas miré a Atlas quién reunió todas mis cosas en la maleta  y terminaba de empacar la suya.
            Extendió su mano y me entregó mi celular.
            - Tienes algunos mensajes y llamadas, quizás sea momento de que te reportes.
            Tomé el aparato y marque de inmediato.
            Respondió la llamada inmediatamente.
            De inmediató detectó que mi tono de voz no era el usual.
            - ¿Qué sucede?
            - Escucha los planes han cambiado…
            Pero antes de que yo terminara mi relato él ya estaba vociferando, no me permitió explicar nada más, no me permitió hablar, sin embargo escuché claramente las siguientes palabras.
            - Si subes a ese avión, da por terminado nuestro compromiso.
            Entonces… entonces me di cuenta que mi corazón se rompía lenta y brutalmente al escuchar que había colgado.

CONTINUARA

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