Debí saber desde un inicio que los trillizos no caminan el uno sin el
otro, lo confirmé cuando llegaron el moreno y el pelirrojo durante el desayuno.
Me pregunté (nuevamente) como hacían para lucir tan sexys y guapos a
aquellas horas y después de un viaje por carretera, solo ellos pueden lograrlo.
Supongo que un mensaje de texto o incluso una rápida llamada de su
hermano bastó para dejarles saber en dónde nos encontrábamos y ellos no
demoraron en llegar a hacernos compañía.
- Tenemos una “Novia Fugitiva” – dijo el Moreno quien me estampó un beso
en la mejilla ubicándose tras de mí, el pelirrojo hizo lo propio en mi otra
mejilla casi al mismo tiempo.
Su comentario generó una sonrisa nerviosa de mi parte.
Me limité a sonreír y bajar un poco la mirada.
-¿Por qué los involucraste? – pregunté un tanto enfadada al Rubio.
- Ninguno de nosotros rechazaría una excelente pelea con Atlas y con tus
tíos, no ahora que somos “Ganadores del torneo”. Además que tenemos negocios
discutir contigo.
- Hablando de eso ¿Ahora me detallarán su situación? Durante el discurso
de Eileen dejó en claro que aún no
habían definido qué hacer con su triunfo, lo cual me parece un poco extraño.
Voltearon a verse y se rieron fuertemente.
- ¿Nuestra situación? – Preguntó el Moreno
- Si claro, ustedes no han decidido que harán ahora que
regresaron triunfantes con bombo
y platillo.
- Quizás sea el momento de agradecerte profundamente – Me abrazó el
pelirrojo.
Quedé un poco atontada por su comentario. Fue el Rubio quién comenzó a
hablar.
- Hemos tomado ventaja de la decisión precipitada de Eileen, nada de lo
que hizo quedó dentro de nuestras reglas, son precisamente las reglas en
nuestro mundo lo que ha mantenido el orden, son muchas energías muy poderosas
las que se contienen aquí, es necesario
la obediencia de esas reglas a fin de conservar el orden y control.
Resultado de esa decisión fuimos afectados, todos aquí estamos a su
merced si lo queremos ver de esa manera, solo que nosotros retorcimos un poco
las reglas al igual que ella.
Descubrimos en nuestro exilio que al juntar nuestras habilidades podemos
ser “buscadores” lo cual ha resultado en una excelente oportunidad de viajar
por los rincones más escondidos del mundo como reclutadores y en algún momento
quizás mentores como lo son tus tíos.
- Entonces ustedes pudieron verse durante este año – pregunté.
- No oficialmente – Respondió el Moreno.
- Extraoficialmente entonces – Pregunté nuevamente.
Guardaron un incómodo silencio.
- Ya, entiendo – dije con enfado – al igual que Atlas ustedes no me
dirán nada, todos éstos secretos me matan ¿saben? Nadie confía en nadie por aquí, lo que me hace difícil
poder confiar en alguno de ustedes en una totalidad.
- Lo mismo va para ti – Respondió el Moreno quién nunca ha tenido ni un
solo problema en decirme lo que piensa directamente a la cara, sin adornar
palabras o sin importarle un solo ápice si mis sentimientos son lastimados o
no. ¿Acaso puedes mirarnos directo a los ojos a los aquí presentes y decir que
no has ocultado ni una sola cosa de tu vida, no digamos de tu vida en general,
digamos desde que has entrado a éste mundo?.
¡Dioses y demonios! ¡Quiero ser como todos ellos! Desnudan mi alma con
solo un vistazo a mis ojos, esto de que los ojos son la ventana del alma, ha
ido demasiado lejos, o ellos son excelentes en lo que hacen, o bien he
mantenido una excelente limpieza de los
vidrios de mi ventana de manera que cualquiera puede ver a través de ella.
Definitivamente, quizás estaba exagerando.
- No, no puedo mirarles a los ojos y mentir tan descaradamente, por lo
que sugeriré pasar al siguiente tema.
Los tres rieron por lo bajo, generando un aire de familiaridad con el
gesto de complicidad que tenían los muchachos, salvo que los trillizos
mantenían ese lazo de sangre que hacía que sus energías se complementaran más
armónicamente de una manera más sencilla. La sangre llama después de todo.
Esa será nuestra misión dentro de la asociación, decía el Rubio,
viajaremos, disfrutaremos y traeremos a nuevos reclutas a nuestras
instalaciones, lo cual nos lleva a que serás quien de ahora en adelante
coordine nuestros eventos, mantendremos comunicación a distancia, pero tú serás
la parte más importante de nuestro equipo quedándote aquí y dando la cara por
todos nosotros.
- Es mucha responsabilidad.
- Lo adorarás – dijo el Moreno.
- Y estaré encantada de hacerlo.
Se los debía después del último año donde no atendí nada de los eventos
que solicitaban, parte porque me encontraba a distancia y aún no sabía cómo
hacerlo y parte porque los muchachos lo impidieron.
- Por ahora queremos que seas una de las chicas de nuestro siguiente
evento – dijo el Pelirrojo, te probaremos que eres alguien muy deseable y
elevaremos tu autoestima.
Quedé pensativa, sin decir palabra, estoy segura de que Atlas no
aprobará aquello. Una gran batalla de avecinaba.
- ¿Qué tenemos planeado para el día de hoy? – El pelirrojo me sacó de
mis pensamientos.
Les miré interesada.
- Paseo sin un patrón o plan, hasta que BB decida que es tiempo de regresar y entregarse.
Sonreí al no saber bien que reacción tener.
- ¡Vayamos de compras entonces! Exclamó el moreno, desde nuestra partida
que no hemos podido actualizar tu guardarropa.
De inmediato me negué.
- No necesito más ropa, tengo todo
lo que necesito.
- Estas a nuestra merced ahora, una
mujer siempre necesita más ropa.
Sus hermanos solo le miraron horrorizados
y en clara resignación sabiendo que los arrastraría a ellos también.
Rendidos, le seguimos para iniciar
lo que sería más de media mitad de mañana comprando en plazas y tiendas
departamentales, quitando, poniendo y acumulando bolsas en las cajuelas, era
una suerte que viajáramos en dos coches, de lo contrario no sé lo que hubiera
sido de una sola cajuela.
Gracias a éstas compras era que mi
guardarropa estaba actualizado, me sentí tranquila al saber que no
desperdiciábamos mucho (dependiendo del punto de vista) pues después de
nuestras batallas y entrenamientos nuestras prendas quedaban hechas jirones y
la mayoría de ellas paraban en el bote de la basura. No así nuestra ropa
casual, la cual era reunida en un evento de caridad por los trillizos, contaban
una manera muy particular de sacarle provecho.
En ese evento juntaban la ropa que
iba a “donación” pero antes voluntarios
y castigados de nuestro grupo (y ahora yo) vestíamos esas prendas previamente
etiquetadas con precios exorbitantes, si alguien la quería comprar uno
simplemente se la quitaba y la entregaba, éste método de venta resultaba muy
lucrativo, reuníamos fondos, nos deshacíamos de ropa que en muchas ocasiones
quedaba depositada en contenedores que colocábamos a la salida, entonces se tenía
en el mismo evento dinero y ropa para donación.
Los trillizos focalizaban muy bien a
su público, pues dinero sobraba por aquellos lugares, personas que buscaban un
tipo de diversión distinta, que podían solventar y los chicos de la asociación
disfrutar.
Al ser la única mujer en ese evento,
fue una total locura… pero esa es otra historia.
Después de tanta compra y cuando ya
actuaba en modo automático, sin saber bien como fue en un momento me quedé sola
frente a una vitrina, observando adornos para el hogar. Entré rápidamente a
comprar un adorno que sabía le encantaría a mi mamá, esperé a que envolvieran
el artículo y mientras tanto realicé el pago, la chica no podía darme el cambio
de mi pago por lo que sin pensarlo dos veces y para agilizar todo utilicé mi
tarjeta, salí de prisa de aquel lugar y me reuní con mis acompañantes
antes de que hubiesen siquiera notado mi
ausencia.
- ¿Qué has comprado? – preguntaron cuando me vieron llegar con una bolsa
en mi mano, nada pequeña por cierto.
- Algo para mi mamá.
Son unos caballeros indiscutiblemente pero eso de que ellos paguen hasta
por los recuerdos que llevo a mi familia, es muy incómodo, supongo que es
porque no estoy acostumbrada, ni quiero estarlo.
- Es momento de descansar – dijo el Pelirrojo.
Nos condujo hasta el hotel donde ya habían reservado habitaciones para nosotros,
para poder pasar la noche, acordamos reunirnos en el lobby de aquel lugar pasada una hora, lo cual
nos daría tiempo suficiente para asearnos, y vestirnos apropiadamente.
Si conocía bien a aquellos personajes, tendríamos una cena semi – formal
en un restaurant en donde evidentemente ya tendríamos reservación y el lugar sería
lujoso, de esos donde te recibe una chica sacada de revista con una sonrisa de
Barbie, vestido y figura impecables, tacones de infarto y con la cual coquetearían
mis acompañantes, también podía ser un chico, pero por la diversidad dos de mis
acompañantes coquetearían con él.
Rodé mis ojos al tener éste pensamiento. Debo confesar que vestí a la
altura. Me esmeré y les dejé complacidos, esto lo supe cuando me vieron bajar
por las escaleras.
- Yo también estuve ocupada durante su ausencia – dije y giré para que
pudiesen observar mi elección de atuendo.
El moreno aplaudió al igual que el pelirrojo.
Solo el rubio me tomó por la cintura y me dio un beso peligrosamente
cerca de los labios – Estas bellísima – susurró en mi oído.
Me brindó su brazo en un gesto lleno de caballerosidad para caminar a su
lado hasta el coche en el que viajaríamos hasta el restaurante.
Les vi alimentarse con cantidades obscenas de comida, sin perder el
glamour tan propio de ellos.
- ¿Acaso a donde fueron no había comida? Pregunté un poco extrañada y
con algún gesto que acompañó mis palabras, lo supe pues todos ellos detuvieron
un poco su proceso en egullición al ver mi rostro.
- La comida durante nuestro año de entrenamiento cumple su propósito
básico que es alimentarnos, es suficiente pero básica, nada elaborado u
ostentoso, nosotros extrañamos esto – señaló el Rubio.
Me reí un poco de ellos.
Una razón más para no ser la ganadora, dije sin pensarlo, cerré
fuertemente los ojos, al tiempo que me arrepentí de soltar aquellas palabras
tan casualmente.
- Deberías reconsiderarlo BB, muchos aquí esperamos que seas campeona –
dijo el Rubio sincera y honestamente.
Ustedes chicos, esperan mucho de mí, quizás no tengo lo necesario.
- ¡Por favor! No nos obligues a usar nuestros nuevos poderes – exclamó
el Pelirrojo, no quieras engañarnos, todos sabemos que la hija de Ramsés, la
gran hija de Ramsés quien llegó por si sola a nuestro mundo tiene mucho por
ofrecer. – Expresó el Moreno con los brazos abiertos como quien hace un gran
anuncio.
- La hija de Ramsés quien ha mostrado una energía superior a la de
cualquiera de nosotros, pero que aún no la controla, pero sobre todo la niega – Dijo el Pelirrojo.
- Y sobre todo, la hija de Ramsés que…
Él quedó en silencio, pude ver que sus ojos se posaron sobre lo que
fuera que estuviese detrás mío.
Giré la parte de arriba de mi cuerpo para encontrar la causa de su
gesto, y encontré un rostro endurecido, con ojos que contenían el infierno
mismo cuando les encontré.
Un escalofrío recorrió mi espalda.
Atlas me había encontrado.
- ¿Están disfrutando su cena? SU ÚLTIMA CENA.
- Eso es un récord ¿Cómo nos localizaste? – preguntó tranquilamente el
Rubio.
Puso sus manos sobre mis hombros presionando un poco, sin causar dolor.
- Fue gracias a BB, a quién
supongo no han aleccionado adecuadamente en cuestión de huidas, realizó una
compra con su tarjeta a las XX:XX con lo cual pude ubicar en donde se
encontraban, después de eso solo fue cuestión de utilizar algunos contactos y
fuera de eso fue pan comido.
Hizo una señal para que el mesero nos agregara otra silla a la mesa y le
encargó un platillo para él.
- No parecen muy contentos de verme.
- Sorprendidos – Respondió el Rubio.
Atlas tomó el cubierto que sostenía en mi mano derecha para poder
degustar de mi platillo.
- ¿Puedo?
- No puedes, pero no te detendrá ¿Me equivoco?
Dicho esto introdujo el cubierto en su boca para a continuación decir
que estaba delicioso el platillo.
Tomaron su orden y los trillizos continuaron comiendo.
Yo perdí el apetito.
- Come, te espera una larga noche – dijo Atlas mirando directo a los ojos. Has
roto un millón de promesas al huir.
Retiré mi plato en señal de que no comería más.
- Perdí el apetito.
- Termina tu comida, te cambiaré mi lugar – dijo el trillizo Rubio.
- Ella permanecerá aquí.
Tomó mi antebrazo apenas hice el ademán de levantarme.
Evidentemente nadie hizo nada por contradecir a Atlas. Lo único que
deseaba era terminar y salir de ahí.
- Quiero saber cómo es que lo convenció para hacer esto, dijo Atlas a
quien ya le habían traído su platillo y comenzó a degustar su cena a nuestro
lado.
- Simplemente lo solicitó – dijo el Rubio.
- ¿Son sus caballeros errantes? Ella solicita ayuda y ustedes la
proporcionan sin importar si van en contra de alguna regla.
Habló el pelirrojo, quien hasta el momento daba muestras de estar
únicamente siguiendo a sus hermanos sin hacer voluntariamente nada de esto.
- Una dama te pide un favor ¿Tú se lo negarías?
Con esto dejó callado a Atlas y me dejó sorprendida a mí en la misma
medida.
- Nosotros no tenemos esa extraña relación que tienen ustedes Atlas –
dijo el Moreno, lo cual nos proporciona la libertad de ir en contra de las
reglas si nos place, de ayudarla sin restricciones, de aventarnos de cabeza a
su lado si se nos hinchan los ..
Atlas levantó una mano en señal de que entendía el punto.
- Ahora tengo cuatro rebeldes y no solo una.
- Solo una que se librará de tus ataduras cuando haya ganado el torneo –
Me guiñó un ojo el Rubio.
- Dado que no puedo hacer nada contra ustedes dentro de las reglas, lo
haré personal.
Los tres aplaudieron. Era la batalla que habían estado esperando.
¡Dementes!
- Mi misión del día fue la de buscar y encontrar a BB, ahora que lo he
logrado, nos retiramos – dijo Atlas poniéndose de pie.
El Rubio me dirigió una pequeña mirada al tiempo que se ponía de pie al
igual que sus hermanos. Pude observar unos pequeños halos de luz saliendo de
los dedos de todos ellos.
Atlas quería llevarme consigo.
El Rubio quería mantenerme a su lado.
EL Moreno y el Pelirrojo simplemente saltarían para defender al Rubio
aunque desconocieran sus intenciones realmente
¿Yo? Naturalmente era el premio para el ganador.
Si acaso utilizaban su energía deliberadamente, todos ahí seríamos
expulsados…
- ¡Alto! – Demandé intentando colocarme entre ellos, sosteniendo el
pecho de Atlas y colocando otro brazo intentando detener al otro bando.
- Iré contigo sin oponer resistencia. Nadie saldrá herido, no hoy. Chicos
realmente les agradezco todo y quedo en deuda con ustedes, accederé a ser una
de sus “chicas” para los próximos eventos en agradecimiento.
Por las molestias ocasionadas Atlas pagará la cuenta de la noche, le
extendí la mano para obtener el efectivo.
Le miré a los ojos.
- ¿Pagas la cuenta o la pago yo? No le quedó más remedio y yo lo
disfruté enormemente.
Innecesariamente Atlas me tomó del brazo y me condujo afuera de aquel
lugar, dejando a mis cómplices detrás de nosotros.
No dijo ni una sola palabra y eso me dejaba en total incertidumbre.
- ¿En dónde estás hospedada?
Respondí sin vacilación.
Llegamos en cosa de nada a nuestro destino.
Entramos a la habitación, cerró la puerta tras de nosotros y colocó el
letrero de no molestar. Sabía lo que venía a continuación, lo anticipé y lo
esperaba. Solo que ahora le temía, él estaba enojado, nunca antes me había
tomado de aquella manera.
- Desnúdate.
Lo hice sin demora, el nuevo Atlas que conocía tenía menos paciencia que
el anterior.
Se acercó hasta tomar mi rostro con sus manos, presionaba firmemente mi
mandíbula.
- Ahora mismo solo deseo dos cosas:
azotarte por tu rebeldía y cogerte
realmente fuerte, en ese orden, si tienes alguna objeción, es el momento
de detenerme.
Dicho esto tomó mi mano y la deslizó
sobre el bulto que sobresalía de su entrepierna.
Mis ojos se abrieron ampliamente y
le miraron fijamente, sus palabras me chocaron como una ola, pero descubrí que
me excitaron de inmediato.
Guardé silencio deseando que hiciera
conmigo lo que le viniera en gana, apenándome incluso de desearlo tan
profundamente.
- ¡Muy bien! –exclamó.
Me giró sobre mi propio eje,
colocándome recargada sobre el pecho en la pared, me detuve con las manos y
coloqué mi rostro de perfil apoyándome en la misma, él comenzó a descargar golpes
sobre mis glúteos con la mano abierta de manera rápida, fuerte y precisa, mis
nalgas comenzaron a calentarse y sentir un placentero dolor que me hizo
sonrojarme, de mi boca salían gemidos disfrazados de gritos y por las intensas
sensaciones lágrimas rodaban sobre mis mejillas.
Cuando se había saciado y mis
glúteos ardían por aquel castigo, me acomodó para poder penetrarme en un hábil
movimiento con embestidas tan violentas y precisas como los golpes que acaba de
propinarme.
No puedo decir que no lo disfrutaba,
estaría mintiendo. Mi excitación era infinita al igual que mi placer, ahora mis
gemidos no disfrazaban nada y solo quería que con cada embestida llegara más y
más profundo, nada más importaba.
Finalmente jaló de mi cabello forzando que mi cabeza se inclinara
hacia atrás e incrementó la velocidad al
tiempo que mis manos me ayudaban a mantener el equilibrio posadas en la pared.
Tuve el mejor orgasmo que había
tenido hasta ahora en conjunto con él.
Me mantuvo en aquella posición unos
segundos más y deslizó su pulgar hasta introducirlo en mi “puerta trasera”.
Esto me dejó congelada, no sabía si era parte del castigo o la recompensa que
estaba recibiendo.
- Es mi próximo objetivo –declaró.
Dormimos mientras él me abrazaba por
la espalda y partimos temprano al siguiente día.
Tenía ropa deportiva lista para
usar.
- Tu entrenamiento será muy intenso
el día de hoy, espero que estés lista.
Así sin más, él continuaba con su
vida, sin detenerse a pensar en lo sucedido, era una buena filosofía, el pasado
era pasado y el futuro aún no sucedía, tonta de mí que insistía en empujar a
ambos.
Miré por la ventanilla casi todo el
camino de regreso, sin decir nada, pensando en lo sucedido la noche anterior.
- Atlas, tengo que preguntar ¿Es acaso lo de anoche, la parte de ti que
intentaste ocultarme con tanto esfuerzo? ¿Por lo que me negaste ciertos
placeres innumerables ocasiones?
No se inmutó ante mi pregunta, la víctima de su energía ese día fue el
volante, al cual apretó con mucha fuerza.
Esa pudo ser mi salida de aquella relación, si me pongo a pensarlo fríamente,
pero no deseaba mentirle, fuese con influencia o sin ella, mi corazón indicaba
que debía decirle la verdad.
Coloqué mi mano izquierda sobre su hombro.
- ¿Atlas? No me desagradó, me gustó. Reconozco que fue un shock vivirlo
de esa manera, pero reconozco que no me
desagradó, puede llegar a gustarme.
Suspiró aliviado colocando una mano sobre la mía.
- ¡Es un alivio! Honestamente ayer mi enfado superó cualquier
autocontrol que pudiera tener. Sí, es el lado que había estado tratando de
ocultar de ti, no quería que huyeras de mi lado.
- No correré de tu lado por esa causa Atlas.
- Pero huirás.
- Solo algunas veces.
- Todas ellas iré por ti.
- Me volveré una experta, dame tiempo y lo verás, se convertirá en mi
nuevo deporte favorito.
- No ganarás.
- Si gano tendrás que respetarlo
¿Tenemos un trato?
- ¿Y si no ganas?
- No puedo ofrecer nada, pues lo que
deseas lo tomas.
Quedamos en silencio nuevamente, un
amargo silencio que me dolía en cada célula, él había sido mi amigo por mucho
tiempo y ahora pareciera que regresó una persona completamente distinta,
alguien que quería usurpar el lugar de mi amado.
Más o menos a la mitad del camino,
nos detuvimos en un mirador, posiblemente mi cazador necesitaría alguna escala
técnica…
A mi costado observé como se
acercaban cuatro siluetas familiares, una de ellas abrió la puerta y me saludó
sonriente.
- Hola César –respondí.
- ¿Qué tal en tu aventura de huir?
- No salió como lo planee, pero al
fin y al cabo siempre puedo mejorarla la siguiente ocasión.
- La siguiente ocasión… - volteó a
ver a sus hermanos.
Mario se acercó a mí, ahora todos
estábamos fuera del carro.
- Pensamos que algo así sucedería.
Sabes que Ramsés no se anda con rodeos, por lo que nos ha solicitado colocarte
esto.
Incliné la cabeza intentando
procesar aquello, era un brazalete negro, algo parecido a…
- ¡¿Me colocarán un rastreador?!
- No tenemos más alternativa, son
instrucciones de Ramsés.
- Me niego – planté un pie en el
suelo.
- Lo que nos lleva al siguiente
punto - se adelantó un par de pasos
Jason – hasta quedar frente a mí con los brazos cruzados. De ahora en adelante,
si quieres negarte, si quieres rebelarte, si quieres incluso un permiso,
deberás pelear con nosotros. Solo si ganas obtendrás lo que quieres.
- ¿Pelear? Todos ustedes son más
fuertes y hábiles que yo – dije en un susurro.
- Eso lo hará interesante – comentó
Bruno, entrenarás al mismo tiempo que
estaremos imponiendo nuestras reglas.
Mario se inclinó y colocó aquel
rastreador en mi tobillo, quedando aclarado que no se podría retirar sin la
herramienta adecuada.
Se dieron la vuelta y comenzaron a
caminar hacia su coche, no así Bruno.
- ¿Vinieron hasta acá solo para
colocarme esto? – Dije señalando la joya en mi pie.
- ¿No le has dicho? – Preguntó
riendo César a Atlas.
Éste negó con la cabeza.
César rio malvadamente – permíteme
ser quién le dé la noticia.
- Hemos probado muchos castigos
contigo pequeña, necesitamos comenzar a ser creativos, la sangre de Ramsés se está
manifestando cada vez más fuerte en ti. Regresarás caminando a casa.
- ¿Caminando? ¿Por ello me pusieron
éste rastreador? ¿Si me pierdo? ¿Si me asesinan? ¡El sol me matará!
- Nada de eso sucederá porque yo
regresaré a tu lado – dijo Atlas.
Bruno se subió al coche de Atlas y
así sin más quedamos solo nosotros dos.
- Pudiste irte con ellos.
- ¡Aun no entiendes nada!.
Comencemos si queremos llegar a horas decentes a casa.
Claro que lo entendía y dolía, dolía
tanto que me costaba respirar, él se quedaba a mi lado
tanto como celador como mi amigo y amante, él continuaba siendo mi fortaleza y
yo no podía quedarme a su lado, no debido al anillo que había aceptado.
CONTINUARÁ...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario