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Por algunos días no hice más que dormir. Llorar sin
razón aparente, comer y volver a dormir.
Atlas se limitaba a sentarse en la salita de estar a leer
un libro, mirar la televisión, responder algunos mensajes y asegurarse de que
aún me encontraba viva. No insistía en que comiera, pero siempre tenía listas
provisiones por si decidía hacerlo.
Respetó totalmente mi espacio hasta que estuve lista
para hablar.
¡Ese hombre es un santo!
Cierto día me desperté mucho antes que él. Cuando
llegamos a aquel hotel, pidió habitaciones separadas.
Le tomé de la mano, mirándole a los ojos y con una
leve sonrisa finalmente dije:
- Una sola habitación por favor – solicité a la
señorita del mostrador, quien volteó a ver a Atlas para rectificar la
instrucción.
Él sonrió y afirmó. La felicidad podía verse en sus
rasgos.
Quizás lo que ella esperaba es que él me preguntara si
estaba segura, pero esto no es una novela rosa como cualquier otra.
Me deslicé suavemente fuera de la cama y tomé un largo
baño con la certeza de que al salir Atlas estaría ya despierto esperando por su
turno para usar el baño.
Limpié el vapor que impedía ver mi reflejo en el
espejo del baño.
Sonreí a ese reflejo que apenas si podía reconocer.
- Bien, es el momento de la verdad – hablé conmigo
misma – yo firmé un contrato, que me obliga a estar aquí, se lo debo, ¡Diablos!
Les he quedado a deber mucho a ellos últimamente, ok, estaré aquí o donde
quiera que él diga, por el tiempo que él diga. Firmé unos documentos a ciegas,
los cuales ahora quiero revisar. Tonta como siempre, aposté todo al hombre
equivocado.
¡Dioses y demonios!
Tendré que aclarar todo el día de hoy.
Salí de ahí envuelta en bata de baño.
Atlas esperaba por mí frente a nuestro desayuno, con
periódico en mano. Sonrió al mirarme por la parte de arriba de éste.
- Siempre informado ¿eh?
- ¿Hambre?
No respondí, pero ocupé el lugar frente a él y comencé
a picar la comida.
Me sentía nerviosa.
Sintonizó
un canal en la televisión de aquel lugar, usualmente él no lo haría, pero desde
que no soy la mejor conversadora últimamente, él lo hace para mi comodidad.
Finalmente,
reúno el valor necesario y apago la televisión atrayendo su total atención
hacia mí.
Me
aclaro la garganta y le doy un trago a mi jugo.
-
Estamos aquí en medio de… ¿Dónde estamos?
No le
permito contestar, y continúo hablando, ahora que he reunido el valor, me niego
a dejarlo ir.
-
Donde quiera que estemos, Atlas, estoy aquí por un contrato, el cual me
gustaría revisar más a detalle ahora que tenemos tiempo de hacerlo. No huiré en
esta ocasión. Estoy aquí aceptando todo esto.
El
escuchaba atentamente cada estupidez que salía de mi boca pues como siempre me
dio diarrea verbal y comencé a habar sin ningún sentido.
Cuando
finalmente guardé silencio el café se había enfriado y mi cabello se había
secado.
El
simplemente sonrió, se puso de pie para tomar mi mano, besarla e inclinarse
frente a mi sobre una de sus rodillas, descansaba un ante brazo sobre su muslo
y con esa mano sostenía la mía.
-
Pequeña patea traseros, si te parece bien y te encuentras de ánimos, podemos
salir a cenar el día de hoy, conozco un lugar que te encantará y podemos
discutir más a fondo todo esto que veo te tiene emproblemada.
-
¿Emproblemada?¿Es acaso eso una palabra siquiera?
Asentí.
El
besó mi mano y anunció que se daría una rápida ducha.
Cuando
salió yo ya me había vestido.
Anunció
que saldría.
-
Asegúrate de estar lista a las 6.00 PM.
Fue
todo lo que dijo y salió de ahí.
¡Si,
ese es el Atlas que conozco!
Decidí
que no podía lucir tan apagada como hasta ahora, lo que si me hacía falta era
perder mi tiempo en el SPA, por lo que hice una cita para todo lo que encontré
en la lista asegurándome de estar libre antes de la hora en la que Atlas me
indicó.
Salí de mi habitación dispuesta a entregarme a las
expertas manos de cualquiera que fuera la persona que estaba ahí para
masajearme.
Esos lugares siempre tienen personas sonrientes
recibiéndote, música relajante, la bebida adecuada… ¡Me gustan desde la primera
vez que los trillizos me secuestraron y me llevaron a conocer esos lugares!
Durante mi tiempo en el sauna puse a tostar mis
pensamientos. Pensé en qué tipo de peticiones alocada haría Atlas y durante
cuánto tiempo.
¿Sexo? ¡Dioses y Demonios! ¡Mi cuerpo sabe que lo
necesito, lo necesito tanto! Usualmente me daría placer a mí misma, pero con
Atlas ahí, me parece una total falta de respeto (y desperdicio de lo que tengo
a mano), pero aun así mi moral y conciencia no me permitían tomarlo.
Después durante mi masaje a cuatro manos, pensé que no
había pensado en lo que luciría esta noche. ¡Algo he de tener en la maleta! O
Bien bajaré al lobby, en aquellos lugares siempre tienen alguna boutique con
precios al triple de lo que realmente costaría la prenda o una persona de esas
“resuelve todo” también llamados concierge, aunque en estos momentos no tenía
la energía o ganas de lidiar con ellos.
Me detuve en el restaurant a comer un poco y a
continuar torturándome con negros pensamientos.
Subí a mi habitación finalmente y resignada a que
aquella noche sin importar que, debía sonreír y usar…
La sorpresa me la llevé yo al ver sobre la cama un
vestido negro y accesorios a juego. No necesitaba un mensaje para saber de
quién eran, no necesitaba saber para lo que eran…
¡Claro que lloré!
Miré el reloj y comencé a prepararme. El vestido me
calzaba como guante, corte halter con los hombros y espalda descubiertos sin
mencionar en graaaaan escote al frente, la falda tenía el vuelo suficiente y el
largo era unos centímetros arriba de la rodilla. Los Jimmy Choo, eran de
vértigo realzando lo interminable de mis piernas, tal como a él le gustaba. Los
accesorios eran minimalistas color plata.
Faltaba ese brillo en los ojos, pero por el momento
seguro aquello bastaría.
A la hora indicada entró a la habitación vestido con
un traje a medida que marcaba toda su figura. Él también se había preparado,
podía decirse a primera vista, pues su barba se encontraba perfectamente
rasurada y su peinado arreglado. Tenía en la mano una rosa que me entregó al
momento de saludarme y darme un casto beso en la mejilla.
- Hermosa, como siempre. Si estas lista nos podemos
ir.
Sonreí y tomé su brazo.
- ¡Vayamos a wonderland! – Dije efusivamente
Caminamos en silencio hasta su automóvil y sentí su
cálida mano sobre mi espalda. No platicamos de nada en particular durante el
recorrido y sé que en cualquier otra circunstancia él hubiese deslizado su mano
por mi muslo. Pero no hoy.
El ambiente estaba relajado. Solo esperaba no arruinar
aquello.
El restaurant cumplía todos sus requisitos, elegante,
costoso y con anfitrionas que se deshacían por él.
Nos condujeron a un privado que ya tenían esperando
por nosotros.
Él se había situado frente a mí.
Sonreí expectante.
Colocó su mano sobre una carpeta de piel negra, que se
encontraba a su lado derecho sobre la mesa.
- No te haré esperar más Patea Traseros, la paciencia
no es una de tus virtudes como lo es la belleza.
Mi corazón se derritió al instante pues esa
declaración estaba acompañada con un guiño seductor.
- En esta carpeta tengo los contratos que firmaste
junto a una serie de cláusulas que añadiré a continuación.
Abrí la boca para debatir, pero el interrumpió.
- Antes de que digas nada, me gustaría ser yo el que
hable por esta ocasión.
Me erguí y junté mis manos para apoyar los codos en la
mesa, y colocar mi mentón sobre el puño que formé al juntarlas.
Hizo una seña al mesero para que trajera nuestras
bebidas.
- Un año, confirmó, este contrato es de un año – Hizo
una pausa.
- Un año es todo lo que te pido a mi lado, si después
de eso decides que yo no soy el futuro que buscas, entonces, me retiraré, sin
dramas, sin regresos, sin reencuentros. No podría regresar a ser tu amigo, no
por mi parte, si no por el daño que puedo ver que ocasiono en ti.
- Atlas…
Él interrumpió.
- Por ahora permíteme hablar, sin interrupciones y
escucha lo que debo decir. Sé que te interesará… Me miró sugestivamente.
- ¿Cómo puedo casarme con él después de todo lo que he
hecho? No lo merezco”. Esas fueron tus palabras hacia la señora que acaba de
fallecer.
- Hasta donde mi memoria me permite recordar, pequeña
patea traseros, jamás te he solicitado ninguna cuenta, no me interesa tu
pasado, y quizás fui un imbécil al permitirte dejar hacer todo esto, pero lo
que más me duele es haber permitido que te hirieras a ti misma.
Asombro es el sentimiento que inunda mi ser, no puede
ser posible que yo esté escuchando aquello.
Tomé mi bebida, le di un sorbo, sostuve la respiración
y volteé nuevamente a ponerle atención. Toda la atención que merecía.
- Cuando tú y yo nos conocimos, cuando comenzamos a
salir, aunque no quisiste creerlo en ese entonces e incluso ahora, yo me
enamoré de ti. Claro cuando te enamoras de alguien lo aceptas con todo el
paquete, y tu pequeña patea traseros eres una enorme caja de sorpresas. Pero al
mismo tiempo, me di cuenta de que no podía ser tan injusto contigo.
Yo había vivido ya una vida de fiestas, paseos,
diversión y adicciones. Había visto el mundo con mis propios ojos, había tomado
unas cuantas malas decisiones de las cuales tengo las más grandes lecciones de
mi vida. Aprendí y viví.
Yo no podía aprisionarte en mis brazos, aun sabiendo
que yo soy lo mejor para ti. Tomé la decisión de dejarte ir, si así lo querías.
El año de mi ausencia nos mostró la ventana perfecta
para hacerlo después todo se vino abajo en tu mundo y yo solo pude verte caer y
desmoronarte.
¿Cómo puedes casarte conmigo?
Pequeña Patea traseros, si tú puedes vivir conmigo
conociendo mi pasado ¿Cómo yo no podría vivir a tu lado conociendo el tuyo?
Lo importante aquí es decidir.
¿Soy lo que necesitas para ser feliz? Yo sé que tú lo eres,
pues sin ti a mi lado, mi vida carece de sentido.
¿Quieres pasar el resto de tu vida mi lado? Por mi
parte es lo que más anhelo en esta vida.
Yo permanecía en silencio, observándole y analizando
toda esta cantidad de información.
-
Tengo algo muy claro en todo esto -dijo él. Tú tienes tu propio ritmo, y aun
cuando quisiera forzarlo eso no resulta contigo. Por alguna razón tienes muchas
cosas internas por sanar. Y este camino no lo recorrerás sola. Lo que nos lleva
al inicio nuevamente.
Acto
seguido abrió a carpeta y sacó algunos documentos, es verdad que tengo un
jugoso contrato y una serie de cláusulas, pero mi deseo es que te quedes junto
a mi porque así lo deseas y no porque te obliga un contrato.
La
parte del contrato fue algo loco e impulsivo que hice porque me gusta el juego,
tú lo sabes, pero lo más importante aquí es que sea tu voluntad hacer esto de
la mano conmigo. Pero debes saber que si aceptas será un nuevo comienzo, donde
nos daremos realmente la oportunidad tu y yo. Donde pueda mostrarte el nivel al
que llevaré mi promesa “Reto Aceptado”. Sin máscaras, resentimientos, pasado…
- ¿Puedo
conocer las cláusulas antes de tomar una decisión?
Me
miró en silencio por unos segundos.
- No.
Esta vez aceptas todo o no aceptas nada.
Sé
que con Altas la vida no es aburrida, por el contrario, la vida está llena de
sorpresas muy interesantes. La vida con él es al máximo.
Si
conozco bien a mi gente y sé que así es, esto será un capítulo de “La vida
según Atlas”. ¿Y si al final de todo… no es él?
Le
habré hecho perder su tiempo… ¡Pero si él es todo lo que necesito!
Debió
ser mucho el tiempo que pasé adentrándome en mis pensamientos pues fue hasta
que él aplaudió fuertemente que me sacó de ellos.
-
¿Continuas aquí?
- Si
– sonreí. No mereces que yo te haga esto Atlas, no mereces perder el tiempo
conmigo.
- Si
pensara eso… ¿Me hubiera tomado tantas molestias en traerte aquí y acompañarte éstos
últimos días?
-
Tengo una condición – dije finalmente.
- No,
esta vez será sin condiciones por tu parte. Solo las mías y tú te acoplarás.
- ¿Nada?
-
Nada- confirmó sonriendo.
Le
hizo una señal a la señorita que custodiaba la puerta y unos instantes después
comenzaron a desfilar platillos para nuestro deleite.
- Ese
vestido te queda – hizo una pausa para pasarse los dedos por sus labios –
P.E.R.F.E.C.T.O. hizo énfasis en cada letra.
-
Gracias por el vestido, como siempre hiciste una excelente elección.
Sonrió lleno de satisfacción.
Levanté la vista y aposté por la siguiente pregunta.
- ¿Quisieras quitármelo después?
- No. Respondió rápidamente lo cual me llenó de
decepción.
Me miró a los ojos maliciosamente.
- Simplemente lo subiría mientras te sostengo y
recargo contra la pared.
Mis ojos se abrieron súbitamente entendiendo a la
perfección a lo que se refería. Me sonrojé un poco, debo confesarlo.
Cuando la hora del postre llegó y mis calores
disminuyeron.
- Acepto – solté finalmente. Sea lo que sea que esté
por venir, lo acepto voluntariamente sin quejas por mi parte. Acepto iniciar
nuevamente esto contigo, lo que sea que tenemos y aun cuando no quieres ninguna
condición por mi parte, me gustaría solicitar amablemente poder conocer a ese
Atlas que has estado escondiendo de mí, a ese Altas…
- Lo conocerás, pequeña, lo conocerás… Interrumpió de
inmediato
Sonreí llena de satisfacción.
- ¿Entonces podemos revisar las cláusulas?
Deslizó su mano dentro de la carpeta y sacó unos
papeles.
-
Firmaste a ciegas, no tienes más que acatar mis indicaciones. Me miró fija y
profundamente, y para mi sorpresa me humedecí automáticamente.
-
Tienes razón.
-
Buena chica. Aun así, te complaceré… Estas son las cláusulas, de nuestro convenio,
tu y yo solemos funcionar mejor cuando todo lleva un plan, así que, te presento
el mío a continuación:
1.
Por un año completo, tu y yo permaneceremos juntos, únicamente seremos tu y yo
viajando, descansando, meditando, juntos, los lugares destinos se irán
revelando cuando el momento sea oportuno para hacerlo. No podrás utilizar nada
de tu dinero personal. Ni un solo centavo.
Hizo
una pausa. – Se que tienes bastante conflicto con esto, así que. En caso de que
al final de todo decidas tomar un camino diferente, aceptaré el importe que
decidas como pago de esta aventura.
Asentí
aun con reservas.
1. Dormiremos en camas separadas, tomó un lapicero y añadió – a menos que
desees lo contrario.
2. Continuaremos con tu entrenamiento.
3. Arreglaremos las cosas con tu abuela.
4. En fechas especiales estaremos con tus seres queridos. Basta de
aislarte.
Esta es la cláusula más interesante de todas.
5. Podré agregar o eliminar tantas cláusulas crea necesarias durante el
tiempo de este contrato.
Sonrió ampliamente al saber que tenía el control total
y absoluto de aquello, sabía que me tenía en sus manos. Me pregunto ¿Cuánto
tiempo habrá esperado para que la oportunidad de hacerme firmar se presentara?
El segundo contrato, lo discutiremos en un año.
Quedé por unos momentos meditando mis palabras antes
de abrir la boca.
- ¿Es todo? ¿Nada de castigos? ¿Nada de Marcas? ¿Nada
de pagos? ¿Nada de Sexo?
Rió fuertemente.
- Eso viene junto con el paquete de “Conocer
verdaderamente a Atlas”. Y la parte del Sexo… no necesitaremos un contrato para
eso, estoy seguro.
Nuevamente me sorprendió.
Suspiré…
-De acuerdo Sr. XXXXXXXX
Me puse de pie y me acerqué lentamente hacia él hasta
quedar parada a sus espaldas deslizando mis yemas por sus hombros.
- A partir de este momento soy toda suya. Le rodeé con
mis brazos y le di un beso en la mejilla.
El me jaló hasta quedar sentada sobre su regazo.
- ¿Mía?
Comenzó a deslizar sus manos por debajo de mi falda
Me tensé un poco, claro que él lo sintió.
Me miraba a los ojos.
- ¿Mia en el sentido de poder desnudarte en este
momento y hacerte diez veces mía sobre esa mesa?
- No estoy oponiendo resistencia…
Me tomó por la cintura y me sentó sobre la mesa, me
miraba profundamente a los ojos, su respiración era pausada, pero podía ver sus
fosas nasales expandiéndose, sus manos comenzaron a recorrer de manera
ascendente mis muslos por debajo de mi vestido, una descarga eléctrica recorrió
mi piel, mis manos me sostenían a duras penas sobre la mesa, entonces…. se
detuvo.
¡Dioses y Demonios! No puede hacerme aquello
- Iremos paso a paso en este tema.
Le tomé por el cuello de la camisa… urgiéndolo hacia mí.
Se acercó a mi oído. Esta noche tendrás todos los
orgasmos que desees, eso te lo prometo…
Desafortunada o afortunadamente aquella noche me quedé
dormida en el coche durante el camino de regreso a casa. Fui consciente de ello
cuando en algún momento de la madrugada, desperté en nuestra habitación,
completamente desnuda abrazada por él.
Me giré hasta quedar de frente, él dormía
plácidamente. Le besé la frente e intenté alcanzar el país de los sueños rodeada
por aquella masa de músculos, por mi Amor, por él.
CONTINUARÁ....