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“Its a full time job, the work's
never done
Twenty-four seven, it's a labor of love
Yeah, everything I got, it's all about us
Baby this ain't working, it's a labor of love
Baby this ain't working, it's a labor of love”
Twenty-four seven, it's a labor of love
Yeah, everything I got, it's all about us
Baby this ain't working, it's a labor of love
Baby this ain't working, it's a labor of love”
Atlas se encontraba de pie
frente a mí.
Dejé escapar algunas lágrimas
para poder liberar un poco de la presión que estaba viviendo.
Me abrazó sin solicitar
permiso.
¡Dioses y Demonios!
En ese momento todo regresó a
mi memoria, memoria celular, costumbre, ¡Llámalo como quieras! Lo cierto es que
lo necesitaba, me aferré a él como si fuera una cuerda que me garantizaba
sobrevivencia, a todo él, su aroma, su calor, su magnífica sonrisa, sus besos,
sus caricias…
Cerré los ojos y absorbí la
emoción lo más que pude. Estaba preparada para algún movimiento osado por parte
de él, la situación le estaba presentando el escenario perfecto.
Nunca me ha soltado, siempre
ha sido mi roca y una roca bastante efectiva, pues sostiene mi cuerda aunque yo
insista en cortar la soga.
- Creo que es el momento en
que veas mi faceta donde yo lucho por ti. Te he conocido por los últimos años y
siempre haré lo que es mejor para ti aún en contra de tu voluntad, pero
eso no es nada nuevo para ti, eso ya lo
sabías, ahora lo demostraré.
Mantuvo mi rostro sobre su
hombro y su mano acariciando mi cabello.
Mochila de: @seresdemexico (instagram). |
Me retiré de él lo suficiente
para poder mirarle pues entendía y no lo que me estaba diciendo.
- Conozco a detalle a donde
vamos y estoy seguro de la decisión que tomarás.
Se puso de pie y me entregó
una mochila.
Tomé la mochila ladeando la
cabeza sin entender lo que estaba haciendo.
- Esta vez no te buscaré,
tienes mi palabra, solo confía y aférrate a ella, investiga después lo que
lleva dentro, si alguna vez confiaste en mí, este es el momento.
Reí un poco.
- ¿Tu palabra? Su palabra tiene tan poco valor ahora…
Se sentó a mi lado acariciando
mi rostro.
- Tu sonrisa vale mi mundo –
Afirmó. Tienes mi palabra, confía por esta ocasión BB no te estanques hace
cuatro años atrás.
Me puse de pie con la
intención de prepararme, teníamos minutos antes de que debiéramos salir de
aquel lugar.
Cuando estuve lista caminé
hacia la puerta colgándome mi nueva mochila preguntando qué era lo que
contenía, desviando ese pensamiento hacia un pensamiento más perturbador…
Antes de abrir la puerta me
topé una vez más con al Atlas que yo conocía.
Me giró en un solo movimiento
acorralándome contra la puerta, colocando sus dos manos a los costados de mi
cabeza.
- ¿Qué…
- Una, solo dame una razón
para no besarte en este momento, él claramente no te ama si rompió su
compromiso por una razón tan tonta como ésta ¡No te ama! Él no entiende lo que
es amor, ¿Creíste conocerlo por haber estado en contacto con él tanto tiempo?
Lo lamento BB, lamento no haber dicho nada, pensé que tendrías una buena razón
para no compartir esto conmigo, respeté
tu espacio, tu secreto, yo lo sabía, lo sabía todo y sé lo que está por venir…
Quedé helada ante sus
declaraciones.
- Atlas, como…
En ese momento tocaron la
puerta.
No me decido si afirmar que
fue una fortuna o una des fortuna.
Mis ojos aún estaban
enrojecidos….
- ¿Pasó algo? Atlas…
Interrumpí a Ramsés antes de
que prosiguiera y aprovechando que estaban todos ellos frente a mí.
Aclaré mi voz, erguí mi rostro
y les miré a los ojos.
- Atlas no ha sido más que un
perfecto amigo. Hice una pausa. Alex acaba de romper nuestro compromiso debido
a que he decidido viajar con ustedes a Egipto.
Sonreí falsamente para
colocarme aquella máscara que tan perfectamente calzaba en mi rostro, oculté
mis emociones una vez más, esto lo busque yo sola, esto yo sola lo provoqué, esto yo sola… ¡Dioses y
Demonios! Yo solo pondría aquello en una bolsa mental y lo atendería después.
- Así que... ¡Hagan que esto valga la pena!
Puse mi mano sobre el hombro
de Ramsés y caminé hacia adelante más insegura que nunca y más llena de dudas
que en ningún otro momento, pero segura que quería cerrar este capítulo y fuera
cual fuera la razón de ir a Egipto mi corazón me jalaba hacía allá, incluso la
loca de la casa me susurraba seductoramente, después de todo era algo tan
endemoniadamente importante como para que Ramsés se hubiese puesto de rodillas,
y aquello era mucho decir.
El silencio reinaba dentro del
coche.
Evidentemente nadie quería
mover al elefante blanco sentado en aquel lugar.
Bajé un poco la vista y las
lágrimas comenzaron a correr casi de inmediato, una de ellas cayó directamente
en el anillo que portaba.
¿Deberé retirarlo ahora?
Jugueteé un poco más con él Dando vueltas en mi mente referente a si realmente
sería el final de aquello.
También pensé que aquello
sería la respuesta al universo referente a mi resistencia a casarme con él. Las
letras KARMA en color neón aparecieron en mi mente.
Miré por el vidrio y me
concentré en pensar en lo que me depararía, que sucedería en nuestro destino.
Egipto.
Esa ciudad siempre resultó
enigmática para mí, siempre había deseado ir, es un hecho que los nombres de un
faraón y su hija habían marcado mi vida, pero si me ponía a pensar un poco más
en aquello, esa ciudad me llamaba.
Cuando alguna vez conversé con
Atlas referente a nuestra luna de Miel, definitivamente ese sería el lugar al
cual iríamos él y yo. También me pregunté si únicamente lo habían elegido por
ser una ciudad a la cual yo quería ir.
Muchas incógnitas pasaron por
mi mente.
Saqué el celular de mi mochila
solo para darme cuenta que no tenía ni un solo mensaje de él.
Mi corazón se destrozó aún más
¿Así terminaría todo? ¡Dioses y Demonios!
¡Cortaron con migo por
teléfono! Y no estamos hablando de una relación de niños de secundaria, estamos
hablando de una relación que se suponía correspondía a personas maduras y que
después de todo estaban planeando una boda.
Su familia…
Limpié dignamente mis
lágrimas, agité mis manos frente a mis ojos para tratar de detener aquel
torrente, una mano acercó un kleenex, lo tomé, sonreí e inhalé una gran
cantidad de aire.
Había tomado mi decisión
basado en lo que quisieras, era momento de mirar al frente.
Pensé que era un buen momento
para indagar en lo incógnita que tenía sobre mis piernas: La mochila.
Por lo que pude ver sin
resultar demasiado sorprendida o curiosa, pues después de todo se suponía que
aquello era de mi propiedad. Contenía boletos de avión abiertos en fecha,
destino y hora, una cartera que no era mía,
pero contenía tarjetas de débito y crédito a mi nombre, dinero en efectivo, una cantidad mayor a la que me gustaría
cargar, mis identificaciones… Pero lo que llamó la atención fue una carta
oculta en la bolsa interior junto a una llave.
Encontré también un libro y
una Tablet.
No rebusqué más y me limité a
mirar, el resto de las cosas eran cachivaches que yo cargaría, cosas de mujeres
y al fondo sosteniendo todo… una palestina impregnada con su aroma…
¡Dioses y Demonios! Aquello
era además de un equipaje de mano un kit de emergencia…
Llegamos al aeropuerto donde iniciaríamos
un viaje de más de 10 horas, ahora estaba embarcada en un viaje con ellos.
Me moví un poco de aquel grupo
y el Rubio se reunió conmigo cuando comencé a mirar los escaparates del
aeropuerto.
- Un dólar por tus
pensamientos.
Sonreí.
- Mi vida, ha sido una
completa y total montaña rusa desde que llegué a sus instalaciones, continuo
preguntando si tomé la decisión correcta.
- ¿Te arrepientes?
- Definitivamente no.
La respuesta salió de mis
labios de una manera fluida, de una manera automática, determinada y sincera.
- Creo entonces que tienes tu
respuesta.
Ambos sonreímos.
Sin pensarlo entramos a una
tienda de artículos para motociclista, miré algunas cosas, elegí algunas otras,
todo aquello me fascinaba, la piel, el color negro, los estoperoles.
- Ese look no te queda para
nada – frunció el ceño.
- Si tuvieras que quitarlo de
mi cuerpo, te apuesto que te encantaría – dije en tono de broma.
Él se irguió tomando mi mano
izquierda.
- De lo único que deseo
despojarte en este momento es de éste anillo.
Retiré la mano.
- Bueno sí, lo retiraré cuando
sea el momento.
Miré el celular con la
esperanza de encontrar algún mensaje….
- ¿Sabes? si fuera yo, alguno
de mis hermanos o incluso Atlas, hubiéramos cogido el primer avión que nos
asegurara la permanencia a tu lado, no te hubiésemos prohibido ir pero te
hubiéramos acompañado, hubiésemos estado ahí para sostener tu mano…
- Bueno, ambos sabemos que
ustedes se distinguen por ser acosadores, dale una oportunidad, para él también
esto es demasiado, él…
Guardé silencio y ahogué mis
lágrimas.
- Si has de justificarlo….
- ¡Calla ahora mismo!
El levantó las manos en señal
de rendición, y se marchó de ahí.
¡Exasperantes! Todos ellos
exasperantes.
Escuché el llamado para
nuestro vuelo…
Compré un último recuerdo…
Quería dormir, quería perderme
en mis sueños aplastantes, quería no soñar nada, quería…. Adormecerme.
Le pedí una bebida alcohólica
a la azafata, justo la tenía en mi mano, observando sus profundos colores, su
consistencia, imaginando el sentimiento que tendría al tomarla, al deslizarse
por mi garganta, tenía a la vista también mi celular… el cual jamás mostró el
mensaje que esperaba.
Abrí la botella…
¡Dioses y Demonios! ¿Qué le
veía la gente con tal adicción a aquel producto…?
No lo entendía, ¡Yo quería
grandes y obscenas cantidades de chocolate!
Atlas me deslizó una gran
barra de chocolate cuando vio que cerré
la botella.
Estaba parado a mi lado, me
cuestioné cuanto tiempo llevaba ahí y yo no lo había notado.
Tomé la barra y la devoré sin
ninguna duda… Esa era mi droga, esa era mi adicción.
Atlas y chocolate, la
combinación perfecta.
Tomé la carta introduciéndola
en un neceser que encontré dentro de la mochila también para poder ocultarla y
me dirigí al baño para leerla, la curiosidad que sentía estaba rebasando los
límites permitidos en mi cuerpo.
Cerré la puerta asegurando que
nadie me molestaría y abrí aquel sobre, que no solo contenía una carta, eran
varias hojas escritas con perfecta caligrafía, ortografía y la firma no solo de
Atlas, si no de los trillizos también.
Los ojos se me humedecieron
aún más…
Salí de ahí sin justificar mis
lágrimas, mismas que eran hasta cierto punto normales por todo lo que estaba
viviendo últimamente…
¡Aquello era demasiado!
Sin pedir autorización, sin
previo aviso, me acomodé en los brazos de la única persona que podría brindarme
consuelo en aquellos momentos, le abracé y me perdí en un profundo sueño que
sabía que sus brazos me garantizarían.
Dependiente o no ahora lo
tenía claro
Desperté un par de horas antes
de nuestra llegada.
¡Dioses y Demonios! Había
dormido plácidamente como en cada ocasión en sus brazos. Pobre de mí almohada -
humana, pues concluí que no se había movido nada durante aquel tiempo.
Me miró sonriendo.
- ¿Descansaste?
- ¡Lo lamento! – exclamé y me
moví al instante.
- Nadie te solicitó moverte.
Su sonrisa evidenciaba que aquello difícilmente le molestaba.
- Mi intención únicamente era
tomar una pequeña siesta.
- Tenerte nuevamente en mis
brazos de esa manera… bueno estoy dispuesto a tomarlo en compensación por la
noche en vela que pasé.
Me desperecé. Miré a mí
alrededor y reinaba la paz
¿¡Que más esperaba de un vuelo
intercontinental¡? ¿Zombies?
Reí ante mi estúpido
pensamiento.
- ¿Deseo conocer el motivo de
tu risa?
- Estupideces de una mente
decadente – Declaré rápidamente.
- Te dejaré descansar ahora,
me iré a mi lugar.
- Nadie te pide que lo hagas.
- ¡Deberías hacerlo!
Sin pensarlo me incliné a
darle un beso en los labios y rápidamente hui de ahí.
¿Por qué lo hice? ¡Dioses y
Demonios! Aquello no estaba nada bien.
Elegí una película de la lista
que ofrecían y honestamente puse mi mente en blanco. Le pedí a la azafata
algunas cosas para comer y para hidratarme.
Descendimos hacía aquel
enigmático lugar, el clima era caluroso.
Definitivamente no es como lo
venden en las películas de Hollywood…
No haré comentarios negativos
de esta ciudad y de ésta maravillosa experiencia, después de todo sería la
ciudad que me revelaría uno de los mejores secretos hasta ahora guardados.
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