Un ruido en mi habitación me despertó, agucé el oído para distinguir el
sonido. Era evidente que alguien estaba en mi habitación.
Eso no era raro, así que bajé todas mis guardias, odiaba aquello, que se
introdujeran en mi habitación como si yo no estuviera ahí, como si tuviesen
paso libre, como si yo no tuviese derecho alguno a la intimidad.
Encendí la luz de la mesita de noche solo para descubrir la horrenda cara de Eileen en
uno de los sillones de la recámara, sentada frente a mí observándome fijamente.
- No has perdido el tiempo en ausencia de Atlas ¿Quién te ha enviado
éstas flores?
- Eso es algo que no es de tu incumbencia.
- No es nuestra naturaleza llevarnos bien ¿Cierto?
- En eso concuerdo contigo, dije colocándome mi bata y sentándome frente
a ella en el otro sillón para atender lo que fuere que la hubiese llevado ahí.
- Bien no daré muchos rodeos – dijo ella - Hace unos meses interpreté un papel frente a
tus papás, un rol del que honestamente pude haber ganado un Oscar.
- Nadie te pidió hacerlo.
Ella guardó silencio apretando sus labios hasta formar una línea recta,
lo cual me llevó a dudar de esto, quizás alguien si se lo había solicitado.
- La cuestión es que mi bondad no es gratuita.
- Continúa.
- Hace unos meses, envié lejos a los trillizos y tu adorado Atlas. Hoy
he venido aquí a notificarte me llevaré a tus de regreso a casa. Estarás sola a
partir del día de hoy.
Ayer revisé detenidamente tus análisis, ya no estas enferma, solo estas
en recuperación, por lo que no veo la necesidad de que ellos se estén distrayendo
innecesariamente aquí contigo, cuando nosotros podemos invertir mejor nuestro
tiempo.
Llevarás tu recuperación sola hasta que puedas regresar, par esto he
cambiado tu boleto de avión, tu fecha de regreso será el 23 de Diciembre.
Si en verdad eres la hija de Ramsés es tu momento de demostrarlo.
Se puso de pie y caminó hacia la puerta.
- Yo tengo algo que añadir -
dije.
Ella se detuvo sin darse la vuelta para mirarme.
- Gracias – dije descaradamente.
Esa sencilla palabra, ese sencillo gesto tuvo un gran impacto, su ego
sin embargo le impidió girarse, únicamente volteó la cabeza para mirarme de
reojo y al mismo tiempo indicar que tenía su atención.
- Gracias – dije nuevamente asegurando de imprimirle fuerza a la palabra
– porque sin tus descabelladas e impulsivas acciones actúan como ese pequeño
empujón que me hace falta para poder decidirme a ser mejor, más rápida, más
fuerte, más inteligente, todo solo para ser mejor que tú.
No era momento de sacar a relucir mi reciente poder, no hasta que no lo
dominase ¡Dios sabe que lo estaba deseando!
- Gracias por que sin esto quizás me hubiese dedicado los siguientes día
a haraganear, pero ahora tú, me has dado nuevos bríos.
Ella sonrió y emitió un sonido gutural, semejante al de una risa
forzada.
Puedes quitarme a quien desees, te diré un pequeño secreto – me acerqué
de manera cauta hasta quedar lo más cerca posible de tu oído: Yo apenas los
conozco.
Mis palabras fueron duras y realmente no las sentía, pero tuve que
hacerlo y entonces protegerme tras éste escudo que ni yo misma creía.
Ahora por favor márchate, no tengo nada más que decir.
Se giró repentinamente con una mirada llena de furia.
- ¡Los muchachos han dado todo por ti y te atreves a hacer tales
declaraciones!
Se acercó peligrosamente hacía mi con la mano levantada dispuesta a dar
un golpe, lo esperé y enfrenté sin parpadear.
Se detuvo.
- Prometí que no te golpearía hasta que no te reincorporaras a nuestras
filas nuevamente – estaré esperando ansiosa.
Le miré un poco extrañada
Ella carcajeó
- ¿Aun piensas que has sobrevivido hasta aquí tú sola? – Tienes el ego
del mismísimo Ramsés.
Me dio una pequeña palmada en la
mejilla.
- Tu círculo más cercano ha hecho más acuerdos de los que hemos tenido
en nuestra historia, les debes a ellos más de lo que ellos te quieren decir.
Ramsés particularmente.
- ¿De qué hablas?
- ¿Acaso no te dijeron? Ramsés prometió…
Justo en ese momento, Los muchachos irrumpieron en la habitación.
- ¡Eileen! – le llamó Mario en un tono no tan formal o educado.
Ella plantó un pie en piso y salió. Mario salió tras de ella.
- ¿Qué ha querido decir? – pregunté elevando un tanto el tono de mi voz.
Se miraron entre ellos
- ¡Nada de miradas entre ustedes! Si existe algo que necesite saber,
escúpanlo de una vez.
- No es nada que no supieras ya – Mintió descaradamente César.
- Lo sabes desde el día en que accediste a venir con nosotros – comentó
Bruno. Desde ese día sabías que libramos una brutal negociación con Eileen para
que accediera a tenerte entre nosotros.
- Estoy segura que su comentario va más allá del acuerdo de ese día.
- Sí – Afirmó Jason – Todos hemos hecho acuerdos con ella, por los que
no esperamos ser juzgados. Quizás nosotros no te hemos esperado por un largo
tiempo como lo ha hecho Ramsés y por él es por quién estamos haciendo todo.
Enfatizo: no esperamos que nos cuestiones éste tipo de decisiones.
- Has estado confundiendo pequeña – Dijo Mario al tiempo que entraba en
la habitación. Has olvidado nuestro lugar y el tuyo.
Estas declaraciones me dejaron helada.
- Te hemos concedido más de lo que mereces, más de lo que debimos. Supongo que Eileen te ha puesto al corriente
de nuestras siguientes acciones. Hemos venido a despedirnos. Te veremos de
regreso en la fecha establecida.
Me encontraba más que sorprendida y estupefacta. ¿Realmente estaba
escuchando aquellas palabras?
- Bien – dije. Entonces que así sea.
Baje los brazos y esperé sus reacciones, se los debía por todo lo que
hasta ahora habían hecho por mí, con acuerdos o sin ellos, a todos y cada uno les hice la promesa de
obediencia absoluta durante mi recuperación y si ellos habían determinado que
esto era lo mejor, entonces obedecería por esta ocasión.
- Sus abrazos tenían un sabor agridulce y en mi mente solo había un solo
pensamiento: Ésta actuación se debía a Eileen.
No era lógico que me dejaran en estas circunstancias y bajo éstas
condiciones. Había algo más, algo que no revelarían y era por ello que tomaban
ésta actitud.
Algo no cuadraba, algo no estaba bien y esa batalla no la libraría
siquiera, se irían así ocultando.
Fui dejada atrás una vez más.
¡Atlas, rescátame! Elevé esa plegaria sabiendo que no obtendría
respuesta.
Me senté a tratar de calamar un poco mi mente que siendo de naturaleza
fatalista iba dirigiéndose por los lugares más tenebrosos que se le ocurrían.
Lentamente me introduje debajo de mis sábanas, en esas sabanas que desee
fuesen mágicas y me transportasen a otro lugar bajo otras circunstancias pero
sin alejarme de los muchachos y mi vida actual. Desee también tener a Atlas, al
menos un abrazo fraternal de los trillizos.
- Patalee un poco debajo de las cobijas
De improviso alguien quitó mi escudo protector de encima de mí y una sensual rubia estaba frente a mí
saludándome efusivamente.
- Diablos –dije sin penar o meditar.
Ella sonreía.
- ¿Lista para la clase de hoy? Por cierto ¿Quién te mandó tremendo
detalle? Casi no te encuentro debajo de tantas hermosísimas flores.
Miré a mí alrededor pensando que esto sería una broma.
- Creo que esto no es lo mío, no te ofendas pero no estoy hecha para
esos calores infernales. Eres una magnífica instructora, puede verse a primera
vista que amas lo que haces, pero yo, definitivamente no estoy hecha para eso.
Ignoré su última pregunta pues no era información que ella necesitaba saber
- Dame 10 días, sólo 10 días, si después de eso no logro hacer que lo
ames, entonces puedes marcharte, pero no puedes decir con solo una de mis
clases que no estas hecha para eso.
- El calor es muy intenso para ésta pececita, le dije al tiempo que le
guiñaba el ojo.
- Y es justamente por lo que debes regresar – insistió ella al tiempo
que retiraba las sábanas de mi cama que había yo reacomodado encima de mí.
- Creo que te encuentras confundida, dije que el calor NO es lo mío.
- Y escuché bien a la primera, verás justamente por ello es que te
invito a regresar, si logras dominar el calor, y realizar las posturas o al
menos estar ahí dentro sin darte por vencida, estarás ganando ésta batalla y
eso se traducirá en hacerte más fuerte afuera de ahí.
- No creo que mi médico de cabecera apruebe esto, sabes me encuentro
convaleciente.
- ¡Más a mi favor! Aplaudió y dio unos pequeños brincos. Te aseguro que
dentro de 10 días te sentirás mucho mejor en muchos aspectos y tu recuperación
se verá acelerada.
Aunque esto último me enganchó un poco, agarré mis sábanas y me cubrí
nuevamente con ellas, nadie me volvería a meter a aquel cuarto nuevamente, no por mi propia voluntad.
- Sabes dónde queda la salida – dije fríamente.
- ¿Qué clase de instructora sería si me detuviera aquí? ¡Anda! No quiero
llegar tarde y no me moveré de aquí hasta no hacerte salir de esa cama.
- Ni hablar, no moveré ni una sola de mis células.
- Bien, dijo ella.
- Entonces me quedaré aquí cantando hasta que te decidas mover tu
esqueleto en dirección a nuestro destino.
¡Dioses y Demonios¡ ¿Qué hice en mi vida anterior para estar sufriendo
esto? Alguien debería colgar un letrero fuera de mi habitación que dijese NO MOLESTAR HASTA NAVIDAD, PEQUEÑA OSA
IBHERNANDO,
Me brindó tremendos berridos tal y como lo definiría mi papá, apuesto
que de haber estado un perro ahí hubiese estado aullando en respuesta de
aquello.
- ¡Alto! – dije finalmente. Vaya manera de torturarme. Dame unos
momentos y estaré lista, pero te anticipo que iré ahí solo a sentarme y esperar
que aquello termine.
- Este bien para mí, será mucho mejor que permanecer en esa cama que te
mantiene enferma.
Esas palabras llamaron mi atención ¿Era acaso lo que necesitaba
escuchar?
Salí rápidamente pues no quería que me apresurara innecesariamente. Usé
una sudadera con capucha, con la clara intención de ocultarme debajo de ella.
Caminé desganada en compañía de ésta Barbie.
- Tauro ¿Cierto? – Pregunté en un impulso.
- ¡Eres Buena!
No podía ser otro signo zodiacal, siendo tan testaruda.
Habló durante el trayecto hacía ahí, le bloqueé olímpicamente
contestando únicamente monosílabos y gruñidos.
Llegamos al lugar de su clase el cual solo mostraba rostros desconocidos
y me cuestioné fuertemente si aquello era una buena idea después de lo sucedido
la ocasión anterior.
Al llegar les dijo a todos que era mi primera clase que por favor me
dieran la bienvenida, todos ellos aplaudieron y me dieron unas cuantas palmadas
en la espalda.
Sonreí tímidamente al reconocer algunas caras famosas entre los
integrantes de esa clase.
Mundos tan ajenos a mí.
El papá e hijo que vi el día de ayer estaban ahí en primera fila.
Todo aquello me hizo cuestionarme la cordura de todos ellos, como es que
por propia voluntad estaban metidos ahí… Eso de las drogas era cierto después
de todo, te fríen el cerebro y no piensas claramente. Esa debía ser la razón.
La instructora en cuestión había acomodado un lugar para mí, al centro
de todos ellos, me molesté por ésta acción, de esa manera todos verían que no
estaba haciendo yo mi mejor esfuerzo, sino que simplemente me tiraría a la
flojera, por lo que tomé mi Mat y mi toalla con la intención de re – ubicarme
hasta el lugar más alejado.
- ¿Qué haces? – Preguntó la Barbie.
Sonreí algo consternada ¿Acaso no era evidente?
- Permítete algo de variedad en tu vida, cambia de lugar para comenzar a
cambiar tu mente, me dijo, no te muevas de ahí.
Pero me prometí a mí misma que el día de mañana me escondería en lo más
profundo de la tierra para que no me encontrase y me obligara a ir a aquel
infierno.
Tres segundos antes de comenzar, la puerta se abrió de manera repentina,
Kevin entró y rápidamente se acomodó dentro de aquella clase al tiempo que me
dedicaba un guiño.
Mi corazón brincó un poco, ver a alguien familiar aunque solo fuera él,
me hizo sentirme un poco más tranquila.
Accedí a regañadientes a realizar las posturas, al menos las que Mario
me había autorizado ejecutar.
Nuevamente la Barbie diabólica se encontraba guiando aquella clase con
una maestría impresionante.
Motivaba frecuentemente.
¿Era suficiente el odio que le tenía? Quizás no.
Cuando decidía que no haría alguna postura, ella se paraba frente a mí y
decía: “Si la postura no te gusta, tu tampoco le gustas a la postura y esa es
justo la razón para hacerla, es lo que necesitas”.
La clase no decía nada, no juzgaba o creaba historias, podía decirlo
solo con verlo.
Ya lo reconocí una vez, y no lo reconoceré nuevamente, su clase era
genial, no era para mí, pero no dejaba de serlo.
Ella me llevó más de una botella de agua.
Y llegamos a la parte final, a la temida parte final.
Ella insistía en que yo cerrara los ojos y me entregara a la meditación,
solo que no podía hacerlo, no podía arriesgarme.
Ante eso no cedí.
Al terminar la clase, me puse en pie como pude, me volví a vestir y salí
caminando como quien quiere la cosa.
- La última postura y su relajación son tan importantes como toda la
clase en sí –dijo ella a manera de observación directa a lo cual simplemente
sonreí.
Pensé para mis adentros… Si tan solo supieras…
Al salir de la clase no logré ubicar a Kevin por ningún lado.
Suspiré resignada y asombrada, no sabía bien porque lo estaba buscando.
Me bañé y fui a buscar mi desayuno, regresé a mi recámara a sumergirme
en una soledad total.
¿Llorar? No tenía ningún caso y ciertamente no iba a arreglar nada con
aquello.
Entonces puse manos a la obra.
Siempre me ha gustado planear y ésta vez no fue la excepción.
Saqué de entre los regalos que me habían llegado hacía unos meses, un Planeador
muy mono que alguien me había regalado en su momento no entendí el objeto de
aquel regalo, pero ahora Dios y el tiempo me habían mostrado que todo es
cuestión de esperar.
Comencé con mi plan para poder ganar ésta batalla con ella, llevaba ya
muchas batallas perdidas (Cuando perdí a Atlas y a los trillizos)
Primero… primero no tenía ni la más mínima idea de cómo hacer éste plan
y por ello reí fuertemente.
Mi celular me informó con un sonido que tenía un mensaje.
*Sé buena con
Kevin*
El
mensaje era de César.
Varias cosas se aclararon y me
surgieron otras dudas, al final no estaría sola, ellos continuaban
protegiéndome entonces ¿Cuál era la causa de aquellas frías declaraciones?
Entonces mis pensamientos se enfrascaron
en el rumbo en el que tomarían ahora las cosas, buen movimiento el de César, me
dejó sola con Kevin siendo mi única opción entonces lo lógico sería….
Al tiempo que tenía ese pensamiento
un correo de A llegó también, tenía
una imagen adjunta, la cual abrí antes de leer el contenido del mismo, en la
foto se apreciaba a alguien tirado en el suelo no se le veía el rostro… no
comprendí la imagen y fue entonces que me dispuse a leer el correo
Hola BB!
Me he
desmayado y han tenido que llamar al médico ¿Cómo puedes ser tan insensible y
mostrarme una foto así? Otro hombre está brindándote los cuidados y detalles
que yo te podría brindar si lo permitieses, eso es evidente.
Has
destrozado mi corazón al no responder el medio millón de mensajes que te he
enviado al medio de comunicación que tú misma estableciste.
Me
encuentro ansioso de volver a tener una comunicación directa contigo.
A.
¿Mensajes?
Abrí la aplicación y entonces
encontré 125 mensajes para ser exactos. Con esto evidenciaba mi poca
experiencia con estos Gadgets.
Él era lo que necesitaba en estos
momentos, quizás no él en específico,
pero si alguien como él, era lo que deseaba, entonces nuevamente en un impulso
irrefrenable y poco pensado, le proporcioné el número telefónico del celular
adicional que Atlas me dio unos meses atrás, si algo iba mal después de todo,
ese número se podía desechar.
No tardó mucho tiempo en enviarme un
iMessage que iluminó mi tarde.
- ¿A quién le sonríes? – Preguntó
Kevin
Era una suerte que mi celular
adicional fuera igual a mi celular actual así no debía dar más explicaciones de
las necesarias.
- A nadie en particular – respondí
ocultando discretamente el aparato. ¿Qué te trae por aquí? pensé que habrías
partido junto con todos ellos.
- He venido a actualizarte acerca de
los recientes sucesos.
Ladee un poco mi cara.
- La partida de los muchachos – dijo
él.
- No es necesario – le dije. Eileen
se ha encargado de aclarar cualquier duda que pudiese tener.
Ésta información quizás resultó más
que nueva para él, su rostro lo evidenció.
- Bien. Entonces si no tienes
ninguna duda, planeemos nuestros próximos meses juntos.
Ahora la asombrada era yo.
- ¿Juntos?
- La instrucción de César fue mantener estricta vigilancia,
por lo que me mudaré permanentemente a tu recámara, la cual ahora parece un
invernadero, no me detendré a preguntar siquiera quien envió esta jungla porque
ya lo sé y me alegra que no ronde más por aquí.
- Pues yo no me alegro – dije.
Resultó ser un buen amigo y le extraño. ¿Dijiste la instrucción de César?
- No le extrañarás más en una
semana, yo me encargaré de ello – afirmó. Sí César me ha solicitado como favor
especial, quedarme a tu lado.
Reí y moví la cabeza. El mensaje que
recibí de César ahora cobraba mucho mas sentido.
- Kevin, realmente eres duro de
cabeza, pero no existe tal cosa como juntos tú y yo, no sin el acuerdo del que
habíamos hablado.
- Referente a ello tengo una nueva
propuesta para ti.
A regañadientes escuché lo que tenía
por decir.
- No mentiré por ti…
- Bueno ese punto ya lo aclaraste –
dije en franco fastidio.
- Si guardas silencio podré terminar
lo que tengo por decir.
Crucé los brazos, le miré fijamente,
definitivamente sería yo quién dijera la última palabra.
- No tienes por qué quedarte – dije
finalmente.
Sus ojos se posaron directamente en
los míos y adoptó una pose similar a la mía
- La siguiente ocasión que me
interrumpas, no tendré otra opción más que callarte con un beso.
Mis ojos se abrieron como platos,
mis partes húmedas se humedecieron con solo el recuerdo del candente beso que
compartimos días atrás.
- No mentiré por ti, lo que puedo
prometer es que no diré nada si no me preguntan. Teóricamente no estaré
mintiendo. Esa es mi oferta ahora que me he ofrecido como voluntario para
hacerte compañía hasta tu vuelo de regreso.
Era una buena oferta, tuve que
reconocerlo.
- Kevin, ya que no ha sido mi deseo
que permanecieras aquí, y que como bien lo has dicho fuiste un voluntario, no
veo por qué debamos compartir recámara.
Sonrió pícaramente.
Quise decir que no necesitaba un
niñero, también quise decirle que no deseaba que estuviera allí, solo que no
pude hacerlo, realmente no deseaba quedarme sola y dejada atrás.
Observó con curiosidad el planner
que tenía en mi escritorio.
- Planeemos juntos entonces, tengo
un montón de actividades que podemos hacer para que no te aburras.
- Realmente lo que estaba intentando
planear era como comenzaría a ejercitarme, fortalecerme y controlar mi energía.
Él asintió.
- Podemos mezclar trabajo, diversión
y perversión.
Le arrebaté el planner y le solicité
que saliera ¡Dioses y Demonios! Este tipo me exasperaba rápidamente.
- Soy tu mejor alternativa – dijo
ufanándose de ello. Puedo entrenarte, puedo ayudarte a dominar tu energía y
puedo hacerte más hábil en muchos aspectos.
Extendió sus brazos ampliamente y
echo su cabeza para atrás.
¡Tenía razón, claro que la tenía! No
tenía ninguna duda en que él conocía perfectamente las cartas que tenía por
jugar y como jugarlas.
- ¿Cuál sería el costo de todo esto?
Tal cosa como trabajo hacerlo por la bondad de tu corazón no creo que exista.
- Nunca me he ocultado, ni lo planeo
hacer. ¡Tienes suerte el día de hoy! Mis honorarios no se han incrementado
desde la última ocasión que hablamos.
Lo único que requería era salir en
citas con él.
- Probemos entonces – le extendí la
mano para formalizar aquello.
- ¿En verdad?
- Acéptalo antes de que lo
reconsidere todo.
Me brindó un fuerte apretón de
manos.
- Tenemos el resto de la tarde para
terminar el plan y comenzar nuestro programa.
Me sinceré por unos momentos, si le
vendí el alma a éste Diablo en particular entones sacaría el mejor provecho de
esto.
- Solo quiero dormir mientras me
abrazas si no te molesta.
Evidentemente auqella declaración lo
desequilibró por completo. Dudó unos momentos, quizás se preguntó si mi
petición era real o lo habría imaginado.
Cerró las cortinas dejándonos en la
semi – penumbra y se dirigió a la cama.
Se retiró los zapatos y se introdujo
en ella.
- Ven, viajemos juntos al país de
los sueños – me invitó.
Me acurruqué dentro de sus brazos
que me ofrecieron la protección que buscaba. Dioses y Demonios, necesitaba
tanto aquel contacto con alguien que solo deseara mi bienestar, alguien que me
cuidase. Atlas, perdóname.
- Atlas no tiene nada que perdonarte
– dijo él y apretó sus brazos fuertemente a mi alrededor.
- ¿Qué has dicho?
- Tus pensamientos son muy ruidosos
en ocasiones.
- ¿Mis pensamientos?
- Es parte de mi poder, puedo traducir
tus emisiones de energía que emite tu cerebro y traducirlas en palabras
nítidas. No todo el tiempo, no siempre.
Me retorcí queriéndome zafar, el me
envolvió con una pierna como respuesta creando una prisión reforzada.
- Estas llevando una enorme ventaja
sin mencionar que estas invadiendo mi privacidad.
- Te enseñaré como bloquearme – rió.
Ahora duerme que es lo que me has solicitado.
Ahora dormir sería imposible, pero
Morfeo fue benévolo y me recibió amigablemente a su lado.
Desperté cuando el reloj marcaba
casi las 9PM, para descubrir con sorpresa que Kevin continuaba a mi lado, me
sorprendí de lo renovada que me sentía y por todas las horas que había dormido.
Silenciosamente me moví hasta el
baño para revisar mis mensajes.
Los muchachos me enviaron un correo
que aclaró todas mis dudas donde me decían que debido a los acuerdos que
realizaron con Eileen, debieron regresar después de su instrucción, que no
había manera de zafarse de aquella situación, lo lamentaban y me esperaban a mi
regreso a fin de retomar los entrenamientos.
Realmente nunca les creí ni una sola
de las palabras que me dirigieron, su correo sin embargo me brindó cierta paz,
supongo que después de todo en lo más profundo de mi corazón se albergó la duda
referente a la veracidad de sus palabras.
Le respondí también a A.
* Tendrás que
disculparme, un asunto apremiante me desvió de responderte*
Le detalle en unas cuantas líneas lo
que había sucedido con los mensajes que no respondí, a lo cual se rió
ampliamente de mí.
Afortunadamente estaba disponible
para charlar y me permití hacerlo de acuerdo a su comentario en donde él estaba
eran las 2pm, así que no estaría interrumpiendo sus horarios de sueño.
No ocultaré que por mi mente pasó el
no continuar con aquello pues después de todo tenía a Kevin, solo que A no tenía la culpa del rumbo que
tomaron las cosas en las últimas horas.
En mi opinión A podía ser muy inmaduro cuando estaba conmigo, solo que en sus
respuestas podía observar la madurez con la que contaba realmente, los años que
me lleva se evidencian de ésta manera y quizás también el trabajo en el que se
desarrolla.
Me sentía extrañamente tranquila
platicando con él, lo disfrutaba y me sentía relajada.
Eso me gustaba.
Me despedí de él, no sin antes
prometerle y casi jurarle que respondería los mensajes que me enviara mientras
yo durmiera dado que la diferencia en horarios nos lo permitiría así.
Escondí el celular lo mejor que pude,
ahora que Kevin estaría muy cerca de mí, no tenía la intención de revelarle
éste pequeño secreto.
Kevin me esperaba ya de pie y como
si no hubiera dormido ni un solo minuto, fresco como una lechuga rociada
recientemente.
- Cenemos.
Sonreí y caminé a un lado de él
hasta el comedor.
- ¿Tienes ropa suficiente para
continuar con tu práctica de Yoga?
Reí.
- No será necesaria, no asistiré más,
la loca Barbie instructora de la clase, cree que lo haré, hoy me tomó con la
guardia baja y por ello estuve ahí, pero mañana la historia será diferente.
- Yo me encargaré entonces de que
llegues. – Afirmó subiendo un poco el mentón y sosteniendo una mano sobre la
otra detrás de la espalda.
- ¡Que comiencen los juegos del
hambre!
- Quiero entender entonces que con
tu comentario, me harás esta labor difícil.
- Entendiste bien.
- Bien, bien – dijo él.
Al terminar de cenar quiso
acompañarme de regreso, me hubiera sorprendido si no lo hubiera sugerido
siquiera.
- Puedo llegar sola desde aquí –
dije – conozco el camino.
No dijo nada y continuó
acompañándome, esa característica de él hacía que lo amara en ocasiones y en
otras como ésta hacía que lo odiara, era un hombre de escasas palabras.
- ¿Cuál es tu interés en que asista?
- Será genial para tu salud en general,
nos facilitara tu entrenamiento y en general te ayudará integralmente.
- No, la repuesta es no, ni Mario,
ni Bruno, tampoco Jason y mucho menos César me dieron la instrucción de
asistir.
- Eso no hace ninguna diferencia –
dijo al tiempo que abrió la puerta de mi habitación.
Di un paso dentro de mi recámara y
de inmediato me giré a fin de verle de frente.
- Tú no tienes permitido entrar.
Me miró interesado al tiempo en que introdujo
sus manos en los bolsillos delanteros del pantalón.
- ¿Realmente?
- Realmente, afirmé colocando más
derecha de lo usual para tratar de colocarme a la altura de su rosto. Al no
lograrlo me puse de puntas.
Entonces él me abrazó y rozó su
nariz con la mía.
- ¿Sabes por qué me gusta éste
lugar? Por qué únicamente tienes una salida. Aún no puedo maltratarte mucho
entonces optaré por una solución creativa.
CONTINUARÁ...