Índice de la historia completa: Aqui
Dos días después recibí un
ramo de flores.
No entendí mucho, pero las
conservé tanto como pude e incluso guardé una de ellas en el congelador.
No podíamos enviarnos mensajes
de texto pero podíamos compartir fotos en la nube… así que nos dejábamos fotos
de lo que estábamos haciendo y no se requerían muchas palabras.
De repente fui consciente de
mi realidad, estaba yo en un país extraño, en una casa que no era mía, en total
soledad.
Frente a mi estaba un desayuno que quizás no comería, que quizás
no bajaría por mi garganta. Lo habría
cocinado para nada.
No era una obra maestra pero
era sustancioso, deliciosos Hot Cakes que al final de todo posiblemente cociné
pues añoraba aquellos desayunos llenos de sonrisas, llenos de cariño y amor, con
litros y litros de café desfilando frente a nosotros junto a temas tan
triviales como el clima o los quehaceres domésticos.
Acomodé la mesa de manera
perfecta, tomé una foto, me puse de pie
y arrojé todo a la basura.
No tenía apetito ni nadie que
me obligara a comer, solo la loca de la casa, pero hacía tiempo que no
escuchaba de ella, si somos honestos tampoco le extrañaba.
Salí al balcón a observar el
movimiento de la calle.
Personas caminando abrigadas
hasta los dientes.
Una pareja de ancianos
caminando de la mano.
Un automóvil circulando
ruidosamente con cadenas en los neumáticos.
De repente un escalofrío
recorrió mi espalda.
Voltee hacia la derecha pero
la calle estaba desierta.
Miré a la izquierda y ahí
estaba una sombra negra, de pie mirando en mi dirección.
Se encontraba lo
suficientemente lejos como para que no le distinguiera, de inmediato corrí
hacia adentro como si cerrar las puertas fuera suficiente para mantenerles
afuera.
¡Dios! No habían pasado
suficientes días aún. ¡No podía creer que ya me hubiesen encontrado!
Tomé el celular dispuesta a
llamarle a XXXXX.
Entonces mi cabeza reaccionó.
Ellos están esperando el mínimo error de mi parte.
Si me hubiesen ubicado
entonces… ellos estarían derribando la puerta en 3, 2, 1….
Nada.
Nuevamente respiré y miré en
dirección a la puerta y ventanas esperando que en cuestión de nada alguna
cayera bajo su peso y se desatara una guerra sin control.
Nada sucedió solo silencio a mí
alrededor.
Quedé inmóvil por horas, quizás
solo fueron minutos pero el tiempo ahora era tan relativo para mí como los
locos pensamientos que pasaron por mi tonta mente.
Ese día no salí de aquel
lugar.
Dos días después estaba
enloqueciendo.
Después de todo quizás no sería
nada…
Elegí distraerme meditando…
grave error.
Tan pronto como me sumergí en
mi lugar seguro, le encontré. Estaba Atlas esperándome.
- ¡Llegaste!
- ¡Este es mi lugar seguro!
- Expúlsame entonces – gritó.
¡Regresa con nosotros! Las cosas no son como crees… No estoy aquí como tu
enemigo
La furia que generaron en mí
sus palabras fue indescriptible… “Expúlsame” No sabía cómo hacerlo o lo hubiera
hecho ya.
¡Sus palabras me recordaron
tanto a Ramsés!
- Adiós Atlas.
- No falta mucho para
encontrarte… La energía de ellos se ha duplicado así como sus poderes…
Le miré expectante.
- ¿Por qué me dices todo esto?
- Por cortesía.
- Quizás no recuerdas todo lo
que sucedió aquel día…
- ¡Lo recuerdo a la perfección!
No pudiste…
- ¡¿Qué?¡ - le interrumpí de
inmediato – ¡Me arrodillé ante ella! ¡Supliqué!....
Ahora no corrieron lágrimas
por mi rostro, aquello era la guerra.
- Sabías que de haber
permitido que Ramsés me enviara al entrenamiento sería ella quien lo llevaría a cabo. ¡Ella!
- Las cosas han cambiado,
regresa por favor.
- No regresaré Atlas, y ahora
que estamos entrados en gastos, te confesaré que ese día terminó mi vida en ese
lugar, para mí siempre fue una
experiencia de vida, esto solo me sirvió de excusa para salir de ahí.
El rió fuertemente.
- No puedes vivir sin
nosotros, lo quieras o no ahora somos tu vida.
- Eres un insolente.
Me acerqué a él y antes de que
pudiese darle un golpe como era mi deseo, él sostuvo mi mano y me miró directo
a los ojos.
- Se ha desatado una cacería
tras de ti, existe una gran recompensa por ti, ella ha puesto precio a tu
cabeza. Regresa por favor, su tono era suplicante
Pero antes de que pudiera
decir nada, él se desvaneció.
Había pasado una semana
después de la partida de XXXX, una incómoda sensación me recorrió la espalda
ese día que desperté, no me gustó la manera en como abordó las cosas, pero
después de todo solo estábamos conociéndonos. Él tiene su carácter y yo el mío,
o lo logramos o nos separamos.
Una semana en aislamiento me
tenía al borde de la locura, por lo cual tomé el celular y le envié un mensaje,
sabía que del otro lado del mundo no eran horas….
- Recuérdame la dirección de
tu abuela.
No respondió inmediatamente,
pero la respuesta llegó, simple y llana, por las circunstancias no podríamos
tener más detalles, me convencí de aquello. Dos semanas más, me repetí
mentalmente, y estaremos de vacaciones solos los dos.
Ese día llegué sin previo
aviso, esperando poder platicar con ella y después determinar si pondríamos
manos a la obra.
Me recibió con una sonrisa que
me hizo sentirme bienvenida.
Nos sentamos en su salita a
tomar el té
No cuestioné la autenticidad
de aquella sonrisa, por experiencia sabía que los abuelos disfrutan de esas
visitas.
- ¿A qué se debe el honor de
tu visita?
- Visitarla simplemente –
sonreí.
La verdadera causa se debía a
que comenzaba a volverme loca en aislamiento y necesitaba tener contacto humano o de lo
contrario más pensamientos fatalistas continuarían desfilando por mi mente.
Ella sonrió en respuesta.
- ¿Cómo aprendiste nuestro
idioma?
- Un par de años atrás, estuve
de visita en su acogedora ciudad fue cuando aprendí el idioma
Ahora recordaba, pero no dolía
más.
- Tus ojos – dijo mirándome
directo a los mismos.
Sonreí.
- Tienes una mirada triste
¿Quisieras platicarme? No creo que tú o yo tengamos algo mejor por hacer,
sonrió tomando una galleta de la mesita y llevándosela a la boca.
Suspiré, sabía que no podía
contarle la verdad, pero tampoco estaba en mis planes mentirle.
- Tomé la decisión de hacer
una pausa en mi vida y hacer éste viaje en compañía de su nieto.
Dicho esto hice una gran
exhalación.
- Y no me estás diciendo la
verdad.
Sonreí, no quería herir sus
sentimientos, pero no iba a ir contando mis secretos a todas las personas que
se atravesaran en mi camino ¿Cierto?
- Pareces ser una persona
decente.
- Me esfuerzo cada día por ser
así.
La gente de su edad cuenta con
la experiencia de saber qué es lo que carcome a tu alma.
- ¿Te encuentras hoy aquí para
una clase de cocina o…?
Lanzó el anzuelo, él tenía razón,
ella es todo un personaje. Me miró con
ojos escrutantes.
Sonreí en respuesta.
- Un curso de cocina donde
pudiese enseñarme a cocinar los platillos favoritos de su nieto, es bien sabido
que primero se conquista el estómago y luego el corazón.
Ambas reímos.
- Te puedo enseñar un platillo
o dos.
- Eso deberá bastar.
Me mostró algunas fotos de
cuando él era pequeño, y tomé con mi celular foto de ellas, sabiendo que podría
mostrárselas en algún momento y reír juntos.
Era noche cuando decidí que
era momento de regresar, incluso me invitó a quedarme a pasar ahí la noche.
Debo reconocer que es una
persona muy decidida e insistente y me tomó un buen tiempo que aceptara que
regresaría en unos días para cocinar, y que no me pasaría nada en el trayecto
de regreso.
Estuve a punto en un par de
ocasiones de llamarle a él para que me ayudase a convencerle.
Al final accedió.
De regreso a lo que ahora
considero mi hogar, pensé que me había convertido en una judía herrante.
Sin casa fija, lejos de mi
familia, con más problemas de los que nunca pensé tener e inevitablemente la
tristeza me alcanzó.
Fue dolorosamente triste
llegar a una casa oscura y vacía, pero sobre todo ajena.
Corrí el cerrojo y me
derrumbé, lloré todas las lágrimas acumuladas que guardé dentro de mi cuerpo
por todos estos días.
Una avalancha de emociones me
impactaron como placa de cemento, lloré hasta que las fuerzas me abandonaron,
hasta que el cansancio hizo lo suyo y ahí tirada en la puerta de la casa perdí cualquier noción de
tiempo y dormí, dormí tan profundamente como
para apagar mis pensamientos.
Después de aquel encuentro con
Altas, me urgía moverme de lugar por lo que puse manos a la obra para planear
las vacaciones que XXXXX y yo merecíamos.
No quería volver a utilizar
mis papeles falsos, pero sería necesario.
Acordamos vernos en el lugar
destino por seguridad de ambos.
Unas semanas conectados con la
naturaleza donde no existía, teléfono, luz artificial o acceso a los paparazis…
debía ser suficiente.
Me puse en contacto con la
persona que me indicó, afiné los detalles y todo se concretó. El resto del
tiempo se me hizo eterno y solo podía contar los días en el calendario.
Viajé ligera pues de acuerdo a
nuestro contacto, tendría lo necesario al llegar allá.
Quise llegar un día antes solo
para disfrutar de aquel paraíso después de estarme congelando en su hogar.
Mis nervios estaban a mil por
hora. No podía dejar de ver sobre mi hombro si alguien me había seguido
conocido o desconocido, o si los muchachos aparecerían como muralla humana en
cualquier momento frente a mi.
Esto de huir no es divertido
¡Exijo que los grandes capos me digan como es que hacen para dormir sin
necesidad de tener un ojo abierto!. Los nervios me estaban matando.
Llevaba conmigo mi computadora
al hombro, pues aun cuando no podía publicar nada en mi Blog, no cesé de
escribir, algún día podría continuar haciéndolo…
Llevé varios libros, y mi teléfono.
Me tocó hacer varios
trasbordos y en cada uno de ellos estuve a punto de colapsar…
Afortunadamente llegué al paraíso
y mis ojos no daban crédito a lo que encontré a mi llegada….
CONTINUARÁ....