Wattpad

viernes, 9 de junio de 2017

XIX. A: Brokenpromiseland



Debí saber desde un inicio que los trillizos no caminan el uno sin el otro, lo confirmé cuando llegaron el moreno y el pelirrojo durante el desayuno.
Me pregunté (nuevamente) como hacían para lucir tan sexys y guapos a aquellas horas y después de un viaje por carretera, solo ellos pueden lograrlo.
Supongo que un mensaje de texto o incluso una rápida llamada de su hermano bastó para dejarles saber en dónde nos encontrábamos y ellos no demoraron en llegar a hacernos compañía.
- Tenemos una “Novia Fugitiva” – dijo el Moreno quien me estampó un beso en la mejilla ubicándose tras de mí, el pelirrojo hizo lo propio en mi otra mejilla casi al mismo tiempo.
Su comentario generó una sonrisa nerviosa de mi parte.
Me limité a sonreír y bajar un poco la mirada.
-¿Por qué los involucraste? – pregunté un tanto enfadada al Rubio.
- Ninguno de nosotros rechazaría una excelente pelea con Atlas y con tus tíos, no ahora que somos “Ganadores del torneo”. Además que tenemos negocios discutir contigo.
- Hablando de eso ¿Ahora me detallarán su situación? Durante el discurso de Eileen dejó en claro que  aún no habían definido qué hacer con su triunfo, lo cual me parece un poco extraño.
Voltearon a verse y se rieron fuertemente.
- ¿Nuestra situación? – Preguntó el Moreno
- Si claro, ustedes no han decidido que harán  ahora que  regresaron triunfantes  con bombo y platillo.
- Quizás sea el momento de agradecerte profundamente – Me abrazó el pelirrojo.
Quedé un poco atontada por su comentario. Fue el Rubio quién comenzó a hablar.
- Hemos tomado ventaja de la decisión precipitada de Eileen, nada de lo que hizo quedó dentro de nuestras reglas, son precisamente las reglas en nuestro mundo lo que ha mantenido el orden, son muchas energías muy poderosas las que se  contienen aquí, es necesario la obediencia de esas reglas a fin de conservar el orden y control.
Resultado de esa decisión fuimos afectados, todos aquí estamos a su merced si lo queremos ver de esa manera, solo que nosotros retorcimos un poco las reglas al igual que ella.
Descubrimos en nuestro exilio que al juntar nuestras habilidades podemos ser “buscadores” lo cual ha resultado en una excelente oportunidad de viajar por los rincones más escondidos del mundo como reclutadores y en algún momento quizás mentores como lo son tus tíos.
- Entonces ustedes pudieron verse durante este año – pregunté.
- No oficialmente – Respondió el Moreno.
- Extraoficialmente entonces – Pregunté nuevamente.
Guardaron un incómodo silencio.
- Ya, entiendo – dije con enfado – al igual que Atlas ustedes no me dirán nada, todos éstos secretos me matan ¿saben? Nadie confía  en nadie por aquí, lo que me hace difícil poder confiar en alguno de ustedes en una totalidad.
- Lo mismo va para ti – Respondió el Moreno quién nunca ha tenido ni un solo problema en decirme lo que piensa directamente a la cara, sin adornar palabras o sin importarle un solo ápice si mis sentimientos son lastimados o no. ¿Acaso puedes mirarnos directo a los ojos a los aquí presentes y decir que no has ocultado ni una sola cosa de tu vida, no digamos de tu vida en general, digamos desde que has entrado a éste mundo?.
¡Dioses y demonios! ¡Quiero ser como todos ellos! Desnudan mi alma con solo un vistazo a mis ojos, esto de que los ojos son la ventana del alma, ha ido demasiado lejos, o ellos son excelentes en lo que hacen, o bien he mantenido una excelente limpieza de  los vidrios de mi ventana de manera que cualquiera puede ver a través de ella.
Definitivamente, quizás estaba exagerando.
- No, no puedo mirarles a los ojos y mentir tan descaradamente, por lo que sugeriré pasar al siguiente tema.
Los tres rieron por lo bajo, generando un aire de familiaridad con el gesto de complicidad que tenían los muchachos, salvo que los trillizos mantenían ese lazo de sangre que hacía que sus energías se complementaran más armónicamente de una manera más sencilla. La sangre llama después de todo.
Esa será nuestra misión dentro de la asociación, decía el Rubio, viajaremos, disfrutaremos y traeremos a nuevos reclutas a nuestras instalaciones, lo cual nos lleva a que serás quien de ahora en adelante coordine nuestros eventos, mantendremos comunicación a distancia, pero tú serás la parte más importante de nuestro equipo quedándote aquí y dando la cara por todos nosotros.
- Es mucha responsabilidad.
- Lo adorarás – dijo el Moreno.
- Y estaré encantada de hacerlo.
Se los debía después del último año donde no atendí nada de los eventos que solicitaban, parte porque me encontraba a distancia y aún no sabía cómo hacerlo y parte porque los muchachos lo impidieron.
- Por ahora queremos que seas una de las chicas de nuestro siguiente evento – dijo el Pelirrojo, te probaremos que eres alguien muy deseable y elevaremos tu autoestima.
Quedé pensativa, sin decir palabra, estoy segura de que Atlas no aprobará aquello. Una gran batalla de avecinaba.
- ¿Qué tenemos planeado para el día de hoy? – El pelirrojo me sacó de mis pensamientos.
Les miré interesada.
- Paseo sin un patrón o plan, hasta que BB decida que es tiempo de  regresar y entregarse.
Sonreí al no saber bien que reacción tener.
- ¡Vayamos de compras entonces! Exclamó el moreno, desde nuestra partida que no hemos podido actualizar tu guardarropa.
            De inmediato me negué.
            - No necesito más ropa, tengo todo lo que necesito.
            - Estas a nuestra merced ahora, una mujer siempre necesita más ropa.
            Sus hermanos solo le miraron horrorizados y en clara resignación sabiendo que los arrastraría a ellos también.
            Rendidos, le seguimos para iniciar lo que sería más de media mitad de mañana comprando en plazas y tiendas departamentales, quitando, poniendo y acumulando bolsas en las cajuelas, era una suerte que viajáramos en dos coches, de lo contrario no sé lo que hubiera sido de una sola cajuela.
            Gracias a éstas compras era que mi guardarropa estaba actualizado, me sentí tranquila al saber que no desperdiciábamos mucho (dependiendo del punto de vista) pues después de nuestras batallas y entrenamientos nuestras prendas quedaban hechas jirones y la mayoría de ellas paraban en el bote de la basura. No así nuestra ropa casual, la cual era reunida en un evento de caridad por los trillizos, contaban una manera muy particular de sacarle provecho.
            En ese evento juntaban la ropa que iba a “donación” pero antes  voluntarios y castigados de nuestro grupo (y ahora yo) vestíamos esas prendas previamente etiquetadas con precios exorbitantes, si alguien la quería comprar uno simplemente se la quitaba y la entregaba, éste método de venta resultaba muy lucrativo, reuníamos fondos, nos deshacíamos de ropa que en muchas ocasiones quedaba depositada en contenedores que colocábamos a la salida, entonces se tenía en el mismo evento dinero y ropa para donación.
            Los trillizos focalizaban muy bien a su público, pues dinero sobraba por aquellos lugares, personas que buscaban un tipo de diversión distinta, que podían solventar y los chicos de la asociación disfrutar.
            Al ser la única mujer en ese evento, fue una total locura… pero esa es otra historia.
            Después de tanta compra y cuando ya actuaba en modo automático, sin saber bien como fue en un momento me quedé sola frente a una vitrina, observando adornos para el hogar. Entré rápidamente a comprar un adorno que sabía le encantaría a mi mamá, esperé a que envolvieran el artículo y mientras tanto realicé el pago, la chica no podía darme el cambio de mi pago por lo que sin pensarlo dos veces y para agilizar todo utilicé mi tarjeta, salí de prisa de aquel lugar y me reuní con mis acompañantes antes  de que hubiesen siquiera notado mi ausencia.
- ¿Qué has comprado? – preguntaron cuando me vieron llegar con una bolsa en mi mano, nada pequeña por cierto.
- Algo para mi mamá.
Son unos caballeros indiscutiblemente pero eso de que ellos paguen hasta por los recuerdos que llevo a mi familia, es muy incómodo, supongo que es porque no estoy acostumbrada, ni quiero estarlo.
- Es momento de descansar – dijo el Pelirrojo.
Nos condujo hasta el hotel donde ya habían reservado habitaciones para nosotros, para poder pasar la noche, acordamos reunirnos en el  lobby de aquel lugar pasada una hora, lo cual nos daría tiempo suficiente para asearnos, y vestirnos apropiadamente.
Si conocía bien a aquellos personajes, tendríamos una cena semi – formal en un restaurant en donde evidentemente  ya tendríamos reservación y el lugar sería lujoso, de esos donde te recibe una chica sacada de revista con una sonrisa de Barbie, vestido y figura impecables, tacones de infarto y con la cual coquetearían mis acompañantes, también podía ser un chico, pero por la diversidad dos de mis acompañantes coquetearían con él.
Rodé mis ojos al tener éste pensamiento. Debo confesar que vestí a la altura. Me esmeré y les dejé complacidos, esto lo supe cuando me vieron bajar por las escaleras.
- Yo también estuve ocupada durante su ausencia – dije y giré para que pudiesen observar mi elección de atuendo.
El moreno aplaudió al igual que el pelirrojo.
Solo el rubio me tomó por la cintura y me dio un beso peligrosamente cerca de los labios – Estas bellísima – susurró en mi oído.
Me brindó su brazo en un gesto lleno de caballerosidad para caminar a su lado hasta el coche en el que viajaríamos hasta el restaurante.
Les vi alimentarse con cantidades obscenas de comida, sin perder el glamour tan propio de ellos.
- ¿Acaso a donde fueron no había comida? Pregunté un poco extrañada y con algún gesto que acompañó mis palabras, lo supe pues todos ellos detuvieron un poco su proceso en egullición al ver mi rostro.
- La comida durante nuestro año de entrenamiento cumple su propósito básico que es alimentarnos, es suficiente pero básica, nada elaborado u ostentoso, nosotros extrañamos esto – señaló el Rubio.
Me reí un poco de ellos.
Una razón más para no ser la ganadora, dije sin pensarlo, cerré fuertemente los ojos, al tiempo que me arrepentí de soltar aquellas palabras tan casualmente.
- Deberías reconsiderarlo BB, muchos aquí esperamos que seas campeona – dijo el Rubio sincera y honestamente.
Ustedes chicos, esperan mucho de mí, quizás no tengo lo necesario.
- ¡Por favor! No nos obligues a usar nuestros nuevos poderes – exclamó el Pelirrojo, no quieras engañarnos, todos sabemos que la hija de Ramsés, la gran hija de Ramsés quien llegó por si sola a nuestro mundo tiene mucho por ofrecer. – Expresó el Moreno con los brazos abiertos como quien hace un gran anuncio.
- La hija de Ramsés quien ha mostrado una energía superior a la de cualquiera de nosotros, pero que aún no la controla, pero sobre todo  la niega – Dijo el Pelirrojo.
- Y sobre todo, la hija de Ramsés que…
Él quedó en silencio, pude ver que sus ojos se posaron sobre lo que fuera que estuviese detrás mío.
Giré la parte de arriba de mi cuerpo para encontrar la causa de su gesto, y encontré un rostro endurecido, con ojos que contenían el infierno mismo cuando les encontré.
Un escalofrío recorrió mi espalda.
Atlas me había encontrado.
- ¿Están disfrutando su cena? SU ÚLTIMA CENA.
- Eso es un récord ¿Cómo nos localizaste? – preguntó tranquilamente el Rubio.
Puso sus manos sobre mis hombros presionando un poco, sin causar dolor.
-  Fue gracias a BB, a quién supongo no han aleccionado adecuadamente en cuestión de huidas, realizó una compra con su tarjeta a las XX:XX con lo cual pude ubicar en donde se encontraban, después de eso solo fue cuestión de utilizar algunos contactos y fuera de eso fue pan comido.
Hizo una señal para que el mesero nos agregara otra silla a la mesa y le encargó un platillo para él.
- No parecen muy contentos de verme.
- Sorprendidos – Respondió el Rubio.
Atlas tomó el cubierto que sostenía en mi mano derecha para poder degustar de mi platillo.
- ¿Puedo?
- No puedes, pero no te detendrá ¿Me equivoco?
Dicho esto introdujo el cubierto en su boca para a continuación decir que estaba delicioso el platillo.
Tomaron su orden y los trillizos continuaron comiendo.
Yo perdí el apetito.
- Come, te espera una larga noche –  dijo Atlas mirando directo a los ojos. Has roto un millón de promesas al huir.
Retiré mi plato en señal de que no comería más.
- Perdí el apetito.
- Termina tu comida, te cambiaré mi lugar – dijo el trillizo Rubio.
- Ella permanecerá aquí.
Tomó mi antebrazo apenas hice el ademán de levantarme.
Evidentemente nadie hizo nada por contradecir a Atlas. Lo único que deseaba era terminar y salir de ahí.
- Quiero saber cómo es que lo convenció para hacer esto, dijo Atlas a quien ya le habían traído su platillo y comenzó a degustar su cena a nuestro lado.
- Simplemente lo solicitó – dijo el Rubio.
- ¿Son sus caballeros errantes? Ella solicita ayuda y ustedes la proporcionan sin importar si van en contra de alguna regla.
Habló el pelirrojo, quien hasta el momento daba muestras de estar únicamente siguiendo a sus hermanos sin hacer voluntariamente nada de esto.
- Una dama te pide un favor ¿Tú se lo negarías?
Con esto dejó callado a Atlas y me dejó sorprendida a mí en la misma medida.
- Nosotros no tenemos esa extraña relación que tienen ustedes Atlas – dijo el Moreno, lo cual nos proporciona la libertad de ir en contra de las reglas si nos place, de ayudarla sin restricciones, de aventarnos de cabeza a su lado si se nos hinchan los ..
Atlas levantó una mano en señal de que entendía el punto.
- Ahora tengo cuatro rebeldes y no solo una.
- Solo una que se librará de tus ataduras cuando haya ganado el torneo – Me guiñó un ojo el Rubio.
- Dado que no puedo hacer nada contra ustedes dentro de las reglas, lo haré personal.
Los tres aplaudieron. Era la batalla que habían estado esperando.
¡Dementes!
- Mi misión del día fue la de buscar y encontrar a BB, ahora que lo he logrado, nos retiramos – dijo Atlas poniéndose de pie.
El Rubio me dirigió una pequeña mirada al tiempo que se ponía de pie al igual que sus hermanos. Pude observar unos pequeños halos de luz saliendo de los dedos de todos ellos.
Atlas quería llevarme consigo.
El Rubio quería mantenerme a su lado.
EL Moreno y el Pelirrojo simplemente saltarían para defender al Rubio aunque desconocieran sus intenciones realmente
¿Yo? Naturalmente era el premio para el ganador.
Si acaso utilizaban su energía deliberadamente, todos ahí seríamos expulsados…
- ¡Alto! – Demandé intentando colocarme entre ellos, sosteniendo el pecho de Atlas y colocando otro brazo intentando detener al otro bando.
- Iré contigo sin oponer resistencia. Nadie saldrá herido, no hoy. Chicos realmente les agradezco todo y quedo en deuda con ustedes, accederé a ser una de sus “chicas” para los próximos eventos en agradecimiento.
Por las molestias ocasionadas Atlas pagará la cuenta de la noche, le extendí la mano para obtener el efectivo.
Le miré a los ojos.
- ¿Pagas la cuenta o la pago yo? No le quedó más remedio y yo lo disfruté enormemente.
Innecesariamente Atlas me tomó del brazo y me condujo afuera de aquel lugar, dejando a mis cómplices detrás de nosotros.
No dijo ni una sola palabra y eso me dejaba en total incertidumbre.
- ¿En dónde estás hospedada?
Respondí sin vacilación.
Llegamos en cosa de nada a nuestro destino.
Entramos a la habitación, cerró la puerta tras de nosotros y colocó el letrero de no molestar. Sabía lo que venía a continuación, lo anticipé y lo esperaba. Solo que ahora le temía, él estaba enojado, nunca antes me había tomado de aquella manera.
- Desnúdate.
Lo hice sin demora, el nuevo Atlas que conocía tenía menos paciencia que el anterior.
Se acercó hasta tomar mi rostro con sus manos, presionaba firmemente mi mandíbula.
            - Ahora mismo solo deseo dos cosas: azotarte por tu rebeldía y cogerte  realmente fuerte, en ese orden, si tienes alguna objeción, es el momento de detenerme.
            Dicho esto tomó mi mano y la deslizó sobre el bulto que sobresalía de su entrepierna.
            Mis ojos se abrieron ampliamente y le miraron fijamente, sus palabras me chocaron como una ola, pero descubrí que me excitaron de inmediato.
            Guardé silencio deseando que hiciera conmigo lo que le viniera en gana, apenándome incluso de desearlo tan profundamente.
            - ¡Muy bien! –exclamó.
            Me giró sobre mi propio eje, colocándome recargada sobre el pecho en la pared, me detuve con las manos y coloqué mi rostro de perfil apoyándome en la misma, él comenzó a descargar golpes sobre mis glúteos con la mano abierta de manera rápida, fuerte y precisa, mis nalgas comenzaron a calentarse y sentir un placentero dolor que me hizo sonrojarme, de mi boca salían gemidos disfrazados de gritos y por las intensas sensaciones lágrimas rodaban sobre mis mejillas.
            Cuando se había saciado y mis glúteos ardían por aquel castigo, me acomodó para poder penetrarme en un hábil movimiento con embestidas tan violentas y precisas como los golpes que acaba de propinarme.
            No puedo decir que no lo disfrutaba, estaría mintiendo. Mi excitación era infinita al igual que mi placer, ahora mis gemidos no disfrazaban nada y solo quería que con cada embestida llegara más y más profundo, nada más importaba.
            Finalmente jaló de  mi cabello forzando que mi cabeza se inclinara hacia atrás  e incrementó la velocidad al tiempo que mis manos me ayudaban a mantener el equilibrio posadas en la pared.
            Tuve el mejor orgasmo que había tenido hasta ahora en conjunto con él.
            Me mantuvo en aquella posición unos segundos más y deslizó su pulgar hasta introducirlo en mi “puerta trasera”. Esto me dejó congelada, no sabía si era parte del castigo o la recompensa que estaba recibiendo.
            - Es mi próximo objetivo –declaró.
            Dormimos mientras él me abrazaba por la espalda y partimos temprano al siguiente día.
            Tenía ropa deportiva lista para usar.
            - Tu entrenamiento será muy intenso el día de hoy, espero que estés lista.
            Así sin más, él continuaba con su vida, sin detenerse a pensar en lo sucedido, era una buena filosofía, el pasado era pasado y el futuro aún no sucedía, tonta de mí que insistía en empujar a ambos.
            Miré por la ventanilla casi todo el camino de regreso, sin decir nada, pensando en lo sucedido la noche anterior.
- Atlas, tengo que preguntar ¿Es acaso lo de anoche, la parte de ti que intentaste ocultarme con tanto esfuerzo? ¿Por lo que me negaste ciertos placeres innumerables ocasiones?
No se inmutó ante mi pregunta, la víctima de su energía ese día fue el volante, al cual apretó con mucha fuerza.
Esa pudo ser mi salida de aquella relación, si me pongo a pensarlo fríamente, pero no deseaba mentirle, fuese con influencia o sin ella, mi corazón indicaba que debía decirle la verdad.
Coloqué mi mano izquierda sobre su hombro.
- ¿Atlas? No me desagradó, me gustó. Reconozco que fue un shock vivirlo de esa manera,  pero reconozco que no me desagradó, puede llegar a gustarme.
Suspiró aliviado colocando una mano sobre la mía.
- ¡Es un alivio! Honestamente ayer mi enfado superó cualquier autocontrol que pudiera tener. Sí, es el lado que había estado tratando de ocultar de ti, no quería que huyeras de mi lado.
- No correré de tu lado por esa causa Atlas.
- Pero huirás.
- Solo algunas veces.
- Todas ellas iré por ti.
- Me volveré una experta, dame tiempo y lo verás, se convertirá en mi nuevo deporte favorito.
            - No ganarás.
            - Si gano tendrás que respetarlo ¿Tenemos un trato?
            - ¿Y si no ganas?
            - No puedo ofrecer nada, pues lo que deseas lo tomas.
            Quedamos en silencio nuevamente, un amargo silencio que me dolía en cada célula, él había sido mi amigo por mucho tiempo y ahora pareciera que regresó una persona completamente distinta, alguien que quería usurpar el lugar de mi amado.
            Más o menos a la mitad del camino, nos detuvimos en un mirador, posiblemente mi cazador necesitaría alguna escala técnica…
            A mi costado observé como se acercaban cuatro siluetas familiares, una de ellas abrió la puerta y me saludó sonriente.
            - Hola César –respondí.
            - ¿Qué tal en tu aventura de huir?
            - No salió como lo planee, pero al fin y al cabo siempre puedo mejorarla la siguiente ocasión.
            - La siguiente ocasión… - volteó a ver a sus hermanos.
            Mario se acercó a mí, ahora todos estábamos fuera del carro.
            - Pensamos que algo así sucedería. Sabes que Ramsés no se anda con rodeos, por lo que nos ha solicitado colocarte esto.
            Incliné la cabeza intentando procesar aquello, era un brazalete negro, algo parecido a…
            - ¡¿Me colocarán un rastreador?!
            - No tenemos más alternativa, son instrucciones de Ramsés.
            - Me niego – planté un pie en el suelo.
            - Lo que nos lleva al siguiente punto -  se adelantó un par de pasos Jason – hasta quedar frente a mí con los brazos cruzados. De ahora en adelante, si quieres negarte, si quieres rebelarte, si quieres incluso un permiso, deberás pelear con nosotros. Solo si ganas obtendrás lo que quieres.
            - ¿Pelear? Todos ustedes son más fuertes y hábiles que yo – dije en un susurro.
            - Eso lo hará interesante – comentó Bruno, entrenarás  al mismo tiempo que estaremos imponiendo nuestras reglas.
            Mario se inclinó y colocó aquel rastreador en mi tobillo, quedando aclarado que no se podría retirar sin la herramienta adecuada.
            Se dieron la vuelta y comenzaron a caminar hacia su coche, no así Bruno.
            - ¿Vinieron hasta acá solo para colocarme esto? – Dije señalando la joya en mi pie.
            - ¿No le has dicho? – Preguntó riendo César a Atlas.
            Éste negó con la cabeza.
            César rio malvadamente – permíteme ser quién le dé la noticia.
            - Hemos probado muchos castigos contigo pequeña, necesitamos comenzar a ser creativos, la sangre de Ramsés se está manifestando cada vez más fuerte en ti. Regresarás caminando a casa.
            - ¿Caminando? ¿Por ello me pusieron éste rastreador? ¿Si me pierdo? ¿Si me asesinan? ¡El sol me matará!
            - Nada de eso sucederá porque yo regresaré a tu lado – dijo Atlas.
            Bruno se subió al coche de Atlas y así sin más quedamos solo nosotros dos.
            - Pudiste irte con ellos.
            - ¡Aun no entiendes nada!. Comencemos si queremos llegar a horas decentes a casa.
            Claro que lo entendía y dolía, dolía tanto  que me  costaba respirar, él se quedaba a mi lado tanto como celador como mi amigo y amante, él continuaba siendo mi fortaleza y yo no podía quedarme a su lado, no debido al anillo que había aceptado.

CONTINUARÁ...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario