Comienzan a salir los primeros
rayos los cuales impactan directamente en mi espalda. Mis hábitos han cambiado,
levantarme cuando aún esta oscuro ha dejado de formar parte de mi disciplina.
Ejercitarme hasta destruir mis
propios músculos tampoco forma parte de mi itinerario diario.
Sé que mi cuerpo me pasará
factura, pero intento mantener en mi mente el hecho de que al final, no importará.
Abro los ojos y no ubico a mi
acompañante.
Me concentro para intentar
localizarle por medio de los sonidos de aquel lugar.
Escucho su voz, se encuentra
hablando en su idioma.
Por el tono de voz se escucha
que está discutiendo.
Me pongo la primera prenda que
encuentro, lo que me coloca una sonrisa inmediatamente en mi rostro, pues la
prenda es de él y tiene su aroma impregnado.
Con aquella prenda colocada en
mi cuerpo siento como si él me estuviera brindando un abrazo, aquello me hace
sonreír como puberta tonta.
Intenté distraerme en otras
cosas para no interrumpirle, salí al balcón a tomar un poco de aire fresco y a
esperarle.
Tenía en mis manos una taza de
café, finalmente había logrado dominar aquella cafetera y lograr que el resultado fuera de mí gusto.
Al cabo de un rato de estar
admirando el paisaje que tenía frente a mí, sentí sus cálidos brazos rodear mi
cintura y su cuerpo juntándose al mío mientras me besaba el hombro.
Colocó parcialmente el peso de
su barbilla sobre mi hombro para observar el paisaje junto a mí.
Dio un sorbo a mi café.
Menos mal que tenemos el gusto
por el café en común.
- ¿Que has decidido respecto a
mi propuesta? – Preguntó de la nada.
Me sacó de la postal de ensueño que
tenía frente a mí.
Coloqué mis manos sobre las
suyas a la altura de mi ombligo y evité
hacer cualquier gesto que delatara mi duda.
- En lo que a mí respecta, aún
no has hecho ninguna pregunta.
- La pregunta que tienes en
mente, la haré. Tú tranquila. Pero no es esa pregunta a la cual me refiero.
Voltee un poco la cabeza y al
ver que no me quedaba claro la pregunta a la cual se refería, comenzó a hablar
nuevamente.
- Salgamos a la luz, vive a mi
lado, acompáñame a todos mis compromisos, ya no quiero separarme de ti. Nos
quedan solo unos días aquí, regresamos al cumpleaños de mi abuela y después nos
mudamos a dondequiera que mi trabajo me lleve, donde podemos continuar
conociéndonos, preparando una boda para casarnos, no sé… cuando cumplamos un
año de estar juntos, creo que sería una buena
fecha, algo romántica.
- Sin anillo no hay
compromiso, le mostré mi mano.
- No nos desviemos del tema,
que dices ¿Salimos a la luz? Estas semanas te debieron haber proporcionado el
tiempo suficiente para tomar una decisión ¿Cierto?
Nuevamente quedé inmóvil, no
pensé que me preguntaría nuevamente referente al tema, pero así es él o es
blanco o negro y no deja nada inconcluso.
- Si salimos a la luz, todo se
complicará ¿Estás preparado?
- Yo defenderé mi posición y
tu posición a mi lado siempre que así lo desees. ¿Es lo que deseas?
Me giró inesperadamente hasta
quedar frente a él, pues mi silencio se estaba prolongando.
Esto de estar escondida no era
lo mío, creo que él tenía un punto.
Acarició mi mejilla y miró
dentro de mis ojos.
- Acepto.
Dije ante su insistencia y un
poco también porque no me gusta nada la incertidumbre que me genera estar siempre en alerta, prefiero tener una o
varias batallas y no la incertidumbre diaria.
- Pero te advierto que no será
sencillo, el plan era un año, un año estar oculta ¡Dos meses no es nada! ¡Ellos
vendrán con todo lo que tienen y más por mí! ¡Por nosotros!
- Y te advierto que yo sé cómo
dar pelea.
- De
acuerdo - le dije - me fundí con él en un abrazo. No tengo que recordarte la
promesa que me hiciste ¿Cierto?
Ahora
él me miraba dubitativo.
-
Cuando el momento llegue, cuando ellos me encuentren y vengan por mí, tú te
harás a un lado, ésta gente no se anda con rodeos, ésta gente vendrá por mí sin
tregua y sin tomar prisioneros, sabrán que les mentiste…
Me
interrumpió.
-
Cuando el momento llegue, estaré en la línea de fuego junto a ti. Jamás prometí
lo contrario, y no lo haré ahora. Tú eres mi vida, a mi vida la quiero a mi
lado, y nadie me quitará lo que amo de mi lado. Por otro lado me alegra que hayas aceptado, pues…
Me
retiré para verle un poco a los ojos, sabía que ese “pues” escondía algo
detrás.
-
Pues… - dije yo.
- La
llamada que recibí… debo atender una entrevista el día de mañana, afiné los
horarios, los acuerdos, ya sabes… y honestamente estoy esperando que vengas
conmigo.
Voltee
la cabeza, nuevamente haciéndole entender que no me quedaba claro lo que decía.
-
Puedo conseguirte un lugar en primera fila, me guiñó un ojo en clara
provocación.
- Nos
verán juntos – dije sin pensar y en tono nervioso.
- ¿Te
molesta que nos vean juntos?
Le
golpee.
-
Bien sabes que no es el punto, la cuestión es que después de eso tendremos que
actuar muy rápido, tendremos días (horas quizás) antes de que nos localicen.
- ¿Y?
- ¡Estas
decidido! ¿Cierto?
Contestó
afirmativamente y sin ninguna duda.
- Te
lo concederé – dije. Solo no digas que no lo advertí.
Besó
mi frente.
Tomó
su celular y le dio instrucciones a su asistente para que afinara los detalles
y pudiera yo asistir junto a él a
aquella entrevista.
El
resto de la mañana lo bombardeé con preguntas referentes a cómo actuar, etc. No
quería provocar un incidente que lo involucrara en algún tipo de escándalo.
Insistía
en que todo estaría bien, que ni siquiera podrían concluir que estábamos
juntos.
Hice
lo que cualquier novia cuerda haría en ese caso, hice una reservación en el SPA
a fin de que obtener toda la hojalatería y pintura que pudiera y estar
presentable para el día siguiente.
Me
tomé la tarde libre para estar encerrada en aquel lugar.
Durante
la noche, debo confesar que él tenía toda una cena para nosotros que incluyó
velas, flores, mesero, vino y una noche de sexo apasionado, el necesario para
quitarme el stress de saber que mañana alguien podría identificarme, de saber
que ellos podrían estar viendo aquella entrevista, de saber que irían tras de
mí.
Llegamos
ya preparados, le escuché decir que no pasaríamos ahí más que el tiempo
necesario, no quería ponerme inquieta innecesariamente.
Él lucía muy guapo, en su
traje hecho a medida. Camisa sin corbata y sexy a morir.
Yo hice mi parte, acepté
cualquier sugerencia de vestuario que venía de su asistente, algo mencionó de
lucir “armónicos” en caso de ser fotografiados, se refería a los colores de la
vestimenta. Estaba muy feliz de poder usar
tacones de vértigo, pues sin importar lo alto que fueran, la altura desmedida
de él con sus 2 metros me permitían lucirlos sin ser más alta que él.
Ese día tendría una entrevista
en vivo, aunque tal cosa no existe, pues le envían las preguntas antes para que
las apruebe y estudie las respuestas, me
pregunto entonces ¿Cuál es el objeto de una entrevista en vivo?
Su asistente me guio hasta el
lugar que tenía reservado para mí en primera fila y entre el público pero lo suficientemente cerca
para tener una excelente visión de él.
A éste punto muchas personas
nos vieron llegar juntos, pero no íbamos de la mano ni nada por el estilo por lo que yo pasaba por
un integrante más de su séquito. Eso me tranquilizaba un poco… solo un poco.
Me despedí de él con un beso,
antes de dejarle en su camerino y dejar trabajar a la maquillista.
Me ubiqué en el lugar asignado
un poco antes de su aparición, por lo que pude ser testigo de su entrada al
escenario con todo su esplendor, visto de aquella manera, arreglado para la
ocasión, vestido a medida y con la luz adecuada, lucía más que imponente ¡¡¡¡Guapísimo!!!! Debo confesar que mi quijada
cayó directo al suelo al verle entrar y caminar directo al sillón que le
esperaba.
No había dimensionado su
atractivo, hasta ese momento ¡Vaya que soy afortunada!
Si alguien me hubiese estado
grabando hubiera podido ser testigo de la cara de tonta que tenía por él. Su
amplia sonrisa y seguridad me derriten, como a otras miles que andan tras sus
huesitos. Me sentí infinitamente afortunada además de que mi Diosa interna se
regodeó al pensar que yo me estaba comiendo todo aquello.
Un gran escándalo por parte de
las féminas de aquel lugar se escuchó a su ingreso y él respondió saludando
desde lejos y a algunas de ellas que se encontraban en la primera fila, de
mano, incluida yo.
¡Algo no estaba bien, podía
sentirlo! Me preguntaba si los muchachos podían haber legado tan rápido a aquel
lugar.
La entrevista se desarrolló
normalmente al inicio, respondió preguntas de su último trabajo del cual aún se
encontraba haciendo promoción, preguntas triviales, algunas más interesantes
que otras, yo me encontraba muy atenta a todo lo que él decía, nunca está de
más lo que se pueda aprender de él. La anfitriona reía fuertemente con él
cuando así lo ameritaba.
En cierto punto todo tomó un
rumbo distinto, escuché cuando le preguntaban
si tenía una relación actual, alguna amiga, pareja, etc., chismes de los
cuales siempre se quiere enterar la gente, yo incluida si soy honesta. Él
siempre había sido hermético en tales cuestiones. Pensé que en ese momento daría por terminada
la entrevista con alguna respuesta diplomática como las que solo él sabe dar.
Para mi sorpresa y sorpresa de
muchos más, respondió más o menos lo siguiente:
- Es una decisión que no me compete
completamente - dijo él - mi relación se basa en el respeto y que tomamos decisiones
juntos, por lo que tendré que preguntarle a ella si se siente cómoda hablando
de ello frente a miles de personas.
Antes de que la entrevistadora
pudiera hacer otra pregunta.
- Espera, le dijo él- ella
está aquí.
Todo esto lo iba diciendo al
tiempo que se levantó de su lugar y caminó hacia mí extendiéndome su mano.
Entonces rápidamente y de la
nada ahí estaba yo con mi amplia sonrisa reflejándome en pantalla del programa,
con cara de no saber que carajos estaba sucediendo.
Le miré a él y miré rebuscando
a su asistente en espera de que alguien me diera instrucción referente a lo que
es políticamente correcto por hacer en estos casos.
Pude ver como la producción
actuó rápidamente acomodando un asiento más a un lado de donde él estaba
ubicado, para que yo pudiera sentarme, me sentía un poco abrumada, pues
en tres segundos tenía yo varias manos colocándome micrófonos y arreglándome un
poco, ya decía yo que aquel vestido no era elegido al azar y comienzo a creer
que tenía un propósito desde siempre.
Él me llevó del brazo hasta
aquel lugar, yo lo único que pedía internamente era no caer frente a todos
aquellos espectadores.
Me senté a su lado un poco
aturdida, confundida y ¡Sorprendida! El me besó la mano y me sonrió.
La persona que lo
entrevistaba, se dirigió a mí entonces, saludándome y haciendo la más básica de
todas las preguntas.
- ¿Cuál es el nombre de la
chica que robó el corazón de XXXXXXX?
Por tres segundos le miré ¡Este
era su plan para salir a la luz! ¿Ya nadie hace nada sencillo? ¡Todo tiene que
ser en grande!
- Mi nombre – dudé unos
segundos y en tres segundos más tomé una decisión ¿Dar mi nombre real o el
nombre que tengo en mi nuevo pasaporte?
– Mi nombre es Beshakarenice, pero llámame BB,
todos lo hacen.
Sonrió y tuvo algunas
cortesías propias del momento. Son expertos, a eso se dedican después de todo.
- Creo que hablo en nombre de
todo nuestro público al preguntar ¿Cómo se conocieron?
Le miré esperando que él
respondiera, desafortunadamente se limitó a pasar su dedo índice por sus
labios, me miró fijamente y esperó a que fuera yo quien respondiera.
De él y de mi breve
experiencia con el chico de los tatuajes aprendí a responder sin dar una
respuesta en específico, dejar complacida a la otra persona sin brindar todos
los detalles.
- Soy afortunada – respondí –
hemos sido amigos por años. Ahora la vida nos presentó la oportunidad de
comenzar una historia juntos.
Para alimentar a las masas y
brindar un poco de espectáculo, le tomé la mano, le miré a los ojos y sonreí
como cordera enamorada.
Se escuchaban gritos y
aplausos desde la audiencia y alguna que otra expresión de la anfitriona.
Cuando hicieron suficiente
silencio para que ella hablase, lanzó como bomba su siguiente pregunta,
aprovechando el momento de colaboración que se le estaba brindando.
- Entonces, que tan seria es
su relación ¿Algún plan de boda?
Sonreí, mostrando mi mano
desnuda...
- Aún nada – respondí,
acompañando mi declaración con una mueca de tristeza.
Evidentemente toda la
audiencia se simpatizó conmigo.
Se acercó a mi oído y me dijo
en su idioma... Dos podemos jugar este juego, ¿Recuerdas?
Se re-acomodó en su lugar y
tomó entonces la palabra. Sostuvo sin embargo mi mano entre sus manos.
- Te contaré una pequeña
historia, dijo él, dirigiéndose a la entrevistadora y al tiempo que sacaba
una caja de su bolsillo.
Mis oídos comenzaron a congestionarse
por el paso de la sangre, por el ruido que hacía la velocidad que ésta tomaba
cuando yo estaba nerviosa, estoy segura de que miles de colores decoraron mi
piel.
Es correcto, ellos, todos
ellos jugaban este juego mucho mejor de lo que yo lo hago.
Nuevamente perdí en su
terreno.
Abrió lentamente la cajita y
mostró el contenido a la cámara.
- Este anillo pertenece
a mi abuela. Cuando llevé a BB a conocer
a mi familia…
- Un momento – dijo ella - ¿Ya
conoce a tu familia?
Él sonrió
- Sí, a toda ella.
Un barullo nuevamente por
parte de la audiencia.
- Este anillo pertenece a mi
abuela, quién me lo envió para que yo pudiera dárselo a BB en signo de
compromiso, ellos sabían que cuando yo llevara a una mujer a nuestras cenas
familiares, sería porque ella era la elegida para casarme con ella.
¡Eso sí que era nueva
información! Información que cura y que me hubiera gustado tenerla un poco
antes…
- No te aburriré con detalles
– le dijo él a la anfitriona. Pero te daré una gran exclusiva.
Se puso de pie. Y muchas
féminas se llevaron las manos a la boca incluida la anfitriona.
Yo no podía pensar con
claridad. Con una rodilla en el suelo se colocó frente a mí, con la caja
abierta
Le acaricié la mejilla y sin
esperar la pregunta, respondí.
- Sí, acepto.
Él sonrió y deslizó el anillo en
mi dedo anular.
Se puso y me puso de pie,
tomándome por la cintura y estampándome tremendo beso en televisión nacional e
internacional.
Definitivamente esto había
salido de la caja de manera escandalosa y de un solo tiro.
Después de aquella escena no
pude concentrarme por lo que hice lo que debí haber hecho desde un inicio y
dejar que él contestara todas las preguntas que ella hacía.
Me limité a sonreír y mirarle
con cara de mujer enamorada.
Respondió unas preguntas más
con respuestas vagas.
Luego una sorpresa final.
- Elije el diseñador que
desees, nosotros nos encargaremos de tu vestido de novia. Dijo la
entrevistadora.
El intervino de inmediato.
- Soy un hombre de costumbres
y debo ser yo quien cubra ese costo, así lo dicta la tradición.
- Tú y yo hablaremos luego –
dijo ella y me guiñó un ojo.
Simplemente sonreí.
Salimos de ahí en un coche que
ahora nos transportaba únicamente a los dos. Yo iba en silencio.
- ¿Entonces? Mi propuesta ¿Fue
lo esperado?
Me acerqué hasta colocarme
encima de él.
- Fue perfecta.
Sonrió mientras me miraba a
los ojos y me acariciaba la mejilla
Le comí a besos.
- Nada puedes hacerlo en
pequeño ¿Cierto?
- Vi la oportunidad perfecta
para hacerlo. Me arriesgué.
- Excelente plan.
- A estas alturas mi abuela ya
debe saber la noticia.
Rebusqué entre su pantalón su
celular.
- Pensé que buscarías algo más…
Revisé su celular y no se
equivocaba, mensajes y llamadas estaban abarrotando su pantalla…
- Justo unos días antes de
verles a todos – dije.
Él sonrió complacido, creo que
era exactamente la ejecución que buscaba y sobre todo la respuesta.
Descendí un poco hasta quedar de rodillas, le
acomodé.
- Ahora viene mi
agradecimiento, sonreí al tiempo que le miraba hacia arriba.
Él dio instrucciones al chofer
para tomar el camino largo….
Continuará... .
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