Hacía tanto tiempo
que no soñaba por la noche, sobre todo sueños lindos, que al día siguiente desperté de manera
natural, sin mencionar mi humor que, en general, era de lo mejor, la noche
anterior no había tenido pesadillas, punto.
¿Estas
segura que esa es la razón de tu buen humor? Me interrumpió insensiblemente
la loca de la casa.
A
que te refieres – pregunté en un momento de debilidad.
¿Sabes?
Tu pregunta realmente me ofende – respondió con una evidente risita
burlona. Te conozco más de lo que te conoces a ti misma
y te lo he demostrado en más de una
ocasión, ¿O es que ahora me dirás que los correos de tu admirador anónimo no
tienen influencia en tu estado anímico actual?
Si. Es una respuesta típica de ella.
Sí, también reconozco que no me
sorprende en demasía.
Sí, acepto que me conoce más de lo
que me conozco a mí misma.
Esa respuesta me detuvo en seco justo en ese momento. Tenía
razón, le otorgaba la razón al 100%, y lo reconocí simplemente porque… sin darme cuenta de manera conscientemente de mis acciones, ya
me encontraba yo en ese momento revisando mis mensajes ansiando su respuesta,
tal como una tonta quinceañera ahí estaba yo sonriendo estúpidamente frente a
la pantalla de un aparato electrónico maravillándome y disfrutando de los
adelantos en cuestión de ciber – comunicación con los que contábamos hoy día
mismos que me permitían comunicarme casi al instante con ésta persona que se
ubicaba en algún punto del planeta, permaneciendo segura detrás de mi monitor.
Pues bien como describí
anteriormente, sonriendo tontamente frente a mi pantalla abrí su correo
electrónico:
******
Estimada BB.
Ahora nos hablaremos de ¿Usted? Nuestra ciber-relación
ha pasado ese nivel como para poder entablar una conversación más informal.
¿Hablar de mí? Haré mi mejor esfuerzo intentando no
decepcionarte ya que soy una persona que escucha más de lo que habla.
Tengo 29 años y actualmente me encuentro persiguiendo
mis sueños, lo que me ha llevado a tener varias residencias y viajar
constantemente, no me considero atractivo pero me gusta cuidar de mi físico.
Amo leer, solo que mis actividades actuales únicamente
me permiten en promedio terminar 4 libros al mes, si me compartes tu usuario de iTunes
puedo enviarte algunos de mis favoritos.
También domino varios idiomas y ahora me encuentro
interesado en perfeccionar mi español.
¿Ropa interior? No uso.
Disfruto de salir a comer con amigos, conocidos,
familiares y deseo salir contigo alguna vez.
Debo agregar además, que no perderé la esperanza en que algún día
pueda enviarte una orquídea o mejor aún entregarla yo mismo.
A.
Justo con esta última declaración mis
alarmas se encendieron… “A” es por ¿Atlas? Después de todo él había declarado
que de haber alguna manera de encontrarse conmigo, él ya la hubiera encontrado…
Si leo detenidamente, es tan insistente y conoce al menos mi flor favorita,
pero eso lo encuentra leyendo mi blog… Decidí no responder su correo de
inmediato, tenía muchas cosas que analizar antes de hacerlo.
Me preparé para mi primera terapia
del día y recordé que ese día mis papás partirían de ahí, intenté alejar a la
tristeza que ocasionaba ese pensamiento, ignorándolo por mi propia salud
anímica y mental.
Mi mamá había tomado una decisión y
quizá en ese punto éramos como dos gotas de agua, no iba a decirlo en voz alta
para no hacerlo una realizad.
El hecho: Ella permitiría que yo continuara con mis entrenamientos y vida
en aquel maravilloso mundo.
Pues bien, al salir de terapia, decidí caminar unos momentos por el
patio común, esperando encontrar al personaje que había encontrado días atrás o
algún otro personaje interesante.
Mi felicidad se complementó con la noticia de que iríamos todos juntos a
despedir a mis papás al aeropuerto, los muchachos me lo comunicaron al término
de la terapia.
Continúo sin poder caminar largos (o cortos) tramos sin quedar sin
aliento. Llevaba conmigo un jugo verde depurativo el cual contenía piña, apio y
la flor llamada diente de león, ahora son mis mejores amigos y su color verde
ha dejado de ser intimidante, siendo que ahora disfruto su sabor recordándome
constantemente que accedí a hacer caso de todo sin cuestionamiento y a la
primera.
Pues bien mientras disfrutaba de mi licuado verde o como yo lo llamo
cariñosamente: Mi Guacamole, también
disfrutaba de los rayos de sol de aquel lugar, añorando estar sentada a un lado
de Atlas, hubiera sido un gran consuelo o acompañante aquellos días. Pero ¿A
quién engañaba? Lo que deseaba era a mi novio, mi amante, alguien que me
consolara en aquellos momentos, me brindara consuelo y me consintiera, lo
necesitaba a él, solo a él.
Emití un gran suspiro, profundo como los abismos del océano.
En general disfruto enormemente observando lo que sucede a mi alrededor,
y sí, debo aceptarlo, me gusta escuchar conversaciones ajenas, solo para
enterarme de las historias que están viviendo, sin ningún interés particular
salvo enterarme de un buen chisme.
Y fue así que me quedé observando a un joven de no más de 25 años, que
veía simplemente al horizonte con los codos apoyados sobre las rodillas,
inmóvil al menos por el rato que lo estuve viéndole, tenía la barba crecida de
un par de días, no más, su rostro tenía ojeras, y usaba un pantalón holgado y
una playera que le quedaba justa, su cuerpo lucía atlético pero no musculoso,
lo que me llevó a preguntarme si era requisito del lugar tener un buen físico
para ser admitidos, se frotaba las manos y fruncía un poco el ceño a causa del
sol.
Muchas historias rondaron mi mente ¿Cuál sería la adicción que lo llevó
a estar recluido en aquel lugar? ¿Drogas?¿Alcohol?¿Sexo?
Di otro trago a mi guacamole, y me reajusté en mi lugar además lancé una
pequeña risa a causa de mis pensamientos.
- Pensé que no volvería a verte, dijo una voz a mis espaldas.
Era él, la persona que tenía más tinta en su piel que la carta de
declaración de los derechos humanos. ¿Puedo acompañarte? – preguntó enseguida.
- Hasta donde sé, éste continua
siendo un país libre, por lo que puedes hacer lo que te parezca mejor –
respondí en un todo directo e intentando ser lo menos ruda que pude. Aún me
quedan algunos meses por aquí, supongo que será inevitable que nos encontremos
de vez en vez.
Colocó sus manos dentro de los bolsillos de su sudadera y se sentó a mi
lado dejando un poco de espacio entre
ambos.
- Veo que estas mejor – dije sinceramente - su rostro ya mostraba algo
de color.
- Te debo una disculpa, no debí haberte gritado de esa manera.
- No te preocupes, no eres la primera o la última persona que pierde sus
cabales con migo, creo que tengo ese don – le dije con una gran sonrisa - sin
embargo, yo a ti no te debo ninguna disculpa, todo lo que dije es lo que
realmente pienso y creo.
Hizo una pausa y esbozó una leve sonrisa, él llevaba la barba bastante
crecida y descuidada, nunca me han gustado los hombres con barbas, los hacen
lucir desarreglados y sucios en mi opinión.
- Creo que llevas la razón – dijo - no en todo, pero quizás necesitaba
escuchas esas rudas palabras para entender finalmente todo lo que está
sucediendo en mi vida.
Levanté los hombros y miré hacia ningún lado, evitando así mirarle a los
ojos.
- Estoy segura que no soy la persona de quién esperabas escuchar esto, después
de todo solo soy una desconocida, lamento si esta parte de mi te ha golpeado directamente
en tu ego o en tu alma en el momento en que nos conocimos.
Hizo una pausa y llenó sus pulmones
de aire, el cual salió expulsado rápidamente por su boca emitiendo un profundo
sonido de exhalación.
- Antes dijiste que me admirabas, nos admirabas – corrigió de inmediato.
- Y es cierto –confirmé- mi
recamara tenía posters de ti y tus amigos decorando mis paredes, incontables
ocasiones soñé que asistía a uno de sus conciertos, que era una de las miles de
personas que coreaba sus canciones y luego sin ninguna razón era una de las
afortunadas en subir al escenario con ustedes, claro la noche terminaba con migo en la cárcel
debido a que me lanzaba sobre uno de ustedes (mi favorito) y lo atacaba ahí
mismo sobre el escenario. Después de ésta declaración, reí fuertemente y él
junto conmigo.
Desconozco si aún estén ahí… mentí- Pero si continúan ahí los eliminaré
apenas llegue.
- ¿Un momento, te olvidarás de nosotros así simplemente, por una
sencilla situación como ésta? Quizás entonces no eres una verdadera fan. Lo
usual en estos casos es que te lanzaras a mí gritando porque me habías conocido
finalmente, me pidieras un autógrafo y te mostraras empática ante mi situación,
quizás un poco de lágrimas también por encontrarme en esta situación, quizás es
un poco exagerado, pero sería lo normal
Por apenas unos segundos casi me convence de sus palabras. Entrecerré
los ojos y le miré directamente.
Ja ja, - recalqué cada sílaba- buen intento – dije finalmente – Ahora
entiendo la procedencia de tu “fama”, veo que tienes una gran capacidad de
convencimiento, solo que tendrás que esforzarte más la próxima ocasión ya que
no me trago ese cuento. Nada justifica que seas débil, no para mí. Ellos, tus “amigos” no te ayudaron, de lo
contrario no estarías ahora aquí recluido en éstas pésimas condiciones ¿Qué clase de amigos son?
- En eso si te equivocas – se apresuró a decir seriamente y aclarándose
la garganta – ellos fueron precisamente quienes me trajeron aquí, intervinieron
oportunamente cuando comencé a mostrar
los primero síntomas de adicción, solo que no fue algo con lo que ellos pudieron,
mi testarudez casi me hace perderlos, es mi última oportunidad con ellos
también. Déjalos fuera de tu enfado.
- Nada que no merezcas. Dije nuevamente sin miramientos. Como solo
cuento con tu palabra de que ellos realmente te ayudaron y hasta que no vea con
mis propios ojos que ellos realmente se preocupan por ti, mi manera de pensar
no cambiará.
- Bueno, supongo entonces que tenemos trabajo por hacer.
Un pequeño silencio reinó entre nosotros, yo continuaba mirando al chico
de antes.
-¿Quieres saber quién es?
- Solo disfruto tratando de adivinar su historia, miré el reloj. Es hora
de marcharme.
- No te pierdas - me dijo
poniéndose de pie, es agradable platicar con alguien quien pueda escupirme la
verdad a la cara y no solo me trate bien, por ser alguien a quien admiran.
Me puse de pie también, estaba cansada y requería descanso antes de
poder ir a acompañar a mis papás al aeropuerto.
- ¿Me permites acompañarte a tu habitación?
Mi primera reacción fue la de decir No,
Gracias pero me recordé a mí misma que carecía de algún compromiso en ese
momento.
Recobré el hilo de la conversación en menos de 10 segundos.
- Claro que puedes – dije. Le di el último sorbo a mi licuado verde
guacamole.
- Eso luce asqueroso.
- ¿Quieres probar? Es delicioso
una vez que te acostumbras.
- Por hoy dejaré pasar esa delicia -
dijo sarcásticamente.
Esbocé una leve sonrisa. Realmente no platicábamos nada en particular,
pero si recuerdo haber estado riendo por alguna tontería que él dijo, abrí la
puerta en ese estado y me sorprendí sin saber realmente el por qué pero al
mismo tiempo me paralicé y me puse un poco nerviosa al ver que Kevin estaba en
el sillón de la recámara de brazos cruzados y mirando la escena con cara de
pocos amigos.
La incomodidad reinó el ambiente de inmediato.
Él se puso de pie y caminó hacia nosotros, (Sí, esto me produjo un Deja
Vu…)
- Llegaste al fin. Tu terapia terminó hace ya casi una hora. – dijo
Kevin.
- Si, hice una parada en el camino, necesitaba aire fresco y no tengo
por qué darte explicaciones – le recordé.
- Bueno… me retiro dijo el chico de los tatuajes, nos vemos luego, se
metió las manos a los bolsillos delanteros del pantalón y se dio la vuelta.
- No. - Le detuve tomándole por el codo - no tienes por qué retirarte si
no lo deseas.
Dirigí una mirada fría hacia Kevin, dejando en claro mi molestia por lo
que acababa de hacer, solo que él pareció no haberse dado cuenta.
- ¿Novio?
Negué con la cabeza.
- Será mejor que te retires, ella necesita descansar – comentó Kevin en
un tono más autoritario.
Mi acompañante se puso frente a Kevin, quedando así entre él y yo. Sé
que en una pelea Kevin saldría vencedor.
Antes de que mi tatuado acompañante pudiese decir nada, escuchamos las
voces de los muchachos.
- ¿Sucede algo? – Preguntó Mario, observando la escena a detalle y con
cierta curiosidad.
- Nada, interrumpí de inmediato.
Hice las presentaciones adecuadas.
- Debemos irnos – señaló Bruno, si queremos llegar a tiempo al
aeropuerto.
- Pensé que teníamos más tiempo – miré mi reloj comprobando la hora.
- Es mejor estar sobrados, nunca se sabe.
- ¿Te vas? – preguntó interesado el chico de los tatuajes, observando a
su alrededor y sin saber bien de que iba
todo.
Sonreí al detectar cierto interés.
- No tienes tanta suerte, dije, solo acompañaré a mis papás quienes
regresan hoy a su hogar, solo vinieron a visitarme.
- ¿Puedes salir? – Preguntó de inmediato en franca sorpresa.
- Te lo he dicho, yo no estoy aquí por alguna adicción – voltee los ojos
hacia arriba ante esas declaraciones. Entonces,
nos vemos luego. Le dije.
Él se retiró de ahí dedicándome únicamente un saludo con la mano.
Partimos de ahí divididos en dos coches, Mario conducía el coche en el que íbamos mis papás y yo.
En el aeropuerto nos despedimos una vez más mis papás y yo. Sin lágrimas
o reproches, solo un beso, un abrazo y un breve beso en la mejilla.
Los muchachos permanecían a una prudente distancia, brindándonos la
privacidad necesaria, como en cada ocasión.
- Lamento haberles hecho pasar éste mal trago – confesé.
- Hija - respondió mi mamá - viajaremos
hasta el fin del mundo por tus hermanos y por ti.
- Nunca lo dudes – señaló mi papá.
Sus palabras no minimizaron lo apenada que me sentía.
- BB, sé que estás consciente de mi decisión – dijo finalmente en voz
alta mi mamá - permanecerás con tu vida
actual, solo deberás prometerme que en un futuro, sea lo que sea lo enfrentaras
directamente, tomando al toro por los cuernos y no aislándote sin ayuda como lo
hiciste en esta ocasión.
- Asentí emocionada y con una gran sonrisa en el rostro. Lo que ambas
desconocíamos en ese momento era que sería incapaz de cumplir esa promesa en
tan solo unos años más.
Finalmente hice de tripas corazón y los dejé ir, hasta ese momento fui
consciente de que esa cercanía de los últimos días me había generado la
sensación de tenerlos a todos reunidos permanentemente para mí, solo para mí.
Comencé a extrañarlos desde que vi sus espaldas como efecto de que caminaban
alejándose de mí.
Me abracé de la persona que tenía más cercana y lo acerqué a mí,
necesitaba contacto físico, necesitaba a Atlas.
Caminé en silencio hasta nuestros automóviles y descubrí que Kevin
esperaba por nosotros recargado en uno de ellos.
¡Esto tiene que ser una broma! – pensé, este tipo es peor que la peste,
estoy lamentando mucho haberle hablado aquel día….
Se incorporó de inmediato en cuanto nos vio acercarnos.
- Me gustaría mostrarle un poco de ésta ciudad a BB, después de todo ha
permanecido solo encerrada las últimas semanas. –dijo Kevin.
Sonreí de manera forzada, agradeciendo falsamente su amabilidad, pero al
mismo tiempo observé atentamente la reacción y respuesta de los muchachos.
-No creo que sea necesario - les dije a los muchachos- ya tendremos tiempo para ello, además me
siento realmente cansada y estoy deseando llegar a mi cama sin mencionar que tengo
un poco de hambre – añadí frotándome la barriga.
- Comamos entonces – señaló Mario.
De alguna retorcida manera terminé en el auto a solas con Kevin, de
camino hacia un restaurant que señaló César, el cual servía comida casera y
deliciosa, de acuerdo a sus comentarios.
El silencio lo rompí yo finalmente.
- No me agrada que andes por la vida actuando como si fueras mi novio
¡No lo eres! Te recuerdo que Atlas ocupa ya ese lugar en mi vida.
Kevin sonreía, puedo decir que con cierta suficiencia.
- Mis intenciones están declaradas, sonrió y me mostró la palma de su
mano hacia arriba en un gesto que interpreté como que él esperaba que yo
depositara mi mano sobre la suya.
- ¿Dónde queda lo que yo haya decidido?
- Aún no sabes lo bueno que soy para ti. Lo demostraré. No te preocupes,
solo observa.
- Aghhhhhhhhh, insufrible, todos ustedes son insufribles, ¡No soy un
trofeo! Si quieren ir tras de alguien vayan tras de ella y déjenme en santa paz a mí.
- ¿Tras ella?
- Si, ustedes quieren una hembra para aparearse dentro de esta
asociación que les permita permanecer en esta vida, pero yo no lo soy, deberían
enfocar sus esfuerzos hacía otro lado. Crucé los brazos sobre mi pecho.
Realmente lamento que Atlas te haya pedido aquel día que me bajaras de la
arena, pero lamento aún más estar en deuda contigo.
Quedó un poco en silencio ¡Al fin!
- No recordaba la promesa que me hiciste, si te soy honesto – rio un
poco. Comenzaré a idear algo para ello.
- No tengo planes de escabullirme, al menos en los próximos meses, di la
hora y el lugar y ahí estaré, como dije antes, soy una persona que cumple sus
compromisos.
- ¿Compromisos?
- ¡Pero claro! Solo será esto y nada más.
Llegamos al restaurant a la par que los muchachos y bajé de aquel automóvil
decidida a no regresar en el mismo coche que él.
Tendría que buscar el momento para hablar con los muchachos referente a Kevin, pues cuando
Atlas declaró clara y abiertamente sus intenciones ellos se enfadaron bastante,
¿Por qué es que ahora no hacen nada con éste individuo?
En mi estado actual lo mejor es mantenerme sin enojos, así que respiré
lo más profundo que pude e intenté olvidarme de la situación.
Los muchachos me sorprendían siempre, sabían tanto de tantas cosas,
podía entenderlo sin embargo, ellos viajaban a cada cambio de luna lo que les
daba mucha ventaja sobre mí.
Comimos en silencio y descubrí, que César tenía cierto aprecio por
Kevin, lo cual me hizo pensar que quizás por ello es que no habían dicho una
palabra en contra cuando él pidió llevarme a conocer la ciudad.
La comida fue una delicia, ellos sí que sabían elegir los lugares:
Comida casera, ingredientes naturales, excelente sazón, limpieza impecable y
platillos abundantes.
Aun no me cabía mucho alimento.
Disfruté de la sobremesa y poder observarles ya un poco más tranquilos y
relajados en relación a como los vi cuando llegaron.
Al momento de salir me pagué a Jason como sanguijuela a fin de que no me
enviara nuevamente con Kevin, lo cual fue todo un éxito. Kevin terminó viajando
solo de regreso.
Rompí el silencio, y después me arrepentí de haberlo hecho.
- Chicos, sé que pasaré bastante tiempo recluida aquí, el plan inicial
solo era un mes, supongo que la cuenta de este sitio será un dineral al final.
Estoy segura también de que ustedes fueron quienes pagaron los boletos de avión
de mis papás…
Antes de que pudiese terminar la frase o complementarla, César se giró
hacia mi desde el asiento del copiloto pidiendo, no, más bien ordenando que le
mirara a los ojos, su tono era tan fuerte que casi era un grito.
- ¡Continuas anteponiendo lo material a tu salud física, continúas
ofendiéndonos con un tema tan banal como el dinero, nosotros hubiésemos pagado
con todo lo que tenemos e incluso más por ver tu salud intacta, no puedo creer
que tus pensamientos sean tan egoístas!
Mis ojos se llenaron de lágrimas, realmente me hirieron esas pablaras,
bajé mi rostro el cual ardía entre enojo y vergüenza.
- Mario me pidió que me tranquilizara, no es el momento para que te
alteres, sin embargo debes reconocer que César lleva la razón y sobre todo que
expresa al 100% la manera en la que todos nosotros pensamos y nos sentimos con
tus declaraciones.
Guardé silencio.
- ¡No deseo escuchar una palabra más del tema, si lo haces estaré
realmente enfadado contigo! – Terminó diciendo César.
- Tú eres ahora nuestra prioridad y como aún no te has podido dar cuenta
por ti misma, lo dejaré en claro para ti nuevamente – dijo Jason. El dinero no
es un tema preocupante para nosotros en la actualidad, tenemos los medios para
poder hacer más dinero del que podemos necesitar y pronto lo harás tú también.
Si lo que quieres es pagar la deuda que en tu mente loca, crees tener con nosotros, entonces recupérate
y regresa a tus entrenamientos lo antes posible, de esa manera todo estará
saldado.
Quedé en silencio ya que carecía de argumentos ante aquellas
declaraciones. Suspiré un poco y me relajé en mi lugar.
- Pues yo si estoy ofendido seriamente con esas palabras, declaró Bruno,
quien ahora estaba cruzado de brazos viendo hacia el exterior. Si mal no
recuerdo esta conversación ya la habíamos tenido y hasta donde recuerdo no
debíamos tener nuevamente esta conversación. Tú dejarías que nosotros nos
ocupáramos del asunto monetario y tú te dedicarías únicamente a vivir y entrenar,
estuvimos aparte muchos años, y tu manera de pensar o como fuiste educada
intentarías dejarla de lado aquí, en esta en tu nueva vida. Atlas…
- Oh no, no te atrevas a mencionar a Atlas – dije ya en un tono molesto,
déjalo fuera de esto, y si quieres que vayamos por ahí entonces, ustedes todos
ustedes me deben una gran explicación de cómo es que armaron un gran alboroto
cuando Atlas declaró sus intenciones hacia mi persona, pero cuando Kevin se ha
acercado peligrosamente a mí, ustedes se han quedado en total calma.
Evidentemente el ambiente se tensó.
Jason fue quien finalmente rompió esa tensión lanzando una carcajada.
- ¿Kevin? Realmente él hizo tales declaraciones.
Le miré sorprendida, un tanto ofendida y expectante.
- Hermanos, esto se ha tornado interesante si concuerdan conmigo.
Todos ellos comenzaron a hablar rápidamente y sin sentido, al menos para
mí.
- BB – dijo Mario con una amplia sonrisa. Si Kevin declaro esas
intenciones contigo, e sugerimos ir con cuidado. Es todo lo que diremos y en
este momento daremos por terminado éste tema.
Efectivamente ellos guardaron silencio. ¡Dios! Injusticias por doquier.
Ellos pueden dar por terminado el tema así por así mientras que yo tengo que
fletarme sus enojos, regaños y discusiones.
Suspiré fuertemente y desee con
todas mis ganas poder correr hacia los brazos de Atlas o al menos con los
trillizos, sé que no son mi premio de consolación pero era todo lo que tenía en
aquel lugar, al menos que yo considerara de confianza.
Llegué directo a recostarme, mi reserva de energía se había agotado
completamente con las actividades que recién había vivido.
Recosté mi cabeza en la almohada pensando en el mensaje que había
recibido ¿Cómo podría asegurarme o descartar que la misteriosa persona que me
estaba escribiendo era Atlas?
Me emocionaba la idea que realmente fuera él ¿Podría hacer aquello?
Hacerse pasar por otra persona solo para platicar conmigo, ¿Acaso no habíamos
pasado aquello ya?
No llegué a nada en concreto respecto de cómo podría asegurarme y honestamente mi mente no quería continuar
pensando en ello ¡Estaba exhausta!
Era casi media noche de acuerdo al reloj de mi celular, me desperté en
un sobresalto cuando escuché ruidos extraños en mi puerta.
Los muchachos habían dejado de hacer guardias desde que mi salud estaba
mucho mejor.
Yo soy capaz de defenderme a mí misma, o al menos lo era, no en estas
condiciones, aunque algunos artículos afirman que en situaciones de estrés o
peligro inminente, el cuerpo humano es capaz de realizar proezas inimaginables,
veamos de que manera reacciona mi cuerpo.
Decía mi abuelita “Tonta pero no pendeja” así que tomé lo que tenía a
mano como arma letal, resultando ser una mancuerna para ejercicio que alguno de
los chicos debió haber olvido ahí.
Tomé una respiración profunda y abrí la puerta en un solo movimiento con
el objeto de sorprender y encontrar con la guardia baja a quien quiera que
estuviese del otro lado.
Para mi sorpresa la persona del otro lado no estaba de pie, estaba en el
suelo, sentado recargado en la pared.
No me di cuenta de su situación de manera inmediata sino hasta que
volteó la vista hacia mí. Unos rayos de luz se colaban por las ventanas e
iluminan el pasillo permitiendo así que algunas pocas cosas se distinguieran.
Era Kevin y estaba en mal estado, una de sus manos se sostenía un
costado y su rostro estaba golpeado y ensangrentado, no requería ser adivina
para saber qué es lo que había sucedido, no tenía siquiera preguntar qué había
sucedido. Repentinamente solo una pregunta brincó a mi mente aunada a la respuesta de la loca de la casa, al tiempo
que me incliné un poco para verle a la cara.
¿Fue esto mi culpa, yo lo provoqué?
Claro que lo fue.
CONTINUARÁ...
¡Felices Fiestas! Nos leemos en 2017!!!