No crucé muchas palabras con mi anfitrión, respetó mi
silencio y lejanía.
Ayudé a limpiar la cocina y me quedé mirando al
infinito mientras colocaba los platos en el lavavajillas al tiempo que él
tomaba un baño.
Los recuerdos inundaban mi mente, llegaban como
grandes olas a estamparse con mi realidad actual.
Pienso que fue por lo rápido que viví mis últimos días
con ellos que nisiquiera tuve tiempo de caminar sobre mis pasos como lo hago
siempre, supongo que agoté físicamente mi cuerpo para adormecer mis pensamiento
y poder sobrevivir.
Nadie ha muerto de locura o desesperación, pero si de
sueño, concluyo que ese fue mi método de auto – defensa.
Ahora estoy pagando la factura.
Soy un zombi viviente, miro en la ventana mi reflejo y
soy algo digno de dar miedo con bolsas debajo de mis ojos, el cabello sin arreglar o lavar y mis
ojos, que perdieron su brillo característico, me pregunto ¿Cuándo fue que lo
perdí?
No puedo dar una respuesta en específico, pero mi
mejor apuesta es que comencé a perderlo cuando Ramsés llegó a mi vida.
Sí.
Cuando llegó aquel al que no tengo el valor de
llamarle papá.
Ese fin de semana se llevaría
a cabo una cena de beneficencia, un evento denominado “Subasta de Corsés”,
donde el objeto a subastar era el corsé utilizado por una atractiva chica, mismo
que era entregado durante una cena en privado con el comprador, claro que las
chicas vestían debajo de aquel corsé lo necesario para evitar que mostraran
cualquier parte íntima de su anatomía. La imaginación de la otra parte sin
embargo era lo que jugaba a nuestro favor, pues los importes pagados por ellas
en cada ocasión superaban los 3 dígitos
Yo sería la anfitriona y mi
atuendo debería estar a la par de todas ellas. Contacté a los trillizos detallándoles
lo que había sucedido en los últimos
días en mi vida causa por la que no podría continuar con la organización del
evento, afortunadamente ellos estaban ahí para poder soportar esa actividad en
mi ausencia, dejé todo en sus expertas manos, con el compromiso de continuar
siendo su anfitriona.
¡Me divertían tanto esas
llamadas! Me imaginaba como una película donde se van agregando imágenes a la
pantalla cuando se van incluyendo miembros a las llamadas, eran una locura pues
los tres hablaban casi al mismo tiempo y con una velocidad impresionante. Lo
dicho, disfrutaba esas conferencias.
Los siguientes días y noches
los dediqué a trazar un plan, plan que no tenía pies o cabeza. A mis papás les
diría que me iría a entrenar como ganadora del Torneo, esto no era ajeno a mi
mamá, por lo que tenía un año completo que podría ser fugitiva sin tener que preocuparlos
innecesariamente ella sabía que no podría contactarlos. En mi carta de
despedida me encargaría de comentar éste detalle todo con el propósito de que
no preocuparan innecesariamente a mi familia.
Un año eso era todo y después
yo los contactaría, posiblemente para llevar una vida normal a su lado, sé que
ellos se encuentran esperando mi regreso. Eso no sería un problema, al menos no
visto desde mi punto de vista.
La decisión más difícil y su solución ya los tenía.
Pero después de eso no sé lo
que haría. Tendría que buscar un refugio, un refugio seguro donde no me
pudiesen localizar, un lugar donde nunca hubiera estado a fin de que no
pudiesen relacionarme y encontrarme ahí, eso no era sencillo desde que todos
mis viajes los realicé con ellos, y cualquier experiencia viviendo sola o valiéndome por mi misma no la tenía.
Sarcásticamente pensé:
“Gracias a todos ustedes me convertí en una completa inútil”.
Siempre es un buen día para
comenzar.
Esto me aterrorizaba, cierto
que era dependiente de mis tíos, los trillizos y Atlas, sobre todo de él.
¡Dioses y Demonios!
Observé lo que me rodeaba, una
hermosa habitación decorada a mi gusto, con ciertos toques que la hacían mía,
como los colores intensos o las fotografías que amaba colocar en mi pared.
Mi guardarropa encerraba una
historia en cada prenda, ya fuera un entrenamiento intenso o una cena de gala,
agradecí de corazón a los trillizos por haberme hecho experimentar noches de
fantasía, noches temáticas donde viví un cuento de cenicienta en cada ocasión,
un vestido diferente para cada una de ellas, vestidos que calzaban como guante
en mi cuerpo, si no fuera por ellos continuaría usando jeans y playeras en el
mejor de los casos.
Gracias a ellos hablo el
lenguaje de diseñadores de renombre, maquillaje de alta duración, piezas únicas
de joyería y zapatos extravagantes.
Desde siempre supe que no me llevaría
nada de eso conmigo, suspiré por lo rápido que me acostumbré a aquello, a la
buena vida.
Atlas por su parte me
consintió en muchos otros aspectos, gracias a él ahora tenía una propiedad en
la asociación que no sabía qué pasaría con ella en mi partida, dado que ningún
civil puede entrar ahí.
Contaba además con todas las monerías de tecnología que me
pudiese imaginar, siempre creí que eso era una táctica de su parte para
mantenerme ubicada y localizable a cada momento pero ahora les tenía un
especial cariño a mi baby iPhone & baby Mac, como las había bautizado,
ambos fueron también dejados atrás, no eliminé nada de mi historial, primero
para no levantar sospechas y segundo para que indagaran en todo lo que
quisieran y ganar un poco más de tiempo, no encontrarían nada ahí, todo estaba
en mi celular de respaldo.
Soy una amante de las redes
sociales y todas esas herramientas me
ayudaron a construir mi Blog, mantenerme
siempre conectada, sé que suena a comercial de venta de electrónicos pero esa
era mi verdad.
También era consciente de que
a mi partida sé que tendría que desconectarme de todo esto hasta que las aguas
se hubieran calmado y mi situación resuelto.
Dejé detrás todos mis
recuerdos de viajes realizados, eso sí que me dolía dejarlo, pero me apegué a
mi plan original, no me llevaría conmigo nada de ésta vida, nada que pudiesen
rastrear.
Entre mi lista estaba comprar
ropa sencilla y que no hubiese estado en aquella casa, de ésta manera Ramsés no
podría rastrear mi energía como ya lo había declarado, no estaba tan segura que
con la ropa pudiera hacerlo, pero no necesitaba tentar al destino.
Y eso me recordó que…
necesitaba urgentemente dominar una técnica que me permitidera mantenerme fuera
del radar de Ramsés y de todos ellos,
esa sería mi prioridad en los siguientes días.
Suspiré profundamente.
Kevin, tenías razón, esto era una mafia, utilizaré
todas las herramientas y consejos que me dejaste sabiamente de aquí en adelante
si quiero que esto tenga un resultado positivo.
La soledad y culpabilidad me
cayeron como un gran manto sobre la espalda, esa noche no pude dejar de llorar
y me lamenté de no tener unos brazos en los cuales me podía refugiar, o quizás
solo era el extrañar una costumbre, una muy mala costumbre.
“No hay día que no llegue, ni plazo que no se
cumpla” solía decir mi Abuelita. Así que el día de la subasta que hacía semanas
mi equipo yo planeábamos y que al final quedó en las manos de los trillizos,
llegó.
Los muchachos sabían y
realmente no me detuve a pensar si debía o no comunicárselo a Ramsés pero ese
día me dediqué de lleno a la recaudación de fondos.
Hoy me encargaría de afinar
detalles, mientras me dirigía al lugar
que habíamos conseguido para estos fines, recibí una llamada a mi
celular, desconocía el número, por lo que contesté con cautela.
- Hola – dije.
- Hola Princess – ¿Cómo te
encuentras el día de hoy?
Era el extraño personaje que
me encontré en el aeropuerto de Londres, él comenzó a llamarme Princess desde la cena que tuvimos al aterrizar del vuelo, un
poco atrevido si me preguntan pero se lo concedí.
En esa cena no le creí del
todo decía referente a que quería conocerme más, que resulté interesante para
él, soy desconfiada y eso jugó en su contra, pero tuve que darle una
oportunidad pues cambió su vuelo y me
colocó en primera clase solo para poder platicar con migo.
Extraño, interesante,
intrigante y estimulante al mismo tiempo ¡Todo lo que me encanta!
- Muy bien ¿y tú? – respondí.
- Agotado por mí trabajo
- Eso es bueno, mantienes tu
mente ocupada y alejada de malos pensamientos.
El rio.
- Mis pensamientos únicamente
se concentran en ti y no creo que eso sea algo malo.
- Bueno, dices eso pues aún no
me conoces a fondo, quizás cuando lo hagas, confirmes que soy una mala compañía
después de todo.
- Hablando de eso yo deseo
verte nuevamente y continuar con aquella estimulante plática que tuvimos ¿Me
dedicarías tiempo éste fin de semana?
Suspiré profundamente.
- Lo siento mucho, éste fin de
semana tengo una subasta de beneficencia, y al ser yo la organizadora, requiere
de todo mi esfuerzo y atención, ya te he detallado de ella.
- ¿Es la fiesta a la que no
quieres invitarme?
- ¡No es una fiesta, La lista
es exclusiva y las invitaciones fueron enviadas!
- Pero tú eres la jefa, si
quisieras podrías incluirme, estoy seguro de que puedo compensar tu amabilidad
aportando para la causa.
- ¡Ni pensarlo! No creo
que estés hecho para estos eventos.
- Entonces tendré que buscar
la manera de asistir, sin tu invitación.
- Bien, como dije entonces, lo
digo ahora, si tú asistes al evento ¡La cena va por mi cuenta!
- Prepárate entonces pues sé
muy bien el platillo que deseo.
Entendí perfectamente la
intención de sus palabras, solo que no le seguí el juego.
- Hecho.
Me despedí de él prometiéndole
que le llamaría en cuanto me fuese posible, aun cuando no era mi intención el
hacerlo.
Sería una buena historia para
contarle a “A”, nos divertiríamos mucho de esto, había resultado un tema del
cual nos mofábamos y lo disfrutaba.
Seguí sonriendo el resto del
camino. Cuando llegue al lugar de mi destino, me concentré en revisar todo el
lugar, mis recaudaciones siempre han sido un éxito y definitivamente ésta no sería
la excepción.
Yo sería la anfitriona, de
acuerdo a la propia definición de los trillizos, siempre es bueno tener un buen
atractivo visual en el anfitrión, acapara miradas, distrae y anima a que las
personas con abultadas carteras realicen grandes donaciones.
Elegí un sexy babydoll negro, con bordados de flores de ciruelos que
le daban un toque espectacular, medias de red y plumas en mi cabeza, todo el
atuendo fue supervisado y retocado por el trillizo indicado para ello.
¡En sus manos siempre el
resultado era el mejor!
Lucía espectacular, lo supe en
el momento en que los ojos de Atlas posaron sobre mí y se desorbitaron al
verme, resistió su impulso de acercarse y casi puedo apostar que resistió el
impulso de pedirme que me cubriera.
Debido a lo molesta que me
encontraba me pavonee más de lo esperado frente a él, lo haría sufrir por
haberme traicionado así.
La subasta recaudó un monto
más elevado de lo esperado, me dediqué unas palmaditas pues ese sería mi último
evento para ellos.
Quedé satisfecha, llegué a
éste mundo sin conocer nada de éstas organizaciones y a manos de los trillizos
me hice una experta, negociaba audaz y exitosamente, atacaba imprevistos,
mantenía al cliente contento y excedía expectativas entre otras cosas.
Estaba feliz por mi desempeño,
nuevamente respiré y solté.
¡Adiós a estos eventos!
Mientras estaba agradeciendo a
los presentes por su participación, activa en este evento una voz, salió del
fondo del salón, y me vi en la necesidad de interrumpir mi discurso de
clausura, para cederle la palabra a nuestro invitado a quien pedí que le llevaran un micrófono para poderle
escuchar.
- Pienso que no está honrando
su palabra, Señorita - repitió el caballero ahora con el micrófono en mano.
- ¿Disculpe? – Pregunté
sonriendo e internamente enfurecida, las luces no me permitían distinguirle el
rostro, sin embargo mantuve la calma y busqué a los trillizos con la mirada,
quienes tampoco daban crédito a lo sucedido y en un momento estaban a una
prudente distancia de éste personaje.
- He dicho que usted no
está honrando su palabra, dijo el misterioso caballero mientras caminaba hacia
el escenario, para cuando pude ver su rostro, necesité de todo mi aplomo para
no caerme: era el actor famoso que no conozco ni tampoco tuve tiempo de
investigar, quien después de todo logró colarse al evento.
Recordé ese instante una fracción de nuestra plática.
- Te propongo algo, te cuento una interesante historia
al respecto de todo esto o continuamos como hasta ahora con cierto velo de
misterio hasta que así lo decidas.
Después de haberlo meditado un poco, elegí lo segundo.
Ahora me pregunto si debí haber elegido lo primero.
- ¿Me puede usted
ayudar a entender por qué no he cumplido mi palabra? – pregunté.
- Usted mencionó al
inicio del evento, que todos los participantes que se encontraban en el
escenario, se subastarían durante la noche, y yo, Señorita, no veo que
haya iniciado la subasta por usted.
Sonreí, para no arrancarle la cabeza.
Por su parte él se encontraba
tranquilamente de pie aun cuando todos los presentes le miraban,
- Señor -
dije - su servidora es la anfitriona, por lo que...
En ese momento otra voz se
unió -¡El caballero tiene razón! – Dijo - esa voz era de Atlas definitivamente.
¡El jugaría este juego y
apostaría para poder tenerme en privado!
- Señores - dije
- tratando de calmar las aguas, pero en
ese momento, otras voces más se unieron, los traidores de los trillizos
entre ellos.
- Ante la imposibilidad de
acallar a las masas y sobre todo crear un incidente, comencé la subasta.
- ¡Mil dólares! – Grité -
Usualmente las ofertas comienzan con un
monto menor y quise dejar en claro que ésta no era una subasta cualquiera.
De inmediato él levantó la
mano esto no me sorprendió en lo más mínimo, la segunda apuesta la hizo Atlas.
Los trillizos jugaron éste
juego también, sobre todo el Rubio.
No podía permitir aquello,
cuando él hizo la siguiente apuesta, grité que se cerraban las pujas.
- ¡Vendida! – Grite, al caballero que tenemos aquí al
frente.
Mostró su cara triunfal.
Cuando me acerque a él, le
dije al oído que le sacaría los ojos.
Mis palabras no causaron ninguna
reacción en él, permaneció con una sonrisa de suficiencia, la hermosa sonrisa
que me había conquistado de inicio, y la misma sonrisa que me invitaba a sonreír
con él.
Una vez arreglado ese asunto, entregué el micrófono.
Por un lado agradecí aquel
improperio pues dejé de sentirme nostálgica por ser mi última recaudación para
pasar a concentrarme en el enojo que ahora sentía.
Espera, acabo de tener una gran idea!!!
Di por terminado el evento y
agradecí a todos los participantes, antes de irme con mi “comprador” me
encargué de asignar varias tareas para que esto cerrara apropiadamente, no
entiendo ni porque me molesté en hacerlo si los trillizos tendrían todo bajo
control.
Me dirigí hecha una furia
hacia el lugar donde pudiese encontrar a mi “comprador”, esto fue impedido por
Atlas, quién me tomó del brazo y nos condujo a un privado, antes de que pudiera
siquiera hacer algo para impedirlo, puedo vencerlo con los ojos cerrados, pero
no es sencillo cuando me sacan de mi centro de equilibrio utilizando tremendos
tacones.
Entramos a un pequeño privado los
trillizos estaban también ahí.
Cerró la puerta detrás de
nosotros y se recargó en ella.
- ¿Tienes algo por decirnos? –
Preguntó el pelirrojo.
- Nada.
- ¿Quién es él?
- Ustedes repartieron las
invitaciones, ustedes deberían saberlo.
Crucé los brazos y coloqué
todo mi peso sobre una cadera.
- Su nombre es XXXXXXXXXX, su representante llamó durante la semana
solicitando una invitación, no pensamos que fuese un problema.
- ¿De dónde le conoces? – solicitó saber Atlas. No
quieras engañarnos, nadie viene así porque sí haciendo esos numeritos al ser la
primera vez que te ve.
- No le conozco, pero tus
declaraciones me hieren ¿Acaso crees que
no puedo resultar atractiva para alguien más que tú?
Me tomó por el cuello en un
solo movimiento, estaba muy molesto.
- De no conocerle no hubieses
parado la subasta para hacerlo ganador a él. Sus labios se acercaron
peligrosamente a los míos.
Tomé sus manos y me liberé
fácilmente de él. Era irrisorio como aun sabiendo lo que puedo hacer, me trate
de aquella manera.
- La detuve por una simple y
sencilla razón, no quería que ninguno de ustedes la ganara ¡Ninguno! No pasaré
un minuto más a tu lado le grité a Atlas, no después de lo que hiciste.
¡No deseo que tus manos me
vuelvan a tocar, no deseo tus besos nuevamente, no te deseo a ti!
El resto de los presentes nos
miraron algo confundidos, pues aun con nuestros altibajos, siempre existió un
Atlas & BB.
El rubio dio un paso adelante.
- También estoy interesado en
tu nuevo amigo.
- Lo que a ustedes debe interesarles únicamente es el
importe de su contribución que fue muy
alta, así que estamos obligados a darle al cliente lo que pagó.
El moreno impidió el paso.
- Podemos devolverle su inversión
al caballero, todo en esta vida tiene un precio un una solución.
¡No podía dar crédito a
aquello!
- ¡Son increíbles! Todos
ustedes son increíbles y con una doble moral impresionante.
Señalé al trillizo Rubio y a
Atlas.
- Si tú o tú me hubiesen
ganado, ahorita quizás estuviéramos teniendo otro tipo de plática y bien que
saben a lo que me refiero. ¿Pero no puede ganarme nadie más?
- Dejaremos las cosas como
están pues nuestra reputación depende de cuidar que nuestras decisiones no sean
impulsivas o afecten negativamente de alguna manera sobre todo a nuestros
benefactores.
Lo único que debo es salir de
aquí, entregarle esto, y tener una cena con él, nadie saldrá herido o
lastimado. Ustedes guardarán compostura y mañana discutiremos esto si es que
quieren hacerlo.
Atravesé la barrera que habían
creado ahora.
Abrí la puerta y salí de ahí
para encontrarme con éste personaje, quien para mi sorpresa estaba esperando
afuera de aquel lugar.
Mi guardia personal salió tras
de mí y fueron ellos quienes hicieron su papel de “Guardianes” cuando fue mi
turno de estar en un privado con él.
Sonreía como solo él sabe
hacerlo.
Le di un gran abrazo con el
único objeto de decirle al oído que me siguiera el juego. Algo en mi mente se
estaba formando pero dependería de que él me siguiera el juego de que no
conocerme.
Atlas me tomó del brazo pero
hábilmente él me brindó el suyo para que tomara el suyo y caminara a su lado.
- Creo que me he ganado el
derecho – le dijo a Atlas de una manera tan educada que lo desarmó de
inmediato.
Conocía pocas personas que
enfrentaban a Atlas y el carácter de mi nuevo amigo era lo suficientemente firme para hacerlo, ese era un punto para él.
Hábilmente les hice creer a
todos ahí que era la primera vez que nos veíamos.
- Bienvenido Sr...
- XXXXXXXX, Puedes llamarme de
esa manera.
Asentí.
- Me parece que es la primera
vez que asiste a nuestros eventos.
- Es correcto, ya sabes,
alguien me comentó del evento, me interesó pedí el contacto y heme aquí.
Habló de manera despreocupada
y casual, como si cualquier otra cosa.
- Agradecemos ampliamente su
visita y esperamos verlo pronto por aquí nuevamente, así como a su cartera.
Bromeé descaradamente y le
brindé mi mejor sonrisa.
- Lo dudo realmente, ya que me
ha costado mucho trabajo obtener por lo que he pagado, no comienzo a ver
señorita que usted me entregue las ropas por las que pagué una buena suma de
dinero.
De inmediato los trillizos al
igual que Atlas dieron un paso hacia adelante, a lo cual les hice un ademan con
la mano para que se detuvieran
- Bien, no podemos dejar que
se quede con una impresión tan mala.
Haré algo excepcional por
usted, solo para que cambie su impresión
de nosotros y regrese pronto con su abultada cartera- le guiñé un ojo.
A estas alturas la coquetería
era algo que se daba naturalmente en mí
para ser un éxito en éstos eventos.
- Pero tendrás que hacer por mis
dos cosas, le dije sonriendo. Primero tendrás que ayudarme a retirarme ésta
prenda, me di la vuelta dándole la espalda y esperando a que él reaccionara a
desatar las cintas que ataban aquel corsé a mi cuerpo, quedé viendo de frente a
Atlas y los trillizos, con mis ojos les decía que permanecieran quietos y
aunque nuestro invitado tardó unos segundo en reaccionar se acercó a desatar
las cintas con bastante delicadeza y con mucha habilidad también, jalaba
lentamente al tiempo que rozaba un poco mi piel.
Los ojos de Atlas eran el
infierno en la tierra.
El trillizo Rubio apretaba
fuertemente sus puños y su quijada.
Cuando sentí que la prenda se
aflojaba, la sostuve con mis manos para que no cayese y dejara al descubierto
mis encantos.
Él sonreía pícaramente.
- Ahora si me permite su saco,
podré darle ésta prenda, sé que no es el protocolo, pero el tema de la noche no
es la desnudez total.
Sonrió y comenzó a retirarse
el saco.
Me sorprendí con la habilidad
con la que ejecuté el siguiente acto, una tensión evidente flotaba en el
ambiente.
Disfruté de la cena y de su
compañía, en donde reveló un poco más de él.
En cierto momento me excusé y
me dirigí al tocador.
Detrás de mí como escolta
personal iba Atlas, le pedí que me diera su saco, para no conservar nada de
aquel extraño que me hizo vivir un ridículo frente a todos los espectadores de
mi subasta (Mi última subasta). Ese fue mi convincente argumento para él.
- ¡En que pensabas al hacer
aquello!
- ¡No te permito que me
levantes la voz! Después de todo estaban ustedes para entrar en acción si
cualquier cosa sucedía.
- Te colocas en riesgos innecesarios.
- Ahora no eres quién para
cuestionar mis acciones. Mis ojos también podían sacar fuego cuando así lo
deseaba.
Bajó entonces un poco el
volumen y sus ánimos. Se retiró su saco, que solo le solicité pues él ocupa
trajes cuello Mao y me ayudaría a cubrir
perfectamente mi anatomía.
Le pedí salir de aquel lugar a
fin de tener privacidad, cosa que realizó a regañadientes.
No era algo que no hubiese
visto anteriormente, pero necesitaba esa privacidad.
Le entregué el saco a su
dueño, sonriendo ampliamente de oreja a oreja, también le acompañé hasta la
puerta, saliendo de aquel privado, le pedí a los trillizos y Atlas que no nos
escoltarán, que ahí ya no había “peligro”.
Sabía que permanecerían a una distancia prudente, por
lo que también mis movimientos fueron prudentes.
- Dejé una sorpresa para ti en
tu saco, asegúrate de borrar cualquier evidencia – le dije al tiempo que lo
abracé brevemente y luego le extendí la mano para mantener una amistad de
conocidos simplemente.
- Me sonrió – ¿Es un adiós?
- Espero que sea un hasta
luego – le afirmé-.
Miró por encima de mi hombro.
Vienen tus caballeros es
momento de retirarme.
Asentí
al momento que le vi partir.
Mi
estómago quedó hecho nudo.
Atlas
me tomó de un brazo y nos condujo hasta
su automóvil. No opuse resistencia.
-
Necesitamos hablar.
- No,
no lo necesitamos, dije firmemente soltándome de su mano, ésta noche
simplemente cubrimos las apariencias pero tú y yo, no tenemos nada de qué
hablar, no después de que tú junto con todos ellos negociaron con migo como si
fuera yo ganado o algo peor.
-
Preciosa, me matas una palabra a la vez.
-
¿Hubieras preferido que lo hiciera como tú lo hiciste? Honestamente no sé qué
es peor Atlas.
Caminé
para retirarme de ahí dándole la espalda.
Debido
a que todo cambió con aquel suceso, mi
presencia ya no era requerida, me subí al coche y dejé todo aquello
atrás con cierta nostalgia, no pude evitar derramar lágrimas por esa causa.
Recluida en mi habitación
repasé mis pasos, torturándome a mí misma. Fue sin duda una noche interesante,
lo único que esperé es que todos ellos se hubiesen tragado la historia de que
aquel personaje y yo éramos unos totales desconocidos, ahora que ellos me
mantenían bajo estricta vigilancia solo confié en que el día en que regresé de
mi viaje nadie me hubiese visto en el aeropuerto.
¡Dioses y Demonios! Cada día
los problemas aquí cambiaban, era bueno desde un punto de vista pero para mis
nervios eran muy malos.
Y fue así como en brazos de
Morfeo comencé a encontrarle orden a mi desorganizado plan que de no tener
éxito… bueno mantengamos la mente en positivo.
Desperté en medio de la oscuridad intentando aclarar
en mi mente si todo aquello había sido un sueño o simplemente un recuerdo. Fue
una mezcla de ambas cosas, pues me dormí recordando aquella parte de mi vida y
lo que fue un recuerdo se convirtió en un sueño (o pesadilla).
No pude dormir más.
Después de 5 minutos en cama decidí que necesitaba
caminar para despejar la mente, en cuanto salí de la habitación descubrí que mi
anfitrión dormía en el sofá, permanecí unos minutos observándolo y salí a
hurtadillas, no reparé hasta ese momento, en que su departamento, aun cuando es
de lujo, no tiene habitaciones extras, y él amablemente me cedió su cama, un
millón de puntos se habían acumulado a la cuenta de ésta persona que aunque
conocida aún era un extraño.
¡Qué carrusel de circunstancias estaba viviendo!
Descubrí que el clima era realmente frío, y sin poder
utilizar mi energía mi caminata no duró mucho por ésta circunstancia, por lo
que me encaminé de regreso y justo cuando me encontré en la puerta del edificio
donde estaban los departamentos me di cuenta que no llevé las llaves con migo
por lo que tuve que llamar a la puerta, despertando a mi anfitrión.
Esperé a que bajara a abrirme.
- Lo lamento- dije cuando abrió - no reparé en el hecho de
que necesitaría llaves de regreso.
- No debiste salir – dijo - no aún, y aún menos con
éste clima.
Miró al cielo y me envolvió en una frazada que llevaba
consigo aprovechando el momento para abrazarme fuertemente.
- Si hubiesen podido encontrarme ya lo hubieran hecho
– dije - pero tienes razón para tu
tranquilidad intentaré mantener un perfil bajo.
- Por algún tiempo será lo mejor, me entregó su mejor
sonrisa.
- Yo puedo dormir a partir de ahora en el sofá.
- No podría permitir eso, sin embargo creo que
podríamos compartir la habitación si quisieras, dijo él.
Al ver que no obtuvo respuesta de mi parte, cambió la
conversación e inició con el desayuno,
éste tema definitivamente necesitaba de mi atención urgente, así como definir
unos temas más.
Ayudé en
silencio a hacer el desayuno, cuando terminamos, me dijo que necesitaba hacer
algunas diligencias, por lo que se ausentaría unos días, indicándome que la
despensa se encontraba llena, y que nadie debería molestarme, en éste tiempo.
- Creo que tienes todo lo que necesitas, si hubiera
alguna urgencia, sabes dónde y cómo localizarme, aún y cuando eres capaz de
cuidarte sola, por favor, si quisieras abandonar esto, la única cortesía que te
pediré es que me dejes una nota. Se despidió rápidamente y salió apresurado.
Durante el resto del día inspeccioné el departamento,
había libros de mi interés, efectivamente había suficiente alimento, y tenía
una tina de baño. Por los siguientes días me dediqué a meditar hasta que mi
cuerpo no pudo más de una manera normal y nada de viajar a otros planos.
Intenté borrar mi dolor leyendo y durmiendo, puedo apostar que he subido unos cuantos kilos
dado que me he alimentado en exceso, por ansiedad, ya que ahí sola cualquier
sonido ocasiona un sobresalto de mi parte.
Incluso una tarde en que me quedé dormida en la sala,
tuve una pesadilla donde Ramsés derribaba la puerta y todos los muchachos iban
por mí tomándome como prisionera al no poder usar mi energía para defenderme en
un lugar donde había civiles.
Desperté sobresaltada para darme cuenta de que la
noche había caído y que todo aquello había sido solo un sueño, un mal sueño
¿Cierto?
La soledad y la oscuridad no eran una buena
combinación, me pregunté por qué no le había solicitado más detalles, como
¿Cuándo volvería? ¿A dónde iría? Supongo que él si lo había contemplado, pero
por mi propia seguridad no los había compartido.
Esto de jugar a la casita bajo esas circunstancias, no
era lo mío.
CONTINUARÁ...
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