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viernes, 20 de enero de 2017

VIII. Misunderstood



Salí del cuarto de baño envuelta en una nube de vapor. No era bueno para mi piel o salud en general, pero adoraba los baños calientes y después de los recientes sucesos, eran mandatorios.
Aun no tengo muy en claro las intenciones de Kevin, aun cuando ha sido directo en cuanto a lo que desea y como lo desea, un ciento de incertidumbres me han invadido, sé que cuestiono demasiado y que no siempre hago las preguntas más indicadas. Uf.
Fue una agradable sorpresa encontrarme con tres cajas sobre  mi cama, cada una con moños enormes de regalo de diferentes colores, intensos como mis ondas de energía.
Había también junto a ellos una nota que decía “Elige el vestuario que deseas lucir el día de hoy, en base a ello tendremos nuestra cita, asegúrate de hacerme saber el color de moño de la caja que elijas”.
La primera caja que llamó mi atención era de color negro adornada con  un  moño Rosa, ésta contenía un atuendo propio para ser usado en una cita de noche, vestido elegante, zapatillas altas, joyas escandalosamente brillantes…
Elegí una segunda caja, ésta era de color blanco que tenía el moño color azul contenía, un conjunto deportivo, con sus accesorios correspondientes, de esta caja en particular lo que llamó mi atención fueron los tennis, llenos de color como me gustan.
AL final abrí la caja color morado intenso con moño color plata, ésta contenía un atuendo más acorde a lo que yo elegiría, jeans, un cardigan y accesorios en tonos plata.
Sopesé por unos momentos mis opciones sin decidirme por alguna en particular, finalmente cuando terminé de humectar mi cuerpo y haberme puesto los interiores, me puse creativa y una pequeña sonrisa maquiavélica se dibujó automáticamente en mi rostro.
Le envié un mensaje con mi cel para confirmar el vestuario:
* Negro, Blanco y Morado *
Recibí un mensaje casi de inmediato el cual solo contenía un signo de interrogación.
Me reí de mi travesura.
Elegí un poco de los 3 paquetes: los Jeans y el Cardigan del paquete morado; las zapatillas del paquete Rosa y del paquete deportivo elegí el reloj.
El resto del atuendo complementé con un maquillaje sencillo y un toque de perfume, adoraba dejar las ondas salvajes de mi cabellera libres, era una verdadera lástima que aquella enfermedad hubiese dañado tanto mi piel y cabello no lucían como solían hacerlo, estaban apagados.
Hacía ya varios meses que no había usado tacones, los elegí pues me hacían sentir muy sexy y segura, ambas cosas las necesitaba para lo que venía.
Internamente me encontré disfrutando de la situación que le estaba haciendo pasar.
Recibí un mensaje
*Avísame cuando estés lista*
*Pasa por mí en 5 mins*
Pasado ese tiempo llegó con un gran ramo de rosas blancas (¿Como es que todos asumen que las rosas les gustan a todas?) Vestido con un traje de cuello Mao color negro y tennis.
Le observé y una sonrisa de suficiencia apareció en mi rostro, aparentemente descifró mi mensaje casi de inmediato y se atuendo justo para andar acorde.
Tomé las flores, agradecí el gesto y le dediqué una sonrisa.
Me ofreció el brazo a fin de que caminara colgado de él.
Es nuestra cita después de todo, recordé mentalmente.
- ¿A dónde nos dirigimos?
- Es una sorpresa ¿Te gustan las sorpresas cierto?
Sonreí afirmando.
- Dejaste a mi disposición tres atuendos Un destino diferente le correspondía a cada uno ¿Cierto?
Asintió sin decir ni una palabra.
Nuestro recorrido nos condujo hacia la cocina, en donde pude ver un par de sillas acomodadas adecuadas para brindarnos cierta privacidad, y con una serie de variados ingredientes en una mesita adicional.
Todo esto me divertía, pero a la vez me hacía sentir, nuevamente especial, después de todo él había preparado todo aquello por y para mí.
Retiró la silla para que pudiera acomodarme, todo un caballero.
Todos ahí lo eran, todos absolutamente todos parecían estar sacados del cuento de hadas más rosa que tu mente pudiese imaginar, todos encantadores y serviciales, dispuestos a atender tus necesidades, su único pero era que todos ahí eran machos dominantes, y eso era un repelente natural al menos para mí.
Se ubicó frente a mí, mirándome directo a los ojos de manera apacible, de manera calma pero fija, después de cierto tiempo me sentí un poco intimidada.
- Algo que no sabes de mi –dijo para así romper el hielo – Soy coreano y amo la comida coreana.
Se puso de pie, se quitó el saco sin dejar de mirarme fijamente, arremangó su camisa y se dispuso a cocinar.
No sabía bien que decir o cómo actuar, tenía varios objetivos ese día, solo que él me estaba llevando por caminos inesperados, no lo conocía mucho, pero él a mi sí que me había estudiado y  me llevaba la ventaja, no tenía idea por donde comenzar.
- Usualmente eres una persona con muchos argumentos, pero hoy, aquí te has quedado callada ¿Te he impresionado?
-Un poco – respondí sonriendo. Sé que yo te he impresionado a ti, de lo contrario no hubieses pasado tantas molestias por tenerme aquí.
Movía hábilmente las manos, picando ingredientes y arrojándolos en un bowl que estaba sobre el fuego.
Él sonrió. Aunque su sonrisa no hacía mi corazón saltar como lo haría la sonrisa de Atlas. Sin importar cuanto lo deseara, mi mente solo pensaba en una persona y éste se encontraba a miles de kilómetros de mí.
- Disfrutemos primero de la comida y después discutamos de lo que desees.
Tenía razón, no había razón por la cual arruinar aquel ambiente, que honestamente él se había esforzado por generar.
Guardé silenció y le observé mover hábilmente las manos para crear verdaderas delicias, era la primera vez que yo probaría aquel tipo de comida por lo que dudé un poco en tomar el primer bocado.
Para mi sorpresa él me ofreció el primer bocado directo de los palillos con los que él comía.
-Es sencillo – dijo él – todo lo que tienes que hacer es decir ¡ah! Al tiempo hizo el gesto con su boca.
Me perdí en sus labios, sus carnosos labios e inevitablemente recordé el único beso que habíamos compartido, aquel beso robado, que me dejó con ganas de más, por lo que únicamente atiné a dejar mi boca abierta con el espacio suficiente para que él me alimentase.
Fue una grata sorpresa el descubrir que había creado platillos llenos de sabor con sus propias manos.
- Eres un excelente cocinero – reconocí honestamente.
Comencé a comer por mí misma, pero le concedí aceptar algunos de los alimentos que él me ofreció directamente hasta mi boca.
No pude terminar todo lo que se suponía debía ingerir pues cocinó en exceso si me preguntan.
- Todos éstos alimentos están aprobados por tu médico de cabecera, si te interesa saberlo.
Esbocé una sonrisa -  me sorprendería que no lo estuvieran, dije, todos ustedes son fieles seguidores de las reglas, además siguen ciegamente las instrucciones de mis tutores, no sé bien si es por miedo o precaución.
- Es por fidelidad, es algo que no puedes dimensionar pues tú creciste dentro de un núcleo familiar, nosotros únicamente nos tenemos a nosotros.
- Quizás….
            Me miró a los ojos, con ese sencillo acto, me hace titubear y antes de perder la compostura, comencé a hablar.
            - Kevin, hoy he venido aquí por variadas razones, una de ellas es que tengo que solicitarte un favor.
            - Me miró atento esbozando una leve sonrisa. Es decir entonces que viniste a negociar.
            - Es un punto de vista – confirmé.
            - Bien, entonces deberás estar consciente de que mis honorarios son elevados, entrelazó sus dedos y se recargó hacia atrás.
            Sabía de antemano que esta batalla sería complicada. Inhalé profundamente varias veces sin dejar de mirarle a los ojos.
            - Bien, menciona tu precio, de esa manera no podrás negarte a atender mis peticiones una vez que lo haya aceptado.
Pude observar a través de sus ojos como  sopesaba aquellas palabras, pero ahora no podría cambiar el orden de cómo habían sucedido las cosas, no lo haría, estos tipos son demasiado orgullosos.
- Acepta todas y cada una de mis invitaciones para salir conmigo. Dame la oportunidad de mostrarte la honestidad de mis intenciones. Acepta y yo cumpliré todos los favores que tengas por solicitarme sin cuestionar nada.
- ¿Qué implicaciones conlleva el aceptar tus invitaciones?
- Acepta y lo descubrirás.
- Espera, ¿dijiste? todos los favores que te pueda pedir
Se puso de pie y comenzó a preparar el postre.
¿Qué debo hacer, cual es la mejor respuesta? No creo tener muchas opciones si quiero que guarde mi secreto y su oferta acaba de resultar muy tentadora.
- Mi oferta termina cuando termines tu postre, mencionó al tiempo que lo colocaba frente a mí.
- No creo que tenga muchas opciones ¿Cierto? Desearía que no te hubieses encaprichado conmigo.
- No es capricho.
- Mírame a los ojos y miénteme – le dije desafiante.
- Compruébalo por ti misma en los próximos meses – respondió en el mismo tono.
- Cuando llegue Altas…
- Cuando llegue Atlas, quizás no quieras regresar con él.
- Pero quizás sí, ¿y entonces, que sucederá?
- Tienes mi palabra, al regreso de Atlas respetaré tu decisión.
Sin poder evitarlo, quedé un poco atónita por aquellas declaraciones. No me presionaba a nada más que aceptar sus invitaciones. Sé que algo debe existir detrás de todo esto, no puede ser tan sencillo.
A estas alturas se encontraba frente a mí mirándome fijamente, expectante quizá pero su rostro era de hielo.
- Entonces, viviremos los próximos meses siendo amigos con derechos.
- Llegaremos a donde tú lo desees, lo único que yo haré será deslumbrarte con mis encantos.
Eso de dejarse querer, era algo que no me disgustaba, por el contrario ahora lo necesitaba.
- Entonces tenemos un acuerdo – dije estirando mi mano para poder sellar aquello.
- ¿Y bien? ¿Cuál es el favor que deseas solicitar?
- Tu silencio.
Su rostro fue de incógnita a sorpresa.
- Tú has sido el único testigo y víctima de la energía que se ha manifestado en mí en las últimas semanas. Aún me encuentro debatiéndome entre si esa energía es mía o de alguien más.
- ¿Alguien más?
- Si. No es que necesites saberlo, lo único que necesito es tu silencio, no deseo que los muchachos se enteren de aquella primera vez en que esto sucedió. No aún.
- No lo entiendo ¿No deberías estar celebrando esa magnitud de energía?
- No necesitas más detalles – confirmé recargándome en el respaldo de mi silla.
- Me estas solicitando ocultar información y ¡Mentir!
- Sí – dije descaradamente.
- Cancelo el trato – dijo sin ningún atisbo de duda.
- De acuerdo, sabía que no podrías manejarlo, es mejor así, tampoco podrías conmigo. Pues gracias por todas tus atenciones el día de hoy.
Me puse de pie alejándome de ahí, las cartas estaban echadas y estaba apelando a su orgullo, no era la primera vez que jugaba esa carta con estos chicos.
Diría mi abuelita, me salió el tiro por la culata ya que no me siguió o intentó detenerme.
Gran idea la mía de ponerme tacones  después de un tiempo sin usarlos. Me senté en el jardín principal a pensar en nada en específico, tenía un gran problema pero no tenía ganas de ponerme a pensar en la solución.
Sin querer (pero puse mucha atención) escuché la conversación del chico que vi hace unas semanas, joven él de cabello rubio, abundante y rizado.
Su papá había dejado sus negocios atrás por estar ahí recluido con él. El chico no decía mucho, y realmente desconocía los detalles de su estadía ahí. El papá sin embargo era muy activo y se la pasaba motivándolo. Pude verme reflejada en ellos. Mis tíos dejaron todo atrás por mí, incluso Ramsés de quien entendía su trabajo lo tenía ocupado, dejó todo cuando se enteró de que mi salud peligraba.
Era muy fácil para mí juzgar cuando no era yo la que se encontraba en la situación, pero resultaba que, ahora era yo la protagonista de todo aquello.
Continué observándolos y escuchando la conversación por el tiempo que permanecieron a mi alcance.
Mi corazón se apachurró, el papá no le echaba en cara nada al hijo, nada, solo escuché palabras de aliento, palabra de ánimo, “estamos juntos en esto, dijo” “Siempre lo hemos estado” “Saldremos de aquí triunfantes”. Le contaba de los planes que tenía para ellos una vez que hubiesen salido de ahí, era claro que el dinero no era un problema en esa familia, pero ¿Qué hacer cuando el dinero no te puede comprar la salud o  eliminar un vicio? No te queda nada.
Esta situación era un reflejo de mi situación misma.
Miré el cielo y sus estrellas, me sentía sola y triste, he estado sobreviviendo y fue justo lo que me temí cuando acepté las indecorosas propuestas de Altas, mi vida comenzaba a girar en torno a él cuando me arrancó de su vida en un solo movimiento y esto me destrozó.
 Ahí sentada, con la pierna cruzada, me incliné con mi abdomen sobre mi muslo hasta tocar en mi tobillo, hasta tener entre mis dedo la pulsera que adornaba mi pie, la que me hacía sentir propiedad de Atlas, la continué usando pues al quitarla estaría aceptando que todo entre nosotros terminó y aun no estaba dispuesta a cerrar aquella página.
Un nudo comenzó a apretarse en mi pecho hasta que el dolor  me llevó inevitablemente a derramar lágrimas por ello. Me concedí aquel momento de debilidad, aquel momento de desahogo, principalmente ya que no tenía a nadie a mí alrededor, nadie que pudiera impedir la liberación interna que estaba teniendo.
Hubiese deseado tenerle ahí. Y sin pedirlo o desearlo, oscuros pensamientos nublaron mi mente Atlas puede no regresar.
Eso no interesaría, yo no estaría ahí por siempre, podría buscarle.
Pero… también existe la posibilidad de que él no quiera estar contigo, o que haya encontrado a alguien mejor.
Existen muchas posibilidades, muchas bifurcaciones me molestaba ser tan insegura. Solo el tiempo establecerá cuál de todas éstas opciones o alguna otra marcará nuestro destino.
Limpié mis lágrimas con mi mano y respiré un par de veces para recuperar la poca estabilidad que actualmente tenía.
Me di cuenta que el papá y su hijo ya no estaban más a mi alcancé, no curiosee más en ello.
Mi conclusión al respecto es que el universo, Dios o quien haya sido, los puso ahí para que pudiese ver desde fuera la situación que yo estaba viviendo y pudiese dimensionar lo que ellos hacían y sacrificaban por mí.
¿Amor incondicional? Quiero creerlo así.
Existe algo que me molesta y/o no me termina de agradar, ellos siempre han hablado del gran poder que puede llegar a desarrollarla hija de Ramsés, la hija que no debió haber nacido, la hija que fue en contra de todas las estadísticas y probabilidades, la hija del gran Ramsés y una simple mortal: yo.
Ellos esperaban grandes cosas de mí, las cuales quiero creer que podré llevarlas a cabo, pero no puedo dejar de pensar que todo el cuidado que ellos han impreso en mí, ha sido únicamente por esto, para demostrar una vez más su poderío y superioridad, que no tiene nada de malo por un lado, pero por el otro ¿Dónde quedo yo?
Y luego está ella.
Puse ambos pies sobre el suelo firmemente y  me levanté con la frente en alto para enfrentar al toro y por los cuernos que se venía, siempre es bueno tomarse un respiro para recargar las pilas y continuar luchando por la vida, TÚ vida.
Al llegar a mi habitación mis ojos se desorbitaron al encender la luz y encontrarme aquel lugar invadido por cientos de rosas y tulipanes. Variados eran los colores de cada uno de ellos, algunas estaban en macetas, otras más estaban en floreros, el aroma de aquel lugar… Dios, era inigualable.
En la mesita cercana a mi colección de las fotos que documentaban mi recuperación se encontraba una rosa blanca, y una carta dirigida a mí.
¿Atlas? ¿Esto era obra de él? Corrí a tomar aquella carta y leerla.

No es necesario esperar hasta tu cumpleaños para llenar tu habitación con flores. Acepta éste pequeño detalle como una ofrenda  de paz junto con mis más sinceras disculpas, nunca fue mi intención el ofenderte.
Estoy profundamente agradecido contigo y mis acciones únicamente buscan el agradecerte en todas las maneras en las que me lo permitas.
No culpes a mis amigos por mis palabras, ellos también están buscando la manera de agradecerte, cada uno a su manera, por favor permíteles hacerlo y no los castigues por mis actos egoístas.
Cambiaste mi mundo y por ello te agradezco infinitamente”

PD. Me habré ido para cuando leas esto. Estaremos en contacto muy pronto.

El chico de los tatuajes.
Él no tenía la culpa de mis arranques, él solo estaba en el lugar incorrecto en el momento erróneo, ahora yo era la que me sentía terrible por todo aquello.
Tomé varias fotos a mis flores y ese día cambié la foto del día, por una fotografía de mí con mis flores.
Recibir éste tipo de detalles hacía latir fuertemente mi corazón y me ayudaba a recobrar mi confianza perdida.

No merecía todas aquellas atenciones. Ese sentimiento me lanzaba a ser estúpida e impulsiva….

Hola A!
¿Te gusta la nueva decoración de mi recámara?
B.

Escribí ese brevísimo correo para mi amigo, quería aferrarme a él ahora que el chico de los tatuajes había partido, anhelaba tener alguien en quien confiar, alguien sin rostro ahora que Kevin había roto el trato que él mismo había sugerido cerrar y que inevitablemente lo alejaría de mí emocionalmente.
Sin Atlas, sin los trillizos, sin la cercanía de mi familia, necesitaba aferrarme a algo aunque fuese irreal.
Por favor responde supliqué mentalmente.
Cerré el correo.
Cerré mis ojos.
Cerré mi corazón.
Cerré mi mente.
Abrí las puertas hacia un mundo de ensueño.
¿Atlas? ¿Porque me abandonaste? Una lágrima rodó, un suspiro escapó, la noche me absorbió.

CONTINUARÁ

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