Bruno me sacó de mis pensamientos preguntando si
anteriormente había practicado algo de “ Yoga y/o Pilates”. Me extrañó mucho la
pregunta y respondí un poco apenada reconociendo que esas disciplinas nunca me han interesado.
- Nosotros las tomamos muy enserio, dijo él, el día de
hoy lo dedicaremos a dichas actividades, tienes mucha suerte de que yo sea un
total maestro en esas disciplinas, las cuales te ayudarán a encontrar el
equilibrio perfecto entre mente y cuerpo- Pensé que la yoga al menos les
gustaba a las chicas – dijo dirigiéndose a nadie en específico.
- No se ofendan pero… todos ustedes son casi como una
mujer hormonal, cambian su modo “tío – amigo a instructor - guardián” de un
segundo a otro, realmente todos los días son una constante sorpresa para mí,
haré una matriz que me permita al menos tratar de adivinar el impacto de sus
reacciones, por ejemplo ayer, no esperé, anticipé o adiviné la reacción de
Jason, pero aun así acepté el castigo y no es que me quedara mucha opción
realmente, entonces no sé si sea una suerte o no. Casi al instante me arrepentí
de mis palabras.
- Sabías de antemano que nuestras evaluaciones serían
duras e imparciales, tenemos que aplicar las reglas incluso más estrictamente
contigo para evitar cualquier inconformidad por favoritismo – dijo Jason,
incluso te interesará saber que Atlas en su condición, quiso negociar con migo
para evitar tu castigo, él se ofreció voluntariamente a tomarlo por ti, solo
que no podía permitirlo. Es cierto que todos nosotros nos estamos tomando
nuestro papel muy enserio solo porque de ésta manera minimizaremos las quejas
que Eileen pudiese tener de ti. Y solo para que dimensiones un poco más lo que te estoy comentando, debes saber que de
haber estado Eileen presente el castigo hubiese sido quizás 10 veces mayor.
Palidecí unos momentos… ¡10 veces!, solo que mi sensata mente me llevó de la mano hacia el comentario
donde decía que Atlas quería cubrir mis
espaldas, con ese pensamiento mi corazón se iluminó un poco concluyendo que esa
fue la razón por la cual Jason se negó a si petición.
Pensé que sería un día relativamente descansado, al
fin y al cabo el yoga en mi mente equivalía a “relajación”.
Durante su discurso de introducción, enfatizó que se
requería afinar el equilibro para poder levitar, además de trabajar en fuerza y
voluntad internas, siendo justamente él quien
nos guie por el proceso que nos ayudará a lograrlo.
Mi mente no cesaba de repetir con cierto aire de
triunfo, que sería una clase sencilla, finalmente podrías tener algo de
descanso me dije a mi misma.
- Por la mañana entrenaremos en suelo firme y por la
tarde trabajaremos dentro de la alberca – concluyó Bruno. De inmediato voltee a
ver a Atlas, pues quería que me diera más detalles, el me hizo una señal con
sus dedo junto a sus labios para que
guardara silencio.
Cierto era que Bruno era un maestro del Yoga, descubrí
que mi flexibilidad estaba entre los índices de poca a nula, y resulta
impresionante ver a aquellas masas de músculos definidos, sosteniendo en
perfecto equilibro su cuerpo sobre una pie, o bien, doblándose hasta parecer
que su cabeza toca sus pies… Era sin duda un espectáculo digno de observar, adicionado
al hecho de que para aquella actividad, la mayoría se desnudó el torso y
utilizaban ajustadas lickras para dar libertad de movimiento a sus cuerpos.
Estimado Dios: ¡¿Conociendo lo débil que soy? porque
me pones esas tentaciones en el camino!, así una no puede concentrarse como es
debido.
Bástese decir que caí en innumerables ocasiones, sin
ser nada grave pues solo descomponía un poco la postura y plantaba ambos pies
en el suelo o bien me sostenía con las manos, nada de lo cual preocuparme, nada
del otro mundo, ¿El resto? Bueno, ellos parecían nadadores sincronizados cuando
armónicamente cambiaban de una postura a otra, todos absolutamente concentrados
mientras yo contaba con la gracia de “un rinoceronte en una cristalería” ( no
recuerdo la película / libro donde leí esta línea, pero sé que me describe perfecto).
Así seguimos por un laaaargo tiempo, donde amablemente
Bruno describía cada una de las posturas y donde deberíamos tener especial cuidado
para no lastimarnos, (al fin alguien con cordura). Nos describía minuciosamente
cada postura, “ ésta postura les ayudará a equilibrar y fortalecer su zona
lumbar” ó “ Esta postura fortalecerá su voluntad”. Recuerden que el Yoga no se
trata de ser flexible, si no lo que aprendes durante el proceso.
Desháganse de pensamientos negativos, fortalezcan su
amor propio – decía. Armonicen sus movimientos con su respiración.
Reconozco que mi batalla fue titánica, por un lado
debía tener calma en mis pensamientos, pero al mismo tiempo estaba luchando
contra mi peor enemigo: “ Yo”. Llegué a un punto, sin buscarlo realmente donde
me convencí a mí misma que yo no podría lograr aquello, cero flexibilidad, cero
equilibrio, cero fuerza interna o externa,
casi logro aterrizar de cara al intentar sostenerme en la postura del
“cuervo”. Mi cuerpo sudó a raudales, lo que nunca hubiese imaginado de una
clase de Yoga.
- Te encuentras eliminando toxinas, afirmó Bruno
cuando me descubrió sorprendiéndome por la cantidad de sudor que recorría mi
cuerpo.
Mis músculos temblaban, ahora los yoguis del mundo contaban
con todo mi respeto, el Yoga no es fácil, se requiere fuerza física, pero aún
más interna para lograrlo y acallar tus pensamientos negativos que te invitan
claramente a desistir. Concluí que necesitaba con urgencia fortalecer mi
abdomen, no solo para que sea estéticamente
hermoso, sino porque todas las rutinas que aquí ejecuto requieren mucha
fuerza en esa área.
Toda ésta armonía se rompió ante el comentario de un
novato: “ Esto es para maricas, no acepté todo esto para aprender puterías, ¡Quiero
destrozar cabezas!”.
Claramente todo se tensó y quedamos en silencio, su guardián
lo derribó en un solo y magnífico movimiento, le tomó por el cuello y lo empujó
hacia el suelo, la fuerza de todos ellos es descomunal, el individuo sometido
no tendría oportunidad de levantarse.
- Esa clase de pensamientos son lo que hacen a la
humanidad débil, es una pena que tengas esa mente tan pequeña, cuando todo tú
tienes un gran potencial, contamos con cero tolerancia hacía este tipo de
situaciones – le dijo.
- Quedas expulsado. – Bruno se acercó a él y lo tomó
de un brazo, vimos cómo se alejaron del grupo y fue lo último que supimos de
él.
De ésta manera quedamos únicamente el 50% de los
“novatos”, nada mal, me dije, pero dirige tus pasos cautelosamente.
Los trillizos aplaudieron para llamar la atención de
todos los ahí presentes:
- Aprovechemos este espacio para realizar un anuncio –
dijo el moreno. Éste fin de semana organizaremos una fiesta para celebrar y dar
la bienvenida a nuestras manera a los
“novatos sobrevivientes”, el evento se llevará a cabo en “XXX” desde la tarde
del viernes y por todo el fin de semana.
Por supuesto esperamos contar con la presencia de los novatos y su discreción,
éstas fiestas no son del conocimiento de nuestros líderes y nos gustaría
continuar en anonimato.
- ¿Iremos? –
pregunté. Este fin de semana celebraremos tu cumple, si recuerdo
correctamente.
- Es ahí donde tendremos nuestra celebración de
cumpleaños – me rodeó con su brazo, su torso desnudo se sentía tan bien cerca
de mí, que le permití hacerlo.
- ¿Y los muchachos estarán de acuerdo? – digo, acaban
de mencionar que sus celebraciones son “anónimas” y no creo que ellos accedan
fácilmente a dejarme deambular por ahí a mi libre antojo.
- ¡Déjalo en mis manos! – Sonrió al tiempo que lo
decía y caminaba en dirección se iba a
platicar con “Hugo, paco y Luis”.
Cerré los ojos por unos momentos hasta que Atlas
regresó, - tenemos las próximas horas libres,
hasta que regresemos a la clase de la tarde, ¿Qué deseas hacer?
- ¿Podemos comer fuera?
- Siempre y cuando sea algo ligero pues por la tarde
tenemos entrenamiento en alberca.
- ¿ Puedo invitarte?
- ¿Cuándo aceptaras que se haga a mi manera, sin
quejas?
- Quizás el día que seas mi prometido, aunque dudo que
ese día llegue.
- ¿Entonces lo has contemplado?
- No comencemos esa discusión nuevamente – pedí – no
nos llevará a ningún lado.
Subimos al coche, sin ningún rumbo definido.
- ¿Cero tolerancia hacia cierto tipo de cuestiones? –
dije.
- Debes reconocer patea traseros, que sus comentarios
estuvieron totalmente fuera de lugar, nuestro grupo se enfoca a crear mejores
seres humanos, que puedan aportar algo a ésta sociedad en decadencia en la cual
vivimos. Si no puede hacer eso, sin importar el enorme potencial que tenga,
será eliminado sin ninguna contemplación de nuestras filas cómo pudiste
observar.
- ¿No crees que ellos están permitiéndome muchas
libertades? No tengo bien claro sus límites, tengo miedo que si algo no les
agrade descargarán su furia sobre mí.
- Simplemente te están dando tu espacio. Lo de ayer
fue un error, nunca creí que fueras a mi rescate y simplemente no te instruí
como era debido, me siento apenado, si
cometes un error soy en parte solidario por no haberlo previsto.
- ¿ Por ello solicitaste recibir el castigo por mí?
- No debías enterarte de eso… Lo haré las veces que
considere que es lo justo.
- Puedo librar mis batallas sola, no necesito que te
sacrifiques por mí.
- Y comenzamos nuevamente – dijo. Sé que eres una
mujer fuerte e independiente y esto no te hará menos independiente o valiente.
- ¿Qué haremos por la tarde? – pregunté intentando
cambiar el rumbo en el cual yo misma puse la conversación.
- Espera y te sorprenderá.
- ¿Cuál es la razón por la cual no me has anticipado o
siquiera platicado como serán las clases?
- Ninguna clase es igual, no quiero predisponerte a
nada.
- ¡Vamos!, al menos podías haberme dado una pista o
algo que esperar.
- De la nada y exhibiendo su vena masoquista lanzó un:
Siempre es más divertido observarte expectante, reaccionas bien ante nuevas
situaciones, te deleitas ante lo nuevo que el mundo tiene por mostrarte, ¡¡son
esos momentos que amo el observarte!!.
Caminamos del lugar donde dejamos el auto estacionado
hacia el restaurante, me tomó de la mano al verme un poco distraída, mi mente se
había llenado de un solo un solo pensamiento: una idea que me venía rondando la
cabeza los últimos días… dudando a cada momento decirla en voz alta, pero como
dicen el “no” ya lo tienes, así que busqué las mejores palabras y el resultado
fue tan … aburrido como siempre:
- Atlas, si te pido un favor, ¿Cuál es el precio que
tendré que pagar?- Esperaba alguna respuesta del tipo : Dependiendo del tamaño
del favor…
- Por un momento se tensó – Tu pregunta me ofende un
poco, es cierto que disfruto haciendo negociaciones contigo, pero no todo lo
que hago o haré por ti conlleva un costo, patea traseros. ¿ Que necesitas?
- Bueno, la cuestión es la siguiente. Veo que soy
bastante torpe, débil, poco coordinada y lo que le sigue, quiero mejorar Atlas ¡realmente
lo deseo! ¿ Qué puedo hacer para lograrlo?, ¡ayúdame, por favor!, dame
consejos, estoy segura que algo podré hacer.
- Me empujó hacia la pared más cercana, tomándome por
sorpresa, mirándome a los ojos directamente con ese gesto que me hacía derretir,
colocándose frente a mí para que con su enorme físico impidiera mis movimientos
- ¿Es lo que realmente deseas?, el precio será muy elevado ¿Estas dispuesta a
pagarlo?.
- Si, realmente lo deseo, dije acercando mi cadera
hacia su cuerpo, adentrándome en su juego, he preguntado el precio, para saber
si puedo y quiero pagarlo.
- Se acercó un poco más a mí, rosando sus labios con
los míos, te puedo ofrecer que entrenemos cada momento que tengamos libre, por
las noches en tu recámara, incluso los fines de semana, los momentos que
quieras, a cambio de…
A éste punto esperaba que solicitara algo muy íntimo,
me había mentalizado a ello.
- ¿ Que te puedo ofrecer Atlas? ¿ Que puedo ofrecerle
a la persona que tiene mi promesa de intentar aceptar hacer las cosas a su
manera bajo sus reglas? ¿ A la persona que le he ofrecido mis besos a cambio
aminorar mis castigos? ¿ Que tiene esta simple mortal que aún pueda ofrecerte?.
Por un breve pero intenso momento, donde aceptó de
buena gana mis caderas que se acercaron a él, donde me tomó por la cintura y me
acercó a un más y con la punta de su lengua recorrió suavemente y
deliciosamente mis labios, probándome y dejándome su sabor, donde sus pestañas
rozaron mis pómulos y provocaron una descarga electrizante sobre mi piel,
traicionándome y dejando visible mi deseo carnal por él.
- Tus manos sobre mi cuerpo – respondió.
Esa fue su sencilla petición, descabellada, quizás y
algo simple, pero fue su petición.
- Deseo que me toques, que por las mañanas me saludes
de beso y me dediques un abrazo rodeando con tus brazos, deseo que cuando
entrenemos no mantengas tu distancia, que me tomes del brazo para caminar a mi
lado, deseo sentir tus caricias, tu calor, quiero sentir deslizarse tus manos
sobre mi espalda cuando te tengo de esta manera, quiero que provoques descargas
en mi ser, te deseo cerca de mí.
El problema no es tocarte, si no dejar de hacerlo –
pensé enfadada, una cosa llevará a la otra, bien jugado Atlas, de esa manera tu
podrás tocarme también, provocando y tentando a mi deseo y buena cordura,
obligándome a adentrarme aún más en tu terreno, en arenas movedizas…
- Si ese es el costo, lo acepto dije deslizando mi
mano sobre su rostro, pero tienes que convertirme en alguien extremadamente
bueno – exigí.
- Lo lograrás, pero debes tener paciencia.
Éste tipo de situaciones en las que me colocaba
frecuentemente, tenían siempre el mismo efecto en mí, me dejaban con la
respiración entrecortada, intenté disimularlo, creo sin embargo que sin éxito.
Llegamos a un restaurante de esos a los que solo van
los de su grupo cerrado y personas “encopetadas”, así como vestíamos, con ropas
holgadas para ejercicio, con apenas los cabellos en moderado orden, me llevaba
tomada de la mano, realmente lucíamos como una pareja real, entró como dueño,
amo y señor del lugar, esperando a que la recepcionista fuese por nosotros, por
alguna razón demoraron unos minutos en llegar, pensé quiere que lo toque… eso
no representa ningún problema para mí, le solté la mano y la deslicé por su
cintura, deslizando deliberadamente mi brazo por debajo de su playera para
tocar su piel e introduje apenas mi dedo pulgar en el elástico de su pantalón.
Éste acto lo dejó totalmente sorprendido.
Volteo a mirarme con cara de asombro y deleite, una
gran sonrisa se estampó automáticamente en su rostro, me rodeó con su brazo y
me acercó aún más a él. Nos asignaron una mesa y antes de que el pudiese decir
nada
- Quiero elegir mi
comida, si no te molesta.
La mesera esbozó una leve sonrisa apenas perceptible,
lo que era más que evidente es que se devoraba a Atlas con la mirada, nunca me
acostumbraré a ello, y será un problema si decido salir con él enserio. ¿ Por
qué pienso eso? Él no es material para ti, me recordé a mí misma. La mesera se
retiró anunciando que regresaría cuando estuviésemos listos para ordenar.
- Hacía días que tu rebeldía no se había manifestado,
comenzaba a preocuparme – dijo.
- ¡ja, ja! – y tú siempre tan gracioso.
La variedad de ensaladas que se sería ahí era
impresionante, veganas, crudi - veganas, solo verde, frutales, de todo.
- He decidido que no pediré nada hasta que no
garantices que yo pagaré la cuenta – dije.
- Entonces palidece de hambre, mientras yo disfruto de
mi comida, respondió, y al tiempo levantó la mano para indicarle a la mesera
que se acercarse. Le señaló con el dedo lo que deseaba pedir, y ella se marchó
enseguida.
- Eres cruel.
- Le llamé a señorita e hice mi pedido también
sabiendo que Atlas no se andaba con juegos y para ser honestos yo moría de
hambre.
Me entristecí un poco por lo sucedido pero finalmente
yo lo había provocado. No quería verle ya que de lo contrario lloraría, por lo
que voltee la mirada para mirar por la ventana, descubrí en el reflejo que él
me observaba. Un claro e incómodo silencio perduró hasta que nos llevaron la
comida, descubrí que él había ordenado suficiente comida para un ejército.
- Evidentemente pensaste que te dejaría sin comer
Patea Traseros, y con eso heriste profundamente mi corazón, ¡Merezco algún tipo
de compensación!.
- Merecía sin duda aquellas palabras llenas de claro
chantaje.
- ¡Y dejaste que ordenara más comida!.
- Siempre podemos pedir para llevar – confirmó.
- Me rindo Atlas, siempre estás un paso adelante –
dije.
- Debería darte unas nalgadas por insolente - dijo,
jamás, jamás deberías siquiera haber dudado de mí, estoy seguro que he probado
mi valía.
- Lo siento, dije – aunque no entendía por qué me
disculpaba. – Pero si quieres nalguearme, adelante.
- ¿Lo permitirías? -
dijo en un tono que evidentemente ya no era de enojo.
- Si es lo que merezco por un acto rebelde, sí. Si es
únicamente por un capricho, entonces no. Te propongo algo, éste fin de semana
durante tu celebración podemos encontrar algo con lo cual dejarte complacido,
¿me concederás al menos eso?.
- No. Será bajo mis reglas como me gusta.
- Esta bien, accedí, lo haremos a su modo señor “haré
las cosas a mi manera”.
No terminamos la comida, pero no se desperdició, como
dijo pidió para llevar diciendo, tu y yo comenzamos esto, tu y yo terminaremos
esto.
Caminamos juntos al coche, así, sin tomarnos de la
mano.
- ¿Traes tu traje de baño contigo? – preguntó de
repente.
- No, dije un tanto asustada.
- Pasamos a tu casa para que te cambies, en la tarde
practicaremos en la alberca y lo necesitarás.
- ¡ No tengo llave de la casa! – Exclamé.
- Yo tengo la llave, no te preocupes – me guiñó un
ojo.
Llegamos justo antes de que comenzara la clase, recibimos
instrucciones sencillas, ahora realizaríamos las exactas posturas que
realizamos por la mañana, solo que montados en una tabla similar a las utilizan
los surfistas, luchando contra el equilibro y por sostener la postura.
- En caso de que alguien logre evitar caerse, podrá
elegir no asistir a mi clase la
siguiente semana – exclamó.
Debo reconocer que me divertí de lo lindo intentando y
sin lograr el objetivo, extremadamente agotador y divertido. Atlas y uno de los
trillizos lograron no caer en ninguna ocasión, pero los otros dos, se
encargaron de hacerlos caer al final.
No tuve ninguna revelación extrasensorial en esta
clase, no hubo ningún ataque doloroso ni algo extraordinario, todo fue
sencillamente “normal”.
Después de eso nos fuimos a bañar. Estaba exhausta, el
esfuerzo había sido mínimo pero efectivo.
Le di unos pequeños golpecitos a Atlas y por lo bajo le pedí que
repitiéramos la experiencia del lunes y durmiéramos un poco antes de comenzar
su clase.
- Tu duermes mientras yo velo tu sueño ¿Puedo atacarte
de la manera en que tú lo hiciste?
- Estoy tan cansada que no me importaría lo que
hicieras mientras me dejaras dormir.
- Sonrió.
Lo cierto es que me acomodé perfectamente recostada en
su brazo temiendo que pudiese babear, pero aun así disfruté de un sueño
reparador.
Su clase fue la cereza del día. Pelea cuerpo a cuerpo,
ese día aprendí como dar patadas efectivas en el costado de mi oponente y al mismo tiempo aprendí a bloquearlas con mis
manos. Sí, la teoría era muy bonita, como siempre lo es, realmente mi oponente
( Atlas) jamás pateó con fuerza letal, sin embargo soportó mis golpes muy bien
con toda la fuerza que pude imprimirles, sin que él bloqueara uno solo de ellos
– tienes que saber cómo es que se comportará un cuerpo golpeado, él lanzaba sus
golpes lentamente para darme tiempo a estudiarlos y reaccionar, parecían como
si él se estuviese ejercitando, obviamente no recibí ningún golpe, lo cual
agradecí, ese día sería como lo planee al inicio: relajado.
Para mi sorpresa el universo me envió la prueba de que
me encontraba total y completamente equivocada, canté victoria demasiado
pronto, los muchachos llegaron como los 4 jinetes del apocalipsis, imponentes y
caminando en línea, impresionaron incluso a los presentes pues se abrieron paso
entre todos nosotros.
Detuvieron
la clase y se llevaron a Atlas hacía un
lado para hablar con él. Los trillizos se acercaron a donde yo me
encontraba.
-
Antes de tu llegada gozábamos de total privacidad. – Comentó el Rubio. Ellos no
rondaban nuestros entrenamientos.
Hice
total caso omiso a su comentario. Me odian, lo sé.
Observé como
Atlas asentía mientras todos ellos hablaban con él. Cuando regresaron a
donde estábamos nosotros, se dirigieron al grupo en general.
- ¿Tres voluntarios para pelear con mis hermanos? –
Preguntó Mario – BB tu pelearás con migo, ve con Atlas para que te prepare.
Caminamos en
dirección a los pequeños vestidores.
-¿De qué va todo esto? Ellos claramente saben mis
capacidades, solo tengo entrenamiento para defensa personal y en contra de
ustedes ¡Es inútil!.
- El punto que expuso ayer Jason ¿Recuerdas? – Creemos
que el lleva la razón, reconoció al tiempo que me ponía algo parecido a un
chaleco salvavidas pero un poco más delgado para reducir el impacto de los
golpes, vendó mis puños con suma meticulosidad verificando que no estuviesen
demasiado apretados, y me colocó protección en la cabeza como la que utilizan
los boxeadores.
- Con esto quiere decir que no darán tegua a sus
golpes ¿ cierto? ¿Cuál es la señalética que me permitirá rendirme y parar la
pelea?
- Me abrazó. - Aquí no existe tal cosa, no puedes rendirte.
- ¡Demonios!.
Salimos de ahí sintiéndome como Iron Man, por lo
voluminoso de mi atuendo, solo por eso ya que sabía que sin importar que aun
cuando trajera el mismísimo traje de Iron Man sucumbiría antes sus golpes.
Dos de los trillizos pelearían con Cesar y Bruno
respectivamente, y Mario pelearía con Jason. Observé atentamente las peleas,
brutales en mi opinión, pero sin duda mostraban un patrón, el cual registré en
mi mente para poder comprobar que así fuera
la siguiente vez que los viera pelear, sin duda puedo usar eso a mi
favor.
¡Mis tíos son buenísimos! Casi no se ve que hagan
ningún esfuerzo en derrotarlos. Cuando el turno de Atlas llegó, se posicionó
enfrente de Jason, comenzaron a lanzarse golpes a una veolocidad inusual, yo
había visto anteriormente pelear a Atlas, pero esto era simplemente otro nivel,
golpes iban y venían pero todos eran bloqueados por el oponente.
- Has mejorado – lo felicitó Jason en una pausa que
hicieron para examinarse mutuamente. Pero no lo suficiente. Exclamó.
De repente la velocidad de los golpes de Jason
aumentaron, de manera que pudo golpear a Atlas por todo el cuerpo, llegando a
un punto en el que le fue imposible bloquear sus golpes y quedó tirado. Jason
dio por terminado el combate.
- ¡Mejor suerte
a la próxima! - Exclamó.
Era mi turno y era la primera vez que no quería
continuar ahí.
- Lanza tu mejor golpe pidió Mario.
Estaba temerosa, enredada en aquella capa protectora,
no veía bien con aquel casco y el resto me producía sudor en exceso. En casa
mis primos solían decir que el que pega primero pega dos veces, permítanme
corregir ese dicho… El que pega primero, desata la furia de la contraparte.
Cierto es que Mario daba espacio entre golpe y golpe
pero no le faltaba fuerza, nuevamente perdí la cuenta de las caídas y realmente
no se puede decir que le haya dado un golpe certero salvo el inicial.
Detuvo la pelea cuando tuvo que ayudarme a ponerme en
pie y una cosa era cierta. Ahora ya sabía realmente lo que era un golpe, sabía
a lo que me enfrentaría al día siguiente y si no mejoraba pronto, iba a ser el
saco de golpear de todos ahí.
Estaba enfadada.
- ¡No! – Grité. Esto aún no se termina. Caminé hasta
donde estaba Atlas y le pedí que me quitara aquellos artefactos. Así no soy
efectiva, dije. Él no quería hacerlo.
- Bien –dije, encontraré quien si pueda hacerlo. Por
supuesto me detuvo y comenzó a quitarme las protecciones.
Regresé a mi puesto enfrente de Mario. Y comencé
nuevamente la pelea, no gané pero si tenía más movilidad, esto me permitiría
adaptarme, a sopesar el impacto de los golpes, a resistir, a curtir mi cuerpo,
quedé tirada, mallugada y casi aplastada por el golpe final, para el cual
intenté cubrirme haciendo un ovillo en
el piso, momentos después se detuvo y me dio la mano para incorporarme.
Ellos se retiraron de ahí.
Muchos de los chicos se acercaron a rodearme.
- En serio que tienes cojones – dijo el
pelirrojo, nadie en nuestra primera
semana se hubiese quitado esas protecciones. Me palmearon la espalda. Atlas
sonreía aunque no tan complacido.
Yo sin embargo me había anotado 10 puntos por valentía
y me había felicitado a mí misma, sé que mi cara estará hinchada al día
siguiente donde quizás me espere una paliza similar, pero internamente estaba
muy feliz.
Durante la cena donde ciertamente Atlas sacó la comida
que había pedido para llevar en nuestra hora de comida y casi terminando el postre Atlas soltó lo
siguiente:
Muchachos, éste fin de semana todos los chicos están
planeando ir a “XXX” para relajarse por la pesada semana vivida, si no tienen
inconveniente en que BB asista, sería una buena oportunidad para que
socializara y nos conociera más a fondo.
- Mario preguntó directamente - ¿Quieres ir?
- Solo si ustedes están de acuerdo – respondí.
- Se miraron entre ellos, detestaba que lo hicieran,
pues parecían entenderse con tan solo hacer unos leves gestos entre ellos, y no
me gustaba no saber que sucedía. Nos invitaron a pasar al estudio.
- Atlas, sus fiestas son algo salvajes, mismas que
tenemos pleno conocimiento que organizan los trillizos y tú, que además osan creer que son “secretas” - mencionó
César, nunca nos opusimos a ellas, pues nadie de ustedes está bajo nuestra
tutela, salvo tú y no mostraste signos de ningún efecto negativo en tu
comportamiento como consecuencia de
éstas fiestas.
- BB, no te negaremos ir a dicha fiesta, confiamos en
que Atlas desempeñará bien su papel y te mantendrá bajo estricta vigilancia, en
esa fiesta habrá alcohol sin embargo.. dijo un tanto pensativo…
- Chicos, relájense, no estoy a favor de consumir
bebidas alcohólicas, no porque no me gusten, ¡ Me encantan! Y es precisamente
eso lo que me ha llevado a evitarlas, me gustan demasiado y sé que puedo llegar
a tener algún problema de adicción, la vida ya de por sí es complicada, para
entregarme voluntariamente a las garras del alcohol, no les mentiré son
fanática de acompañar un buen corte de carne con una copa de clericó, pero
quizás es lo más que permitiré tomar en mi vida.
Nuevamente se miraron entre ellos.
- ¿ Cuál sería el itinerario? – Preguntó Bruno.
- Partiremos mañana después de nuestras actividades y
regresar el domingo temprano –
- Los queremos aquí en sábado por la tarde y más vale que nuestra pequeña
regrese en las mismas condiciones en las que se fue, te hacemos responsable de
ella.
- Ya soy responsable de ella – confirmó.
- Ho Atlas, así te has mostrado al resto de nosotros,
pero revelaste tus verdaderas intenciones el pasado Lunes, márchate antes de
que pierda nuevamente la poca paciencia que tengo.
Una vez que Atlas se marchó, ellos aún tenían más que
decir.
Nunca discutiremos en la mesa, pues para nosotros es
una actividad donde todo debería ser cordialidad y alegría, pero tenemos que
tocar algunos temas contigo en vista de cómo se ha desarrollado todo los
últimos días- dijo Mario.
Les
observé esperando alguna, reacción que me diera siquiera un norte de que es lo
que íbamos a discutir.
Atlas
y tú, dijo finalmente César, al principio parecieron ser como Agua y Aceite, de
acuerdo a la propia definición de Atlas, ustedes son hombre y mujer finalmente,
quizás ustedes, al final de todo…
Pude
ver que no eran expertos en el tema pero aun así decidí dejarles hablar.
Lo
que quiere decir mi hermano, señaló Bruno es que si Atlas y tu deciden tener
una relación deberían analizar muchas cosas antes , solo queremos estar seguros
que pueden manejarlo debido a todas las circunstancias que los rodean.
- Wow, wow, un momento, dije, ¿Atlas y yo en una
relación?, no lo había considerado – (era una total mentira, en mi mente
nuestros hijos imaginarios ya tenían nombre.)
- No quieras engañarnos pequeña, soltó un risita
Jason. Tampoco es que vayamos a tener un problema por ello, no estamos seguros
siquiera como es que son las relaciones de hoy día, nosotros somos liberales y
tú, bueno, digamos que Ramsés y tu Madre
no perdonarían que bajáramos la guardia, si algo se sale de nuestro control.
- Aun cuando no me quedaba claro hacia dónde íbamos
pensé en ayudarles un poco - Les sugiero comenzar por lo que tengo permitido y
lo que tengo prohibido y partamos de ahí.
- Realmente no podemos prohibirte nada. Lo que
vaya a pasar pasará e intentaremos
respetar en la medida de lo posible su relación. Atlas conoce nuestras reglas y
sabe lo que puede y no puede hacer, quizás sea momento de recordárselo, dijo un
tanto para sí mismo.
Aproveché ese momento de esclareciendo para preguntar
lo que hacía días me carcomía.
- ¿Puede estar aquí en la ausencia de todos ustedes? –
pregunté.
- Sí, siempre y cuando tú te sientas cómoda con ello.
- Bien- dije. Con esto me curaba en salud, pensé para mí
misma.
- Ve y diviértete, socializa y adéntrate en nuestro
mundo.
- Finalmente Atlas, cuidará de mi ¿ cierto? Y en todo
caso puedo llamarles a ustedes si algo sucediera.
- A cualquier hora- confirmó Jason levantando solo una
ceja
- Finalmente y solo para tranquilizarlos, dije - Atlas me ha producido muchos dolores de
cabeza, él ha sido encantador y al mismo tiempo me ha sacado de mis casillas,
he tenido la fortuna de ver las chicas que le interesan, y no creo ser su tipo,
no estoy en mi mejor momento para tener una relación, pero tampoco negaré que
me gusta sentirme amada y protegida, yo sé que Atlas, bueno, en sus propias
palabras, es su mejor soldado, pero honestamente no creo que tenga serias intenciones
conmigo, soy una novedad, reconozcámoslo, para él y todos los chicos que
estamos aquí, solo necesitaré ser paciente y esperar que cese su interés y
regresen a sus viejos hábitos.
- Casi estoy seguro de que subestimas a Atlas, me
comentó Mario.
- Quizás – respondí, pero esto apenas comienza. Mi
papá – dije – y al tiempo me arrepentí de mis palabras . Bueno la persona que
considero mi papá, me disculpo si los ofendí, encogí mis hombros esperando
alguna reacción negativa o descontrolada
- No te disculpes, hablo por todos incluso por Ramsés,
él siempre será tu papá y si algún día reconoces como tal a Ramsés, seguro que
podrá morir tranquilo.
- Sonreí – Bueno, como dije mi papá me hizo ya estas
preguntas, él lo notó incluso desde el primer día que vio a Atlas, lo que le
dije a él se los diré a ustedes también, si algún día cambio de opinión
referente a Atlas, se los dejaré saber.
- Entonces por ahora son Amigos solamente, ¿amigos con
derechos? – preguntó atrevidamente Jason.
- No tantos derechos como ustedes o él creen, y amigos
no lo creo, él es mi guardián y lo estoy aceptando como tal, amigo, no lo sé,
un amigo no te coloca una correa en el cuello y te reclama como suya enfrente
de todos reglas o no, pero continuo acostumbrándome a ello.
- Ó quizás tiene un objeto que lo haya hecho de esa
manera ¿ lo has pensado?.
- Si, pero lo dudo, solo testosterona se respira aquí,
reí un poco.
Pequeña, mañana seremos espectadores en las peleas,
esperamos que no te vaya tan mal incluso Atlas podrá sanar tus golpes en caso
de que alguno sea muy grave, de no ser así mi sugerencia es que de esos golpes
leves le permitas a tu cuerpo recuperarse a sí mismo. Ahora ve a descansar,
mañana será un gran día.