- ¿Recuerdas cuando nos conocimos?
Le miré de re-ojo, pues yo tenía la cabeza recargada
en mi asiento y los ojos cerrados aun cuando no podía dormir, muchas cosas
pasaban por mi cabeza y emociones por mi cuerpo.
- Apenas si lo recuerdo – mentí evidentemente.
- Yo lo recuerdo completamente – afirmó al tiempo que
recostaba su cabeza en el asiento y miraba el techo del avión el cual queda a
escasos centímetros de nosotros.
Mis emociones aún no se asientan así que podemos decir
que respondo con el corazón y no con la cabeza.
- ¿Qué parte? – respondí ¿La parte donde iba a patearte
el trasero o la parte donde quedaste como un idiota parado buscándome cuando
escapé de ti?
Mi voz no sonaba con emoción -según yo – pero estoy
segura de que algo entre furia y diversión pudo haber descrito mis palabras.
- ¡Ah! ¡Entonces si recuerdas! - El rió ante mi
provocación, recuerda que este idiota se salió con la suya.
Me sentí una total idiota apenas salieron esas
palabras de su boca, no puedo recordar que él juega este juego mucho mejor que
yo, el piensa con la cabeza y aparentemente yo lo hago con los pies.
- Como ahora – afirmé haciendo hincapié en la
situación en la cual me encontraba actualmente- realmente no veo la diferencia
entre una situación y otra, pero lo que si veo es un maldito patrón.
- ¿Recuerdas el día que salimos a comprar tu vestido
de graduación?
¿Qué si lo recordaba? ¡Dioses y Demonios! Recordaba cada
maldito detalle, cada maldito gesto, cada maldito aroma, mi memoria no tenía un
botón de re-set. Recuerdo exactamente el menú que degustamos ese día y como
robó un pedazo de mi postre con MI maldita cuchara y todos los sentimientos y
sensaciones que aquello despertó en mí.
- Realmente no – mentí acomodándome en mi asiento, el
vuelo era largo.
-Lo dudo – respondió él. Todo está documentado, de
manera muuuuuuy detallada aquí…
En ese momento abrí los ojos y vi como tenía abierto
mi blog en su iPad.
Atraje
muchas miradas a continuación cuando intenté por todos los medios quitarle ese
dispositivo de sus manos.
- ¿Qué
diablos? ¡Atlas! ¡Eso es privado!
- Si
fuera privado no estuviera colgado en la red.
- ¡Es
privado desde que no esperaba que te enteraras! ¡Dioses y Demonios!
El continuaba
deslizando su dedo sobre la pantalla, un post tras otro desfilaba ante mis ojos
sin la posibilidad de hacer nada.
-
Demasiado detallado, diría yo, escandalosos detalles ¡Publicaste toda tu vida y
nuestros detalles íntimos!
- ¡No
estaba destinado a que lo leyeras!
Un par
de voces gritó para que les compartiera la dirección… siendo olímpicamente
ignorados por él.
- “Reto
Aceptado” leyó. Haciendo pausa entre palabra y palabra, encargándose de
recalcar cada letra en ella.
Giré la
cabeza viéndole furiosamente a los ojos.
- Furia
en tus ojos es mucho mejor que verte cómo te he visto en las últimas semanas.
-
¡Calla!
Claro
que recordaba cada mínimo detalle, he leído y re leído aquellos posts hasta el
cansancio.
- No
estaba destinado a que TÚ lo leyeras – enfaticé cruzando los brazos sobre mi
pecho y sintiendo como la bilis subía por mi garganta.
- “Reto Aceptado” mencionó nuevamente.
¿Enserio?
¿Cómo espera que me convierta en su esposa cuando no puedo mirarle a los
malditos ojos?
- Mis
palabras no fueron lanzadas al aire patea traseros, te recuerdo que, mi
paciencia es infinita y siempre obtengo lo que quiero.
-¡Buena suerte con eso!
Esas
fueron mis últimas palabras antes de colocarme el antifaz que no me serviría de
nada en aquel incómodo espacio, los audífonos para tratar de acallar las voces
en mi mente y al mismo tiempo aislarme del mundo exterior.
No
hablamos mucho el resto del camino. Finalmente, el viaje llegó a su fin. Estoy
segura de que él lo agradecía tanto como yo, por diferentes razones, pero lo
agradecía.
Al
poner un pie en aquel aeropuerto millones de sentimientos se agolparon en mi
pecho, todo el aire que contenía mi cuerpo abandonó mi ser en un solo
movimiento. Perdí el equilibrio por unos momentos.
- ¿Te encuentras bien patea traseros? –
se acercó él inmediatamente.
Afirmé
con la cabeza. Me condujo hasta donde encontró un lugar donde pudiera sentarme
y se dirigió por nuestro equipaje.
Para ser una persona tan fuerte eres muy
débil – Recordé esa frase de un libro que leí. Internamente me alegré por
no haber ido sola, concluyendo en el acto que no me quedaría ahí más de lo
necesario.
Un día a la vez. Un día a la vez. Me
repetí apretando mi pecho, intentando juntar todos los pedazos de mi alma,
cuerpo y corazón en la antigua yo.
Las
sorpresas no terminaban y continuaban apareciendo, en serio que el Karma es un
experto o experta para encontrar los mejores momentos donde puede pasar a
cobrar su infinita factura, la cual estoy convencida que no terminaré de pagar
en esta vida. Una persona con mi
nombre esperaba por nosotros, no se necesita ser un maldito genio para sumar
dos más dos.
Miré a
Atlas y asintió sin estar completamente convencido, pero al final subió conmigo
en aquel auto.
Llegué
a la casa y era ÉL quien esperaba por mí, aquél maldito y despreciable ser, que
tendió su telaraña y me invitó a subirme a ésta tan seductoramente que me
resultó irresistible, caí en el acto, pero no solo caí ¡Me quedé en ella para
morir lentamente!
Lo
maldije y me maldije, pues finalmente esto llegó tan lejos como yo le permití
llegar. ¡Maldito seas por siempre, que todos los Dioses y los demonios te
permitan vivir para siempre!
Tuve
que reunir todas mis fuerzas para no lanzarme contra él.
Respiré
profundamente muchas veces y comencé a caminar. Recuerdo
nítidamente la primera vez que atravesé ese salón, tenía nervios, pero era por
una razón totalmente distinta.
Las
cosas se complican en un segundo, de eso estoy convencida.
La hermana
de Alex atravesó el lugar a toda velocidad hasta quedar frente a frente conmigo
únicamente para dejar plantada la palma de su mano en mi cara. Debo de decir
que me sorprendí del grado de la acción más no por la acción en sí.
Atlas
se interpuso de inmediato entre nosotros empujándola un poco hacia adelante, le
coloqué de inmediato la mano en el hombro a fin de detener alguna reacción por
su parte.
- ¡Te
recibimos en esta casa como un integrante más, prácticamente como familia, y tú
decidiste no solo dejar a mi hermano por alguien más, si no que tienes el
descaro de traerlo a nuestro hogar!
Ella
hablaba a gritos y señalaba furiosamente a Atlas, su rostro era color rojo
encendido y sus ojos querían asesinarme en ese mismo instante.
Algunos
de los familiares se habían acercado ya. ¡Tremendo espectáculo el que estábamos
montando!
Voltee
a verle.
No dijo
nada. Parado frente a nosotros con sus ojos fríos, brazos cruzados y su rostro
sin expresión.
- Mentiste
¿Cierto?
No
permití que respondiera, hablé de inmediato con voz lo suficientemente alta
para que todos escucharan, solo rogaba pro que la voz no se me quebrara.
- Me
encuentro aquí para atender los deseos de ELLA, no el de ninguno de ustedes. ¡Asegúrense
de tener la historia correcta antes de tomar la decisión si soy o no bienvenida
aquí! Lo cual, a estas alturas y si soy honesta, me viene sin cuidado, haré lo
que vine a hacer y me marchare por donde vine.
Crearon
una barrera intentando detener mi paso. Casi fue irrisorio, pues no necesité
más que dos movimientos para pasar a través de ellos.
Entramos
sigilosamente a aquella habitación. Atendiendo las normas básicas de educación
le pedí a Atlas esperar del otro lado de la puerta.
Me
acerqué a su cama.
Realmente
es difícil pensar que ese respiro puede ser el último. Saludé de manera tierna y suave, con una sonrisa en mis
labios.
Ella
sonrió respondiendo a mi saludo, estiró su mano hasta tocar la mía.
-
Llegaste.
Afirmé
al ser incapaz de responder, pues la voz se me hubiera quebrado.
- Lo
lamento – dijo ella.
Le miré
sin entender.
- Me
disculpo por lo que haya pasado entre tú y mi nieto, siempre hay dos versiones
de una historia y yo solo he escuchado la de él. Sé que fue un tonto al dejarte
ir - tosió un poco.
- No
tenemos nada que lamentar – respondí limpiándome las lágrimas. Quédate con la
historia que él te haya contado, cualquiera que sea, solo me importa estar aquí
contigo acompañándote.
Ella
sonrió.
-
Además – hablé nuevamente, te traje esto de regreso.
Le puse
entre sus manos el anillo que porté durante algún tiempo en señal de
compromiso.
-Deseo
que lo conserves empujó mi mano de regreso hacia mí.
- No podría,
aunque quisiera, ahora soy una persona non grata para tu familia – sonreí –
Ellos no permitirían que me quedara con esta linda joya.
Con
gran esfuerzo ella se reacomodó a fin de sentarse un poco más.
En ese
momento la hermana de Alex y Alex atravesaron la puerta, le rogaron que
permaneciera acostada y que no realizara esfuerzos. Intentaron, por supuesto
hacerme salir.
Sonreí
internamente cuando ella prácticamente de aquel lugar, de hecho, corrió a todos
hasta quedarnos ella y yo a solas.
Atlas
logró colarse en medio de toda la confusión, únicamente me di cuenta de ello,
pues la abuelita de Alex le miraba fijamente y por acto reflejo volteé la
mirada hacia donde ella sostenía la suya. El simplemente estaba ahí, vigilando,
esperando.
Por
unos momentos muchos colores subieron a mi rostro, pero unos momentos después
todo se relajó.
Miró el
anillo que tenía en sus manos, emitió un largo suspiro y me miró nuevamente a
los ojos al tiempo que acariciaba mi mejilla.
- ¿Es
él el indicado?
Miré a
Atlas y el corazón me brincó y dolió al mismo tiempo. Pero éste no era mi
momento así que decidí dejar todos mis sentimientos y problemas emocionales a
un lado.
Sonreí
amablemente.
- Necesitas
descansar. – Respondí intentando desviar el curso de la conversación.
Ella
respondió de la misma manera con una intención similar.
- Este
anillo – comenzó a decir – Es mi deseo que lo tengas.
-
Pero….
Ella me
interrumpió antes de poder decir nada.
- La
persona que te acompaña – hizo una pausa – Es Atlas. Afirmó.
Incliné
un poco la cabeza, me sentía avergonzada por haberlo llevado, sobre todo
después del recibimiento tan poco amigable, pero justificado de su familia.
Tomé sus manos entre las mías y simplemente no pude hablar, si lo hacía las
lágrimas se derramarían inevitablemente.
Él
estaba haciéndome compañía, era la cruda verdad, pero también me estaba
aprovechando de su excelente corazón y me estaba aferrando a él para encontrar
la fuerza que requería hoy día estar ahí.
- No te
preocupes querida.
¡Ella
me estaba consolando, aún en su lecho de muerte!
- Antes
de casarme con mi difunto esposo, yo también conocí a mi “Atlas”.
Entonces levanté la mirada para
adentrarme en la suya… ¡Tenía mi atención!
-
Durante la primavera del año XXXX mi padre me informó que, para el otoño de ese
mismo año, me casaría con mi ahora difunto esposo.
Pude
ver en su rostro, el mismo dejé de resignación que yo tenía hace algunos meses.
Es increíble como las cosas se están presentando en este punto.
-
Matrimonios arreglados era algo que ya no era acostumbrado para esos tiempos,
sin embargo, mi papá creyó que era lo mejor para la familia. Siendo yo su
primogénita, arregló todo. No podía negarme, eran otros tiempos…
Pensé
que con el tiempo le llegaría a amar, no le conocía pues pertenecíamos a grupos
distintos y él era más grande que yo. Claro que esperaba que al menos fuera
bien parecido.
No
tenía otra alternativa fuera de esperar mi destino, atendería los deseos de mi
padre y rezar por que Dios me diera fuerza para poder soportarlo todo.
Desafortunadamente
para todos – hizo una pausa, emitió un gran suspiro – conocí a alguien más.
A estas alturas ya sabía cómo había
terminado todo, pero supongo que era algo que ella necesitaba platicar antes
de…
- Él
era un extranjero, moreno, alto, ojos negros y profundos, un aventurero que
tenía pláticas únicas e interesantes.
Tosía y
la respiración se entrecortaba.
- Sin
planearlo mucho vivimos un romance apasionado – dicho esto su semblante se
iluminó y parecía haber recobrado un poco de la vida que se le escaba a cada
respiro.
Nos
complementábamos en cada uno de los aspectos y el sexo ¡Dios! Fue el mejor sexo
de mi vida. Una risilla traviesa se escapó de sus labios. Ella continuaba
sosteniendo el anillo.
Yo me
encontraba sentada a un lado y frente a ella, escuchando atentamente, pues era
lo único que podía hacer a esas alturas. Era solo cuestión de tiempo. Atlas no
se movió de su lugar y se encontraba a una respetuosa distancia. El ambiente
era tenso más por las personas fuera de la habitación que por nosotros. Había
flores en la habitación, pero su aroma se sustituía por el aroma a medicina y
aparatos de hospital.
Siempre he deseado morir mientras duermo,
pero por como he conducido mi vida hasta ahora, dudo que pueda tener semejante
honor – pensé mientras tomaba su mano.
Suspiró
mirando hacia el horizonte y si me preguntan puedo jurar que se encontraba
viendo a Atlas.
- Evidentemente y con tan solo un par de semanas de relación,
decidimos estar juntos para siempre, no había nadie en el mundo mejor para mí
que él y viceversa. Conocía mi situación y entonces hablamos de escapar juntos,
iríamos a México (coincidencia???) Su próxima parada sería ahí, tenía algunos
negocios que atender.
Él me hablaba de energías, de personas únicas y
especiales…
¡Tenía mi atención señora! – Ahora mi concentración estaba al ciento por
ciento con ella, pero sobre el tema no dijo nada más.
¿Cómo era aquello posible y que nueva sorpresa me esperaba?
- Ese día él me dio este anillo – bajó la mirada y la
posó sobre la pieza de joyería - una
pieza que no es única, él tenía dos piedras similares las había encontrado en
un exótico país, las mandó montar cuando nos conocimos, una para él y la otra
para mí. Daba igual si era un rubí, una esmeralda o una roca. ¡Era solo mía!
Nunca supe qué tipo de piedra era, nunca quise saberlo.
Había
tomado una decisión ¡No me casaría con la persona que mi papá había elegido, no
cuando había encontrado el amor verdadero!
La
noche en que decidí hablar con mis padres, él me acompañaba, como el caballero
que era no me dejaría sola en esa situación, entonces con nuestro amor como
bandera nos enfrentaríamos al mundo ¡Un gran paso para mí! Y un escándalo en la
familia.
En ese momento estaba decidida a comenzar una nueva
vida a su lado, por lo que me hablaba llena de aventuras, todo parecía estar
sacado de un cuento ¿Sabes?
Esperaba
un gran escándalo, una gran batalla, pero no me importaba ¡Él me había
proporcionado el valor que necesitaba! Me enfrentaría a mi padre y sin importar
si contaba con su bendición o no, nosotros ya teníamos los boletos de ida.
Desafortunadamente
la vida me puso a prueba, esa noche cuando llegué a casa decidida a hablar con
ellos y al recibir la noticia, mi padre sufrió un ataque al corazón.
En un
segundo toda mi vida y mi mundo cambiaron.
Esa
noche en el hospital, de la mano de mi madre, descubrí que nuestra situación
financiera era terrible. No podríamos pagar la cuenta de un hospital. ¡No
podíamos darnos el lujo de pagar la comida siquiera!
Entonces
llegó mi difunto esposo y se hizo cargo de todo, fue el momento en que le
conocí y nos presentaron oficialmente.
Podrás
entender que ahora había adquirido un compromiso moral, sin el seguimiento
médico adecuado mi padre no sobreviviría. Y aun después de su recuperación, no
podría trabajar. Evidentemente con el dinero de mi difunto esposo mi padre no
solo tendría los mejores cuidados, si no que mi familia no tendría que
preocuparse financieramente nunca más. Debía hacerlo.
Me
sentía culpable, pues aún pienso que fui quién ocasionó aquello a mi padre. Mi
matrimonio fue la manera de pagar esa deuda que siempre creí tener.
Le vi
una última vez, un último encuentro, un último adiós. El me juró que podía
ayudarme, pero ahora estaba atada en una manera que él, siendo un alma libre,
no comprendía. Me pidió esperar, él podría regresar a solucionar todo aquello.
No lo
medité mucho.
Después
de todo él era un extraño que no tenía ningún lazo con mi familia solo el amor
que se suponía profesaba por mí. Se aferró a mí tanto que dolió.
- “Si
me amas déjame”.
Esas
fueron las últimas infames palabras que él escucho de mí. Antes de marcharse,
dejó el anillo en mis manos, me besó en la frente y se marchó, llevándose mi
corazón, junto con él. En el mismo instante que abrí la boca para decir
aquellas palabras, el cerró la suya y supe que jamás volvería. ¡Él me amaba!
No volví
a saber de él y con el tiempo supe que fue la peor y más estúpida decisión que
he tomado en mi vida.
Me miró
a los ojos.
- Sé
que tienes preguntas, pequeña BB. Es toda mi historia. Esta joya no es una joya
de MI familia. Es una joya de TU familia. Consérvala, como pago por la
ceremonia que te pedí. Honestamente no creí en nada de lo que él me contó hasta
que tú apareciste, cosa que nunca creí una coincidencia.
- Su
nombre – pregunte- Cual es su nombre.
Ella
sonrió.
- No he
dicho su nombre en muchos años. – quedó en silencio.
Miró a
Atlas y Atlas la miró a ella.
Antes
de que pudiera decir nada ella comenzó a hablar nuevamente.
- Me
quedaré con la historia que me contó mi nieto como has solicitado, misma que sé
que no es verdad. Mi nieto nunca fue tu felicidad, debes reconocerlo. Debes
estar al lado de aquel que hace tu cuerpo temblar con solo decir tu nombre, de
aquel que hace tus ojos brillar con un simple recuerdo, con aquel que, sin
importar tu pasado, se ha aferrado a tu presente y desea crear un futuro
juntos.
Nuevamente se miraron ella y Atlas.
Esas
miradas fueron como las miradas que los muchachos tenían entre ellos, me incomodaban,
pero ya estaba acostumbrada y lo más importante, ahora no me apresuraría por
respuestas.
Hablé
en voz tan baja para que él no me escuchara.
- El
problema no es él, el problema soy yo. ¿Cómo puedo siquiera pensar que lo
merezco, que merezco todo ese amor después de mis estúpidas decisiones?
Ella
sonrió, y acarició mi cabello.
- Ahora
ya sabes cómo es vivir lejos de él y tienes la oportunidad de elegir. Elige
sabiamente
Fuimos
interrumpidos por Alex, quién abrió la puerta y esta vez traía refuerzos. Toda
su familia ingresó y yo me despedí de ella con un beso en la frente.
- Esta
será nuestra despedida, le sonreí y recibí una sonrisa de regreso. Nos vemos
del otro lado ¡Donde quiera que eso sea!
De
inmediato caminé hacia la puerta.
- ¡No
es el momento de acobardarse! – Gritó desde su lecho.
No me
giré y Atlas me envolvió en un abrazo para salir de ahí.
Fui consciente
nuevamente del presente hasta que llegamos a nuestro destino. Lugar que conocía
perfectamente.
Guardé silencio,
pero me puse rígida.
Habíamos
llegado a XXXXXXXX y para mi sorpresa Atlas tenía la llave de aquel lugar.
-
¿Quieres hacer los honores? – preguntó ocultando la sonrisa que aquello le
provocaba.
Ciertamente
a estas alturas nada podía sorprenderme, pero ¿Esto?
- Bien,
lo haré yo. Respondió ante mi falta de acción o respuesta.
Abrió
la puerta hacia mi “Habitación en el fin del mundo”. Este había sido mi refugio
cuando desaparecí de todos ellos hace un tiempo, aquí fue donde me escondí,
donde pasé muchos momentos con Alex, donde pensé que iniciaría una nueva vida.
Estaba
un poco aturdida por todo esto.
Se introdujo en aquel lugar y se sentó en el sillón de
la sala.
El lugar ahora parecía carente de color, carente de
aquel calor y ternura con el que me recibió.
- ¿Lista para hablar?
- ¡¿Estas de broma?!
- No bromeó. Respondió con toda la seriedad que le fue
posible.
- Necesito salir de aquí. Respondí a cambio.
Creí que podría soportarlo. Cuando pensé en comprar
mis boletos, este sería mi destino, este sería mi refugio, pero ahora después
de lo que sucedió en casa de Alex, solo quiero quemar este lugar. Incluso el
aroma tan familiar para mí ahora quema mis fosas nasales.
- Antes, me gustaría saber, la razón por la cual
compraste esta propiedad.
Quedé pasmada. ¿Cómo lo sabía?
Se acercó hasta quedar de pie frente a mí y de manera
teatral dijo “Yo lo sé todo”.
A mi mente le estaba costando procesar todas aquellas
palabras, me sentía mareada, estaba perdiendo el equilibro, afortunadamente el
me sostenía de los brazos situado frente a mí.
- ¿Algo que quisieras conservar de aquí? – preguntó firme
y despreocupadamente quedando pendiente de mi respuesta.
Le miré un poco confusa al no saber a lo que se refería
con su pregunta.
Sacó de entre sus cosas los papeles que había firmado
antes de salir de viaje.
- La propiedad ya no es tuya – Hizo una pausa - No te
preocupes, me encargué de que el precio fuera superior al que pagaste.
Volví a mirarle muy asombrada.
- Además demolerán el lugar. – Dijo finalmente.
¡Dioses y Demonios! Atlas me cubría en todos mis
puntos débiles. Inevitablemente sus palabras llegaron a mi mente Puedo cuidarte incluso de ti misma.
Respiré profundo – No deseo sacar nada de aquí. Si van
a destruir el lugar que lo destruyan junto con mi pasado. Es una pena que no
puedan destruir también mis
recuerdos.
Me acerqué a la puerta de manera decidida, no titubee
ni un solo segundo, él me alcanzó abriendo la puerta para que pudiera salir.
Lamentablemente encontramos a un Alex que impedía
nuestra salida.
De inmediato Atlas se interpuso entre nosotros.
- ¡Siempre fue él! – gritó señalando a Atlas pero
mirándome a mí.
Quedé hecha piedra.
Alas lo estaba bloqueando completamente a fin de
evitar su entrada a aquel lugar, al cual accedió finalmente para evitar un
escándalo mayor.
Entró dando tumbos por su evidente estado de ebriedad.
- ¡Todo este lugar está lleno de recuerdos! ¡Fuiste
mía en cada espacio de este lugar! ¡¿Pero al final, siempre fue él?! ¡Nunca
tuve oportunidad!
Yo aún le miraba sin responder.
Atlas no le permitía acercarse a mí.
- Vendí el lugar porque me resultaba insoportable el
recuerdo de haberte tenido y perdido a causa de él, pero ahora ustedes están
aquí.
Le lanzó un golpe a Atlas, quien lo esquivó hábilmente.
Yo estaba dolida y la furia me subía por las venas.
Había muchas cosas que deseaba decirle, demasiadas cosas que quedaron
inconclusas. Si un sentimiento se apoderó de mi ese era el enojo desmedido
definitivamente, por lo que comencé a gritarle y a empujarle hacia atrás.
- Lo lamento Alex, lamento si fui injusta al haber
accedido a venir aquí sin aclarar mis sentimientos, pero supongo que estamos a
mano con las mentiras que le contaste a familia. ¿Sabes?, aún tengo los datos
de la reportera… quizás ella se interese por la historia…
¿De dónde diablos salió aquello? ¡No me reconocía!
- ¡Puedes contarle al mundo lo que hice! ¡Puedes tocar
de puerta en puerta! Eso me tiene sin cuidado. Yo solo te quería a ti. ¡Yo me
enamoré de ti! ¡Diablos Princess! Solo te quiero a ti.
Se arrodilló frente a mi abrazándose a mi pierna como
un niño desconsolado.
- ¡Estas demente! No tenemos nada más que hablar.
Me alegré de no sentir nada por él, no pena, no amor,
no simpatía.
- ¡Siempre fue él! Gritó una vez más haciéndome
enfurecer.
Me lo sacudí de encima como quien se quita un insecto
asqueroso de encima.
- ¡Sí! Tienes razón – respondí furiosa. ¡Así lo planee
desde un inicio! ¡Yo sabía que ustedes dos se conocían! ¡Fue mi maldito plan
desde un inicio! Aparentemente abrí mi blog únicamente para que lo encontraras
por casualidad y en el inter tonteáramos un rato. ¡Aparentemente también estaba
entre mis planes aceptar casarme contigo o llegar a conocer a tu familia, salir
en televisión! ¡Seguramente todos esos planes los tracé desde un inicio! ¡Maldito
egoísta!
A este punto me encontraba encima de él golpeándole en
la cara con la mano abierta, no me importaba que tuviera que cuidar su rostro
(confieso que lo pensé). Él se cubría con sus manos pero evidentemente por su
condición y la mía le era imposible esquivar todos los golpes.
¡Claro que quería matarlo!
- ¡¿Y lo que tú me hiciste a mí?! Maldito egoísta.
Atlas me retiró de encima de él.
Me giró y me abrazó en medio de mi ataque de furia,
solo él podía controlar a la bestia que habitaba en mí.
- Preciosa – hizo una pausa hasta lograr que sus ojos
encontraran los míos – no vale la pena.
Tenía razón.
Salimos de ahí sin mirar atrás. Escuché como me llamó
en un par de ocasiones, sin embargo, no voltee a verle.
Esa noche la pasé en sus brazos ¡Dioses y Demonios!
Era todo lo que necesitaba, es todo lo que necesito, sus brazos son el cielo…
MI cielo particular.
Al siguiente día recibí el mensaje que inevitablemente
llegaría.
Nos presentamos ahí aun cuando mantuvimos la distancia
y esperamos a que todos se retiraran del cementerio para poder hacer lo
nuestro.
Evidentemente necesitaba de él, cuando sucedió lo de
Kevin, yo únicamente fui espectadora, pero ahora me convertiría en una
ejecutora. No consideré muchas cosas que él ciertamente consideró.
Pasaron una serie de cosas inesperadas… Ella se
manifestó, no como un fantasma ni cosas así, estamos hablando de energía aquí.
Pero después apareció alguien más y le agradeció a Atlas, entonces las dos
energías se fusionaron y simplemente se desvanecieron.
Le miré desconcertada, a cambio recibí una sonrisa de
su parte.
- ¿Lista?
Estaba aún más confundida.
- ¡Necesito saber que fue todo eso?!
- Tenemos un avión por abordar. Tienes mi palabra de
que todo lo esclareceré en su momento.
Tendió su mano para que caminara junto a él…
CONTINUARÁ...
CONTINUARÁ...
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