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jueves, 23 de noviembre de 2017

O. Mystery Train

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Estaba lista para partir, había recibido un mensaje con la hora en la que pasarían por mí.
Yo respondí que los vería en el aeropuerto.
- Haremos el viaje por carretera. Eso respondió Ramsés.
- ¡Nos tomará más de un día!
- Tomaremos turnos, no es que no hayas viajado así antes.
- Entonces los veré en nuestro destino, yo tomaré un avión.
Hice coraje innecesario.
En menos de 20 minutos y antes de que pudiera siquiera buscar los vuelos disponibles Ramsés estaba en la puerta de mi casa.
- ¿Puedo pasar?
Quise reírme en su cara ¿Era verdad que estaba solicitando permiso para ingresar?
- Adelante.
Abrí la puerta y me hice a un lado para que pudiese pasar cerrando la puerta tras nosotros.
- Referente a nuestro regreso…
Le miré atentamente tragándome todas las palabras que deseaba decirle ahí mismo, el horno no estaba para bollos pero tampoco quería armar una guerra sin sentido o sin dirección.
- ¿Puedes confiar en mi por ésta ocasión?
- ¿Eh?
- Tiene una razón que lo hagamos de ésta manera, tenemos todo planeado y cubierto ya.
- Supongo que es un ultimátum…
- No lo tomes de esa manera, he venido aquí solo.
- ¿Y? Antes eso no los ha detenido. Una, dame solo una razón para que no haga yo mi voluntad.
- ¿Por favor?
Era un golpe bajísimo.
- Si accedo entonces deberás darme una fecha en la que te comprometes a dejarme completamente libre para regresar y sobre todo que no vendrán a buscarme como perros de caza.
- No puedo prometer algo que quizás no pueda cumplir, existen cosas que quizás quieras reconsiderar…
- No es una charla que me motive a irme con ustedes, sabiendo que pueden no permitirme regresar.
- Hija…
- ¡No! Tomé una decisión, decisión que no están respetando, decisión que están cuestionando cuando el primer día dijeron que podía regresar cuando me viniera en gana.
Estaba gritando y perdiendo el control.
¡Explícame! ¡Hazme entender! No veo la razón, no veo la causa por la que yo tenga que estar viviendo este infierno cuando alguien más ha decidido renunciar o cuando ha sido expulsado no le ruegan que regrese, no le obligan a regresar.
Ella lo ha dejado claro, no soy más bienvenida.
No has tocado el tema de irme a entrenar lejos, pero seguro lo tocarás y estoy arriesgando todo al regresar con ustedes.
- Ahora que tu poder ha regresado, dudo mucho que podamos obligarte a regresar.
Sus palabras y falta de sorpresa confirmaron que dejaron todo atrás intencionalmente.
- Sé que tienen un as bajo la manga, que todas sus cartas no han sido jugadas, aún me falta historia por conocer, siento que voy directo a una trampa y que no podré hacer nada por caer en ella. Sé que harán todo lo posible porque me quede y yo haré todo lo posible por no quedarme.
Me estas arrastrando a lo que será nuestra última batalla, mantenlo en mente.
- Nada está escrito hija. Solo necesitamos vivir un día  a la vez.
- Regresaré por mi cuenta en avión.
- Eso pensé, testaruda como tu madre y aferrada como tu padre… No me dejas más alternativa…
Me preparé para una gran batalla.
- Te recuerdo que estas en casa de un civil.
Rió sonora y descaradamente.
- Estas en MI casa, ustedes la están rentando. Técnicamente puedo hacer lo que desee.
Un As bajo la manga… Esta gente…, hace todo en grande o no lo hace.
¡Dioses y Demonios!
- ¿Eso es venir en son de paz?
Me interrumpió antes de siquiera poder comenzar.
- Pero no te preocupes – dijo él – No haré ningún escándalo, solo me quedaré aquí hasta que sea el momento de partir. Puedes continuar con tus actividades…
Movió la mano con una seña para que me retirara.
- Sabes que no podrás detenerme ¿Cierto?
Asintió y se acomodó en algún lugar de la sala.
Subí  con cierta duda. ¿Qué era lo que yo estaba obviando? Me senté a meditarlo algunos momentos en la tranquilidad de mi habitación.
Continué arreglando mi maleta, realmente tenía todo lo que necesitaba con ellos, todo lo había dejado atrás. Por precaución empaqué todo lo que pudiese necesitar como si no tuviera nada a donde llegaría.
Tomé el celular y le mandé un mensaje a mi prometido detallándole la situación actual, pero no debía tener su celular con él. Tampoco creí que fuera algo urgente, de acuerdo al plan el regresaría antes de mi partida y podríamos despedirnos apropiada y adecuadamente.
En cierto momento me senté cerca de la ventana y entonces supe lo que estaban ocultando o al menos fue mi conclusión.
El resto de la tropa estaba distribuida estratégicamente alrededor de la casa, supongo que en caso de que quisiera o estuviera planeando escapar, no podría armar un escándalo fuera de la casa, entonces realmente estaba estancada ahí.
¡Dioses y Demonios!
Grité y patalee  ¡Solo, mis polainas! pero nada iba a poder hacer sin armar tremendo alboroto, por lo que desistí. ¿Realmente todos ellos siempre iban a estar un paso delante de mis planes?
Era mi último rodeo…
Voltee mis ojos de manera inconsciente y de fastidio: Eso dije la última vez que pisé la arena también – me dije a mi misma.
Estaba viviendo un Deja Vu.
Antes de la media noche recibí un mensaje de mi prometido… y no era lo que esperaba.
Se había movido de localidad hacía unas horas y no regresaría en un par de días, por lo que no habría despedida.
Me derrumbé sobre mis rodillas.
Sopesé el hecho de que mis acciones en el pasado estaban desatando la ira de todos mis Dioses o Demonios, quizás solo eran uno o mezclados, Karma o llámalo como quieras.
Si escapaba de ahí con todos ellos vigilando solo iniciaría una persecución que pondría a muchas personas en alerta, personas que no necesitaban vivir aquello. Recargué mi frente en el vidrio y por unos instantes respiré dejando que el vaho cubriera el cristal.
La ira se encontraba subiendo por mi cuerpo desde mis pies.
¿Aquello sería obra de todos ellos?
Intenté calmarme pero las circunstancias lo estaban impidiendo. Bajé enfurecida dando grandes pasos hacia Ramsés.
- Tú – grité desconsolada, con lágrimas en los ojos y una furia indescriptible en forma de puños.
Él se puso de pie esperando un ataque de mi parte.
- ¿Vienes solo? ¿Qué hacen todos ellos afuera de la casa? ¡Todos ustedes carecen de la calidad moral para hablarme de promesas sin cumplir, de traiciones, mentiras!
Ahora quieres que vaya con ustedes.
- ¡Nos diste tu palabra!
- Palabra que puedo romper en cualquier momento, ustedes no han hecho nada más que mentirme desde el inicio ¡No les debo nada! ¡NADA!
- Hija, necesitas tranquilizarte.
- No necesito nada  fuera de ver a Alex - grité desesperada – No me extrañaría que ustedes hubiesen planeado mantenerlo alejado.
Aunque su rostro evidenciaba el no saber de lo que le hablaba, no dejé de pensar que todo esto era obra de ellos.
Intentó abrazarme pero me libré de su contacto
- ¡No me toques! Ahora mismo todos ustedes me causan rechazo.
Di la vuelta y regresé a mi habitación.
¡Dioses y Demonios! Mi mundo se estaba derrumbando.
            Tomé mi celular, me limpié el rostro con el dorso de la mano y marque su número.
            - Lo lamento, lo lamento muchísimo Princess – dijo apenas entró la llamada
            - Es tu trabajo cariño, no tienes que disculparte.
            Acomodé mi voz lo más que pude para evitar que detectara algún rastro de tristeza en mi voz, ya se sentía lo suficientemente mal para cargarle en su espalda mi sentir.
            - ¿Continuamos con el plan original?
            - Creo que lo más conveniente es que regrese tan pronto como la situación lo permita. Cuando tengas menos compromisos iremos a ver a mis papás, en un viaje exclusivamente para eso.
            - Lo hablamos Princess, quiero cerrar ése punto lo antes posible.
            Por la paz mundial accedí y no dije más.
            ¿Será esta una despedida? ¿Será la última vez que …?
            Me tomé mi tiempo y bajé.
            - Vayámonos de una buena vez, no tiene caso alargar mi agonía. Me colgué mi mochila al hombro y sostuve con la otra mano mi equipaje.
            Dos camionetas esperaban por nosotros. En una de ellas viajaban los muchachos y en la otra viajaban Atlas y los Trillizos.
            - Viajarás con ellos hasta nuestra primera parada – indicó Ramsés.
            Miré al cielo, patee el suelo y emití un sonido gutural.
            - Prefiero ir con ustedes.
Los pasajeros de la camioneta a los que estaba rechazando, se llevaron la mano al corazón e hicieron una mueca de dolor.
- Es necesario que terminemos unos asuntos antes.
- Puedo acompañarlos, no veo el problema.
- Nos vemos en nuestra primera parada y descansaremos ahí unas horas.
Les miré a todos por unos momentos.
- Está bien. Pero no garantizo la seguridad de ninguno de ellos – dije girando sobre mis talones y subiéndome en el último asiento de la camioneta a fin de asegurarme que nadie se sentara a mi lado.
Se quedaron hablando entre ellos unos momentos más y subieron.
Miré por la parte trasera aquella casa que apenas si pude disfrutar. No faltaban muchas semanas para navidad y algunas casa ya tenían adornos navideños, la de nosotros se veía muy sencilla.
Suspiré y evité llorar.
No tendría muchos mensajes de Alex en las horas siguientes, solo le dejé uno donde le indicaba que me había puesto en marcha.
Una bolsa de papel se meneaba enfrente de mi rostro.
- Un postre por la historia que aún nos debes, dijo Atlas.
- ¡No juegues! ¡¿Esperas que te cuente dicha historia en estos momentos?! ¡Debes estar de broma! Como quiera que haya sido ya pasó, nadie lo supo ¡Supérenlo, todos ustedes!.
Ante mis gritos de total y completa histeria ellos desistieron… por unos momentos.
- Si, la historia de cómo es que tú y él se conocen – dijo el Rubio aclarando la duda.
- Era una oferta de tiempo limitado, ahora no tengo la mínima intención de contarla.
- El viaje es largo BB, encontraremos tu precio.
- ¡Suerte con eso!
Realmente no tenía la mínima intención de revelarles la historia, así que esto comenzaba a ser interesante…


CONTINUARÁ...

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