Dormía profundamente.
Sentí que alguien me sacudía fuertemente, abrí los ojos de mala gana y
mi humor de inmediato pasó a ser negro profundo.
Atlas se encontraba en mi habitación 15 minutos antes de las 5 de la
mañana despertándome, eso debía ser ilegal en cualquier parte del mundo.
- Te espero en la puerta de la casa en 10 minutos, para comenzar con tu
entrenamiento.
- ¡Estás loco! Estas hor….
- ¡Te vistes por ti misma o te arrastro hasta la puerta con la ropa que
tienes puesta y así deberás entrenar! ¡Esto no es un maldito juego patea
traseros!
Esas fueron las últimas palabras que escuché antes de que desapareciera
por la puerta de mi habitación.
Tardé solo un par de minutos en que toda ésta dosis de realidad tomara
un papel protagónico en mi mente y consciencia, me vestí rápidamente con la
primer ropa deportiva que salió de mi closet y bajé a acudir a la cita.
- Saldremos a caminar.
Estiró las manos y me dio un par de polainas para brazos y piernas.
Las tomé y las coloqué riendo internamente, pues si únicamente
caminaríamos no sería tan complicado después de todo, para ser el primer día de
lo que fuera que tenía planeado aquello no sonaba nada mal o descabellado.
- ¿A qué hora regresaremos?
- Cuando hayas terminado tu recorrido.
- ¿Alguna idea de la hora en que eso sucederá?
- Todo dependerá de ti, patea traseros.
Ok, no avanzamos nada, como siempre, como nunca.
Comenzamos a caminar, caminar, caminar, caminar y caminar.
- ¿Que hacías durante tus entrenamientos?
- Sé que tienes mucha curiosidad al respecto, patea traseros pero es un
secreto que todos debemos guardar, lo lamento.
Kevin me dio al menos
unos cuantos detalles, pensé para mis adentros.
Andamos por lo que me pareció una
eternidad, mis piernas comenzaron a sentir el peso extra que llevaban.
No todo fue simplemente caminata, de vez en vez, realizábamos desplantes, sentadillas,
algunos movimientos con brazos, no era sencillo, y menos sus series que
comenzaban en 20 repeticiones cada una, ésta vez Atlas lo estaba tomando en
serio así como algo personal, también llevaba consigo un vara esas varas a las
que internamente les tengo terror después de aquel episodio con ELLA , justo
antes de la partida de Altas, ese día ella se ensañó conmigo y me mostró el
verdadero daño que se puede ocasionar con aquella herramienta, no quisiera
tener que enfrentarme nuevamente a ese instrumento, pero de ser así lo único
que sé es que ocultaré mi terror y me
mostraré fuerte las veces que sean necesarias.
Mis pensamientos se aislaron dirigiéndome al pensamiento donde analizaba
que ahora Atlas es el segundo al mando y por el contacto tan cercano que tendrá
con ella, quizás entonces adquirirá sus costumbres, lo que me deja muy mal
parada en esta situación, casi desee no haber tenido aquella noche con él,
ahora él se convertiría en mi enemigo, ahora tengo que cuidarme de él también, él
era mi aliado, mi confidente mi amigo, MI Atlas.
Evité viajar por aquel lugar, lo cierto es que yo lo deseé y así lo
decidí, acordé conmigo misma no permitir viajar por lugares oscuros al
respecto, después de todo soy una mujer independiente, valiente y ahora
poderosa.
Esta decisión no debería tener consecuencias, él no tenía compromiso, yo
tampoco, cierto es que no somos nada, pero eso no impide a dos personas adultas
poder tener un buen momento de sexo ¿cierto?
De la nada sentí una fuerte nalgada, la cual me hizo reaccionar de
manera agresiva pues no la esperaba y no sabía por qué diantres me había hecho
merecedora de aquella agresión.
Detuvo hábilmente mi golpe sometiéndome en menos de tres segundos y
quedando encima de mí sosteniendo mis brazos por encima de mi cabeza.
- Llevo un par de minutos intentando que regreses de donde quiera que te
hubieses ido –dijo él mirándome directamente a los ojos.
- No tienes ningún derecho…
- Lo tengo, tanto por ser el segundo al mando, como por ser tu entrenador personal.
- Jamás me pediste consentimiento ¡Lo sabes!
- Pero éstas aquí, puedes irte cuando quieras.
Se levantó de su posición y me brindó ayuda para levantarme, la cual de
manera orgullosa pero directa decliné.
- Si no acudo a estos entrenamientos, entonces te irás nuevamente.
- Quizás es lo que deseas.
- Si fuera lo que deseo no estuviera aquí ¡Diablos! Pareces no entender
nada de nada.
- Lo que sé es que no me deseas a tu lado, al menos no tanto como cuando
nos separamos.
- ¿Y quién es el culpable? Porque si de buscar responsables se trata, tú
señor encabezas la lista.
- Y estoy pagando el precio preciosa, un precio demasiado alto, lo he aceptado y estoy enfrentando las
consecuencias, una BB aún más desconfiada, aún más fría y calculadora que
cuando le conocí, una BB a quién he de reconquistar a cada momento, pero ahora
tenemos prioridades.
Eso me dejó sin palabras.
- Si estas lista continuaremos trabajando tu abdomen.
Asentí con la cabeza.
- ¿Atlas, utilizarás esa vara sobre mi cuerpo? – arranqué la band-it en un solo movimiento con aquella
pregunta.
Me miró a los ojos y descendió hasta donde me encontraba para encontrar
sus ojos con los míos.
- No te gustará mi respuesta.
Concluí entonces que, lo mejor sería obediencia a ojos cerrados, no sería la primera vez que
recibiría un golpe de Atlas y si mi instinto no fallaba él ahora era más
fuerte, y esto iba enserio, él no se
estaba dando por vencido y sus métodos estaban resultando todo menos ortodoxos.
Cumplió su palabra. Terminamos absolutamente todas las series que tenían
programadas aunque eso nos tomó poco más de medio día.
Regresamos a casa justo a la hora de la comida. Los muchachos nos
esperaban con la mesa servida.
El menú se apegó a lo que diseñó Atlas por el siguiente mes, donde
se enfocó en una comida llena de
proteínas y debía acabar todo aquello también, después del entrenamiento no
tuve ninguna complejidad en hacerlo.
Si esto no funcionaba no sé lo que haría, era mi última oportunidad, era
mi última opción.
¿Polainas? Las arrojé al cesto de la basura tan pronto tuve su autorización
para quitármelas.
No podía o quería mover un solo dedo.
- Mañana estaré esperando por ti a la misma hora, entrenaremos en la
alberca.
Dicho esto abandonó el lugar. Dejándome con la mirada de todos ellos.
Sentía un letrero que decía “culpable” sobre mi cabeza.
- ¿Qué tal su primer día de entrenamiento?
En un intento de sonar despreocupada dije que todo iba bien, cuando lo
cierto era que necesitaba una grúa que me llevara hasta mi habitación.
Nadie dijo nada después de eso.
- Necesito respuestas – dije al fin seguido de un suspiro. ¿Por qué
accedieron? ¿Por qué soy yo la que tiene que cargar con esto en sus hombros? Si
no logro cumplir el objetivo de recuperación de peso en el tiempo indicado
¡Altas se marchará nuevamente! ¡Ya perdí a Kevin! ¡Porque son tan sádicos para
hacerme esto nuevamente! He vivido mi vida bajo sus reglas los últimos meses de
mi vida, y continuaré haciéndolo, pero ¿Es necesario el grado de sadismo?
Ninguno respondió de inmediato, todos tomaron su tiempo para hacerlo, de
la misma manera en que lo hacían siempre, de la misma manera en como conducían
su vida, y de la cual más me valía aprender algo.
- “No siempre te gustarán nuestros métodos” – recordó Mario. Esto lo
dijo el día que accedí a vivir con ellos.
- No es un secreto que Atlas y tú tienen una conexión que supera
cualquier trabajo que nosotros hagamos contigo – dijo Jason. Quizás ahora
incluso más que al inicio y me refiero simplemente a que su energía y la tuya
han aumentado y esto lo hace poder complementarse aún con mayor facilidad.
Respiré nuevamente cuando escuché estas declaraciones, pues por un
momento pensé que se refería a nuestras recientes actividades cuando dijo
“ahora más que al inicio”.
- Tu energía cambió – dijo César e hizo una gran pausa mientras me miró
profundamente a los ojos.
Ok, ahora si me encontraba en aprietos.
Mis colores y temperatura se incrementaron. La sangre bombeó fuertemente
por mis venas, si esto continuaba yo cedería ante cualquier pregunta revelando
todas mis pecaminosas actividades, mis manos y pies comenzaron a sudar ¿Soy yo
o comienza a incrementarse la temperatura de
aquel lugar?
- Cambió desde que el regresó – complementó, su afinidad está
traspasando lo que conocíamos, es normal que nosotros también queramos
descubrir hasta donde puede él llevarte. Pero no te preocupes que al término de
su plazo regresaras a nuestras manos, a nuestro entrenamiento justo a tiempo
para que puedas ingresar al Torneo Anual.
Aunque respiré aliviada de que la conversación no hubiese tomado el
rumbo por el cual me encontraba en mi límite del nerviosismo, maldije debido a que ese maldito Torneo nuevamente
era traído como tema de conversación.
- Si él falla – hice una pausa – si yo fallo, no creo que pueda con su
ausencia nuevamente, entonces me daré por vencida.
Me puse de pie y les di la espalda, no querría ver en sus ojos la
reacción de mis palabras, ellos sabían
que me marcharía de ahí.
- Nosotros no nos hemos dado por vencidos – puntualizó Bruno.
Caminé dejándoles atrás.
Sudé a raudales en el entrenamiento así como hacía unos momentos y mi
olor era súper desagradable, sin embargo mi energía se encontraba en cero por
lo que requerí de todo mi esfuerzo para mover mi lindo cuerpecito y meterlo a
la tina de baño, casi al mismo tiempo pensé en pedirle a los muchachos uno de esos
deliciosos masajes que ellos sabían dar, pero me arrepentí casi al mismo tiempo
en que lo pensé.
Conociéndoles llegaríamos a ese tema tarde o temprano, de hecho estaba a
agradecida de no continuar viviendo en casa de mis papás pues los nervios me
traicionarían y seguramente terminaría diciendo algo que me evidenciaría así
como las actividades que realicé con Atlas.
Lo cual me llevó por caminos pecaminosos, desee estar nuevamente entre
sus brazos, desee caer nuevamente presa de esas bajas pasiones, desee con toda
mi alma volver a estar con él, disfrutar de aquel cuerpo que encajaba a la
perfección en el mío, fusionarnos y derretirnos a la par.
Saludé casi al mismo tiempo a la loca de la casa quien llegó a
atormentarme puntual y sin falta pulsar
los puntos justos que desplegaron el remordimiento en mi conciencia, la educación
que recibí dictaba sin falta no tener relaciones sino hasta después del matrimonio,
era toda una serie de reglas no escritas al respecto, que traje conmigo
tatuadas en el alma, mismas que ignoré olímpicamente y no me costó trabajo
alguno si he de reconocerlo, todo aquello me condujo a aceptar mi preciosa
culpabilidad.
Mi reparador baño duró poco, o al menos duró menos de lo que deseé por
lo que tomé mi bata de baño envolviéndome en ella para salir del cuarto de baño
y ¡Suerte que lo hice! pues de pie a un costado de mi cama sosteniendo un cono
con una obscena cantidad de helado encima, estaba Atlas con una gran sonrisa,
aseado y con ropas limpias, perfectamente peinado y oliendo tan delicioso como
siempre, eso era algo que amaba de él.
- Tu premio – Estiró la mano y me dio uno de los helados.
Lo tomé con una sonrisa en mi rostro y me senté en la cama a disfrutar
de éste.
- Aún recuerdas mi favorito –confirmé.
- Recuerdo todo de ti patea traseros. Todo.
Sonreí tímidamente.
- ¿Cuál es tu horario actualmente?
Antes cuando eras mi guardián sabía las horas en la que podría tenerte
disponible, pero ahora no lo sé.
Medité mis palabras cuando ya las
había dicho, entonces sonaron definitivamente distintas en mi mente, ¿Tenerle
disponible? ¡Despierta BB ahora él no es más tú guardián!
- Para ti estoy disponible a
cualquier hora, estoy al alcance de una llamada, un texto, etc.
Sonreí un tanto incómoda.
- No fue eso lo que quise decir.
- Creo que tu subconsciente te traicionó ¡Al fin!
- Calla, le ordené riendo nerviosamente y cortando el ambiente de tensión
en el cual estábamos sumergidos.
- Esa bata, es tan sugestiva…
- Casa de los muchachos… – le recordé.
- Salgamos entonces.
- No, esto no sucederá nuevamente – afirmé sabiendo en el fondo de mi
corazón y de mi ser que solo sería cuestión de tiempo en que yo sucumbiría ante
sus encantos y cuerpo víctima de mis bajas pasiones.
Él sonrió encantadoramente. Simplemente disfrutamos en silencio de aquel
pequeño festín.
- ¿Tienes planes el fin de semana? – preguntó sutilmente y mirándome por
el rabillo del ojo.
- Quizás descansar de las palizas que recibiré.
- Una película en el cine no te representará mucho esfuerzo.
Reí.
- Aun no he decidido si te odiaré o me odiarás para ese entonces, no
anticipemos nada ¿ok?
- Esos sentimientos los podemos dejar de lado, seamos profesionales
Patea Traseros, una cosa es el entrenamiento y otra distinta es lo personal, tu
y yo.
- Atlas, realmente esto es nuevo, distinto y raro para mí, tú ahora eres
el segundo al mando como bien lo dijiste, ella y yo somos enemigas ¿lo sabes,
cierto? Aún me pregunto por qué todo esto ha tomado este rumbo bizarro, pero
estoy aquí afrontando consecuencias de decisiones que yo ni siquiera tomé, no
me pidas mantener esto separado por que esto no podrá ser, tu y yo tenemos
historia, no podemos mantener trabajo y placer separados, es un hecho.
Guardó silencio y por primera vez pude ver a un Altas incómodo.
- BB…
-¿Podrás tú manejar mis rechazos? ¿Podrás aceptarlos sin tomar ninguna represaría?
Ambos sabemos que lo que pase en lo personal, lo pagaré en los entrenamientos y
viceversa, esa no es una idea que ahora me agrade o me entusiasme. Ahora estoy
un día a la vez ¿Puedes ponerte en mis
zapatos por ésta ocasión?
- Yo…
- Atlas, camina a mi lado un día a la vez por favor, un día a la vez. –
Le supliqué.
- Acepto, me quedo con la parte de caminar a tu lado, eso es lo único
que pido BB, estar a tu lado.
Sacó de una de las bolsas de su pantalón de cargo un arete, una piedra
color morado intenso.
- Los aretes vienen en pares – reí a modo de broma. ¿Solo te alcanzó
para comprar uno?
- Te apareciste una vez ante mí, te quitaste la pulsera que traías en el
pie, puedo interpretar eso de muchas maneras pero no lo haré, lo que haré es,
si decides usar éste arete, yo usaré el otro, de ésta manera seré tuyo en el
mismo grado en el que tú serás mía, en el grado en el que lo desees debido a
tus últimas declaraciones caminaré a tu ritmo.
Le miré con ojos de sorpresa.
Tomé el arete y reemplacé el último arete de mi oreja derecha, a éstas
alturas tenía 4 perforaciones únicamente.
- Listo – le mostré con una sonrisa.
Acto seguido y para mi sorpresa, sacó el arete de su bolsillo y en un rápido
y certero movimiento, perforó el lóbulo derecho.
-¡Qué diablos! Atlas, esas perforaciones deben ser hechas por un
profesional ¡ustedes me matarán de un susto!.
El simplemente rió, solo muestro mi compromiso.
CONTINUARÁ...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario