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viernes, 31 de marzo de 2017

XV. Live Before you Die



Los días pasaban pero la tristeza y melancolía no  desaparecían, desafortunadamente me arrastraban con ellas y yo parecía no poder oponer resistencia.
Quizás 5 días habían pasado después de aquel acontecimiento y mi falta de apetito comenzaba a llamar la atención de los muchachos quienes por mi terrible historial, permanecieron muy cerca de mí, observando y supervisando.
- Estas comenzando a perder peso – dijo Mario sin rodeos durante la cena.
- Simplemente no me pasa la comida.
- BB…
- Lo sé, lo sé, no puedo darme ese lujo, apenas comenzaba a recuperarme…
- Es bueno que seas consciente, pero sería mejor si no cayeras nuevamente – señaló Bruno.
Dejé los cubiertos sobre el plato, desganada y en señal de derrota, la comida había ganado nuevamente la  batalla
Miré mi plato y mi garganta protestó cerrándose aún más.
- ¿Puedo retirarme? – pregunté con voz tranquila y queda ya que no tenía ganas de discutir.
- ¡No, no puedes! – exclamó Jason en un tono más bien calmo pero firme mirándome directo a los ojos.
Volví a sentarme en la silla pues ya llevaba la mitad del cuerpo levantado y recargué mi espalda en la silla en clara señal de fastidio, reconozco que no fue mi mejor reacción y tampoco generó la mejor en ellos.
Fije mi mirada en cualquier punto menos en sus ojos.
- No podrás continuar con tus entrenamientos si no comienzas a alimentarte como debes, te encuentras en el límite inferior de tu peso ¡Estamos hablando de tu salud y tu vida!
- ¡Carajo BB! – Exclamó sorpresivamente Jason quien no era usual que tuviera éste tipo de reacciones. Kevin murió y es un hecho lamentable, pero es tarea de los que quedamos atrás continuar nuestra vida y honrar sus enseñanzas ¿No consideras acaso que es demasiado cobarde morir con él simplemente porque le extrañas?
Solo en caso de que tu actitud irreverente derive en ello, debes saber que te perseguiré hasta el mismísimo infierno y te daré la lección de tu vida.
Estas palabras me hicieron reír de nervios. Tenía sentimientos encontrados al respecto.
¿Por qué me abandonaste Kevin? Tú me ayudaste a salir de mi situación y ahora me abandonas, no puedo yo sola.
Asentí con la cabeza. Esta vez no lloré.
- Buscaré refugio nuevamente en el Hot Yoga – dije finalmente intentando generar un poco de simpatía y al mismo tiempo que ellos estuviesen tranquilos -  que aun cuando no es lo mejor para mi peso, reconozco que la terapia en sí obró maravillas en mi espíritu y mi fuerza interior.
Resulta gracioso pues al principio me negué a la misma y Kevin fue quien logró enamorarme de ello, quizás es lo que necesito para sanar mi corazón de una vez y por todas de él, solo de su recuerdo, de lo que hizo con mi vida, del doloroso recuerdo que es él quien supo cómo sacar lo mejor de mí, me enamoró sin tomar prisioneros y luego… me abandonó. ¿Qué es lo que debo aprender de ello? ¿Cuál es su enseñanza?
Y no mentía, el calor siempre me ha tumbado hasta el nivel del suelo para permitirme a mí misma levantarme más fuerte, eso depende de mí  ésta vez llevaría más crédito pues lo haría por mí misma.
Se miraron entre ellos con esa complicidad propia de confidentes, amigos y hermanos que ellos compartían y asintieron.
- Es un avance. Puedes retirarte – señaló Mario. No olvides BB que no eres la única que ha perdido a alguien.
Esas palabras retumbaron en mi cabeza como miles de alfileres queriendo deshacer mi cerebro.
Muerte, tú bastarda, tú que nos tienes a todos anotados en tu lista. ¿Es divertido arruinar la vida de las personas de esa manera? ¿Te resulta entretenido manejar los hilos de todos nosotros cual marionetas y decidir quién te acompañará en un momento de aburrimiento? Desgraciada.
La noche me supo eterna, la obscuridad me absorbió con ella y la depresión tocó cada una de mis células hasta hacerme olvidar que yo soy luz, que la felicidad habita en mi cuerpo, que alguna vez mi vida fue normal.
Los días no eran más sencillos sin Kevin en ellos. Los muchachos cumplieron su palabra y pese a cualquier pronóstico, impidieron mi entrada a los entrenamientos.
Con o sin Hot Yoga mi peso y cuerpo me traicionaban
Armé tremendos alborotos pues yo  me presentaba cada día y ellos cada día me retiraban de sus filas.
Intenté engañar a la báscula pero no podía engañarlos a ellos quienes supervisaban mi alimentación con lupa.
Semanas pasaron en relativa calma, aunque no recuperé el apetito y mi peso, mi conducta no era suicida, me lo decía constantemente a fin de convencerme a mí misma de ello.
Evidentemente mis entrenamientos cesaron y ante la ausencia de mi compañero de entrenamiento de incógnito realmente no tenía ganas de hacer nada por lo que dediqué mi vida a no hacer nada. ¡Gravísimo error! Pues como diría mi abuelita, la ociosidad es la madre de todos los vicios.
Comencé a pensar en qué podría invertir mí tiempo y llegué al elefante blanco de mi vida: El concierto del grupo del chico de los tatuajes.
Entonces idee un plan que dese mi punto de vista me garantizaba un éxito total.
No quiero compartir con ellos mis planes ya que: a) no hay nadie de su entera confianza para que me acompañara y b) Eso derivaría en que uno de ellos querría acompañarme.
Esas eran las dos principales razones por las cuales mantendría mis planes en secreto y dado que  externaron su preocupación referente a mis actividades en su ausencia les comenté que quizás iría con mis papás, no era verdad, pero tampoco era una mentira.
La siguiente semana los muchachos estarían fuera por lo que yo aprovecharía para ir y regresar al concierto sin que nadie se enterase, era un plan a prueba de fallos. Era lo que necesitaba para distraerme, para rebelarme, para, para… ¡Para sentirme viva nuevamente!
Hablé con el chico de los tatuajes para afinar los detalles. Estaba cansada de estar triste ¡Ya no quería estarlo más!
No quise tentar a mi destino con su amigo, al cual si soy sincera estoy tratando de evitar ante la incapacidad de rechazarlo completamente por lo  que llegué justo el día del concierto, sin horas libres y justo para ver el espectáculo, Veronika tuvo a bien ir por mí al aeropuerto.
El espectáculo estaba por comenzar y me atrevo a afirmar que solo esperaban por mí para iniciarlo.
¡Mi lugar era de lujo! Me colgaron un gafete que decía “Ella puede entrar a cualquier parte”. Esa clase de atención y apapacha miento es lo que yo necesitaba por aquellos días.
Me convencí de haber tomado la decisión correcta.
¡Por supuesto que canté y grité con todas mis fuerzas cada una de sus canciones!, porque de ésta manera canalizaba un poco del sentimiento que tenía en mi interior.
Me recordó al concierto al que asistí con Atlas.  Puedo entender a la gente que vive dentro de aquel mundo, esos espectáculos lo llenan de energía a una, lo transportan a otros lugares, le hacen olvidar por unos momentos lo mierda que es la vida.
Seguí muy de cerca el desarrollo de todo el espectáculo.
Escuché que anunciaban un evento único en aquel espectáculo: “Los integrantes del grupo habían seleccionado a 5 afortunadas individuas a las cuales  llevarían hasta el escenario para cantarles en una especie de serenata privada”. Todo esto se estaba proyectando en una pantalla gigante al fondo del escenario.
En ese momento puse especial atención en cómo se estaba desarrollando todo para no perder detalle  y ver a las afortunadas.
Fue entonces que el bombón suculento apareció de la nada junto a mí sorprendiéndome agradablemente con un beso en la mejilla al tiempo que me tomaba por la cintura.
- Vamos - dijo con una sonrisa única y propia de él.
Me tomó de la mano y me condujo hasta el escenario el cual estaba preparado con 5 bancos altos al centro del escenario.
Cuatro afortunadas chicas de entre el público, ya se encontraban ocupando sus lugares y el bombón me ubicó en el último disponible.
Quedé sorprendida y deslumbrada por la sensación de estar en aquel lugar, es simplemente que te hace sentir poderosa, que te puedes comer al mundo, que ¡Eres alguien importante en este universo!
La dinámica era sencilla y sacada de un cuento de  hadas. Uno de ellos estaría cantando la canción frente a ti, casi al oído además de que te entregaba un ramo de rosas (El mío era blanco y el de las otras chicas eran rojas).
¡Esto le levanta el ánimo a cualquiera! Te hacen sentir especial y caminando entre las nubes. Tus ídolos entonando una romántica canción para ti solo para ti (Esto claro si ignoras al público detrás de ti).
Inesperadamente y sin pedirlo el bombón suculento me dio un breve beso en los labios, duró poco más de tres segundos y me llevó directamente hasta el cielo.
Claro que rodaron lágrimas por mis mejillas, las cuales apuesto que él interpretó equivocadamente, pero yo simplemente estaba limpiando mi alma de la ausencia de aquel (aquellos) por la cual aún lloraba.
Cuando terminó el espectáculo mi intención era la de huir de regreso a casa, solo que Verónika lo impidió hábilmente.
- Tu habitación está preparada y XXXXXXX espera por ti.
Sin darme tiempo a tener una reacción medianamente decente, me arrastró hasta mi destino.
El suculento bombón atendió al llamado de la puerta usando únicamente una bata de baño, se notaba que recién había tomado una ducha.
Me tomó del brazo y me introdujo en aquella habitación cerrando la puerta tras de nosotros.
- Hola tú – dijo de inmediato.
- Hola – sonreí tímidamente.
La habitación estaba acondicionada en la semi-penumbra, había también pétalos de rosas esparcidos por ahí y velas aromáticas complementaban el ambiente.
- Esto deberá cubrir con tus expectativas – afirmó, exclamando un fuerte ¡Feliz cumpleaños! Después de eso.
Sonreí al recordar la charla que tuvimos y en la cual le solicite detalladamente lo que quería para mi cumpleaños, claro en esos momentos mi vida era distinta.
En una mesita estaba servida una pequeña cena, la cual adivino, no era el objeto principal de tenerme allá.
Juro por Dios que en otro momento, en otra vida, en otra situación yo ya estaría sobre de él quitándole aquella bata para dejarlo como Dios lo trajo a éste mundo y me lo estaría devorando sin ninguna restricción o prejuicio.
- ¿Deseas primero la cena o el postre?  - preguntó de manera muy, pero muy sugestiva, jalando un poco con sus manos las banda  que sujetaba por la cintura aquella bata sobre su cuerpo de Adonis.
Por primera vez no sabía que decir  o cómo actuar.
Simplemente sonreí.
Él por el contrario tenía claro lo que quería, no puedo decir a ciencia cierta que  sabía que él lo deseara, simplemente como diría mi buen amigo “A” ¿A quién le dan, que llore?
Nos sentamos a disfrutar de la cena, de la cual únicamente tomé unos pequeños trozos.
Sonreí educadamente agradeciendo el gesto y la cena, al final de todo yo fui la que solicitó a detalle todo aquello.
Reí para mis adentros hablando con mi yo interno – Cuidado con lo que deseas ya que puede hacerse realidad y puede no gustarte finalmente.
Quería únicamente agradecerle por todas sus atenciones y retirarme de ahí, pero antes de que pudiera hacer o decir algo él ya me estaba poniendo de pie, tomando mi  cabeza con sus manos y estampándome tremendo beso que hizo flaquear mis rodillas, por la sorpresa y por lo excelentemente bien ejecutado de aquella maniobra.
¡Me sentí invadida! Totalmente indefensa ante su ataque que no  estaba dejando prisioneros tras de él. No puedo decir que no lo haya pedido, no puedo afirmar que no lo haya deseado, pero…
Nos llevó directo a la cama y en un solo movimiento él ya se encontraba desnudo poniendo de inmediato manos a la obra para desnudarme a mí también, sin dejar de besarme e invadir mi cuerpo con sus dedos, sus huellas quedaban impresas en mi piel como si estuviesen hirviendo, no era tierno, era más bien tosco y rudo, ésta vez no me agradaba esto.
¡Yo no quería!
¡Yo no lo deseaba!
En un momento me vi indefensa y siendo una víctima y eso no lo podía tolerar.
No fui creada para permitir tal abuso, no sería débil.
- Espera – dije apenas pudiendo separar mis labios de los de él y encontrando un respiro de aquel ataque.
Mi miró directo a los ojos mismos que ahora  estaban llenos de furia.
Se puso de pie y comenzó a gritar
- ¡¿Qué espere?! ¡Ya he sido muy paciente!  ¡Me he tomado todas estas molestias esperando por que te decidas entregarte a mí! ¡Ya no esperaré más! ¿Sabes cuantas mujeres desearían estar en tu lugar? ¡Tomaré lo que me corresponde!
Le miré sin dar crédito a aquellas palabras aunque no puedo decir que me sorprendieran.
En ese momento todo cobró sentido, yo solo era un premio para él, me sentí la mujer más tonta del planeta.
- Entonces elige a una de ellas – respondí en el mismo tono- No haré esto contigo o con nadie más simplemente por el gusto de hacerlo, ¡Al menos creí que tendrías algún sentimiento por mí! ¡Creí todas tus mentiras y estupideces que hablaban de agradecimiento!
- Solo para que te quede claro -  dije al momento de que le di una gran bofetada – ¡No tienes derecho a tomar nada que yo no te permita!
Quedó impactado por mi reacción y apuesto mi apellido a que también quedó impactado por mis palabras, esto no debe sucederle muy frecuentemente.
¡Mujeres estúpidas que alientan estas situaciones! Y yo pasé a formar esas filas.
Así, semi - desnuda caminé hacia la puerta sin esperar o anticipar ninguna reacción de él.
Intentó sujetarme pero no tendría más fuerza que yo.
Esta vez no me encontraba indefensa, había encontrado mi amor propio y ello me serviría de ancla y  de fortaleza para hacerle frente.
Salí de su recámara con las prendas de ropa mitad colocadas correctamente, mitad fuera de su lugar, sus guardias fueron discretos y bajaron la mirada.
Después me pregunté ¿Cuántas escenas habrían presenciado de  aquella índole? Realmente nadie podría acusarlo de nada pues una entraba a aquel lugar voluntariamente.
Mi mundo se derrumbó en ese momento, no sabía a donde dirigirme y lo peor era que él no había salido en mi búsqueda, pidiendo perdón o algo por el estilo.
Mientras caminaba por el pasillo, vistiéndome, uno de los amigos de XXXXX me encontró, vi la escena y lágrimas en mis ojos.
Ahora que lo pienso él no preguntó que sucedía, seguramente él ya lo sabía, y eso era aún más patético. Todos ellos lo eran, él por hacerlo, ellos por no impedirlo.
Me invitó a pasar a su recámara para que me tranquilizara y terminara de vestirme.
- ¿Quieres llamar a alguien? 
Negué con la cabeza sólo necesitaba unos momentos para poder recuperarme, él asintió. Se ubicó a un lado mío y comenzó a fumarse un cigarro.
De repente alguien abrió la puerta, y ahí estaba él con la mirada endurecida.
- ¿Ahora te consolará él? Debes saber que ella acaba de salir de mi cama – le gritó a su confundido amigo quien no supo que hacer o como responder cuando se  lanzó a golpes sobre él sin  preguntar antes nada, su equipo de seguridad entró de  inmediato al escuchar el alboroto. Estos tipos realmente tenían problemas, todos ellos.
Yo aparentemente tenía debilidad por patanes como él.
Me puse de pie sin intervenir. Esta vez no era mi lucha.
Me retiré de ahí  intentando pegar los pedazos que aún quedaban de mí y caminé hacia la habitación que Verónika había preparado para mí, la cual irrisoriamente tendría un uso después de todo.
 Antes de que llegara pude ver una imagen familiar, una silueta recargada  sobre su espalda a un costado de la puerta de mi habitación como si esperara por alguien.
Esperaba por mí.
Me acerqué un poco más y distinguí completamente aquella cara familiar: César.
Detuve mi paso, solo que él corrió hacia mí cuando vió mi rostro.
Me derrumbé finalmente dejando que el sostuviera mi peso. Abrió mi habitación y nos introdujimos en ella.
No tenía más lágrimas para derramar y me negaba a derramar lágrimas por él.
Por unos momentos quedé en estado de pausa sin hacer o decir nada, simplemente  mirando al infinito y meditando lo estúpida que había sido caminando sobre mis pasos y torturándome con ello.
- ¿Cómo? – Me aclaré la garganta - ¿Cómo supiste  donde encontrarme? ¿Cómo sabías que me encontraba aquí?
- Llamé a casa y no obtuve respuesta. Sabía que no estabas con tu mamá pues fue ella quien  llamó para preguntar si estabas bien ya que no habías pasado tiempo con ellos.
Gracias Mamá.
-  Estas castigada de por vida, en caso de  que te interese saberlo – dijo riendo para suavizar el ambiente, solo que sabía que no mentía. ¿Por qué?, Dime BB, ¡Ilústrame! ¿Por qué insistes en esta rebeldía?
Encendió otro cigarro y se colocó cerca de la ventana.
- El plan era perfecto… ¡Ustedes no deberían enterarse! He venido aquí únicamente a distraerme, pero si les decía algo, ustedes no accederían fácilmente, siempre sobre piensan todo.
- ¿Tu mejor y única solución fue mentir y escapar?
- No escapé ¿Qué  más da que me encuentre aquí o allá cuando no puedo entrenar?
- ¡Claro que importa cuando te veo llegar en éstas condiciones a tu habitación! Quiero arrancarle los ojos al que generó esto y estoy luchando contra todos mis demonios internos pues sé que es una batalla que deberás librar tu sola, a menos que…
Sonreí mirando al infinito.
- Libraré sola esta batalla. – confirmé. No sabía que fumaras – intenté cambiar el tema.
Ese fue mi patético intento por desviar el tema.
Lo hago cuando no veo una salida sencilla a mis problemas, o cuando mi sobrina decide escapar sin dejar un aviso detrás.
- ¿Cómo supiste la habitación en la cual estaba hospedada?
- Un poco de mi encanto con la recepcionista – guiñó un ojo y me miró.
Reí
- Los demás…
- No BB, no lo saben, he venido aquí solo.
- Tú…
- Aún no decido si les diré o no.
- Será difícil justificar un castigo si no saben la causa.
- Eso no será problema –créeme, levantó un ceja y detecté un breve temblor en sus manos y su voz, que lo único que me indicaban era que estaba intentando dominarse.
Guardamos silencio por unos momentos al tiempo que intentábamos recobrar o regular el ritmo de nuestra respiración.
- Sé que no merezco tus favores, pero ¿Podemos dejar esto entre nosotros? Ni tú ni nadie debía enterarse y ahora resultó todo en un acto vergonzoso.
Dio otra jalada al cigarro y me miró interesado.
- ¿Qué propones?
- Es difícil de creer, pero te prometo obediencia completa y total durante los siguientes meses hasta que llegue Atlas, he probado hacer las cosas a mi manera y evidentemente no están funcionando.
- ¿Hasta que llegue Atlas? No es un tiempo muy largo.
Reí.
- Cuando él llegue será el a quien le confíen mi cuidado durante sus ausencias ¿Me equivoco?
No afirmó o negó.
- Desde hoy, desde hoy quiero tu obediencia  pero no solo eso, después de que llegue Atlas quiero que seas una alumna modelo en mi clase o mis castigos serán peor contigo que con el resto.
Titubee
- ¿No estas segura que de que puedes ser obediente?
Hoooo  ¡Lo estoy muchacho! siempre apelando a mi orgullo.
- Acepto.
Tomó mis pocas pertenencias, me rodeó el cuello con su enorme brazo y caminamos a la puerta.
- Por lo pronto nos iremos de aquí, éste no es un lugar para ti.
- ¿Estoy Castigada?
- ¡Lo estas! Apuesta por ello y aun lo peor no ha llegado
Tragué saliva.
Cuando caminábamos por el pasillo el chico de los tatuajes me miró.
Me solté del abrazo de César y caminé con furia hacia él. Pero finalmente él no había tenido la culpa de nada y conforme avanzaba el carácter se me bajó.
Bajó la mirada.
- Yo…
- No digas nada. Solo haz favor de nunca más contactarme, no deseo saber nada de ustedes nunca  más en mi puta vida, lograron que los odiara más que nunca ¡Gracias!
Miró a César.
- Él es mi papá – dije – si no quieres que corra tras de ti y te destroce ¡Corre de una vez!
No lo dudó y César sonrió maléficamente, intentaré relatar lo más apegado a la realidad como es que yo lo vi: Aventó un poco el hombro izquierdo hacia adelante, levantó una ceja y recargó su peso en la pierna derecha, su vestimenta con chamarra de cuero era intimidante aunada a su altura. Levantó una ceja y dio una calada a su maldito cigarro, levantó la comisura de los labios al tiempo que expulsaba el humo del cigarro.
Con esta escena era difícil que alguien no se intimidara…

CONTINUARÁ...

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