Únicamente Atlas puede hacer que una
actividad que amé por tanto tiempo como lo es la natación, ahora sea el objeto
de mi odio.
Entrenamiento nadando, no era algo
fuera del otro mundo, había anticipado algo pesado después de lo de ayer.
Nadar con esponjas colgadas de tu cintura, ocasiona que eventualmente sientas
que no puedes mantenerte a flote y dependas totalmente de tu fuerza de voluntad
más que de tu fuerza física, hice acopio de ambas en cierto punto pues de
haberme hundido hubiera tenido que dar unos tragos de aquella agua, mis pies no
tocaban el suelo y esa alberca que tantos y tantos días resultó un refugio en
mis días de tristeza ahora se estaba convirtiendo en mi obstáculo a superar.
Podía escuchar a Atlas dirigirme
gritos de supuesto ánimo y digo supuesto pues lo único que hacía era
enfurecerse al no obtener el resultado deseado de mi parte.
¡Esto era suficiente! No estaba yo
perdiendo ahí el tiempo. Me quité aquellos artefactos del demonio que estaban
ocasionando que me hundiese, me quedé flotando cual papel a la deriva, cubrí
mis oídos con agua para evitar escucharle, cerré mis ojos y me encerré en mis
pensamientos.
Sabía que me estaba revelando, pero
¡Por Dios que estaba exhausta! Atlas quería un rendimiento del cual yo carecía,
los últimos meses me la pasé en reposo y él de buenas a primeras llega
queriendo que yo le rinda al mil por ciento.
Es la tercera ley de Newton si no me
equivoco la que dice que “A toda acción corresponde una reacción de igual o
menor magnitud”.
Esperé y esperé por tal reacción de mano de Atlas, estaba dispuesta a
aceptarla. Aun cuando él afirma que lo que deseo es que él se marche de mi
lado, una vez que llegas a tu límite, llegas a tu límite y punto.
Pasaron los minutos y yo continuaba inmersa en mis momentos de
relajación.
Nadé hasta la
orilla cuando lo consideré conveniente y aventé a los pies de Atlas aquellas
horribles esponjas, por su parte él miro el objeto arrojado y posteriormente me
miró a mí, estaba de pie y con los brazos cruzados.
- No puedo más – declaré y saqué
medio cuerpo de aquella alberca.
Él permaneció inmóvil observando mis
movimientos pacientemente como el escorpión
que es, analizando y tomando decisiones.
- Colócate nuevamente esto – pateó
las esponjas entrenadoras hacia mí – y regresa ahí antes de que logres enfurecerme realmente.
- Atlas, no puedo más – dije
suplicante.
Se adelantó un par de intimidantes
pasos, con esa mirada suya, endurecida que hacían ver sus ojos azules casi
negros. Esa mirada resulta excitante pero no hoy.
- ¡Terminarás tu entrenamiento así
salgamos de aquí a la media noche!.
Estampó un pie en el piso y una de
sus manos señaló en la misma dirección.
En un acto que yo llamo deliberado,
puso su mano sobre mi pecho y me lanzó de espaldas a la alberca, tan pronto
como logré sacar mi cabeza para tomar un poco de aire, vi que me arrojó aquel
artefacto del demonio.
¿Berrinche? ¡Pero claro! A nivel
monumental, lamentablemente solo logré enfurecerlo.
No lo había pensado antes, pero me
mostró un poco de su nueva energía, lograba manipular el agua con ella ¿Me
pregunto si yo podré hacer lo mismo? Hacía unas grandes olas que lograban
cubrirme, hundirme y medio atragantarme en cada ocasión que me revelaba.
¿Desistí? ¡Claro!
¿Le odio? ¡Pueden apostarlo! Mañana
será día de venganza.
Mi cuerpo no tuvo tiempo de sentirse
dolorido por el día anterior, únicamente se adormeció, ya no lo sentía más.
Terminé (por supuesto) colocándome
nuevamente las esponjas en su lugar y sumergiéndome en el agua haciendo la
rutina pre-establecida.
Toda una sorpresa me llevé cuando al
otro extremo de mi carril se encontraba el trillizo rubio, quien esperaba en un
minúsculo Speedo, mostrando toda su hermosa anatomía.
Me detuve un poco antes de chocar
con aquel monumento que ahora al igual que Atlas era más músculo, más perfecto,
más poderoso, mas deseable.
Su rostro me mostró una perfecta sonrisa, se sostenía con los antebrazos
a la altura de los codos sobre la orilla de la alberca, lo que dejaba
perfectamente visibles sus perfectos pectorales.
- ¡Hola! – exclamó eufóricamente.
- Hola – Respondí entrecortadamente e intentando regular mi respiración.
Pude escuchar a los gritos de Atlas desde el otro lado de la línea.
- He venido a saludarte.
Sabía que aquello no era 100% verdad.
- También he venido a animarte.
Le miré un poco dubitativa y recelosa.
- Aunque agradezco el gesto, no creo que sea del todo verdad ¿Qué
escondes?
Acompañado de un gesto dramático declaró que hería profundamente sus
sentimientos.
- ¡Vamos! Menos drama por favor, no ves que estoy en medio de una
tortura a manos de Atlas.
- ¿Cómo terminaste en esta situación?
- Fue algo que no pude evitar – sonreí forzadamente y levanté un poco
los hombros.
- ¿Quieres salir a cenar y platicar al respecto? Mis hermanos y yo
necesitamos de tus servicios éste fin de semana.
Comenzaba a ver con claridad el objeto de aquella visita.
- Atlas viene en camino, si no queremos estar en problemas nademos hacia
el otro lado.
Asentí y me puse en marcha con él a un lado, lo cual me sorprendió un
poco, no me detuve al llegar al otro lado, pues no quería que la furia de Atlas
alcanzara al trillizo también, me sorprendió que él me siguió y siguió y siguió
hasta que decidí detenerme en medio de aquel lugar.
- Debo preguntar – dije cuando él sacó también la cabeza del agua ¿Qué
demonios haces?
- Te lo dije, estoy aquí para animarte.
- Muy bien, ahora dime la verdad – exigí.
- Bien, pero debes prometer que no huirás después de que lo haga.
-¿Huir? ¿A dónde exactamente? Tengo un vigilante que me regresaría en
menos de tres movimientos y no deseo provocarlo, no el día de hoy.
- He venido por ti, durante mi exilio forzado pensé mejor las cosas y he
decidido que me lanzaré en tu conquista, tú te convertiste en algo deseable
para mí y deseo tener la oportunidad de cortejarte, de enamorarte y que decidas
que deseas ser mi esposa, tener hijos y vivir por siempre felices, he venido a
darte un aviso de cortesía, pues ahora estaré luchando por ti.
Mis ojos le miraron sin dar crédito
a aquello, o ellos no lo pensaron bien o fui yo la que no lo hizo.
- ¿Estas demente?
- Sabía que dirías algo similar pero oye ¿Estoy aquí, cierto? Entrenando
a tu lado.
- y debo pedirte que te retires, si Atlas se entera…
- Se enterará, mejor antes que después.
- Suficientes complicaciones tengo en mi vida.
- Verás que yo puedo ayudar a solucionarlas.
Estaba por solicitarle que se marchara, cuando sin ningún aviso una gran
ola nos atrapó y nos revolvió dentro de aquellas aguas. Logré emerger muy cerca
de donde se encontraba Atlas.
- Si ya terminaste tu visita social, continuemos con nuestro
entrenamiento – fueron sus únicas palabras.
Realmente no me faltaba mucho entrenamiento por completar, y quizás
fueron las palabras del trillizo las que ocuparon mis pensamientos, pero
completé aquel programa en automático, sin dejar de pensar en la escena que
acababa de suceder.
En el folleto promocional de los muchachos no mencionaba nada de éstas
situaciones.
Al terminar el entrenamiento él se
lanzó al agua y me sostuvo al vuelo, quise impedírselo, pero no tenía fuerza ni
para eso.
- No crees que estoy desgastándome a
éste paso y bajaré de peso en lugar de subir.
- Estamos creando músculo eso te
ayudará, confía – sonrió. Lo que me interesa saber es que hacía el Rubio aquí y
por qué diablos te hizo perder tanto tiempo.
- Cosas del trabajo.
- No conocen los límites, tendré que
hablar con él.
- No lo hagas, realmente quiero
continuar trabajando con ellos – le supliqué.
Guardó silencio.
-No prometo nada.
Como siempre – pensé.
Me cubrió con una enorme toalla y me condujo al vuelo hasta el carro. Al llegar a casa me di un
baño rápido y bajé a devorar la comida.
Mi entrenador estaba ahí también, bañado y luciendo relajado y bien
vestido como cada vez.
- Me siento feliz al ver que al menos tu apetito ha regresado. – Señaló Bruno
quien se encontraba recargado sobre el respaldo de su silla y me observaba
atento, tenía una taza de té frente a él la cual usualmente lo acompañaba en
las sobremesas.
Sonreí acomodando toda la comida en mi boca para que no saliera y poder
hablar.
-En mi defensa argumentaré que, yo solicité en más de una ocasión
permiso para entrenar, pero ustedes….
- Nosotros hacemos lo que creemos que es mejor para ti en conjunto con
Ramsés – Dijo Mario con una voz más bien seria, para no dejar lugar a dudas o
discusión.
Guardé prudente silencio y continué devorando mis alimentos.
- Saldremos un par de horas por la tarde
- Mencionó despreocupadamente Atlas.
Anticipé una respuesta distinta, incluso estaba disfrutando internamente
y por anticipado lo que pensé que serían sus acciones, sin embargo…
- Asegúrate de regresar a nuestra pequeña a horas adecuadas, los
horarios que están manejando actualmente requieren de un descanso eficaz por su
parte si quieren que BB no muera en el intento.
- Será algo rápido- afirmó Atlas – Estaremos aquí antes de la cena.
- Y yo aún estoy aquí – Dije muy molesta.
Estaban haciendo planes que me involucraban sin saber si yo accedería o
no.
Los muchachos se pusieron de pie y se marcharon sin decir nada más.
Yo estaba terminando mi comida y me encontraba satisfecha.
- Vamos – dijo Atlas en tono de orden.
- No
Me tomó del brazo y me solté de inmediato.
- No iré contigo a ningún lugar, no tengo ganas de verte más de lo
necesario. Continúa siendo mi casa y la de los muchachos, así que te invito a
salir por donde quiera que hayas entrado y dejarme en paz.
Tomó la silla que estaba a un lado mío y se sentó en ella, hizo girar mi
silla hasta que quedamos frente a frente.
- Diré esto de una vez. Al aceptar ser el segundo al mando, no solo me
pone sobre ti en nuestro organigrama, también me pone al nivel de los
muchachos.
Le miré directo a los ojos entendiendo lo que quería decir a la
perfección, yo debía obedecer sus órdenes, de no hacerlo o de llevar a cabo
alguna acción que el considerará una falta podría el ejecutar algún castigo sin
necesidad de justificarlo.
- Eso sin embargo – respondí, no te exime de invasión de propiedad
privada.
- Bueno, eso se puede explicar fácilmente cuando los dueños de la casa
sean requeridos a explicar cualquier malentendido.
- Ahora, acompáñame.
- Mi respuesta continúa siendo un rotundo no.
Me tomó del brazo y me arrastró literalmente hasta que pudo introducirme
en el coche, sin importar la resistencia que opuse, él fue más fuerte, sin
importar mis argumentos él ganó.
No hablé durante el trayecto. Esto estaba siendo cada día más difícil,
yo intentaba alejarle y él me quería más y más cerca.
El trayecto en carro nos demoró no más de diez minutos y nos detuvimos
en una de las partes más alejadas de los dominios de aquel lugar.
Descendió del auto y se dirigió hasta la puerta de mi lado para abrirla
y permitirme el paso.
Bajé sin aceptar su ayuda.
Una construcción en proceso estaba frente a nosotros.
Se puso frente a la misma y la
observó a detalle.
- Patea traseros, yo regresé por ti, únicamente por ti, cumplí mi
palabra y cumplí mi promesa. Esto es mi regalo para ti. Éste será nuestro
hogar, realiza las modificaciones que desees, lo decorarás cuando esté listo, todo
esto es tuyo, quizás no pueda poner el mundo a tus pies, pero al menos te daré
lo que esté en mis manos.
Mi cabeza no lograba procesar aquellas palabras, ¿Mío?
- No entiendo la totalidad de lo que acabas de decir, esto es una casa,
no, permíteme corregirlo, esto es una mansión, no creerás que puedo únicamente
decir “Gracias” y aceptarlo.
- Ahora que lo mencionas era más o menos lo que esperaba. Si puedo hacer
algo por ti lo haré, esto es solo la materialización de una de las tantas
promesas que te he hecho, yo soy tu roca, apóyate en mí, yo cuidaré de ti y
procuraré por ti, ésta construcción será tu hogar, nadie podrá entrar o salir
sin tu permiso incluso yo, ésta será tu fortaleza donde puedas sentirte segura.
Le miré a los ojos ¡Era demasiado, todos querían controlar mi vida,
mandar en ella!
Me di la vuelta dispuesta a
marcharme de ahí. Me detuvo rodeando mi cintura con un abrazo desde mi
espalda, su boca rozaba uno de mis lóbulos haciendo recorrer descargas
electrizantes sobre mi piel.
- No te marches, preciosa, por favor.
Permití que me envolviera en aquella caricia, me dejé abrazar por su
cuerpo, dejé las diferencias del día a un lado y me rendí, le tuve un año
lejos, solo quería estar con él sin importar si era sufriendo un entrenamiento
del demonio o entre sus brazos, solo quería estar con él. Me engañaba a mí
misma cuando le alejaba, cuando le rechazaba y con ello me autocastigaba por
haber elegido a Kevin, por haber aceptado su anillo.
Rápidamente sus manos se deslizaron por debajo de mi playera y rozaron
mi piel ocasionando descargas de placer.
No estaba jugando limpio.
Su boca me daba pequeños besos en la nuca eliminando el poco autocontrol
con el que ya contaba.
Mi mente gritaba ¡No!, pero mi traicionero cuerpo no se movía de aquel
lugar esperando que el placer solo fuera en incremento.
- Si quieres que me detenga éste es el momento de decir algo, susurró al
oído.
¿Qué te detengas? ¡Solo quiero girarme y saltarte encima! ¿Alguna vez
jugarás limpio? No tengo fuerza ni para pestañear ¿Crees que tendré fuerza o
voluntad para resistirme a tus encantos?
Apuestas a ganar, eso no es novedad, pero no es tan divertido cuando eres la
presa y no el cazador.
Una de sus manos se deslizó hacia el sur y la otra mano aprisionó uno de
mis pezones. Ambas manos me torturaron a placer, la mezcla de placer en el sur
y dolor en el norte hacían que mis sentidos enloquecieran y buscaran intentar
sin quererlo, liberarme de aquella prisión.
Mi voluntad se había desvanecido, ahora solo era un manojo de
sensaciones que disfrutaban de aquella tortura.
Me retiró la ropa que cubría mi parte inferior, dejándome desnuda.
Se arrodilló frente a mí y colocó mi pierna sobre su hombro para tener
acceso directo a mi sexo, a mi sabor, su boca atacó de inmediato con la
maestría que me había mostrado tantas ocasiones anteriores, sus manos se
deslizaron por entre mis piernas y sosteniendo mis glúteos me acercaba más y
más hacia él, tomé su cabeza y la acerqué aún más, mis caderas parecían tener
voluntad propia y se movían intentando encontrarse estratégicamente con su
lengua.
Lo que se siente no se piensa, definitivamente.
Arqueé mi espalda y llegué a mi punto máximo de placer sin limitaciones
o restricciones, soy ruidosa, espero que nadie nos haya escuchado.
Intensas sensaciones recorrían mi cuerpo aún por la mañana, puse la
alarma de mi despertador una hora antes para poder huir de aquel lugar sin aviso,
dos días habían sido suficientes para sufrir las torturas de Atlas, físicas y
emocionales.
Escapé sigilosame antes de que Atlas
fuera por mí, sé que me encontrarían por mi energía lo cual era mi siguiente
reto a superar en mi lista de “pendientes” para cuando regresara a mi
entrenamiento de tiempo completo: Lograr ocultar mis rastros energéticos para
no ser ubicada.
Jugué una carta oculta y con
ventaja, le llamé al trillizo Rubio y le dije que si quería tener una cita
conmigo ese era el momento… 15 minutos después de colgar ya estábamos con rumbo
desconocido…
- Huyes de Atlas, eso me queda claro
y cuando descubra que fui yo quién te ayudó me desollará vivo, así que lo justo
es que yo reciba una buena compensación por mi buen corazón.
Desde el momento en que marqué su
número telefónico sabía que el favor conllevaría un costo, y estaba dispuesta a
asumirlo. No podía irme en uno de los coches pues estaba huyendo y no quería
alertar a nadie. Era mi mejor alternativa con tan poco tiempo de antelación.
- Haré lo que me pidas.
- ¿Sea lo que sea?
- Siempre y cuando no sea nada
sexual – lo haré.
- Lo tomo, sonrió maliciosamente.
Iba aún con su pantalón de pijama y
una sudadera cualquiera, se puso unos tennis decentes.
Para la hora en la que Atlas debió haber
ido a buscarme nosotros llevábamos la tercera parte del camino recorrido,
adiviné el destino tan solo con ver lo letreros de la carretera, nos dirigíamos
a una ciudad colonial como mi ciudad natal, solo que con un poco más de cosas
por hacer y mejor infraestructura, siempre me ha gustado esa ciudad si he de
reconocerlo.
En el camino nos detuvimos por un
café, lo agradecí infinitamente.
En lo que fueron menos de 15 minutos desde la hora en que Atlas debió
darse cuenta de mi ausencia y hasta ese momento, tenía poco más de 50 llamadas
perdidas entre los muchachos y Atlas. Habría consecuencias pero no me detendría
a sopesarlas en ese momento.
Escuché algunos de los mensajes amenazantes de voz que me dejaron todos
y cada uno de ellos y sabía que un horrible castigo que se vería traducido en
marcas en mi piel, me esperaba al regreso.
Solo suspiré e inhale hondo.
- Haz que éste viaje valga la pena, le dije al trillizo, a mi regreso me
despellejaran viva.
- Comienza por apagar tu celular – estiró la mano para que se lo
entregara – si ya decidiste hacer esto, entonces hazlo bien deja ese momento
atrás, olvídate de todo, entrégate a éste momento, bríndame el honor de guiarte
por tu rebeldía.
Sin reparo le entregué el celular el cual apagó y lo guardó en la guantera
de su automóvil.
Pasaron quizás 30 minutos en los que Atlas llamó, él lo puso en altavoz
cuando contestó.
- BB ha desaparecido, si me entero de que tu visita de ayer está
relacionada con su huida, te arrancaré la cabeza y beberé tu sangre.
El trillizo rio fuertemente
- ¡Que violento! ¿Es una promesa?
- Dime donde esta BB y te mostraré algo de piedad.
- Bien, bien, BB está conmigo – dicho esto me hizo una señal para que
guardara silencio. Donde estamos no es de tu incumbencia, dijiste que te dijera
donde estaba ella, pues bien, ella está conmigo, el día de hoy la mantendré
ocupada, ya sabes cosas de negocios, no esperen por ella, quizás la devuelva
hoy por la noche, quizás hasta dentro de una semana.
- Hijo de….
Antes de poder escuchar el resto, el Rubio colgó.
Le miré enormemente sorprendida.
- ¿No tienes temor de él? ¿De lo que puedan hacer? Regresemos mejor…
- Mis intenciones son serias, BB, tan serias como mi declaración de
ayer. Si tú me pides ayuda te la brindaré a ojos cerrados tal como lo hice el día
de hoy. Estoy consciente de que el día de hoy no tendré tu corazón, esperaba
que tu cuerpo sí, pero respetaré tus límites - acompañó la declaración con un guiño de su
ojo, por lo que no sé determinar si lo dice en serio o no.
Atlas no puede hacer nada por nuestras acciones, al menos nada que se
encuentre en reglamento, lo que haga será únicamente personal y yo sé que es
personal desde que reconocí mis sentimientos por ti.
- ¿Atlas sabe…?
- No aún, pero no tardará en sacar sus conclusiones y después de hoy
será mejor que se lo diga en persona, después de esto todo se tornará bizarro
entre nosotros, y sé que ninguno de los dos quitará el dedo del renglón en
cuanto a ti concierne.
Él hacia parecer ver todo tan simple.
- Disfruta tu día que en verdad será inolvidable…
Me obligué a mí misma a olvidarme de lo que había dejado detrás,
finalmente yo sola puse mi trasero aquí y lo puse a él en la misma situación.
CONTINUARÁ...