Después de estar escuchando
algunas historias interesantes referentes a como pensaban ellos que conocí a
Alex, comenzaban a desistir.
- No quiero recordarte que tú
hiciste una promesa – Dijo el Rubio.
- Hasta donde sé yo fui
expulsada de su mundo – respondí algo molesta y dejando en claro que no
estaba obligada de ninguna manera.
- Cumplir con tu palabra es
una cuestión de honor, nada tiene que ver con que seas o no parte de nuestro
mundo como ahora tú lo llamas – dijo el moreno en total seriedad.
- Es discutible desde y como
yo lo veo – debatí.
- Entonces, fue en alguno de
nuestros eventos – Continuó preguntando el Pelirrojo.
Intenté concentrarme en mi
lectura sin éxito, pues sus comentarios continuaron sin detenerse.
- Quizás en algún viaje.
- ¿Por internet?
- Apuesto por un evento de
Beneficencia.
Rogué a todos mis Dioses y un
poco más a mis demonios por que no hubiera hecho yo ningún gesto que me
delatara.
Mi intento por continuar mi
lectura había resultado un completo fracaso aunque mantenía mis ojos enterrados
en el libro.
Intenté cambiar el rumbo de
aquello solicitando, más bien exigiendo mi derecho por manejar, sin embargo
ellos se negaron.
No tenía mucho caso discutir.
Entonces uno de ellos llamó
para confirmar nuestras habitaciones.
- Es correcto, le dijo a la
persona del otro lado de la línea
llamándola por su nombre y de una manera muy familiar.
Finalmente llegamos a nuestro
destino.
Me alegré pues aquel espacio
se estaba convirtiendo en algo muy pequeño para todos nosotros y honestamente
me estaban crispando los nervios.
Llegamos al lobby de aquel lugar
y sin importarme sus instrucciones les seguí hasta la recepción de aquel lugar.
- Bienvenidos señores XXXXXXX.
Habían ocupado un nombre
falso, como era su costumbre.
- Es una suerte que hicieran
reservaciones pues todo el hotel se encuentra lleno. Mencionó la señorita que
se deshizo en sonrisas.
Eso lo continuaba odiando de
todos ellos… lucían perfectos sin esfuerzo.
- Sus habitaciones están
listas y continuamos en espera del resto de ustedes.
Hizo las preguntas necesarias
para completar el registro y nos entregó un par de tarjetas para acceder a los
cuartos.
Uno de los trillizos tomó las
tarjetas antes de que yo pudiera tomar alguna.
- Ésta es de ustedes –dijo al
momento en que le extendió una mano a Atlas para entregarle la tarjeta.
- ¿Ustedes? – Le miré sin
entender nada.
- ¡Vamos BB! no es que antes
no hubiesen compartido habitación.
- ¡Antes! Ese es precisamente
el punto. ¡Antes! – gruñí exasperada con las manos al aire. ¡Exijo una
habitación para mi sola! Puedo pagarla yo.
- El hotel está lleno – dijo
Atlas.
- Ese no es mi problema, le
dije sin dudar.
Regresé a la recepción,
solicitando una de las habitaciones que tenían reservadas para los muchachos.
- No podemos entregarle una
habitación sin que la persona que reservó se presente o bien haga una cancelación.
Miré a los trillizos.
- Ustedes hicieron la
reservación, ustedes arreglen esto.
Ellos caminaron hacia el lado
contrario dándome la espalda haciendo un pequeño movimiento con la mano
indicando que se despedían.
- Aghhhhh. ¡Esto no puede ser!
- Dame otra habitación, la que
sea.
- Lo lamento, el hotel se
encuentra lleno.
La
señorita-recepcionista-sonrisas comenzaba a perder su compostura ante mi falta
de colaboración.
- Está bien - dije plantando
mi pie en el suelo. Esperaré por ellos aquí.
- Vamos BB, estamos cansados y
necesitamos recuperarnos – dijo Atlas.
Le miré directamente a los
ojos y hablé apretando los dientes.
- Me quedaré aquí y esperaré
por ellos.
Se frotó la frente con los
dedos en clara declaración de estar perdiendo la paciencia.
- ¿Quieres dar un espectáculo
o hacemos una apuesta?
Mi
tonta y traicionera mente únicamente registró las palabras “apuesta” y de
inmediato soltó la respuesta antes de que mi mente pensara coherentemente.
- ¡Apostemos!
Me
odié a mí misma por eso.
-
Bésame en los labios tan apasionadamente como la primera noche que pasamos
juntos o…
Tomé
mi maleta y me dirigí entonces a la recámara con él.
No dijo nada en el camino, era
evidente que él aún era más hábil en estos juegos que yo…
Abrió la puerta para mí.
Intenté restarle importancia a
todo aquello y rebusqué un cambio de ropa entre mis cosas.
- Tomaré primero un baño
- avisé y me encerré en aquel diminuto
cuarto.
El asintió.
Me relajé apenas cerré la
puerta. No teníamos tina de baño en esta ocasión.
Abrí el agua caliente y dejé
que el vapor llenara la habitación. Me tomé mi tiempo y lavé detalladamente
cada parte de mi cuerpo. Dibujé un par de garabatos en el espejo mientras me
secaba, puse crema humectante sobre mi cuerpo y esperaba que hubiera pasado
suficiente tiempo para que el estuviera dormido.
Cuando abrí la puerta el
esperaba con una sonrisa característica en él, aunque en su rostro se marcaban
el cansancio y la evidencia de que quizás se hubiera dormido un poco ya.
- Pediré algo de comer
¿Quieres algo? – dije trazando un plan en mi mente.
Como he dicho en el pasado un
buen baño caliente ayuda a dejar fluir mis ideas, y solo una idea cruzaba por
mi mente en aquellos momentos… hacerle pagar por aquello.
Respondió que sí. Tomé el menú
y se lo acerqué para que decidiera.
Lo tomó y me lo entregó de
regreso.
- Sabes exactamente lo que me
gusta.
Me dedicó una de sus tremendas
sonrisas y se introdujo en el baño.
¡Odie aquello! Odié la situación
en general, lo odié a él pero más aún me
odié a mí misma pues esa sonrisa aún me hacía derretir y aún me hacía estar
loca por él. ¡Dioses y Demonios! Esto no era para nada justo.
Tomé entonces el teléfono del
cuarto para comenzar a ordenar, y varias cosas pasaron al mismo tiempo…
Primera: Continuaba molesta
por el hecho de que estaba yo en aquella habitación con Atlas, yo, una mujer
que ahora estaba comprometida en matrimonio con otra persona.
Segunda: Estaba escuchando en
la línea el repicar del teléfono cuando veo en la misma mesa la pantalla de su
celular encenderse… ¡Vamos que estas cosas juegan a tu favor y en tu contra… más
aun cuando conoces sus claves a la perfección!
No lo leas me dijo la loca de la casa, puede ser de una de sus conquistas y solo te
romperá el corazón…
Y que si lo es, eso facilitaría todo, él ya no sería mío
y no tendría que continuar sintiendo que deseo ser suya…. solo que mi curiosidad ganó…
Afortunadamente los mensajes
podían leerse desde la pantalla principal.
Era Ramsés confirmando su
llegada e indicando la habitación en la cual estaban, así como la hora en la
que partiríamos mañana.
No hagas algo de lo que puedas arrepentirte.
Se lo merece, si yo la paso mal, él también lo deberá
pasar mal
¿Mal? Lo estas utilizando de chivo expiatorio, no
negarás que su sonrisa de hace unos momentos humedeció algunas partes en ti,
cosa que es total responsabilidad tuya…
Lo es -
respondí en tono molesto a mi propia mente, pero no tengo porque
reprimirme, todo este tiempo me ha ganado el derecho de venganza.
¿Vengarte por algo de lo que solo tú eres responsable?
¡Excelente calidad moral!
¡No me hables ahora de esto! Tengo el tiempo medido y
un plan ya se está llevado a cabo.
Ramsés preguntaba por mí…
Hice el pedido lo más rápido
que pude, solicitando algo sencillo en espera de que no demoraran tanto tiempo.
Atlas solía tomar baños
rápidos y no me daría tiempo de ejecutar mi plan. Solicité que me subieran solo
agua antes del resto del menú.
El objetivo era salir de ahí
aprovechando la confusión.
¿Has pensado en lo preocupado que estará cuando salga
y no te vea?
¡Me interesa un comino! No hará su voluntad
¿Pero si harás la tuya? Diablos, sí que eres…
Calla.
Cuando tocaron la puerta para
entregar mi primera petición, como lo pensé Atlas se asomó para ver que sucedía
a lo cual le comenté que estaban dejando una parte de nuestra cena.
- Tenía sed, le confesé.
Asintió y volvió a introducirse
en el baño.
Entonces comencé con mi primer
parte del plan.
Cuando cerré la puerta, salí
yo y toqué directamente en la puerta de Ramsés.
Estaba nerviosa de que Atlas
saliera al sospechar que algo sucedía pues la habitación a la cual estaba
tocando, estaba solo a tres puertas de la habitación de Atlas.
Al abrir me miró extrañada,
estaba descalzo y con el dorso desnudo.
- ¿Puedo pasar?
Se asomó al pasillo, asintió y
me dejó pasar sin ninguna duda.
- Necesito hablar contigo, a
solas, pero no quiero interrumpir, si quieres bañarte, esperaré y si no te
molesta ordenaré algo de cenar.
El asintió.
Repetí toda la escena que
ejecuté hábilmente con Atlas.
Me acomodé en la cama con la
intención de dormir, dejé instrucciones para que llevaran los alimentos una
hora después de que yo colocara el pedido.
Me daría tiempo más que
suficiente para caer dormida y estaba segura de que él no me despertaría…
Escuché que abrieron y
cerraron varias veces algunas puertas, mi mejor apuesta era que pertenecían a
las puertas de los trillizos y Atlas…
Entonces me surgió una nueva
inquietud.
¿Avisarían de mi ausencia o
esperarían a que yo regresara?
Prendí la televisión sin
sonido e hice mi mejor esfuerzo por dormirme, estaba nerviosa y pensaba muchas
cosas, mi cabeza parecía una licuadora con muchos ingredientes y encendida.
Continué escuchando murmullos
en el pasillo y después nada…
Abrí los ojos, me sobresalté
al ser lo primero que vi fue la figura de Atlas sentado a mi lado, cansado,
enojado y a punto de decir algo…
- ¿Dormiste bien?
Lentamente mis recuerdos
llegaron a mi mente y recordé completamente mi travesura…
- De hecho, dormí muy bien. Me
senté y me estiré de manera desenfadada.
Ramsés rió fuertemente en un
extremo de la habitación.
- ¡Bien jugado! BB – decía al
tiempo que aplaudía.
Me tallé los ojos y sentí las
manos de Atlas tomar mis hombros.
- Pasé la noche entera buscándote.
- ¡Te lo mereces!
- ¿Me lo merezco?
Asentí con furia y retiré sus
manos de mis hombros.
- Si
así quieres jugar….
- No
comencemos todo nuevamente…
Estaba
recordándome aquellos primeros días que pasé dentro de su automóvil, con
discusiones innecesarias pero interesantes…
-
Regresemos ahora a nuestra habitación.
-
¿Supongo que realmente no querías hablar conmigo? – Preguntó Ramsés.
- De
hecho ahora que lo mencionas…
Me
detuvo antes de que pudiera decir nada.
-
Hablaremos llegando a nuestro destino – dijo interrumpiéndome, por la hora apenas
llegaremos a abordar el avión.
-
Pensé que haríamos el viaje por tierra…
-
Nuestro itinerario ha cambiado.
-
¿Sin mi consentimiento? ¿A dónde iremos?
-
Egipto – respondió a la primera, sin esfuerzos y sin hacer ningún cambio en su
expresión.
-
¿Egipto? – Pregunté aturdida y confundida.
- Las
respuestas que buscas están allá.
-
¡No!, ya es suficiente, me he prestado a sus juegos lo suficiente. No iré con
ustedes.
-
Estas en tu derecho – dijo Ramsés pero debo recordarte…
-
¡Nada! No discutiré más.
Entonces
sucedió algo que no había contemplado.
Ramsés
se arrodilló ante mí.
- Ve
con nosotros, tienes mi promesa de que después de que digamos lo que debemos
decirte y tomes la decisión que sea la respetaremos.
Aquello
me tomó por sorpresa totalmente.
- ¿Qué
haces? Levántate…
-
Existen muchas cosas que te ocultamos pensando que te protegíamos, es momento
de que te enteres de la verdad completamente. No lo haremos aquí donde resultas
vulnerable, no lo haremos aquí pues la razón de todo esto se encuentra allá, no
puedo decirte más pues necesito que lo veas con tus ojos, con tus propios ojos…
Ahora
sí me tenía intrigada.
Asentí
y caminé hacia mi habitación.
Apenas
miré a Atlas quién reunió todas mis cosas en la maleta y terminaba de empacar la suya.
Extendió
su mano y me entregó mi celular.
-
Tienes algunos mensajes y llamadas, quizás sea momento de que te reportes.
Tomé
el aparato y marque de inmediato.
Respondió
la llamada inmediatamente.
De
inmediató detectó que mi tono de voz no era el usual.
- ¿Qué
sucede?
-
Escucha los planes han cambiado…
Pero
antes de que yo terminara mi relato él ya estaba vociferando, no me permitió
explicar nada más, no me permitió hablar, sin embargo escuché claramente las
siguientes palabras.
- Si
subes a ese avión, da por terminado nuestro compromiso.
Entonces…
entonces me di cuenta que mi corazón se rompía lenta y brutalmente al escuchar
que había colgado.
CONTINUARA
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