Me encuentro viendo mi reflejo,
en el espejo más hermoso que he visto jamás, calculo que mide unos tres metros
de alto, el marco es color plateado el cual combina perfecto con el resto del
panorama, es tan ancho que me permite visualizar casi todos los muebles de
aquella habitación.
Puedo sentir la emoción
subiendo y bajando a oleadas en mi cuerpo, en mi garganta un nudo, sin embargo,
es de felicidad, una sentimiento con el que me costó hacer las paces, pero
ahora forma parte natural de mi vida.
Agradezco a mis Dioses y a mis
Demonios por ello.
¿Lo notaste cierto? - La loca de la casa y yo hicimos las paces.
Ladee la cabeza intentado
descifrar lo que comentaba.
La belleza que resalta, es la imagen que se refleja en
él, no la decoración en sí.
Sonreí ante el cursi y
perfecto comentario que ahora salía de mi pensamiento.
Lucía un maquillaje perfecto y
adecuado, mi peinado enfatizaba mi cabello negro y rizado. Todo era simplemente
P.E.R.F.E.C.T.O.
Mi vestido me calzaba como
guante, no es que hubiera tardado tanto en elegirlo, después de todo cada
centímetro fue hecho a medida atendiendo de manera perfecta y sin vacilación
cada uno de mis deseos y exigencias haciéndolo perfecto para la ocasión.
Mis ojos no podían dejar de
admirar la obra en conjunto, mi corazón se estremecía y mi piel era de gallina
de cabeza a pies.
No podía esperar a caminar
hacia mi destino escoltada por los seis hombres más temibles que conocí jamás.
Así concluye mi aventura que
bien podría ser un sueño después de todo o simplemente el producto de algún
alucinógeno.
Por unos segundos y justo ante
ésta imagen mi mente me transportó al momento más oscuro de mi vida, parecía el
momento adecuado para recordar por última vez y asegurarme de que ahora todo
formaba parte de mi pasado.
¡Bienvenida al peor momento de
tu vida! – Me gritaba a todo pulmón la loca de la casa mientras escuchaba
atentamente la historia que Atlas y Alex tendrían por escupir.
Me senté y me reí. ¿Qué otra
cosa podría hacer?
A estas alturas y con toda la
revolución que tenía en mi mente y corazón no podía tener otra reacción, risa
que se encontraba un milímetro antes de la línea entre la cordura y la locura.
Mis ojos echaban fuego,
estaban ampliamente abiertos y no podían
hacer otra cosa más que intentar asesinarlos con mi mirada.
En esos momentos las palabras
salían de mi boca sin un filtro adecuado para cuidar de no herir los
sentimientos de alguien más o simplemente utilizar un lenguaje adecuado.
- ¿Mentiras? ¿Enserio? ¡No lo
hubiera adivinado! Elevé mis brazos al cielo.
Mi tono era de total sarcasmo.
- Simplemente no lo esperaba
de ti – señalé a Alex de una manera furiosa. Tanto tiempo hablando de mentiras,
tanto tiempo contándote cuanto odio que la gente me mienta o me oculte cosas,
tantos y tantos mensajes que intercambiamos al respecto y ¡Tú precisamente
resultaste igual! ¡Eres incluso peor que todos ellos!
Por el lugar se sentía una
tensión impresionante, ambos teníamos sentimientos no muy gratos por las otras
personas, de hecho en cierto momento me pregunté cómo es que no nos habíamos
sacado los ojos mutuamente hasta el momento.
Atlas se sentó frente a mí,
cruzó una pierna sobre la otra, una de sus manos la colocó sobre el posa brazos y apoyó su barbilla sobre la otra
mano.
- Adelante, detalla la
historia… o lo haré yo.
Su voz fue firme, desafiante y
autoritaria.
Ahora puedo decir que Alex se
arrepintió de haber hablado antes de razonar sus palabras, algo que
definitivamente no era muy de él.
Culpemos a la situación
entonces.
Fui consciente de manera
inconsciente de que Alex no iba tan pulcro como solía ser él, se notaba que
posiblemente estaba usando la misma ropa que el día anterior y aun cuando él no
era un hombre de mucho vello corporal, se notaba que la barba estaba crecida de
varios días.
- Atlas y yo… solíamos ser
amigos – comenzó a decir, mientras sus brazos descansaban a los costados y
aunque me correspondía la mirada, ésta no era desafiante, era más bien
suplicante.
¿Amigos? – Pensé - ¡Eso sí que
no lo esperaba! En los escenarios que había planteado en mi mente, cada uno de
ellos más loco que el anterior, jamás imaginé que ellos se conocieran.
- ¿Amigos? – Mi tono estaba
lleno de incredulidad.
Me acomodé en mi asiento.
- Bien, tienen toda mi
atención – dije abriendo lo brazos como si fuera a abrazarles pero al final
cruce los brazos sobre mi pecho.
Después de los recientes
sucesos en mi vida, puse las cosas en una nueva perspectiva… no perdí la cabeza
y esperé a su respuesta.
Les miraba alternadamente
esperando una respuesta, no importaba la fuente, solo quería la respuesta.
Alex permanecía en el mismo
lugar y postura, guardaba silencio.
Ante esta situación el que
tomó la batuta fue la otra parte.
- ¡Bien! Entonces será mi
parte de la historia la que escuchará.
Dijo Atlas al tiempo que se ponía de pie dando un golpe con su palma al sillón.
Le miré atenta haciendo una
mueca que indicaba algo así como “Vamos que esperas”
Alex
intentó detenerlo solo que Atlas lo detuvo con un golpe a puño cerrado en la quijada.
-
Alex y yo nos conocimos hace años durante una cena de beneficencia – resumiré
algunas cosas para no aburrirte, sonrió – Resultó que durante un tiempo
parrandeamos juntos hasta que él pensó que yo le “robé” a una chica de la que
él gustaba y juró vengarse.
Levanté
una ceja como preguntando ¿Lo hiciste?
- Me
ofende tu pensamiento Patera traseros. Eso jamás sucedió solo que él no se
quedó a la explicación.
Alex
intentó hablar, solo que Atlas lo mandó callar de manera agresiva.
- Él
juró que se vengaría y creo que el resto no necesita explicación. Después de
tantos años, no pensé que realmente se estuviera vengando precisamente contigo.
Cuando lo descubrí fue muy tarde para mí, para nosotros…
Se
detuvo un momento a mirarme.
Pensé
entonces, todos aquellos golpes que Atlas propinó a Alex… yo no tenía la
historia completa, Alex se encargó de manipular la verdad a su conveniencia y
yo… estaba decidida (resignada) a casarme con él. Creí que era una persona y
realmente me topé con un cordero vestido de lobo y ¡No me di cuenta!
Contrario
a cualquier reacción esperada, reí, reí fuertemente ¡No podía más! Todo aquello
era abrumador, era desconcertante, era frustrante, era deprimente, era…. Era mi
puta realidad.
Todo
en mi vida se estaba convirtiendo en un maldito engaño.
Reí
tan fuerte que sostuve mi estómago, me costaba incluso obtener el suficiente
aire para poder continuar viviendo.
Evidentemente
nadie ahí comprendía mi reacción.
Entonces
cuando la risa cesó, di paso al silencio y la locura junto con ella.
Pensé
por unos segundos antes de hablar, mi cerebro se encontraba revolucionado
sumando dos más dos. ¡Que estúpida fui! Todos los avisos de precaución
referente al ciberespacio me los pasé literalmente por el arco del triunfo,
bajé la guardia y perdí.
Perdí
la cabeza. Estaba dolida por muchas cosas, su engaño, su traición y abandono.
Tomé
a Alex por el cuello y lo arrastré literalmente hacía afuera de la casa y sin
importar las ganas de golpearle hasta la inconsciencia, simplemente lo dejé
ahí. . Golpeó durante un tiempo la puerta y después fue sacado de las
instalaciones y de mi vida, para siempre…
¿Quería
saber por qué Atlas no dijo nada? En ese momento no quería saber nada de nada o
nadie.
Subí
a mi habitación, lo único que quería era morir. Si he de ser honesta, muchas
maneras de terminar con mi vida pasaron por mi mente, algunas muy creativas,
algunas otras simplemente descabelladas.
Pasé
a lo que defino como la etapa más oscura de mi vida.
Quiero pensar que las cosas se
me salieron totalmente de control, pues un buen día Ramsés irrumpió en mi
habitación, de la cual no salía más que únicamente lo indispensable, a mis
Dioses y mis Demonios les agradecí que no estuviese yo trabajando o estudiando,
o haciendo algo productivo de mi miserable vida.
- Nos mudamos – confirmó -
quizás todo esto es lo que no te permita salir de tu… ¿Situación?
- ¿Mudarnos?
- Tenemos una casa para
nosotros solos ¿Recuerdas? Lejos de todo esto. Probemos allá pequeña.
- Solo quiero una cosa ¿Sabes?
- Lo sé pequeña, nada perdemos
con intentar.
Esta ocasión no tenía la
fuerza o la voluntad para discutir, más que otra cosa por vergüenza. Me dejé
llevar como pluma arrastrada por el
viento, y me mudé a ocupar una habitación de aquella hacienda.
Los muchachos se mudaron a
nuestro lado. ¡Dioses y Demonios! Yo continué fallándoles y ellos no me
abandonaron ni un solo segundo. Un castigo
y recordatorio bien merecido.
Pues bien, así paso
actualmente la vida.
Ellos lo intentaron, lo
reconozco.
Entonces un buen día soleado
afuera, pero negro dentro de mi recámara, con lágrimas de frustración en mis ojos lo reconocí…
¡No puedo más!
Con tantas herramientas de
superación a mi alcance y yo sumergida en la miseria ¡Esto debe ser la mayor
derrota de todas!
Diariamente es una lucha
constante.
Abro los ojos.
Recuerdo la miseria en la cual
me encuentro recluida a causa de decisiones impulsivas y estúpidas, las peores
decisiones de todas.
Lo mereces – dice la loca de la casa, aunque ahora sé que soy yo misma diciéndome
mis verdades.
Incluso ese sábado cuando tuve
los dolores de estar pasando por el proceso de aborto inducido después de que
el médico dijera “Lamento informarle que el diagnóstico es correcto, Huevo
Muerto Retenido, es como clínicamente le llaman al embrión que dejó de crecer”
moría de dolor y no quería tomar nada pues sabía que merecía, merecía todo
aquel dolor que ahora estaba viviendo, todo el dolor por los horribles
pensamientos que tuve, por no haber podido amar a aquel bebé con todo mi
corazón. Era un bebé que no tenía la
culpa de la calentura de su madre. Fui y continúo siendo culpable
¡El karma es una perra! Y sin
embargo lo merezco…
Lucho diariamente por
levantarme ¡Por asearme siquiera!
Deseo que un meteorito se
estampe en contra de mí en algún momento del día, si alguien me llegara a
extrañar, seguramente podría superarlo rápidamente, como bien dice mi abuela, a
todo se acostumbra una, menos a no comer.
Era el fin.
Necesitaba nuevamente alejarme
de aquel lugar, perderme en un lugar… para siempre, y tenía el lugar perfecto
para hacerlo.
¡Mi infierno personal!
Sin dudarlo siquiera, como
tantas y tantas decisiones impulsivas que he tomado en ésta vida, abrí mi
computadora con un solo objetivo en mente. Comprar un boleto de ida.
Si el Karma es una perra, entonces la
vida es un cancerbero.
Pero
incluso en mis momentos más oscuros han aparecido siempre mis ángeles
guardianes.
Mi
puerta se abrió de par en par permitiendo libre acceso a tres personajes a mi
habitación, un Rubio, un Moreno y un Pelirrojo.
-
Diablos belleza ¡Aquí apesta! – Exclamó uno de ellos.
El
moreno abrió las cortinas de par en par.
-
Sabes que te amamos pero llevas meses recluida en tu modo Autocompasión y
detestamos verte de esa manera, te extrañamos, creo que ya te hemos dado espacio
suficiente, es momento de levantar ese trasero tuyo…
- Se
los agradezco chicos, pero…
- ¡Nada!
tú necesitas urgentemente de nuestra atención.
No
tenía fuerza para pelear.
- Un
momento, dijo el Rubio. ¿Estás comprando boletos para irnos de vacaciones?
Maldije
por no anticipar aquello y cerré de inmediato mi computadora tratando de
ocultar mis ahora fallidos planes.
- No
tengo idea de cómo llegué a esa página – mentí – solo estaba dando clicks sin
sentido frente a mi monitor.
-
Necesitas salir de compras.
-
Necesito estar sola –respondí mirando al horizonte.
Me
puse de pie y cerré las cortinas nuevamente.
Se
miraron entre ellos.
- No estás sola ¿Lo sabes? – Dijo el
pelirrojo.
- Se
los agradezco pero…
- Un
paso a la vez, dijo el Rubio, un paso a la vez.
Salieron
como llegaron, me senté en mi habitación a compadecerme nuevamente de mi misma.
-
Regresaron quizás unos quince minutos después con cajas de pizza, refresco y
comida altamente engordativa.
- Prometemos que no abriremos la boca.
Les concedí aquello, Dioses y Demonios todos se
esforzaron tanto por no dejarme caer.
Eligieron
una película asegurándose que fuera divertida y nos acomodamos en la cama a
pasar el tiempo engordando y envejeciendo.
Les
doy el crédito que merecen, lo intentaron, todos ellos lo están intentando,
pero parece que cada que ellos me tiran una cuerda para salir del hoyo, yo me
empeño en ignorarla y continuar cavando hacia abajo.
Mi
mejor apuesta es que se turnaban, era como un plan, no me dejaron sola, sin importar
que tuviera una cita para cosas de niñas, yo siempre estaba acompañada,
guardaban silencio y hablaban de cosas triviales, se aseguraban de que comiera
aunque no fuera nada saludable.
“Un
día a la vez” se convirtió en mi nuevo mantra y slogan personal. Viviendo un
día a la vez.
No
asistí a entrenamientos en conjunto pero me mataba yo sola entrenando,
lastimarme, sangrar y algunos huesos rotos eran mi objetivo y mi manera de
autocastigarme.
Finalmente
sucedió, después de semanas de intentar evitarlo, finalmente tuve que darle la
cara a la persona a quien más le fallé en toda esta estúpida aventura.
Durante
mis entrenamientos él me seguía muy de cerca, asegurándose de que no fuera a
aventarme intencionalmente por algún acantilado, confesaré que la idea
comenzaba a sonar más tentadora cada día…
Cierto
día cuando iba de regreso a mi habitación, el alcanzó mi paso hasta colocarse a
mi costado.
-
Vayamos al cine, patea traseros, lo mereces después de ese entrenamiento del
infierno.
-
Atlas…
- ¡Somos
amigos! vamos, ¿No puedes hacerme ese mínimo favor? Sabes que detesto ir solo.
- No
creo que…
-
Solo son un par de horas, ni siquiera tenemos que hablar si no quieres…
No me permitía terminar mis
frases. Evitaba contacto visual y ciertamente contacto físico también
- Elegiremos la película que
desees.
Le miré extrañada.
- ¡Vaya! Eso es nuevo ¿Yo
elijo la película?
- Si es un incentivo…
Pero nuevamente esa perra
llamada vida se encargó de recordarme TODO lo sucedido.
Llegó un mensaje a mi teléfono
en ese momento, aun cuando él detesta
que atienda mi celular cuando estoy con él, miré el mensaje pues provenía de un
número que desconocía pero al leerlo supe con total certeza quien era el autor:
* No
tengo derecho a pedirte nada, lo sé, pero ella agoniza y ha preguntado por ti,
quiere verte*
Me
congelé por unos momentos, un
sentimiento de rabia y dolor atravesaron mi cuerpo con una velocidad
inesperada. ¿Por qué regresa a mi vida?
Atlas
detectó la tensión en mi cuerpo, tomó el celular y revisó el mensaje.
- No
estás pensando en ir ¿Cierto? Permíteme corregir – se tomó entre el índice y el
pulgar el puente de la nariz -o ¡No irás!.
Su
voz estaba llena de ira y sus ojos esperaban mi respuesta llenos de esperanza,
la esperanza de un NO como respuesta.
A
cambio le ofrecí mi silencio, y me
sumergí en mis pensamientos.
Tremenda masoquista que he
resultado ser después de todo.
Resulta
que desde pequeña, mi mamá me crio para cumplir mis promesas y eso lo he hecho
hasta el momento casi (énfasis en casi) sin incumplir ninguna.
Durante
el tiempo que conviví con Alex, platiqué muchas cosas con su abuela,
encontramos que teníamos muchas cosas en
común, muchas más de las que esperamos o deseamos.
Ella
se mostró inusualmente interesada en mi historia, en como conocí a su nieto, el
país de donde era y por alguna extraña razón le conté cada detalle, quizás
porque internamente sabía que ella no lo divulgaría o porque más internamente sabía que era poco el tiempo
que ella guardaría esa historia en su mente.
Rompí
en llanto cuando le conté la historia de Kevin, le conté absolutamente todo y
ahí fue donde nació mi promesa.
- Es
una bella ceremonia la que describes – dijo ella.
- Lo
es, se lo aseguro. Aun con todo el dolor que albergaba en mi corazón por estar
asistiendo a un funeral, la ceremonia fué hermosa.
-
¿Podrías hacerla para mí cuando muera?
Respondí antes de que pudiera
meditar las cosas.
-
¡Claro! – respondí de inmediato.
En mi
defensa pensé que estaría en aquella familia de una manera más permanente.
Pero
ahora la situación había llegado y jamás pensé que ella requiriera de mi
presencia, porque es para esto para lo que me ha citado ¿Cierto?
Atlas
caminó a mi ritmo.
Entonces
le platiqué parte de mis recuerdos y la causa por la cual me sentía obligada a
asistir.
- No
quiero que la señora regrese de donde quiera que vaya, se me presente y me
atormente el resto de mi vida – Argumenté en mi defensa.
Sabía
que no le estaba causando gracia y su postura ante el hecho no cambiaría.
- Sé
que no puedo detenerte, pero no irás sola.
La
rabia se manifestó no solo en su voz, si no en la mano que ahora me sujetaba
por el antebrazo.
- No
es tu asunto.
-
Todo lo relacionado contigo es ahora MI asunto.
En mi
recamara y al tiempo que hacía una pequeña maleta me encontraba al teléfono
intentado encontrar una conexión o algún vuelo lo más directo posible, el
tiempo corría en mi contra.
- ¡No
lo puedo creer! Arrojé el teléfono sobre el colchón. ¡El siguiente lugar
disponible es en 48 horas y aun así tendré que viajar 5 horas más!
Me
tomó por los hombros hasta colocarme frente a él para quedar mirándonos a los
ojos.
- Yo,
sin embargo, puedo hacer que estés ahí en tiempo récord, se ufanó. Pero esta
vez tendrá un costo, un elevado costo.
Después
de mi comportamiento en los últimos meses, no esperaba nada más de él de manera
gratuita, es más, no esperaba ninguna cortesía de su parte.
Tragué
saliva y sostuve la mirada.
-
¿Cuál será el costo? Atlas ya no estamos para juegos….
-
Esto ni siquiera ha comenzado Patea Traseros, juego o no juego, aquí mismo
comenzamos a ser TU y YO nuevamente.
- ¡El
costo!
- Tú
y yo viajaremos a donde quieras ir, haremos lo que NECESITES, así sea aventarte
de cabeza al mismísimo infierno, YO, te acompañaré, sin quejas de mi parte, sin
cuestionamientos, ayudaré si quieres ayuda, intervendré solo si así lo pides.
- Y
después – Pregunté preparándome mental y emocionalmente para recibir el mayor
costo de todos. Anticipé algo así como servicios de por vida, etc.
- Después
de eso viajarás de mi mano a donde YO decida por el tiempo que YO decida, al
menos hasta que comiences a hablar conmigo de todo lo sucedido y aceptes
comenzar a sanar.
- ¡¿Qué?!
- Mi
oferta dura un minuto – sonrió, tómala o déjala. Por supuesto quedan muchos
espacios en blanco, pero es el precio que tendrás que pagar por lo generoso de
mi oferta.
- ¡No!
contesté firmemente y planté mi pie en el suelo. Mi cuerpo se inundó de un
sentimiento que no supe reconocer, pero lo de lo que estaba segura era de que
no podía aceptar nada más de él y todo esto nos llevaría a un solo lugar…
-
Tomé el teléfono y le llamé a los trillizos. Si alguien podía lograrlo eran
ellos.
No
tardé en darme cuenta que Atlas se me adelantó en éste plan cuando ellos no accedieron a ayudarme.
Me
tenía en sus manos y no era eso lo que me molestaba, me molestaba que yo no lo
merecía. No merecía cortesías de su parte ¡No merecía ni siquiera su compañía!
Debo
confesar que cierta sensación familiar recorrió mi cuerpo, sensación que no
resultaba desagradable.
- Tu
tiempo se termina… Tic – Tac.
- No
me queda más alternativa Atlas – bufé con los dientes cerrados preferiría que
me hubieras solicitado algo diferente ¿Quieres atormentarme durante este
tiempo? ¡Dime que me golpearas y terminemos con esto! ¡Lo merezco!
Me
miró con ojos de sorpresa.
- Si
es lo que deseas lo puedo hacer…
-
Sería más sencillo.
- No
tenemos tiempo, ahora firma.
Sacó
unos papeles, ante mi total asombro y la sangre se me arremolinó en los oídos.
¡Aquello no lo vi venir!
-
¿Qué diablos es esto?
- Te daré una copia, no te
preocupes.
- ¡¿Estas de broma?!
Hizo el gesto de recoger los
papeles ante mi dubitativa, pero no tenía tiempo que perder y ciertamente no
tenía tiempo de leer lo que firmaba. Literalmente le vendí mi alma al demonio….
- Siempre deberías ver lo que
firmas, besó la punta de mi nariz.
Puse los ojos en blanco.
Después de un par de horas
estábamos en el aire volando hacia… bueno lo importante ahora era asegurarme de
llegar a mi destino a tiempo.
- Este es un buen momento para
revisar los papeles que firmé – anuncié.
El simplemente rió.
Acercó su cabeza a mi oído.
- Ahora eres mía, no en el
sentido de una esclava, eres total y completamente mía.
- Lamento informarte que
adquiriste un bien defectuoso.
- Lo importante es que ahora es
mío – sonrió y rozó mi mano.
Un leve toque y una descarga
eléctrica recorrieron mi cuerpo.
- No temas patea traseros,
tenemos mucho tiempo para arreglar todo esto que crees que está roto,
descompuesto o inservible.
- Atlas para mi es importante
aclararar ciertas cosas…
- Te escucho…
- Prometiste que me dejarías
hacer esto bajo mis condiciones.
- Continúo escuchándote…
Hice una pausa y ¡Comprendí
todo!
- Nunca estuvo en tus planes
dejarme sola cierto, siempre encontrarás el hueco que te permita hacer tu voluntad.
Reí. ¡Diablos! Sí que le vendí mi alma al demonio.
El rió fuertemente.
- Honestamente no creí que te
tomara tanto concluirlo… este tiempo fuera enmoheció tus habilidades.
Íbamos en un vuelo más que
comercial, atrapados en los asientos de en medio en clase turista, juro que de
haber sido otra la situación le hubiera golpeado fuertemente, no lo hice,
porque detrás de todo, no tengo ningún derecho y ahora me encuentro aún más en
deuda con éste hombre. Si hay una razón por la que él viaja en primera clase,
es por su tamaño, ahora estaba encerrado a mi lado con las rodillas chocándole
en el asiento de enfrente, sin embargo se veía feliz y complacido.
Continuará
Continuará