Anterior: 11. "Fear"
La
ropa deportiva comenzaba a gustarme, dado que es lo que he estado vistiendo los
últimos días ahora la obsesión de Atlas por tener más y más de lo mismo cobraba
un nuevo significado, además de todo comenzaba a entender el concepto “Dri-Fit”
“waterproof” “Thermal”, ( no es que antes no los hubiese entendido, simplemente
es que ahora aplico el concepto para lo que fueron creadas), marcas como Nike, Under Armour, Addidas &
Reebook entre otras formaban parte de mi vocabulario regular.
También
fui consciente de que todos los chicos que me rodeaban llevaban vestimentas muy
a doc’, podía incluso replicar ( o robar) un poco de su sentido de la moda,
sobre todo de los trillizos quienes cada vez vestían como si no hubiese un
mañana, listos para saltar a una pasarela en un desfile de modas, Atlas no se
quedaba atrás, cada uno de sus conjuntos parecía estar coordinado a la perfección,
me sentí un poco incómoda al ser consciente de que en mi vida la moda no era un
prioridad, estar vestida, lucir medianamente bien y sentirme cómoda, era mi
filosofía, utilizando mi “intuición femenina” lograba buen arreglo cuando la
ocasión lo ameritaba y punto, pero todos ahí podrían desfilar por una pasarela
sin problema, todos tenían cuerpos perfectos o lo cercano a la perfección que
en su momento esculpió Miguel Ángel, aunado a su mejor accesorio: una seguridad
avasalladora, si logro al menos la mitad de eso en mi estadía ahí, será
ganancia.
Comenzaba ahora a cargar conmigo
cosas básicas como botellas llenas de agua, bandas para el sudor, cosas que
nunca antes representaron gran utilidad para mí, sin embargo ahora eran una
necesidad, formaban parte de mis accesorios y carga diaria, incluso tomé una de
las maletas deportivas que había en mi guardarropa, misma que pensé nunca
utilizaría, y le coloqué permanentemente éstos artículos y un cambio de ropa,
pues nunca está de más. Una leve sonrisa se dibujó en mi rostro al pensar que
hasta la semana anterior, actividades físicas eran complementarias en mi vida y
ahora mi vida la pasaba haciendo actividades físicas extenuantes.
Justo con esos banales pensamientos
en mi mente, la clase de Jason comenzó, al igual que la clase de César la
tomábamos también al aire libre, pensé en que lo peor había sucedido ya, había
sobrevivido ( a duras penas) la clase de César, lo demás no debería representar
gran problema.
El
espacio el él utilizaba para sus clases, se ubicaba a espaldas de donde Atlas impartía
su clase, un terreno totalmente verde muy, muy amplio delimitado por grandes
árboles que nos proporcionaban sombra en la mayor parte del terreno, nos ordenó
sentarnos y comenzó a hablar:
- Me corresponde informarles a todos
ustedes que 4 de nuestros novatos renunciaron el día de ayer.
En ese momento voltee a buscarles y en mi
mente una señal de triunfo se encendió, ¡No fui la primera en renunciar!
También fui consciente de que Atlas había acertado, el chico por el cual el
apostó, ya no estaba ahí.
- No todos me han visto hasta el día de hoy
mostrar mis habilidades, por lo que utilizaré a uno de ustedes para realizar mi demostración – dijo.
Todos
los presentes nos miramos entre nosotros, yo recordé la descripción de su
habilidad haciéndome desear no ser elegida para tal demostración : “Aros de
energía que despliega de su cuerpo a voluntad, te aprisiona en ellos y te hace
palidecer del dolor”.
Señaló a Atlas, sonriendo un poco -
tú serás mi ayudante el día de hoy dado que ayer te mostraste muy energético
después de la clase de César, veamos si hoy cuentas con el mismo nivel de
energía… Voltee la mirada hacia Atlas, él simplemente se puso de pie y caminó hacia
donde se encontraba Jason, aceptando su destino. ¡No olvidan ningún detalle! Me
dije a mi misma.
Jason continuó hablando - Mario les ayudará
a enfocar sus habilidades a fin de que logren liberar energía de su cuerpo, yo
les enseñaré a usarla, quizás se pregunten ¿ No debería primero lograr liberar
la energía y posteriormente manipularla? , la experiencia nos ha mostrado que
la mejor manera en que todos desarrollemos nuestra energía es observando la
experiencia de los demás, es la
principal razón por la cual todos aprendemos juntos y no existen segregaciones
entre los novatos y avanzados, al inicio les parecerá un poco duro para los que
inician en nuestro mundo y será a medida en que cambien su manera de pensar en
que observarán los beneficios. Aprendan a observar no solo vean, despierten todos
sus sentidos es su subconsciente quien entiende mejor lo que necesitan, sin
duda, confíen.
Dicho esto me percaté de que su
cuerpo estaba rodeado por 2 ondas de
energía color cobre brillante, giraban rápidamente
a sus costados como grandes ruedas de carreta, era un espectáculo digno de
observarse, reconozco que no fui
consciente en identificar el momento en el que las había generado. Posé la
mirada sobre Atlas, él estaba de frente con los brazos cruzados, a él lo cubría
un espiral de energía azul, energía defensiva, adiviné, tampoco fui consciente
del momento en el que él inició éstas emisiones. ¡Debo de comenzar a prestar
atención a los detalle!.
Con
un movimiento de brazos rítmico y algo teatral, Jason dirigió sus grandes aros
hacia Atlas, los aros cobre y el espiral azul chocaron creando un espectáculo
singular, saltaban chispas como si dos metales en movimiento hubiesen chocado
en seco, el espectáculo era hipnotizador, Atlas colocó sus manos al frente como
si estuviera sosteniendo un gran peso evitando que colapsara sobre él, Jason
por el contrario no mostraba esfuerzo alguno, lentamente los aros cobre fueron colapsando el espiral
de Atlas contrarrestándolo y minimizándolo, hasta sustituirlo por completo de
manera que Atlas quedó atrapado al
centro de éstos grandes Aros.
- Si él intentara salir, sentiría un dolor que lo hará
caer de inmediato, señaló Jason. Lo primero que vio a mi mente es el nivel de
maestría que mostraba, por un lado no mostraba esfuerzo alguno en manipular su
energía, por otro lado tenía la concentración para hacerlo y al mismo tiempo
hablar- algún día, pensé, algún día, yo podré hacer eso.
- ¿Entonces simplemente quedará prisionero ahí? –
preguntó alguien.
- Puedo también, comenzar a reducir los aros señalo Jason
– mostrando como lo hacía.
Observé la angustia ante lo inevitable en los ojos de Atlas, al
ver que los aros se reducían peligrosamente hacia su cuerpo, aunque solo eran
dos aros, supongo que nadie querría probar aquello. Sin realizar ningún
movimiento los aros se redujeron hasta aprisionar a Atlas a la altura del pecho
y a la Altura de las rodillas, produciendo que él lanzara un grito de dolor y con
esto su inminente caída, Jason recogió sus aros, haciendo un movimiento con las
manos y “reabsorbiendo” la energía liberada.
- De ésta manera – indicó - su oponente quedará derrotado sin poder
incorporarse de inmediato, veamos ahora qué tan fuerte es Atlas y cuánto tiempo
tarda en ponerse de pie, miró su reloj despreocupadamente.
Me puse de pie y corrí a un lado de Atlas, lo cual fue un grave error. Jason me interceptó
antes de que pudiese llegar, y fue la primera vez que alguno de ellos ponía una
mano sobre mí.
-Señorita, no
autoricé que nadie lo ayudara.
- Pero….
- ¿Estas acaso cuestionando mi autoridad e
instrucción? – Preguntó Jason.
Por respeto a tu guardián esperaré a que se recupere
para que él mismo te discipline, ya que
ha sido una falta menor. Abrí los ojos del asombro y cerré mi boca,
tomada del brazo como me tenía me regresó a mi lugar con poca delicadeza, dando
como resultado que aterrizara a sus pies de manera errática, sorprendida y
desorientada.
Dios,
todos cambian cuando están en su modo “instructor” o modo “ Guardián”. Me
sorprendió un poco su reacción. Desde mi lugar pude ver como Atlas movía
lentamente sus extremidades llevaba sus
manos hasta su rostro, un par de minutos bastaron para que se encontrara en
cuatro puntos mirando hacia la tierra, respiraba ahora con un poco más de normalidad. Finalmente en un solo brinco
se colocó de pie, se pasó las manos por el cabello y se limpió un poco de sudor
que había en su frente, caminó lentamente hasta donde se ubicaba Jason, supongo
que le realizó alguna pregunta, pues Jason contestó con una negativa.
Se
acercó a mí, mi corazón comenzó a latir rápidamente, sabía que tendría que
disciplinarme, lo cual me remontó a aquel día en que me mostró como se
ejecutaban los castigos públicos, palidecí un poco ante el recuerdo, me tomó
del brazo y me condujo al frente de todo el contingente, Jason se colocó detrás
de todos ellos a observar.
- Jason me indicará cuando detenerme, me dijo por lo
bajo, por favor resiste. Tomó mi manos y las colocó entrelazadas en la nuca,
Jason le lanzó una vara. El primer golpe que Atlas ejecutó impactó de
lleno en mi espalda, el dolor, claro no
se siente de inmediato, ese ardor que se intensifica hasta convertirse en
dolor, mi mente pensaba en como las cosas cambiaron de un momento a otro, y yo
que pensaba que la clase de César sería difícil. Para mi fortuna al quinto
golpe Jason dio la instrucción de detenernos. Mi cara estaba roja de vergüenza
más que de dolor. Me sorprendí al mismo tiempo al descubrir la naturalidad con
la que ellos vivían aquello.
- Continuemos, señaló Jason. La mejor manera para que
puedan desplegar sus aros, es que sean
atacados hasta lograrlo.
- Dios, éste Jason sí que es rudo.
- Guardianes, sean firmes con sus custodios, que sea
la primera vez que ejecutan la actividad no será impedimento para que utilicen
sus habilidades al máximo.
Atlas
sin embargo, me explicó cómo es que él
lograba crear aquel espiral, - tu energía tiene alguna fuente, ubícala,
y comienza a darle forma protectora, al ver que no comenzábamos Jason se acercó
a nosotros.
- ¿Necesitan quizás algo de motivación adicional? –
preguntó al tiempo que golpeaba la vara
con la cual me habían azotado, en la palma de su mano, en señal amenazadora.
- Atlas negó con la cabeza, - estamos por comenzar.
Se
retiró lo suficiente y lanzó su energía ofensiva hacia mí tenía forma de
espiral también, solo que era color café oscuro, salía de su pecho y se dirigía
de frente a mí, cuando su energía me impactó la sentí como si un fuerte viento
me impactase, viento con fina arena que
causaba fricción y dejaba mi piel dolorida al mismo tiempo, la fuerza de
dicho “golpe”, me envió algunos pasos hacia atrás, me sacudí y me preparé para
recibir un nuevo impacto.
Me
sentí como su estuviera recibiendo pelotazos sin que hubiese nada por hacer,
los impactos en mi cuerpo me dejaban la piel irritada y eso me molestaba, ya
que no había manera de que me protegiera, necesitaba comenzar a contrarrestar
aquello.
Aun
cuando Jason se encontraba supervisando a todos en general, podía observar que
nos vigilaba de cerca. Después de un millón de caídas, tropezones y más
esfuerzo, detuvo la práctica. Nos dio un tiempo para descansar, desapareció por
unos momentos.
Atlas
se encontraba completamente sudado, lo cual no entendí ya que él parecía no
moverse en lo absoluto al lanzar sus “ataques”.
- ¡¿Cómo es que te encuentras lleno de sudor si la que
recibió la paliza fui yo?! – exclamé con cierta cara de asco e indignación, me
dejé caer en el piso y me apoyé sobre mis brazos para tomar un respiro
- Casi desearía no haber descubierto eso, dijo al
tiempo que avanzaba hacia con una amplia sonrisa y los brazos abiertos. Al
darme cuenta de sus intenciones, intenté incorporarme rápidamente para huir de
ahí, solo que al ser yo claramente más lenta, me agarró al vuelo y me abrazó
fuertemente. Aun cuando la sensación de abrazar a alguien en extremo sudado, es
muy desagradable, su aroma era exquisito, ni aun así olía mal, diablos, hace
que resistirle sea cada día más difícil.
- Grité para que me soltase, y lo hizo, ¡ No vuelvas a
hacerlo! Demandé.
- Emitir energía de tu cuerpo conlleva esfuerzo,
empujarla desde su origen, requiere de un de esfuerzo también, lo entenderás
cuando comiences a hacerlo dijo, tu energía está dormida, es momento de
despertarla.
Jason
regresó con nosotros, dando la instrucción de cambiar de parejas de trabajo, no
me percaté antes de que formábamos un grupo de número impar, - Yo trabajaré con
BB, señaló Jason.
Sabía
que correr no era una opción y mis sentimientos se encontraron a tal punto
contrariados que no sabía si reír o
llorar a éste punto. Me puse de pie y acepté mi destino preguntándome ¿Por qué
yo? Habiendo tantos veteranos, me elige a mí.
Le
miré, y me ubiqué lo mejor que pude para recibir su ataque, finalmente aún no
había nada que pudiese hacer.
- ¿Tienes miedo? – Preguntó.
- Sí- respondí sin duda.
- ¿ Tienes miedo de mí?
- No, solo de lo que puedes hacer y de lo que sentiré
- dije un tanto nerviosa.
- ¿ Qué sería lo peor BB, cuál es tu peor temor?
- Quizás que quede yo tirada inconsciente, dije un
poco dubitativa.
- Vamos a comenzar por atacar tus miedos – dijo él
- rodeándome al tiempo que hablaba.
Iniciaré atacándote con el mínimo de mi energía y lo iré incrementando poco a
poco, de ésta manera tendrás oportunidad de despertar a tu energía para que te
defienda, de lo contrario, tu temor se materializará.
Abrí la boca queriendo realizar una queja, pero nada
salió de mi boca, finalmente fui prudente y acepté mi destino.
Su mínimo de energía me lanzó por los aires la primera
vez, caí de espalda y me quedé sin aire, por unos momentos mi vista se nubló y
mire al cielo, ésta clase se tornaba más y más complicada, tristemente nadie
acudió a levantarme y mi corazón se apachurró un poco. Me puse en pie unos
momentos después, sacudiéndome y colocándome nuevamente como diana ante el
arquero. Estaba convirtiéndome en una experta cayendo, mi cuerpo estaba molido
aun cuando Jason no había puesto un dedo encima de mi cuerpo, los golpes que
recibí hacía unos momentos en mi espalda eran nada comparado con la cantidad de
magulladuras que ahora tenía.
Cada ocasión me costaba aún más levantarme y tenía que
forzarme a mí misma para hacerlo. Perdí la cuenta del número de ocasiones que
caí.
- Bien, se acabó mi benevolencia - dijo, utilizaré
ahora el total de mi energía.
- ¡Espera! – grité y él detuvo los aros a escasos
centímetros de mí, ¿Esto no me matará cierto?.
- Lo descubriremos en unos momentos – sonrió y juro
que los ojos se le convirtieron en algo demoníaco. Si no te mata te hace más
fuerte, gritó y en el instante siguiente estuve al centro de los aros esperando
mi destino, cerré los ojos y aspiré profundamente esperando algún milagro,
quizás ante tal estrés mi energía se despertaría, pero tal milagro no sucedió,
lo que si sucedió es que por un instante, me pareció poder ver una brecha en su
energía, aparentemente su energía procedía del estómago, pude ver o quizás solo
fue producto de mi imaginación ese punto donde su energía salía disparada de su
cuerpo. Un instante después de ésta revelación los aros se cerraron en mi
cuerpo, sentí como si me hubiesen arrancado la piel de un solo tirón, todo me
dolía y ardía al mismo tiempo, me quemaba pero al mismo tiempo miles de
alfileres se encajaban sobre mí, si grité, fui incapaz de escuchar mi propio
grito.
Eso fue lo último que recuerdo. Desperté en brazos de
Jason, me costó ubicarme, me sentía mareada y no quería moverme, estábamos en
casa, aún no podía pasar del medio día, adiviné por la luz que entraba a
raudales por las ventanas, me depositó con mucho cuidado en la cama y no pude más
emitir un grito ahogado por el dolor general que sentía.
- ¿Cuánto tiempo pasé inconsciente?
- Poco más de una hora – sonrió.
- Te he traído a casa para que puedas descansar.
- ¿Por qué Jason? ¿Por qué me presionaste de esa
manera? – salían lágrimas de mis ojos. Me permití aquel acto de debilidad pues
estábamos solo él y yo.
- La mejor manera de vencer tus miedos es
enfrentándolos pequeña, tú has vivido una vida sin golpes y evidentemente les
tienes miedo, te he analizado éstos días, ahora sabes el dolor que produce ser
aprisionada en mi energía y sabes que lo peor que te puede suceder ¡Ya
sucedió!, ahora está en tus manos evitarlo o aprender a soportarlo.
Esto es lo que sucederá: te dolerá cada músculo cuando
te muevas, posiblemente tu piel tenga una sensación de ardor, la cual podrás
minimizar con agua fría, decide si tomas un baño o te aplico compresas, personalmente
recomiendo el baño. Te sentirás posiblemente mareada y si no me equivoco
tendrás mucha sed, bajaré por algo de agua y regresaré en unos momentos.
Escuché movimiento abajo, e instantes después los
muchachos en compañía de Atlas atravesaban la puerta de mi recámara. Antes que
nada Mario me revisó, por unos instantes pensé que no habría necesidad de todo
eso si de inicio no hicieran nada que me pusiera en riesgo, pero acallé mis
pensamientos, finalmente ponerme ahí fue simple y llanamente mi decisión. Una
vez que Mario estuviese conforme con su revisión, se lanzó contra Jason,
literalmente.
- ¿Estas demente o simplemente perdiste la razón? Tu
poder y el de todos nosotros no puede ser utilizado de esa manera en un novato,
¿Acaso desconoces las implicaciones?.
César y Bruno de igual manera arremetieron en su
contra, Dios, ésta gente arreglaba todo a golpes, aunque… quizás es la única
manera en la que saben hacerlo.
Una vez que las masas acallaron, Jason tomó nuevamente
la palabra.
- Es cierto, todo lo que dicen ustedes es cierto, si
merezco algún castigo hermanos, ¡No estoy huyendo!, aquí estoy, pero he de
enfatizar que todos nosotros perdimos de vista algo muy importante. Atlas –
dime, ¿Cuántos años llevas entrenando con nosotros?
- Casi 5 respondió.
- ¿Te consideras avanzado?
- Miró a todos antes de responder – Si, he logrado
grandes avances.
- ¿Cuánto tiempo te costó reponerte a mi ataque la
primera vez que lo sentiste? Si mal no recuerdo ¿Tenías quizás 2 años con
nosotros?
- Pasé 4 horas inconsciente.
- ¡Exacto! - Exclamó Jason, ¿Pueden ver ahora mi
punto? Todos en este cuarto sentimos el impulso de hacerlo, de probar nuestro
poder en ella, me señaló, pero nadie habíamos tenido el valor de hacerlo… hasta
hoy, nos centramos en cuidarla y protegerla olvidando el punto primordial, ella
está entrenando y no es cualquier persona ¡es hija de Ramsés señores!.
- Es hija de Ramsés, pero no ha recibido nada de
entrenamiento y su energía aún no se manifiesta. – Le dijo Bruno.
- Si Ramsés quiere venir tras de mí ¡Que lo haga!.
- Observen sin embargo que a ella le tomó poco más de
una hora recobrar la consciencia, sin entrenamiento y sin poder manejar su
energía ¿Acaso le tomó menos tiempo a alguno de ustedes?. Con esto compruebo mi
punto.
Hubo silencio. No quedaba muy claro para mí, el ambiente
estaba lleno de tensión. Atlas se acercó y me ofreció agua para calamar mi sed, tomé agua cual radiador
descompuesto sin sentir un verdadero alivio.
- Toma un baño, con agua fría – ordenó Jason.
Atlas me brindó ayuda para llegar al baño, cada movimiento
que realizaba era una oda al dolor, ante mis torpes y lentos movimientos, Atlas
me levantó en brazos, le pidió a César que dejara correr el agua de la regadera
y nos metió a ambos bajo el chorro, ciertamente aliviaba el malestar, pero no
completamente, me sostuvo ahí hasta sentí el alivio suficiente para que mis
pies pudieran sostener mi propio peso, me colocó con sumo cuidado en el piso
asegurándose de que pudiera sostenerme por mi misma antes de soltarme
completamente.
- Me retiraré ahora para que puedas terminar tu baño,
dijo. - Tomó una toalla, se cubrió y se retiró.
Me quedé bajo el chorro del agua un largo rato, la
temperatura del agua me tenía sin cuidado, lo único que deseaba es sentir
bienestar, me desnudé para sentirme mejor, con trabajos logré moverme a
voluntad, sentía temblores en el cuerpo que no eran visibles ni tampoco se
trataba de temblores por frío, conforme me movía mi cuerpo se iba adaptando al
dolor residual a la sensación que ahora quedaba tras aquella experiencia, hice
un breve recuento de los daños, todo mi cuerpo estaba marcado por moretones,
supongo que de las caídas de las que fui objeto hacía unas horas. ¡Dioses y Demonios!.
Me bañé como pude, reconozco que no tallé mi cuerpo
como suelo hacerlo, ésta vez únicamente deslicé mi mano jabonosa por mi
piel y mi cabello… bueno, ya tendría
oportunidad de asearlo como es debido. Tomé una bata de baño y me envolví en
ella, salí caminando hacia mi habitación lentamente, las plantas de mis pies se
sentían como si pisaran pequeñas piedritas, aun cuando el piso era
completamente plano.
Al salir solo Jason se encontraba ahí, había instalado
lo que parecía ser una cama destinada al uso
de masajes.
- Utiliza ropa que te haga sentir cómoda y recuéstate
en ésta mesa, eliminaré tus malestares, dijo – avísame cuando te encuentres
lista para entrar. Salió de ahí.
Le avisé a Jason cuando pudiese entrar, y tras de él
entró el resto.
- Parte de mi energía aún se alberga en tu cuerpo, esa
es la razón por la cual aún te sientes mal, además como catalizador utilizaré
el ungüento que mi maestro me dio para curar heridas, ayudará a sanar los
golpes de tu cuerpo, y me ayudará a reabsorber mi energía, si en algún punto
del proceso quisieras dormir hazlo, pero no dejes de escuchar mi voz, si sientes
que te nuevamente saldrás de éste plano,
llévate a alguien de nosotros junto a ti, no quiero que pases lo de la última
vez. Relájate.
Sentí algo viscoso sobre mi cuerpo, adiviné que sería
el ungüento que había mencionado, me imaginé que tendría que bañarme
nuevamente, evité que mis pensamientos tomaran ese rumbo, me concentré en las
sensaciones, ciertamente sentía sus manos deslizarse sobre mi piel, y unos
leves piquetitos se sentían también como la sensación cuando alguna parte de tu
cuerpo se “adormece” y tienes esa sensación rara en tu cuerpo, no dolía pero
tampoco era agradable, puse mi mayor esfuerzo para no dormirme, eran muchas
emociones en dos días, escuchaba la voz de Jason quien me decía constantemente
que ahora masajearía mi brazo izquierdo, derecho, pierna, cabeza, gírate, etc…
Tras la sensación tan extraña que dejaban sus manos en mi cuerpo, había una
sensación de relajación total, al final no quería moverme me sentía en éxtasis
total.
Suavemente me indicó que había terminado y que podía
incorporarme. Para mi sorpresa nada viscoso había en mi cuerpo, pero si una
pequeña capa de un brillo lindísimo, como si por mi piel hubiese sido
depositado un aceite con brillitos. Me estiré nuevamente para hacer un nuevo
recuento, mis extremidades ahora no eran pesadas, me sentía normal y ya nada
dolía pero aún sentía que mi cuerpo vibraba, asumí que se remitía a la
experiencia recién vivida. El mareo desapareció y la sed continuaba.
- Bajemos a preparar algo de comer, sonrió César.
Tomé una sudadera y bajé con ellos, pregunté en que
podía ayudar, pero me dijeron que por esa ocasión ellos se encargarían de todo
( como en cada ocasión, pensé). Todos lucían cómodos y familiarizados en aquel
ambiente, me senté en el extremo más alejado del comedor para dar espacio a los
que iban y venían con utensilios, comida y otras cosas, Atlas me ofreció un
gran vaso de agua con hielos lo cual agradecí y bebí de inmediato.
- No entiendo, le dije, tu pasaste por la misma
experiencia, ¿Por qué tu estas fresco como una lechuga?, quizás no estoy hecha
para esto.
- Sonrió – Te llevo 5 años de ventaja BB, no seas tan
dura contigo misma.
Tomate el resto del día para descansar, indicó Jason,
nosotros tenemos algunos asuntos por atender, Atlas te acompañará por algunas
horas, seguramente no le importará que no asistas a su clase.
- Eso solo me retrasará, ya de por sí soy el último
eslabón de la cadena, sin mencionar que soy el eslabón más débil.
- Un día no hará diferencia. – indicó Mario – Obedece
a Jason y nos vemos en la cena.
Al terminar sus alimentos salieron de inmediato hacia
sus labores, me dispuse a poner orden en el comedor y la cocina. Atlas me quitó
los trastes que tenía en las manos y me pidió que subiera a descansar.
- ¿Puedo quedarme aquí a observar tu trasero mientras
lavas los trastes?- pregunté en franco descaro
- Giró la parte superior de su cuerpo y la mueca de su
rostro era de horror fingido - ¡Patea traseros! ¡Esa es una magnifica confesión
para alguien en tu estado! Veo que ya estás casi recuperada. Puedes observar
todo lo que gustes. Se giró retomó sus
actividades
- Eres un excelente amo de casa, dije, quizás después
de todo no seas tan mala alternativa – sonreí.
- Quizás entonces quieras probarme en otros aspectos,
en un giro inesperado, me cargó nuevamente y me condujo a mi habitación, me
depositó en mi cama y me hice a un lado para hacer espacio y que él pudiese
ubicarse ahí también.
- Me acomodé
entre sus brazos, no tengo sueño - afirmé.
- Eso es lo que tú crees, cierra los ojos.
- No quisiera que te fueras a dar clases, quisiera que
te quedaras aquí, odio estar sola cuando me siento mal. Me dio un suave beso en
la cabeza y …. Eso fue lo último que recuerdo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario