Wattpad

jueves, 26 de octubre de 2017

L. Bad Medicine

Encuentra los capitulos anteriores AQUI


Llegamos de noche a aquel lugar y algo no estaba bien con las luces, le esperé a que fuera a revisar al sótano que sucedía.
Ayudada con la lámpara de mi celular vagué por ahí explorando. Encontré el comedor y el estudio.
También llegué al patio trasero el cual estaba tras unas puertas de vidrio.
Vi una sala con una mesita de vidrio al centro.
La oscuridad nunca ha sido mi amiga, aquello no era buena idea, una estampida de mariposas comenzaron a volar en mi estómago. En las películas de terror esta es la situación perfecta para que el asesino en serie que está esperando en un rincón, salga y ataque.
Ese pensamiento atacó mi vena miedosa y puse mi modo aterrado en mi organismo, apreté fuertemente lo que llevaba en mi mano esperando lo peor pero rogando por que pronto pasara todo tan rápidamente como fuera posible.
De repente escucho en un susurro de voz, mi nombre dicho a mi oído, claro que con el nivel de miedo y stress que sostenía en ese momento, mi primera reacción fue gritar y girarme para golpear a lo que fuese que hubiera provocado aquello. Entre una maniobra y otra, me desequilibré, tropecé fui sostenida pero resbalé del brazo de mi acompañante que intentó sostenerme, todo esto ocasionó que me fuera a estampar directamente a la mesita de centro, la cual no pudo sostener el peso de mi cuerpo a la velocidad a la cual yo aterricé.
¡Excelente idea la tuya de jugarme una broma tan pesada! Pensé cuando todo estaba sucediendo a una velocidad extraordinaria.
Se escucharon miles de vidrios romperse bajo mi peso así como un grito de dolor proveniente de mi garganta.
Como por arte de magia la luz regresó en ese instante.
Grandes cantidades de sangre brotaban de mi muslo, mis ojos encontraron un gran trozo de vidrio atravesado en mi muslo de lado a lado.
Un gran caos se hizo en ese momento.
Él se dirigió a la cocina y rápidamente tomó el teléfono fijo para llamar a emergencias.
En un tiempo récord llegaron por mí y me trasladaron a un hospital.
Por fortuna aun llevaba colgada junto a mí, mi bolsa con mis documentos.
Fui atendida rápidamente, me trasladaron de un lugar a otro para hacerme placas, para suturarme, para registrarme, etc.
Alex se quedó atendiendo unas preguntas en lo que era la zona de registro y pasé la mayoría del proceso sola.
Estando en la habitación, esperé y esperé a que él apareciera…
Finalmente le pregunté a una de las enfermeras, estaba desesperada por que no sabía de él y ya había pasado tiempo suficiente.
Ella me daba respuestas vagas.
Mi desesperación y angustia solo fue en aumento, siempre pensando lo peor…
Entró un doctor, una enfermera   y… ¿Una trabajadora social?
El doctor me explicó lo sucedido, lo cual entendí poco y quise comprenderlo aún menos.
La enfermera revisaba mis signos vitales, los fluidos que entraban a mi cuerpo y los vendajes.
Y finalmente la trabajadora social me cuestionó referente a haber sido maltratada… Los paramédicos reportaron el desorden encontrado en casa y unas maletas,
¡Dioses y Demonios! Nada de aquello tenía sentido
Respondí todas sus preguntas en franco fastidio… ¡Aquello no tenía pies o cabeza! ¡Le expliqué que no estaba huyendo de él! Que acabábamos de llegar de un viaje.
- Necesito ver a mi acompañante – Solicité de manera educada.
- Primero necesitamos hacer papeleo. Miró el reloj y continuó escribiendo.
Los minutos pasaron y se hicieron eternos, juro que las preguntas se repetían y solo las hacía de manera diferente.
Me rendí y simplemente respondí.
No sé cuánto tiempo pasó. Las cortinas estaban corridas, eso no me permitía calcular la hora.
Cerré los ojos y me rendí con un fuerte suspiro.
Quizás todo es diferente en este lugar, quizás las reglas son diferentes. Me maldije por no haber conservado mi celular a mi lado.
El sueño o los medicamentos me vencieron y dormí algunas horas.
Sabía que era de noche cuando desperté, pero nuevamente la habitación estaba vacía.
Entonces escuché un alboroto afuera, varias voces hablando fuerte y de manera furiosa.
La puerta se abrió y mi corazón brincó.
Mario entró vestido con su bata de doctor.
No tardé mucho en atar todos los cabos que quedaron sueltos.
Recosté mi cabeza hacia atrás esperando lo que sucedería a continuación.
No dijo palabra.
El resto entró detrás de él.
Alex no apareció.
Guardé un amargo silencio esperando que ellos fueran los primeros en decir palabra.
Mario retiró la sábana y el vendaje, era cuidadoso pero no como antes.
- ¿Que sucedió? – Preguntó Ramsés.
- ¿Dónde está Alex? – Pregunté yo en respuesta.
- ¿Que sucedió? Preguntó nuevamente en un tono más seco y duro, sus ojos arrojaban algo que te producía terror.
Me negué a responder. Se acercó a mí tomando mi rostro con su mano y forzándome a mirarle.
Hice fuerza con mi rostro pero no me liberé de su prisión.
- ¿Él te hizo esto? Preguntó Atlas conteniendo la furia de su cuerpo en un par de puños que mantenía a su costado.
- ¿Qué? Pregunté un poco desorientada y atando más cabos en mi cabeza.
-¿Cómo supieron que estaba aquí?
- Tu nombre salió en el sistema – Respondió Mario, quien ahora examinaba más de cerca la herida.
- Nosotros tenemos los medios para rastrearte  - Respondieron los trillizos.
- Soy tu médico y utilicé los recursos que tenía a mi alcance para localizarte. No me disculparé si es lo que esperas.
- Han sido ustedes los que han mantenido a Alex al margen…
Ninguno de ellos se apenó o disculpó, sabían que eran culpables, sabían que habían obrado mal pero nada de eso les preocupaba.
Me incorporé e intenté ponerme en pie.
- Si ustedes no le permiten pasar, entonces yo iré a buscarle.
Jason cerró la puerta de un solo golpe.
Eran ellos contra mí.
- ¡Ya Basta! – Gritó Bruno.
Cuando él hablaba lo mejor era quedarse callado y escuchar.
Se acercó me tomó de la mano y me miró a los ojos.
- ¿Él te hizo esto? – Preguntó
- ¡No! – Todo fue un terrible accidente y un malentendido, por parte de ustedes.
Les conté la historia, repetí todo lo que le había dicho a la chica que me entrevistó…
Hacían preguntas repetitivas.
- ¡Basta! No responderé ninguna pregunta más.
Todos ellos comenzaron a hablar sin ton ni son.
- César, le llamé pausadamente pero con una voz firme, tú puedes ver la historia en mi mente, adelante dije, tienes mi autorización.
Me miró con ojos grandes  y expectantes. Se acercó.
Mi cuerpo estaba quebrantado. Mi mente estaba agotada, entró sin problemas y corroboró la historia.
El ambiente se relajó.
- Atlas me abrazó.
Su cercanía y el olor de su perfume me recordó los buenos tiempos. Le devolví el abrazo sin reparos.
Después de eso salió por unos momentos y regresó con Alex a su lado.
Rápidamente corrió a abrazarme.
- Lo lamento tanto – dijo no  me permitían entrar y ahora…
Le sonreí. En respuesta me besó como si no hubiera más personas en aquella habitación.
- ¿Qué pasará ahora? – Le pregunté a Ramsés.
Lo cierto es que conmigo en aquella situación, ellos tenían el sartén por el mango.
- Ésta es una terrible herida – Dijo Mario. Necesitamos supervisarte de cerca. Tendríamos que hacerte visitas durante el día y mantenerte vigilada 24x7, lo que nos lleva a tener que tomar una decisión. Te mudas con nosotros, nos mudamos contigo o te quedas en el hospital.
Cualquiera que sea tu decisión sin embargo, es necesario que te suministremos esto. Me mostró su mano con la inyección que necesitaba, el líquido que mi cuerpo necesitaba para hacer frente a aquella situación y salir lo más pronto posible.
El rostro de Alex se endureció sin embargo no soltó mi mano.
Giró su cabeza hacia mí.
- ¿BB?
- Necesito unos momentos a solas con él, les pedí.
Todos negaron con la cabeza.
¡Vamos! ¡Me lo deben!
Lo dudaron pero salieron lentamente del cuarto dejando la puerta abierta
Le comenté a grandes rasgos lo que había sucedido y la causa por la que no le habían permitido entrar.
- Te dije que no sería fácil.
- Y yo te dije que permanecería a tu lado.
Sonreí apenas.
- El líquido…
- Es necesario – le interrumpí. Pensé que podría prescindir de él – le dije y le conté los efectos.
- Entonces lo aceptarás.
- Creo que con eso me recuperaré más rápidamente y entonces podremos regresar a nuestra rutina
- Pero tendrás que continuar…
- Sí, pero será gradual hasta que no lo necesite.
- Diablos Princess, esas son cosas que me tienes que compartir.
- Pensé que lo tenía controlado – reconocí y le abracé.
Él me abrazó en respuesta.
Toda mi gente entró unos momentos después.
- No querrás ver el proceso, te sugiero salir – le dije resignada.
Me tomó de la mano y se acomodó a un lado mío.
- No planeo moverme – dijo de manera firme.
Todos dudaron por unos momentos, él había logrado hacerlos temblar.
Mario preparó todo.
- ¿Tendré que sujetarte como el primer día? – preguntó Atlas en un intento evidente de molestar, pues el idioma que utilizaba no era el que hablábamos entre Alex y yo.
Respondí con una negativa moviendo mi cabeza de lado a lado
- Mario, necesito un poco de privacidad, entiendo que tú debas estar presente pero ¿El resto?
- Yo permaneceré aquí – dijo Ramsés, el resto deben salir, tu prometido deberá salir también, tampoco es necesario para el proceso.
Todos le miraron atónitos por unos momentos y salieron.
Aunque por unos instantes Alex se negó, lo hizo detrás de ellos. Atlas sostenía la puerta.
Aproveché ese momento.
- Atlas – le llamé y el giró el rostro hacía mí.
- No le permitas ver mi sufrimiento.
Me miró dudando por unos segundos, sin embargo asintió.
Mario inició las curaciones de mi pierna.
- Sería mejor si introdujeras primero el líquido en mi cuerpo  - dije refiriéndome a la inyección que no deseaba pero que era necesaria.
Mario la tomó entre sus manos pero Ramsés lo detuvo.
- No, dijo él.
Había hecho cálculos mentales como yo los había hecho, al momento de tener aquel líquido en mi cuerpo, podría ser capaz de realizar una sanación por mi cuenta, era lógico que no lo aceptara Ramsés.
- El líquido se te  brindará solo después de que nos aseguremos que tu pierna esta sanando correctamente.
- ¡Dioses y Demonios!, azoté mis manos a mis lados. Excelentemente bien jugado Ramsés – le grite con ojos de furia.
No se movió ni un centímetro de donde estaba.
- ¡Me obligarás a tenerlos cerca de mí cuando lo único que quiero es exactamente lo opuesto!
Él permaneció calmado y Mario solo era espectador.
- Querías una cacería, una cacería estás teniendo.
- ¡Esto no es una cacería!
- Tomaré cualquier ventaja disponible, me conoces.
- Interrumpiré su interesante charla – dijo Mario.
Me mostró todo el instrumental listo, algunos frascos con líquidos que no me eran familiares, en fin… Quise preguntar que eran y si me causarían adicción, pero me reservé las preguntas al ver el tamaño de la herida de mi muslo, aquello dejaría sin duda una horrible cicatriz.
La cicatriz debería ser lo que menos me preocupara en aquel momento, pero la vanidad es una perra.
La necesidad de ser minucioso de Mario me llevó a límites del dolor que antes no había conocido, intenté morder la almohada, pero no era suficiente, él no estaba siendo cuidadoso como en otras ocasiones.
Aún entre mis gritos ahogado pude distinguir a Alex, Atlas y probablemente los trillizos discutiendo afuera.
Lo lamento cariño, no puedo permitir que me veas padecer de ésta manera- pensé.
El trabajo de Mario terminó después de un periodo de tiempo que para mí fue eterno, estaba ahora empapada en sudor y lo único que deseaba hacer era dormir.
¡Pero nada era tan sencillo con Ramsés!
Mario salió de ahí con la charola que contenía los desechos y material utilizado y Ramsés se aseguró de cerrar la puerta tras él.
Pacientemente esperó a que yo iniciara la conversación, no muy típico de él.
- ¿Qué quieres de mí?
- Las cosas han cambiado pequeña… se detuvo en ese momento y me dio la impresión de que como siempre, algo ocultaba.
- ¿Qué quieres decir?
- Queremos simplemente que regreses con nosotros. Tu lugar no es a un lado de él, tu lugar no es jugar a la casita en un lugar alejado de todos nosotros.
Suspiré.
- Mi lugar es y será siempre donde yo quiera estar, no donde tú quieras que yo esté – pronuncié aquellas palabras con los dientes apretados.
- ¿Tanto daño te hicimos?
-¿Qué?
- No entiendo tu cambio de planes tan repentino, yo hubiera pensado que la vida que llevabas con nosotros estaba bien, quizás no la vida de tus sueños, pero bien o mal no estabas tan mal, eso siempre lo creí.
Por primera vez estaba viendo a un Ramsés más honesto.
¡Dioses y Demonios! Odiaba que con simples palabras lograra derribar mis bien construidas defensas. Cambiar el tema era lo que tenía que hacer ¡Pero ya!
- Quiero saber cuáles son tus planes para los siguientes días, evidentemente se pegarán a mi como  sanguijuelas.
Detectó de inmediato el cambio de rumbo en la conversación y de mala gana lo aceptó.
No podía creer que hubiera ganado ésta partida, pero claro, con ellos nada es gratuito.
- Vigilancia 24X7, en tu casa o aquí, las condiciones continúan siendo las mismas. No las cambiaré y si por alguna razón te niegas…
Le interrumpí, no tenía caso discutir, no conmigo en aquellas condiciones, no cuando tenían algo que necesitaba.
- Estoy dispuesta a negociar condiciones equitativas para que todo se lleve a cabo en mi casa – dije.
- No estás en posición…
- ¡Sí que lo estoy! Es una oferta por tiempo limitado, mi paciencia también está llegando a mis límites, sé que puedo encontrar la manera de sobrevivir, tardaré pero lo conseguiré, ahora o comenzamos a negociar o todos ustedes sacan sus malditos traseros por donde los trajeron.
- ¡En tus condiciones podría llevarte sin problemas ahora mismo!
- ¡Si quisieras ya lo hubieras hecho! Existe algo que no me estás diciendo y hasta que no tengas el valor de hacerlo no voy a ceder tan fácilmente.
En ese momento la puerta se abrió de golpe.
Sonreí ampliamente cuando observé a mi apuesto acompañante ser el primero en la línea cuando la puerta se abrió.
Se acercó a grandes pasos hasta a mí y les obligó a salir.
- Ella es mi prometida, necesita estar en paz y descansada y lo que están haciendo es justo lo opuesto, así que saldrán hasta que decidan mantener un ambiente tranquilo.
“Ellos no pueden tocarte”. Recordó esa frase y la utilizó a su favor, a empujones los sacó aprovechando la situación.
Quedamos solos.
- ¿Qué ha sucedido?
Le detallé todo y suspiró.
- Lo cierto es que yo estaré ocupado  gran parte del día y ellos te pueden  brindar el cuidado que yo no puedo.
- ¿Me estás diciendo que estás de acuerdo?
No daba crédito a aquello.
- Uno por día y no te quiero cerca de Atlas o alguno de los Trillizos.
Ese era su lado celoso pero no lo culpaba.
- Lo más importante es tu salud.
Respiré un tanto aliviada pues no quería otra discusión más y menos con él.
- Iré afuera a decirles mis condiciones, ya no estás sola.
Besó mi frente.
Tras de él quedé con una sonrisa en el rosto. Diablos lo que fuera que Mario hubiese aplicado estaba haciendo efecto pues me perdí en un profundo sueño.

CONTINUARÁ....